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Batalla del Algodor

Military action

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En el contexto del asedio al castillo de Mora, en 1143 AD, las fuerzas de Munio Alfonso, campeón de Alfonso VII, fueron atacadas en la Sisla, en las orillas del río Algodor, saldándose con la derrota cristiana y la muerte de Munio Alfonso. Situación que complicó la situación de Alfonso VII durante el asedio de Mora.


Antedecentes

  La estrella almorávide caminaba a su ocaso. En este mismo 1143 fallecía Ali ibn Yusuf, sucediéndole su hijo Taxufín que, al tener noticia de la derrota y muerte de sus egregios caudillos, nombra gobernador de al-Ándalus a Abengania (Ibn Ganiya). Por su parte, Alfonso quiso sacar el mejor partido de la victoria y en aquellos meses de primavera reunió sus huestes en Toledo y marchó hacia Córdoba en atrevida expedición, dejando a Munio Alfonso en Peñanegra para impedir que el enemigo fortificase el castillo de Mora.   El paso del ejército cristiano fue sembrando la desolación, pues se talaron los árboles, se prendió fuego a las cosechas, sin que quedasen en pie nada más que las torres fortificadas.   Para castigar la razzia de los castellanos, el alcaide de Calatrava, Farax Abd-Alí, al frente de las guarniciones de los castillos situados hasta el Guadalquivir, se aprestó a avituallar el castillo de Mora y dar muerte a Munio Alfonso y a cuantos defendían Peñanegra.

La emboscada

  En la madrugada del 1 de agosto Munio, con cuarenta hombres, marchó hasta las cercanías de Calatrava para espiar los movimientos enemigos. Sabedor de que se venía contra la fortaleza encomendada a su custodia, volvió a Peñanegra, aprestó a sus hombres y salió al encuentro del enemigo con quien entabló un combate indeciso en las fuentes del Algodor; prosiguó la contienda al día siguiente y en ella Munio Alfonso, cosido por las saetas almorávides, pereció con cuantos le acompañaban. Su cadáver fue descuartizado con saña y alegría. Partes de él fueron enviadas a la viuda de al-Zubair, a Córdoba, a la de Abenceta, a Sevilla y al palacio del sultán. No faltaron despojos cristianos que colgaasen en las torres de Calatrava. Parte de los restos de Munio, quizá el tronco, envuelto entre paños, fue enviado a Toledo, produciendo a su llegada triste jornada de luto en la ciudad. Fue sepultado en el cementerio del clasutro catedralicio, donde las viudas de los muertos en la campaña acudían diariamente, en compañía de la del fenecido alcaide, para ofrecer por el alma de este sufragio de sus rezos y de sus lágrimas.

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