La Ciudad de Naz, el Centro del Espiral
La ciudad está construida alrededor de la entrada al
Jamarfil. Y debido a la proximidad de este lugar místico, la ciudad posee ciertas cualidad únicas. La primera y más importante es que está llena de primordiales, espíritus que han viajado hasta los límites del
Jamarfil, pero que aún no están preparados para dejar atrás sus vidas pasadas. Al contrario que en la mayoría de lugares, en Naz los espíritus se hallan constantemente manifestados, tanto si lo quieren como si no. Naz es el lugar en el que los vivos pueden interactuar más cercanamente con los muertos.
De almas, fantasmas y la Esencia
Todo ser vivo está compuesto de Esencia, la materia primordial que da forma a toda existencia y que no está intrínsecamente atada a un cuerpo físico. Cuando una criatura muere, su Esencia sigue existiendo y comienza a buscar su camino hacia la Corriente de las Almas que la llevará hacia Naz. La mayoría de los seres vivos, carentes de una consciencia más allá de su instinto, fluyen en este ciclo de manera natural. Otros, aquellos que han desarrollado una consciencia de su propia existencia, las llamadas criaturas inteligentes, tienen la voluntad para resistirse al llamado de la Corriente, al menos por un tiempo, ya que tarde o temprano, la Espiral Infinita los arrastrará con ella. Esas criaturas son los fantasmas, espectros o espíritus. Las llamadas almas, que no es otra cosa que la Esencia primordial aún consciente de su existencia como individuo, más allá de su otrora cuerpo físico.
La Corriente de las Almas
El Mar de la Eternidad no es un lugar estático ni tranquilo. Es otro plano de existencia que se yuxtapone con nuestra existencia material. Cuando una criatura muere, su Esencia no es visible en nuestro plano material, al menos no para nuestros limitados sentidos mortales. Esta Esencia es absorbida entonces por la Corriente de las Almas, una fuerza sobrenatural que empuja esta Esencia hacia el Velo de las Almas. Comparada por algunos con un fuerte viento místico, por otras como una poderosa corriente marina, la Corriente mueve la Esencia millas en un segundo, aunque sólo en dirección al Centro del Espiral. Allí la Esencia viaja defiitvamente al
Jamarfil para librarse de todo último rastro de su existencia mortal y volver a ser simplemente material primordial, la Magia primera que formó todo.
La historia de Naz Nanref
Al comienzo de los tiempos, poco después de que el padre de los dioses formara el mundo,
Nanref, un carismático ilferi fue el primero en profesar respeto por los antepasados y por las almas de los caídos. El dolor de la pérdida de su padre a manos de Kzhrozzgal, una nanferi roja, le llevó a levantar un túmulo en el lugar en que murió y, postrado de angustia,
Nanref no se separó del túmulo durante días. Ese momento marcaría la existencia del ilferi, quien juró ante los dioses no separarse jamás del túmulo, y rendir tributo al nombre de su padre cada día. El clan ilferi de
Nanref se estableció alrededor del túmulo y prospero en lo hondo del valle de Devan-Relac.
Admirados los dioses de la determinación de
Nanref y de que por fin un khales comprendiese la importancia de los antepasados, ascendieron a
Nanref junto a ellos. El
Jamarfil se convirtió en su hogar, la morada de los antepasados, más hondo que la infraoscuridad. Sin embargo, como dios no olvidó el juramente hecho tiempo atrás y pidió al padre de los dioses que le concediese una petición: una conexión con el túmulo de su padre. Desde ese momento, una puerta a la morada de los muertos se halla en la infraoscuridad de Naz Nanref: la puerta al Ácira.
Nanref, sabedor de lo que esto generaría entre los khaleses, pacto con un clan de enanos, lo que si hicieron llamar Protectores del Legado.
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