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La Guerra Arcana

El Nacimiento del Plano Material

Cuenta la leyenda que, antes de la creación del plano material, estalló una terrible guerra entre el panteón, que se dividió para siempre. Poco se sabe de esto, ya que es muy antigua. El resultado fue la consolidación de Rel, por la absoluta destrucción en la que quedó el cosmos. Se consolidaron los pedazos destruidos de los planos en el plano material y sus sombras: el Feywild y el Shadowfell.   Para los sabios, y para quienes guardan el conocimiento, esta historia es mucho más que un cuento. Marca la muerte de Ioun, diosa del conocimiento y esposa del líder del panteón, Paelor. Nadie sabe cuanta legitimidad tiene la leyenda que yace a plena vista en el mundo, pero todos aún a este día lloran la muerte de la Dama Violeta.   Para comprender el relato, uno debe saber quiénes fueron los primeros 9 dioses que nacieron dentro de las Serpientes de la Creación. Paelor, Ioun y Bahamut, los primeros, representaron el Bien. Primus, la Reina de los Cuervos, y Wabajack, los siguientes, representaron la Neutralidad. Asmodeus, Bane y Tiamat representaron el Mal. Luego, en lo que se llama la segunda generación, surgieron dioses aún más poderosos, como Kord, Melora y Mystra.   Otras entidades, que nadie digna llamar dioses, eran igual de poderosas que ellos. Colándose por la grieta en el Ojo de Aritas, manifestaciones caóticas del más allá corrompieron a los primeros elementales. Nacieron así los cuatro príncipes demonios: Slaanesh, Nurgle, Baphomet y Tzeentch, representando respectivamente la muerte, la pestilencia, el odio y la mentira. Celosos del panteón, siempre buscaron destruirlo y a todo lo demás dentro de las Serpientes.   La Guerra Arcana comenzó por el desacuerdo entre el Panteón sobre cómo reaccionar al desarrollo de los mortales. En los planos que fueron naciendo, apareció vida, y las primeras razas florecieron bajo los dioses. Algunos de estos, al ver en ellos sus hijos, les protegían. Otros, sin embargo, influenciados parcialmente por los príncipes demonios, veían en los mortales sus sucesores, quienes los destronarían. Eventualmente, serían suficientemente fuertes como para tomar el lugar de los dioses.   Algunos titanes se alimentaban de la paz entre los humanos, pero Bane, dios de la guerra, se alimentaba de la muerte y de la sangre. Los mortales no eran más que representaciones de los dioses, al fin y al cabo, y había un poco de los 9 en todo ser. La utilidad de los mortales era entonces también un punto de desacuerdo.   Decidieron, los dioses, antes de matarse entre ellos, de intentar arreglar el asunto mediante el Gran Tribunal. Regido por Primus, que era completamente indiferente ante los mortales, se intentó llegar a un acuerdo. Los príncipes demonio, sin embargo, esperaron a esta oportunidad para sembrar el caos entre los titanes. Trabajando secretamente con Bane, que quería pasar de la guerra de los humanos a la guerra de los dioses, crearon cuatro armas legendarias, las Ícaros, y las dejaron caer al mundo mortal.   En el Tribunal, Asmodeus discutía ávidamente con Paelor sobre qué hacer con los mortales. Dos bandos se enfrentaban fuertemente, uno buscando el control de los mortales, otro buscando su libertad. Poco a poco, comenzaron, gracias a Ioun, siempre tan sabia, a llegar a un punto medio. Dejarían que los mortales los adoren, y cada quién haría lo que quisiera con esa adoración.   Mientras tanto, en el mundo material, cuatro pobres almas, atraídas por las armas, se volvieron nada más que marionetas. Un león, un cocodrilo, un lobo y una serpiente se juntaron, y en una misión suicida, se escabulleron hasta el plano de Mecanus, donde el Tribunal estaba teniendo lugar. Entonces, controlados por los demonios y por Bane, que cada día se volvía más como ellos, asesinaron a Ioun, la diosa del conocimiento y la sabiduría, esposa de Paelor, y la más querida entre todos los dioses.   Entonces, estalló el caos. Los cuatro mortales fueron inmediatamente aprehendidos y castigados, atrapándolos en aquellas armas que les había dado Bane. Paelor, acusando a Asmodeus de aquella blasfemia, se abalanzó contra él. Primus y Wabajack se enfrentaron durante miles de años, y el Loco termino perdiendo uno de sus ojos. Los demonios miraron mientras el Panteón explotaba en guerra. El bando que luchaba por el control de los mortales se alió con Asmodeus, y el otro con Paelor. Bane, en medio, pasaba de bando en bando, luchando por luchar, matando por matar. Fue la gran Guerra Arcana, que devastó los planos.   Finalmente, luego de años de guerra, Paelor descubrió gracias a su hija, Mystra, quién había sido verdaderamente el asesino de su esposa amada. Bane, que a este punto se había vuelto más fuerte que todos los dioses, por la guerra que libraban, destruía el Plano material, con ávida locura. Tiamat, que no buscaba sino la destrucción de todo lo que es, luchaba a muerte contra Bahamut. La guerra terminó finalmente cuando Asmodeus y Paelor lucharon juntos para destruir a Bane y encerrar a Tiamat. Solo así pudieron terminar con el conflicto. Sin embargo, de los primeros dioses, pocos quedaban. La segunda generación ya se ocupaba de casi todo, y los dioses primogénitos decidieron esconderse, lamiéndose las heridas de la guerra en sus planos de existencia. Desde ese entonces, nada fue igual.   Como castigo, las cuatro bestias que asesinaron a Ioun buscarían para siempre consumirse entre sí, envidiosas, para buscar unirse en el filo que una vez cortó la garganta de la diosa. Sin embargo, también deberían, formando toscas materializaciones mortales, vagar por el nuevo mundo material, llevando a cabo la voluntad de los dioses, para arrepentir sus pecados. Una terrible hambre los perseguiría siempre, y no tendrían el derecho de saciarla con nada, a menos que el panteón lo decida. Atrapados en sus armas, les llamaron los Jinetes del Apocalipsis, ya que los dioses les usaban para llevar a cabo juicio divino ante los mortales.   Es hasta hoy que se buscan estos Ícaros, ya que se dice contienen todavía el poder para matar a un dios. La muerte de Ioun dejó, sin embargo, una gran cicatriz en el cielo, que nunca sanará. Este conflicto es lo que dejó que, miles de años después, los demonios ataquen de nuevo, abriendo un pasaje al mundo material. La invasión tuvo que ser expulsada por Mystra y sus apóstoles, los Teng, junto con el Rey de Reyes.

Spread

Muy poca gente conoce la historia completa de la Guerra Arcana. Muchos dicen que no es más que un mito, que no repercute en el día a día. Otros argumentan, sin embargo, que miles de años para los dioses no son más que días, y que las heridas del conflicto todavía impactan al mundo material. El Alma de Cobalto, su sede en Bahía Blanca, mantiene la difusión de la historia controlada. Ellos son quienes verdaderamente se dedican a proteger el conocimiento.
Iouna.jpg
El crimen más grande que jamás pudo haberse cometido... la muerte de una diosa.
Date of Setting
-51200 A.C
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"Los nueve aún recuerdan cuando las tierras, las nubes y los mares temblaron   Nada fue igual luego de la catástrofe, luego de aquel altercado.   Paelor llora todos los años la muerte de su sabia esposa,   Pocos son lo que no lamentan la trágica muerte de la diosa.   Algunos, sin embargo, todavía ríen y celebran   Son los príncipes demonios, que felices, enhebran   Un plan malévolo, un plan sádico, un plan fatal.   Para terminar con todo... de un solo movimiento letal.   Slaanesh, Nurgle, Tzeentch, Baphomet, cuidado con ellos,   Son los verdaderos villanos escondidos detrás de los sellos"  
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