Veinte pisos. Le tomó veinte pisos a uno de mis empleados para llegar a mi oficina. Todo marchaba bien en la compañía, hasta que llega mi empleado a mi oficina con horribles noticias. Yo le pregunté el motivo de las malas noticias, y me pidió que lo acompañara a la sala de conferencias. Al llegar ahí, y veo un gráfico que describía que algo estaba cayendo. Era la compañía la que estaba cayendo económicamente debido a una gran pérdida de maquinaria que había sido transportada en un barco a Arabia Saudita, y pensé en una solución... la única forma era que yo vendiera las acciones de Standard Oil Co. que yo poseía en la caja fuerte del edificio.