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Gideon

Gideon

Gideon, un joven Spitaliano rescatado de una catastrofe en su ciudad natal.   Dedica su vida al estudio académico de sepsis y de las aberraciones.

Physical Description

Condición física general

Gideon es un chico fit, que ha dedicado su cuerpo desde su niñez a entrenamiento militar

Rasgos identificativos

Heterocromia

Equipamiento especializado

especializado en estudio de Sepsis y combate cuerpo a cuerpo

Social

Contactos y relaciones

Patrón: Hendrick Anderson Mentor: Slip Hecker - Epigenetista Mentor : Melian Rebeck - Preservista
Alineamiento
Neutral neutral
Edad
16
Children
Residencia actual
Spital
Gender
Male
Ojos
gris y marron clarito
Estatura
1,72
Peso
75

El origen de todo

El sonido de la comida haciéndose inundó la casa. Mi estómago empezó un ruido de protesta mientras mi cuerpo intentaba arañar unos minutos más en la cama.   -Gideon – La voz de mi madre me llegó clara desde la cocina- Ven a desayunar. Tenemos que empezar con las tareas.   Me desperecé y salí a la cocina. Ahí mi madre me esperaba con el desayuno recién hecho. Esperó a que me sentase y comenzamos a desayunar.   -Cuando terminemos repasaremos las hiervas de ayer, para las cicatrices – Comenzó mi madre- Después podríamos… La puerta se abrió abruptamente y mi padre entró en la cocina.   -Hoy Gideon tiene que practicar conmigo por la mañana – Dijo interrumpiendo a mi madre mientras se sentaba con nosotros y desayunaba rápidamente. -Siempre está contigo haciendo ejercicio, también tiene que ejercitar su mente y ayudarme.   Mis padres empezaron a “discutir” sobre quien iba a estar conmigo en mis tareas diarias. Hasta que me preguntaron con quien quería ir. Esta situación se daba todas las mañanas y me resultaba ciertamente cómica. Por un lado, mi madre Dalia era la médica del pequeño pueblo donde estábamos, se encargaba de preparar medicinas, hacer consultas, operar y todo lo relacionado con el bien estar del pueblo. Un día descubrió que memorizaba muy bien los libros y escritos de medicina, con lo que se reafirmó en que sería su ayudante y aprendiz, para ser el futuro médico. Su exclusividad sobre mi se terminó cuando Jacob, mi padre, también se percató de que memorizaba bien todas sus rutinas de ejercicio solo con observarle. Con lo que el también empezó su campaña de entrenamiento físico para convertirme en un guarda del pueblo tal y como lo hacía el. Al final, mis días se repartían entre trabajo y rutina militar por las mañanas y prácticas médicas y estudio por las tardes. Para ser un niño de 10 años tenía mucho que hacer y poco para jugar, pero, era divertido y estaba con mis padres. Asique estaba bien.   Las semanas pasaban con calma y sin fin. Alguna vez mi padre tenía una escaramuza con algún ladrón de poca monta o algún pequeño grupo de Gendos. Pero para mi padre y sus compañeros, no eran problema.   Una mañana como cualquier otra me desperté con el sonido de mi madre llamándome a desayunar. Pero ese día notaba algo diferente. Mi cuerpo se sentía raro, como en tensión. Lo atribuí al ejercicio físico y mental del día anterior y no le di importancia.   Tras ayudar a mi madre a recoger la cocina, cogí mi bastón de entrenamiento y me dirigí al patio con mi padre para empezar el entrenamiento del día. Llevábamos un par de rutinas cuando uno de sus amigos llegó corriendo y con cara preocupada para llevarse a mi padre. Solo escuché algo de un joven que se acercaba al pueblo.   -Haz los ejercicios de giro con el bastón y luego coge la espada de madera y practica la defensa. – Comentó mi padre mientras cogía su chaqueta y acompañaba a su amigo a vigilar que ocurría.   El tiempo trascurrió sin prisa, pero sin pausa. Pero la sensación de tensión en mi cuerpo iba en aumento con el paso del mismo. Y cuando creí que no podía más dejé los ejercicios antes de tiempo y entré en casa para poner la mesa. Fe entonces cuando empecé a escuchar el murmullo. Era como un zumbido que se me alojó en la cabeza y no me abandonaba.   Me dirigí a la parte delantera de la casa donde mi madre estaba, para que me diese algo para el dolor. Pero me la encontré quieta, inmóvil mirando a la plaza del pueblo. La rodeé, me asomé y lo vi.   En el centro de la plaza estaba un joven harapiento. Rodeado de gente desmayándose a su alrededor. Alcancé a ver a mi padre correr hacia el espada en mano, pero justo cuando entraba en su alcance el joven gritó. No fue un grito normal, estábamos lejos y mi cabeza sentía un dolor atroz, como si cada célula de mi cuerpo quisiese explotar individualmente. Me agarré al marco en la puerta mientras notaba como la vista se me volvía roja y mi boca se llenaba de sangre. Mi madre se desplomó a mi lado. había pedido el rastro de mi padre en la multitud de cuerpos alrededor del joven. Cuando los decibelios de su grito aumentaron. El suelo tembló y se abrió, las casas cercanas a él se desmoronaron, y con un último espasmo cuando me golpeó la onda sonora mi vista se tiño de rojo y negro por completo.   No sé cuánto tiempo pasé inconsciente. La boca me sabia a sangre, mi cuerpo me ardía de dentro hacia afuera, estaba inmóvil, mis pulmones peleaban por llenarse de oxigeno una vez más, no podía abrir los ojos, solo sentir el duro e irregular suelo debajo de mí. Y la única pregunta que se hacía paso a través de mi revuelta mente: “¿Por qué estoy vivo?”. Sabía bien que era ese chico, por llamarlo de alguna manera, mi madre me había enseñado sobre el tema, pero no entendía como estaba vivo, ¿Sería el único? Pasaron los minutos, tal vez días. Notaba como mi conciencia poco a poco se iba rindiendo a la oscuridad. Hasta que empecé a oír ruidos a mi alrededor. Gente hablando y encendiendo fuegos. Pude notar como un cuerpo tapaba la luz sobre mi rostro, y noté como una fuente de calor intensa se acercaba a mi cuerpo. Usé cada ápice de fuerza que me quedaba, un sonido, un movimiento, cualquier cosa me valdría. -N..N…- La boca se me llenó de sangre atragantándome -Eh?!- Capitán, este sigue vivo!   Y todo volvió al negro.