Sesión 103: Thorin

La sesión comenzó con los Buscadores debatiendo sobre cuál sería su siguiente paso tras haber ayudado a recuperar la Torre del Cielo. Decidieron que lo mejor sería ir a la fortaleza de los Cazadores de Sangre para ayudar a Sigismund en su búsqueda de información sobre cómo detener a Dorian. Esa misma noche, la Armadura del Berserker habló con Keothi, diciéndole que ambos pensaban lo mismo sobre Argos: debían retarlo a un duelo y absorber su alma, ya que un alma de ese poder sería de gran ayuda.

A la mañana siguiente, el grupo decidió que era momento de partir. Shalfey salió de la fortaleza con dificultad para lanzarles un hechizo de ocultación contra la magia de adivinación. Con estas protecciones, el grupo abandonó la torre y se dirigió al bosque para ocultarse. Esa primera noche en el bosque, Thorin propuso al grupo usar su hechizo de adivinación para ver qué estaba haciendo Mojo. Lo que no esperaban era descubrir a Mojo, Rubi y los padres de Syleneth en una fortaleza abandonada, luchando contra hordas de zombis de tinta. Syleneth, alarmada por el evidente peligro que representaban estos zombis, sabía que William Dilaurentis intentaba vengarse de ella a través de sus padres. Quería ir inmediatamente a Dinea, pero el grupo la convenció de que no llegarían a tiempo y que Rubi y sus padres sabían defenderse. Aun así, Syleneth no estaba tranquila y le advirtió a Thorin que no volviera a hacer algo así sin pensarlo.

Esa misma noche, mientras dormía, Thorin escuchó una voz que le pedía liberarlo. Thorin comprendió que debía romper el orbe en posesión del grupo. Intentó hacerlo, pero Engranajes y Syleneth lo sorprendieron antes de que pudiera robar el orbe y lo detuvieron. Thorin explicó al grupo que debían romper el orbe, ya que creía que era lo mejor para todos, pero, excepto Krik, el grupo no estaba convencido. Sin embargo Syleneth aprovecho esta discusion para colocarse detras de Tharcon y coger La Baraja De Muchas Cosas y guardarla con la esperanza de que quizas fuera útil para salvar a su familia.

Al día siguiente, mientras recogían el campamento, una manada de huargos zombis atacó. Durante el combate, Thorin aprovechó la confusión para robar el orbe y, con la ayuda de Krik, lo rompió, clavando a Susurro en el orbe y liberando a la criatura que contenía. La ruptura del orbe generó una onda expansiva que lanzó a los Buscadores por los aires, dejando a algunos inconscientes. La criatura, una sombra negra indefinida, desapareció rápidamente, pero dejó tras de sí un penetrante olor a huevos podridos. Con el orbe destruido, Krik, Thorin y Keothi se dieron cuenta de que el orbe los había estado manipulando todo ese tiempo pero que ahora finalmente eran libres. Aunque Thorin se sintió culpable, el grupo estaba claramente molesto con él.

Al anochecer, llegaron a la torre de los Cazadores de Sangre, tal como les había indicado Sigismund. La torre era vieja y decrépita, con andamios derrumbados y estatuas de grifos cubiertas de musgo. Cerca de la base de la torre había un carromato salpicado de barro, claramente fuera de lugar en ese paraje. La puerta del carromato estaba manchada de sangre. Keothi intentó escuchar si había algo dentro, pero no oyó nada. Sin previo aviso, Thorin abrió la puerta, revelando que el interior estaba lleno de frascos transparentes colgando del techo, con un gran barril en el centro, cubierto de estacas, dándole la apariencia de un erizo. Al abrir la puerta, uno de los frascos cayó, impactando contra el barril y provocando una explosión masiva que provoco una bola de fuego y estacas contra los Buscadores. Thorin, afortunadamente, pudo levantar su escudo a tiempo para evitar el daño, pero los demás no corrieron la misma suerte.

Tras el incidente, el grupo decidió entrar en la torre, conscientes de que el ruido y el humo podrían haber alertado a alguien. La puerta de la torre, hecha de hierro y sin bisagras ni tiradores visibles, tenía un símbolo grabado en el centro: una serie de líneas conectadas con ocho figuras de palitos dispuestas alrededor. Encima de la puerta, tallada en el dintel, estaba la palabra "Khazan". Keothi reconoció que las figuras representaban un baile y procedió a realizarlo, mientras Malkian y Erdan investigaban los andamios. Al intentar escalar uno de ellos, Malkian descubrió que la torre estaba envuelta en un campo antimágico que impedía el uso de objetos y hechizos mágicos, aunque no afectaba a los vestigios salvo si intentaban lanzar hechizos con ellos.

Keothi y Syleneth lograron abrir la puerta con el baile, y el grupo entró en una sala con un ascensor sostenido por cuatro estatuas gigantes de humanos con expresiones de dolor. Al subirse al ascensor, las estatuas comenzaron a tirar de las cadenas, y la plataforma ascendió. Los dos primeros pisos estaban destruidos y vacíos, pero el tercer y último piso mostraba signos de haber sido habitado recientemente. Aunque el lugar olía a moho, había una cómoda cama, un escritorio con una silla, tapices coloridos, una estufa con leña y un pequeño cofre.

Malkian notó que la cocina había sido usada recientemente, mientras Keothi investigaba una armadura sin encontrar nada especial. Syleneth revisó el escritorio y encontró una carta oculta que relataba lo siguiente:

Hace más de tres décadas que dedico mi vida a investigar y exponer a las criaturas de la oscuridad a la luz purificadora de la verdad y el conocimiento. En algunos círculos me llaman "héroe", en otros "sabio", y en algunos más, "maestro cazador". El hecho de haber sobrevivido a innumerables ataques sobrenaturales es visto como un logro entre mis compañeros; mi nombre se pronuncia con miedo y aversión entre mis enemigos.

En realidad, esta vocación "virtuosa", que todos creen comenzó como un esfuerzo obsesivo por destruir al vampiro que asesinó a mi hijo, se ha convertido en una carrera tediosa y sombría. Desde el principio, cuando inicié mi vida como cazador de sangre, ya sentía el peso del tiempo sobre mis hombros cansados. Hoy, soy un hombre que simplemente ha vivido demasiado. Arrepentido, me encuentro inexorablemente atado a una existencia que busqué por locura y que, al parecer, ahora debo soportar por toda la eternidad. Claro que moriré, pero si alguna vez descansaré en mi tumba, esa duda atormenta mis pensamientos ociosos y me acecha en mis sueños.

Espero que quienes me consideran un héroe no cambien de opinión al conocer toda la verdad sobre mi vida como cazador. Sin embargo, debo revelar aquí y ahora que he sido la causa indirecta, pero inevitable, de muchas muertes, y de la pérdida de buenos amigos. ¡No me malinterpretes! No solo siento lástima por mí mismo. Más bien, me enfrento a una devastadora revelación: ahora veo que soy el objeto de una terrible maldición. Lo más trágico es que la naturaleza de este hechizo no recae principalmente sobre mí; peor aún, quienes me rodean han sido sus principales víctimas.

Nunca te he contado la historia de cómo mi único hijo, Erasmus, fue raptado y vendido a un vampiro. No te he explicado cómo fue convertido en un esbirro de esa criatura nocturna, y cómo fue mi dolorosa responsabilidad liberarlo de su destino a punta de estaca. Tampoco te había contado antes, por vergüenza y miedo a parecer uno de esos monstruos que juramos perseguir, cómo rastreé a los secuestradores de Erasmus por todo Nauplia, y cómo les "arranqué" la información sobre su paradero.

De hecho, esos hombres se llevaron a Erasmus con mi propio e involuntario permiso. Una noche, trajeron a un miembro de su grupo que estaba gravemente enfermo e insistieron en que lo tratara. No pude salvarle la vida. Temiendo su venganza, les rogué que se llevaran algo mío, lo que quisieran, pero que no me hicieran daño. Para mi sorpresa, decidieron llevarse a mi hijo como compensación. Cuando me di cuenta de lo que había sucedido, ya había pasado más de una hora desde que se marcharon.

Enfurecido más allá de toda razón, até el cuerpo del joven muerto a mi caballo y los perseguí tenazmente a través del bosque, ignorando el atardecer que caía ante mí, sin buscar refugio de la noche. Poco después de que la oscuridad se cerniera, fui asediado por no-muertos que me habrían matado de no ser por su amo, un liche, que intervino y me perdonó la vida por razones que aún no comprendo del todo. De alguna manera, este ser me detectó y, con su poderosa magia, tomó el control de los zombis que vagaban por el bosque. Me habló a través de las bocas de esas criaturas y colocó sobre mí una protección mágica contra los no-muertos. Luego, animó al joven muerto que llevaba atado a mi caballo y le ordenó que me revelara dónde podía encontrar a su grupo. Para mi desgracia, el hechizo funcionó. Encontré a los secuestradores, y junto a mí traía un séquito no deseado de zombis voraces que no podían tocarme gracias a la protección del liche. Este ser me prometió la venganza que anhelaba, pero a cambio, nunca podría recordar dónde o cómo encontrarlo. Si intentaba buscarlo o ayudar a alguien a hacerlo, jamás lo lograría y si animaba o participaba en su busqueda me convertiría en un monstruo. Por eso te digo que mi maldición es peor de lo que jamás imaginé; soy responsable de que un ser maligno vague libremente por Nauplia.

Cuando encontré la caravana, los amenacé con enviar a los zombis contra ellos a menos que me devolvieran a mi querido hijo. Me respondieron que lo habían vendido a un vampiro, el barón Metus. Algo dentro de mí se rompió. Liberé a los zombis y les ordené que los devoraran vivos.

‘¡Vive siempre entre monstruos y verás morir bajo sus garras a todos los que amas!’ Incluso ahora, tantos años después, puedo escuchar sus gritos con dolorosa claridad. Poco después encontré a mi querido Erasmus, convertido en vampiro. Me rogó que pusiera fin a su maldición, lo cual hice con el corazón destrozado. La oscuridad lo había arrancado de mis brazos para siempre, y yo, neciamente, creí que la maldición había cobrado su precio. Lloré hasta que un deseo insaciable de venganza llenó el vacío infinito de mi alma.

No sé si sobreviviré al ataque de Dorian, pero si no lo hago, quiero enmendar todo el mal que he provocado. Thalindra, te ruego que caces al monstruo que nunca pude derrotar y que nunca me atreví a confesar. No hay pruebas de su existencia, pero te aseguro que vive en Nauplia, entre nosotros. Ahora tienes todo lo que necesitas.

Tras leer la carta, el grupo debatió sobre su contenido. Malkian, por su parte, abrió el cofre en la habitación y encontró la cabeza de un semielfo, de cuya coronilla salía una cuerda. Decidieron usar el hechizo "Hablar con los Muertos" para obtener más información. La cabeza reveló que el maestro de los Cazadores de Sangre la había ocultado, y que había sido asesinado por un liche cerca de Greenville. También les informó que Thalindra, una cazadora de sangre, estaba buscando al liche por orden de su mentor. Tambien les conto que la armadura era una armadura magica que ofrecia una protección especial pero solo te la podías quitar si conoces la palabra de seguridad pero nadie la conoce.

El grupo decidió esperar a Thalindra y disculparse por haber activado su trampa anti-vampiros. Mientras preparaban la cena, una manada de trece hombres lobo y dieciocho lobos apareció desde el bosque. El líder de los hombres lobo señaló la torre y ordenó el ataque.