Cráneo de Wardritch
El cráneo de la hechicera Wardritch, la primera nigromante, descansa sobre un pedestal de granito negro encantado. Este cráneo es el de un Mumblere, pues ella fue uno, pero esta partido a la mitad debido que para asesinarla uno de sus pupilos le enterró un martillo en el cráneo, luego prendieron fuego su cadáver para asegurarse de que se quedara así.
Ellos no querían matarla, pues necesitaban de su profunda inteligencia y mente criminal, pero lo que no querían era su presencia física allí, no la querían interrumpiendo los planes de los demás y aparcando la atención a donde quiera que vaya.
Es por esto que en su cumpleaños 105 diez de sus pupilos saltaron a atacarla, lanzando fuego y hechizos, maldiciones y conjuros, siete de los diez cayeron muertos en los primeros minutos, mientras soldados y matones fieles a ambos bandos de la contienda se unían para ayudar a su respectivo Sire.
El resto cargó con conjuros inventados por ella misma, moviendo con telekinesis los cuerpos muertos, intentando acercarse a su antigua maestra.
El que dio el golpe de gracia a la herida Wardritch fue su pupilo favorito Magnu Solari, quien era el único nigromante con capacidades de pirokinesis, por lo tanto logró eludir sus defensas, rociarla de fuego y darle con un martillo, partiéndole el cráneo y terminando con la toma de poder.
Se le cortó la cabeza y se le removió el corazón para crear un ritual de atadura. Los psíquicos más poderoso determinaron que el poderío mental de Wardritch era tan grande que después de muerta nadie podía buscar los restos de memorias que su cuerpo había dejado, por lo tanto no podían utilizar adivinaciones ni nigromancia para robar cualquier conocimiento que ella haya decidido no impartirles. Que eso mismo era una de las razones más grandes por las que la asesinaron.
Al verse acorralados por el fallo casi rotundo de su plan, mientras se repartían los territorios del mundo criminal que ella tuviera, comenzaron a preparar el ritual de atadura.
Si ella no quería contarles nada, entonces no le darían el placer de estar en el mundo de los muertos.
Durante cinco días dibujaron runas de las profundidades en sus huesos, con cinceles y con henna. Luego, se los colocó en una pila y su cráneo en el centro, procurando que todos estén blancos y pulidos luego de que los gusanos se hayan devorado toda la carne.
Los gusanos comenzaron a mutar debido a la carne infectada de Wardritch, por lo tanto se los colocó en la pila de huesos, mientras diez nigromantes y diez psíquicos comenzaban canticos. Concentraron sus mentes, su poder y su voluntad en un solo punto, el ego y fuerza de tanta gente poderosa comenzó hasta casi hacer fluctuar la gravedad de lo pesado que era. Se creó un sifón de poderío y magia, un faro arcano que iluminaba este mundo y otros, una puerta de entrada para cosas que existieran del otro lado, una luz en la oscuridad del inmenso océano que llamaría presas incautas…o depredadores.
Este era un ritual peligroso, y miles de peligros sin forma y Eidolones cruzaron a este lado en el proceso, pero cuando terminó algunos nigromantes descansaban fulminados en el suelo, algunos psíquicos estaban ciegos, pero con el regalo de ver al mundo de los muertos de manera permanente. Y ellos justamente fueron los que confirmaron que Wardritch estaba entre ellos, su alma para siempre atada a la pila de huesos y especialmente a su cráneo como fuente de poder, como atadura permanente entre este mundo y el otro.
Desde ese día, se le construyó un templo a Wardritch en lo profundo de la Tumba de Osiris, dejándole su descanso eterno junto a la persona que cuatrocientos años antes de ella lo comenzó todo. Su espíritu vagando para siempre entre las raíces y ramas del árbol gigante que era la tumba del primer vampiro.
Rara vez su espíritu le habla al que se acerque lo suficiente al pedestal donde su cráneo descansa, pero la gente que escucha su voz jamás revela lo que dice. Es un gran honor oírla, pero es un secreto que pasa de generación en generación el contenido de las profecías que da, pero todos los nigromantes que la escuchan sostienen que como mínimo son imperativos para la compleción del Gran Plan.
Ahora el Cráneo de Wardritch es un repositorio de información de hace casi mil años, pues su espíritu camina por toda la Tumba de Osiris leyendo los nuevos libros que los nigromantes escriben o traen del mundo exterior, acumulado sus conocimientos y procurando por el bienestar de su orden. Esperando que el día en que el Gran Plan termine.
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