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Sesión 10: Llewellyn

Luego de 15 horas de cabalgata, el grupo de aventureros está a punto de llegar a destino cuando Esaltazión y Oz se percata de la presencia de huellas de montura recientes, impresas en el camino hace no más de un par de horas. Sin embargo, la entrada principal a la ciudad se encuentra cerrada y el lugar se ve completamente desierto. La party se ve obligada a infiltrarse en la ciudad trepando por los muros para abrir la puerta. El interior está aparentemente abandonado y, a juzgar por el estado de la mercadería en la plaza central, lo ha estado durante al menos un mes.
  Un impaciente Wrenn se apresura a examinar la ciudad con sus sentidos divinos, buscando fuentes de energía celestial o demoníaca. Por su lado, Yardis le pide a Harisa que trate de detectar algún portal, a lo que la ranger les indica que percibe algo en dirección a las montañas.
  A su alrededor, la única criatura a la vista es un burro cargado con el equipaje de dos personas fuera de una casa a oscuras, por lo que Wrenn y Oz abren la puerta e investigan el interior. Dentro hay dos personas ocupadas revisando los objetos de valor, que se presentan como Sturtard Y Goldy, aventureros. Mientras el dragonborn cuestiona a la sospechosa pareja, Harisa se escabulle debajo de la mesa en un intento de averiguar sus verdaderas intenciones. Yardis los mira desde afuera de la morada y se vuelve invisible para evitar ser detectado.
Wrenn y Oz rápidamente pierden el interés en ellos y vuelven a la misión de investigar la ciudad, seguidos de Esaltazión, que no se va sin antes escribirle una carta a los dueños de casa excusándose por llevarse un juego de sábanas de seda, que guarda en su bolso.
  Cuando Sturtard y Goldy creen estar sólos, Yardis le envía al primero un mensaje mental diciéndoles que abandonen la ciudad, pero el hombre no se ve amedrentado y continúa buscando objetos que añadir a su botín, mientras le habla a Goldy de los sacrificios que se ven obligados a hacer para alimentar a sus hermanos. "Al menos a los que importan", añade, ignorante al hecho de que todavía hay una tiefling escuchando su conversación debajo de la mesa. Apenas dejan la habitación, Harisa revisa lo que han recolectado y extrae una bolsa con 50 monedas de oro, antes de reunirse con sus aliados.
  Al encontrarlos, Esaltazión está revisando la casa de uno de los curanderos del pueblo, en donde encuentra documentación donde el druida describe la inexplicable mejoría de algunos de sus pacientes.
  Los cinco se ven interrumpidos por la llegada de un extravagante bardo, que los sigue por el camino cantando sin ningún cuidado. Oz rápidamente lo identifica como Pierre Pascallini, el agente de los Harpers que había sido enviado a investigar la ciudad antes de perder el contacto con sus superiores. Pascallini le explica a su compañero que llegó a la ciudad hace un mes solo para encontrarse con que todos los pobladores habían desaparecido. También reporta que hace una semana vio llegar a una mujer seguida de sus dos escuderos, que ingresaron al monasterio al pie de las montañas, desencadenando una pelea a su interior. Finalmente les habla de algún tipo de campo de fuerza que rodea el monasterio y agrega que le ha sido imposible comunicar sus hallazgos, ya que su laúd se está inutilizable.
Oz toma la oportunidad para avisar de la situación inmediatamente, lo que su compañero le agradece.
  Una vez frente al monasterio, los aventureros rápidamente detectan un portal a su alrededor, confirmando las palabras de Pierre. Al entrar en contacto con el umbral de entrada, se abre una ventana que da directamente a la boca de un volcán, visto desde arriba. Cualquier intento por entrar, terminaría en una caída directamente a la caldera de lava.
  Wrenn y Harisa intentan detectar alguna amenaza al interior, sin éxito. Finalmente la tiefling lo reconoce como una trampa colocada para proteger el monasterio mismo. Esaltazión y Yardis rodean el edificio, tirando piedras y tratando de observar alguna brecha por la que puedan ingresar, pero cuando el plan no da resultados, el grupo hace la prueba con el techo. Lanzan una piedra que golpea limpiamente con las tejas, y los cinco, acompañados de Pascallini, se disponen una vez más a escalar, pero los interrumpen Sturtard y Goldy, aparentemente aterrados de la influencia mágica sobre el templo.
Estando afuera, parte del grupo se percata de cierto parecido entre Sturtard y su aliado Yardis, que sigue temporalmente invisible, pero ambos se retiran con la intensión de evitar cualquier influencia mágica sobre ellos.
  Una vez dentro del monasterio, los aventureros dan una vez más con un lugar completamente vacío, pero esta vez hay rastros de que hubo alguien ocupando la construcción hasta hace no más de unos minutos. Investigando cada habitación, son capaces de encontrar un mensaje en tres partes:
   
"Criaturas extremadamente poderosas. Así como un día aparecieron de la nada, un día simplemente desaparecieron. Debe haber sido necesario algo terriblemente fuerte para ahuyentarlos".
  Nota encima del escrito: "Ante cualquier indicio de que fueran a despertar, cancelar el ritual y destruirlos de inmediato. Por ahora solo utilizaremos recién nacidos y jóvenes. Hay demasiado riesgo en ocupar adultos o elders"
 
"Totalmente malvados y sádicos, eran criaturas ambiciosas y maliciosas que trabajaban solo por sus propias causas individuales. Se deleitaban en traer dolor a los demás y con gusto borrarían a todos los demás seres de la existencia, salvo por el hecho de que, si lo hicieran, carecerían de esclavos a los que torturar como deporte."
  Nota encima del escrito: "Imposibilidad de asociación. Solo son herramientas".
 
 
"Se especializaron en hechizos de control mental, de una forma tan espectacular, que podían controlar a casi cualquier criatura con suma facilidad, incluidos seres tan poderosos como los beholders y los mind flayers".
  Nota encima del escrito: "Perfectos para el Gran Propósito".

    Sin embargo, durante la exploración el grupo se separa, terminando con Yardis aislado e invisible en un afán por evitar al resto del grupo. Va a dar con un espejo muy similar al que se encontraba en la casa de Elina. Del espejo sale una voz familiar, directamente a sus pensamientos, que lo paraliza y le dice "Los invité a mi paraíso, ya están en mi lista. Pueden marcharse ahora y seguir siendo bienvenidos. Si no se van ahora ya no serán bienvenidos".
  Cuando Yardis le pregunta como puede referirse a él, la voz le responde que lo llame simplemente "Espejo", y le pide que deje el diario escrito en celestial antes de marcharse y no regresar más. Yardis deposita el libro en el suelo y hace ademán de recuperarlo con su magic hand, pero la voz del Espejo le deja en claro que el hombre lo sigue observando, y el mago sigue su camino para reunirse con los demás.
  Por su parte, Esaltazión y Harisa han avanzado hasta lo alto del monasterio donde se abre un portal. La ranger lo reconoce como un portal legítimo y se apresura a entrar, pero la hechicera la detiene, diciéndole que es peligroso, y que fue así como perdió a su hijo y su marido. La tiefling está dividida entre quedarse con Esaltazión y entrar por el umbral que podría acercarla a su hermano, pero termina intentando convencer a la hechicera de que entren juntas, diciéndole que hay una posibilidad de que su familia también esté adentro. Pierre apoya sus palabras. Atraviesa el portal y les dice "Lo que buscan está ahí adentro". Esaltación ve honestidad en los ojos del bardo y atraviesa al otro lado con su compañera al momento que los demás se les unen y las siguen.
    Selice
  Del otro lado del portal, tanto Esaltazión como Harisa se decepcionan al encontrarse en otra habitación dentro del mismo monasterio y el grupo toma un momento en recuperarse del vieja dimensional. Es en este momento cuando los comentarios de Pierre terminan de exasperar a Harisa, que falla en darle un golpe, pero no pierde tiempo en insistir con un ataque a su punto débil y dejarlo temporalmente fuera de combate. Entonces se hacen evidentes los sonidos de un ritual que inundan la sala y los cinco salen a investigar, siguiendo a un Wrenn cada vez más impaciente.
  Se encuentran de pie sobre un templo. Seis cultistas encapuchados llevan a cabo una ceremonia al rededor de tres enormes tanques llenos de líquido. Sobre ellos hay un sarcófago y tres aparatos que parecen ser bobinas de energía arcana. Dentro de cada tanque hay una persona. En cada extremo un hombre cuya estatura palidece ante la mujer flotando en el tanque del medio. Es Selice Amani, la paladin a quien Wrenn ha estado buscando. El dragonborn está momentáneamente paralizado por la escena, pero le confirma a sus aliados la identidad de Selice.
  Todos bajan al templo y los cultistas no pierden tiempo en defender el sitio del ritual. Esaltazión y Harisa logran asestar daño a distancia a la bobina central, lo que corta la energía fluyendo en los estanques, pero también provoca que una de las puertas se abra. El hombre al interior cae al suelo e inmediatamente se desvanece en el aire.
  Wrenn y Oz avanzan hacia los estanques, atacando a los cultistas que se cruzan en su camino, y llegan al sitio del ritual al momento que se abre la puerta del contenedor de Selice y la mujer cae al suelo muy débil.
  Mientras tanto, y a desconocimiento de los demás, Yardis se concentra en abrir vías de comunicación mental con sus enemigos.
  Una vez que todos los cultistas son derrotados, el grupo ayuda a Selice a recuperarse. Wrenn se le acerca, pero ella hace un movimiento rápido para tratar de quitarle su espada, que el dragonborn consigue evadir apenas. El semblante de la paladín no es como Wrenn lo recuerda. Ella lo mira con seriedad absoluta. Ni siquiera se inmuta cuando los rodean los alaridos y el crujir de un dragón quemando la ciudad a la distancia.

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