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Oxen y Frai

Rara es la vez que Oxen, el gigante acorazado, y Frai, la dama inexpresiva de máscara de marfil, no se ven juntos. De hecho, el primero de nuestros héroes que se cruzó en su camino, Rhava, lo hizo en un misterioso barco con rumbo a Tifón. La elfa descubrió un ataúd que emitía una extraña energía y, tras intentar abrirlo, se cruzó con la pareja.
Frai, sombría como siempre, advirtió a la aventurera:

“Nos volveremos a ver”


Más adelante, la pareja volvería a aparecer en dos visiones de Aidon:
En la primera, el monje divisaría el contorno de Oxen y Frai en medio de la lluvia, en una representación alegórica de su pueblo natal, mientras este era atacado. En la segunda visión, Oxen y Frai acompañarían al resto de los Pastores de Hierro, que escoltaban una carreta.
En ambos casos, Aidon se daría cuenta que Frai puede verlo durante sus visiones, llegando incluso a interactuar con él o, incluso, a expulsarlo de las visiones.

En el último día de las fiestas de Helena, Frai volvería a aparecer en un “sueño” de Aidon. Esta vez, la muchacha le hablaría de forma directa:
“Vosotros me matareis”


La afirmación vendría seguida de muchos otros descubrimientos, pues Frai reconoció no ser parte de esta línea temporal, que en el tiempo había constantes y variables y, tras observarla detenidamente, Aidon advirtió que su aura y la de la enmascarada son iguales.
En aquel viaje de fase, Frai ayudó a Aidon, guiándolo, hasta que el joven consiguió transmitir un mensaje a su grupo que les ayudaría a eliminar a Cassandra. Después, la muchacha insistiría en que debían aprender a odiarla. Para ello, mostro el día de la muerte de los padres de Aidon y se mostró, junto a Oxen, participando en la destrucción de casas. Dejó entrever lo extraño de las desgracias que habían sucedido al resto de sus compañeros, como si ella hubiese intervenido de algún modo.

  “¿No te parece extraño? ¿La destrucción de tu pueblo? ¿Qué encontrasen a la madre de la tiefling después de tanto tiempo? ¿Lo que le sucedió a la amiga del hada? ¿O lo que sucedió en el pueblo del encapuchado sombrío que os acompaña? Son solo algunos pero, ¿no te parece extraño?”
 

Aidon, airado, golpeó con todas sus fuerzas la cara de Frai, a quien se le resquebrajó la supuesta mascara. Mas el monje comprobó que, tras caer algunos pedazos de mármol al suelo, aquella máscara no era sino la piel pétrea de una mediana que padecía un horrible caso de misandenia. Frai, en efecto, no era una niña, y lo que todos creían era una máscara no era más que su cara. Llorando, a la vez que sonreía, Frai se despidió, contenta de haber conseguido sembrar la semilla del odio que tanto anhelaba.
Children

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