Epitafio
Aquí yace una historia que pude haber escrito.
Murió de aburrimiento, de olvido y de vergüenza, porque las letras se le terminaron a mi tinta y las ideas se cansaron de esperar a que las palabras adecuadas se dejaran leer, o a que las inventara, yo que sé.
Aquí yace el pasado de un montón de futuros descartados, o el futuro de una copia terrible de un cuento del pasado. Mirá, no estoy segura, no quiero preguntarmelo. Pero es una de ellas.
Las historias y yo... nos llevamos así. Ellas me matan de a poquitos, entre desvelos y enojos, y yo las dejo morir y parte de dejarlas morir es no saber si están vivas, así que no sé, no quiero saber, no voy a preguntarme cual de ellas es está.
Sólo que aquí yace una historia, porque sí hay un epitafio es que hubo, o debió haber habido algún tipo de vida, algún tipo de algo, y sí lo escribo yo es que no pertenece (al menos, no del todo) al mundo de mentiras que llamamos real, así que, como aquí yace algo, debe ser una historia.
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