El mundo de Kalh es un lugar mágico. Toda existencia está infiltrada de poder mágico, y la energía potencial sin explotar se encuentra en cada roca, arroyo y criatura viva, e incluso en el aire mismo. Le llamamos Yn, la Esencia. Yn es la materia de la creación, la voluntad muda e inconsciente de la existencia, empapando cada fragmento de materia y presente en cada manifestación de energía.
Los mortales no pueden moldear directamente esta magia en bruto, esta Esencia, sin antes traspasar el Velo, un manto subyacente entre el mundo material y la Esencia pura que compone cada cosa. Sin el Velo, la Esencia en sí es inaccesible; el archimago más poderoso no puede encender con magia una vela en un área donde el Velo ha sido fracturado. Pero rodeado del Velo, un lanzador de conjuros puede moldear un rayo para destruir a sus enemigos, transportarse cientos de millas en un abrir y cerrar de ojos o incluso regresar de la muerte.
Toda la magia depende del Velo, aunque los tipos diferentes de magia acceden a la Esencia de formas diversas. La magia arcana confía en la comprensión, aprendida o intuitiva, de la composición y existencia del Velo. El lanzador aprende del Velo, y sabe como abrirlo sutilmente para que la Esencia fluya logrando el efecto deseado. La magia divina accede al Velo mediante un poder divino o sagrado que tiene control subyacente sobre él.
Siempre que un efecto mágico es creado, el Velo se abre, dejando fluir la Esencia para que el efecto sea posible. Cuando se utiliza magia de adivinación, suele ser el lanzador que fluye a través del Velo, atisbando en la Esencia. Un conjuro como disipar magia sella el Velo. Conjuros como campo antimagia reordenan el Velo para que la magia fluya alrededor del área afectada por el conjuro, en lujar de atravesarla. Y en los lugares donde el Velo está dañado o desgarrado, la magia funciona de formas impredecibles o puede no funcionar en absoluto.
Comentarios