Nota:
Por encargo de La Sociedad he puesto manos a la obra en un ensayo sobre los elfos faäkrami. Antes de comenzar con su lectura, ruego al interesado despojarse de cualquier prejuicio, ya sea sobre los no humanos o sobre los faäkrami en particular, pues este ensayo está hecho desde lo parcial, ciñéndose netamente a lo histórico, sociocultural y antropológico. Señalo además, ante cualquier dedo acusador, que si bien soy un especialista en el conocimiento de los elfos no soy por parte alguna simpatizante con sus reivindicaciones.
Sin nada más que agregar, pido al lector abocarse a este ensayo con altura de miras.
HISTORIA
Para entender la lucha de los faäkrami es menester remontarse a la tradición y la leyenda de los elfos. Ellos se autodenominan como una raza dentro de los primeros nacidos, donde también se cuentan los enanos, gnomos y los extintos orcos. Y es cierto que habitaban Kalh antes de la llegada del hombre, en los inicios de la Segunda Edad.
Los hombres llegaron a Kalh como refugiados, pero pronto comenzaron a expandirse y, gracias a su corto ciclo de vida, fueron ganando terreno por sobre las razas nativas. Se sucedieron una serie de guerras y épocas de paz que no es aquí donde las analizaremos, pero que en resumen fueron dando paso al dominio del hombre sobre los otrora grandes imperios élficos. Así, con el paso de los siglos, los elfos fueron retrocediendo hasta quedarse, finalmente, confinados a bosques y valles ocultos e inaccesibles, siendo su único gran bastión al final de la Segunda Edad la península de Anferham, que luego se separaría del continente durante el Caos de Ajhen. Es desde allí donde, alrededor del 200 TE, emerge la figura del faäkrami.
En el seno del Hogar elfo, bajo la dirección de la monarquía de los Fryes'Eresie, comenzaron a aparecer los disidentes. Como reacción al enclaustramiento propuesto por la dinastía real surgieron voces que señalaron que aquel ostracismo sólo los llevaría a desaparecer y muchos elfos migraron hacia el continente. Señalaban que su tiempo había pasado y que la única forma de sobrevivir era adaptarse a los tiempos del hombre, aprender de ellos y convivir. Otros, desdeñando la voz de la razón, los llamaron traidores, los señalaron con el dado y los tildaron de na'keri, elfos-hombre; esos otros se levantaron en armas y, aprovechando la desorganización reinante tras la caída del demonio Graz'zt y el caos de Ajhen, volvieron a los reinos del hombre bajo el estandarte de guerra de los antiguos imperios y comenzaron a combatir en guerrillas desde pequeños frentes. Esos rebeldes son los faäkrami.
REINVINDICACIONES
En un comienzo la lucha de los faäkrami era para recuperar lo que, según ellos, les pertenecía por la ley de la tierra. Sin embargo, con el paso de los siglos y la consolidación del Triunvirato del Norte y el Imperio de Kestone, esa lucha ha migrado al simple odio contra los humanos.
Hoy las guerrillas faäkrami, se justifican sus líderes, pelean contra la discriminación hacia los no-humanos (cosa curiosa, teniendo en cuenta que su actitud violenta y su guerra encubierta no hacen sino aumentar el odio contra los no-humanos, y los elfos en particular), aunque sus protestas han ido escalando en violencia. Los faäkrami asaltan caravanas de mercaderes, matan, saquean y queman aldeas llegando a asolar las poblaciones de forma incluso más enconada que los nómades salvajes. A los salvajes los mueve su cultura como tal, mal que nos pese; a los faäkrami hoy los mueve el odio. Además, si hacemos justicia, en lugar de buscar una solución pacífica, nuestros gobernantes han respondido enviando tropas para combatirlos.
Mientras escribo esto, el escenario sociopolítico se vuelve incierto para los faäkrami, y para la región en general. En Leifiskali, con el ascenso al trono de Alvdarr Agnirson y su plan unificador, muchas minorías raciales y étnicas han empezado a ser perseguidas. En La Encrucijada, Hran del Alkenter ha proclamado un edicto condenando a los enanos del clan Hachadorada. Sólo en Gothjasan, conglomerado de ciudades libres, existe un poco de paz para los no-humanos, pero ¿hasta cuándo? En el sur, por otra parte, las cosas han ido mejor. No hay actividad faäkrami recurrente, aunque se sabe de su existencia. En cambio, los na'keri son más recurrentes, teniendo en el Norderuck y el Espinazo del Demonio sus bastiones de tranquilidad.
ORGANIZACIÓN
Los faäkrami se dividen hoy en día en comandos o unidades, cada una independiente de la otra, compuestos de varias decenas de luchadores, aunque rara vez superan el ciento. Las unidades más grandes son extrañas, y se forman sólo durante batallas o para tareas especiales. Por ejemplo, durante la revuelta de Hran de Alkenter; hay quienes aventuran que la Brigada I'esshè, liderada por el célebre Andrati Fastralï, era utilizada por el actual soberano para sembrar el caos y desestabilizar el reino bajo la promesa de tierras para los elfos. Más tarde, con Hran de Alkenter al poder, un elfo ascendió a skeld de El Espinazo del Diablo. Casualidad o no, sólo podemos especular.
Los comandos faäkrami son unidades entrenadas para la guerrilla. Atacan y se desplazan con rapidez, y no suelen quedarse mucho tiempo estacionados en un lugar, moviéndose en cambio por toda la región en la que se encuentran. En contadas ocasiones, un único líder tiene bajo su control varias unidades faäkrami.
Nunca se volvió a ver a Andrati, quizá el faäkrami más reconocido y carismático del último tiempo, pero otros han tomado su bandera de lucha en la región. Seija Koivusaäri y Flanigan Arabat'sis se alzaron, contemporáneos a Andrati, en La Encrucijada; Seija sobrevivió a la disgregación de la Brigada I'esshè cuando capturaron a Andrati, mientras que Arabat'sis tiene fama de culto y poeta; por otra parte, Timmo Z'arastian y su comando asolan el norte de Leifiskali.
Al final, sólo el tiempo dirá cuál es el lugar que guarda la historia para los elfos rebeldes.
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