Relatos de Arvid Stig. 08
La caída de Kislev
Sí, perdón, permiso, tengo que… gracias, si, por fav.. soy yo el que.. perdone, disculpe, uhg, sí, perdona, si en realidad yo..
¡AY POR FIN! Eso ha costado. Uf. Vaya, que mogollón de gente.
¡SILENCIO, SILENCIO! Por favor, enseguida comenzamos.
Lo primero es darles las gracias a ustedes por venir a disfrutar de esta maravillosa velada conmigo. Esta noche tendrán el placer de oír de primera mano como fue la caída de la capital de hielo. Pues yo estuve ahí, soy uno de los supervivientes. Sé que muchos no me creerán, pero fui reclutado por la milicia, como todo el mundo que podía coger un arma para luchar.
Me destinaron a la muralla norte, la explanada por donde apareció el grueso del ejército del Caos. Estaban a kilómetros de distancia pero sus gritos eran perfectamente audibles. Como todos los que estábamos allí me revolví incómodo en mi puesto, quería marcharme de ahí. Deseaba haberme marchado.
Que ¿Qué gritaban? Vitoreaban al “Rey del fin de los tiempos” y por lo que pasó…
Puede que tuvieran razón.
Muchos no se creen lo que voy a contar, otros lo niegan y son unos cuantos los que han intentado ocultarlo y acallarme…
Pero considero mi deber contar la verdad y proclamar a los cuatro vientos sobre el único grupo que de verdad parece estar luchando concienzudamente contra ellos.
¡¡¡LOS PORTADORES DE TALIÓN!!!
Pues cuando estaba en las murallas, mirando aterrado como iba avanzando el ejército del Caos…
Noté unos golpes para apartarme y apareció un enano. Lo reconocí como el que llevaba tres días dirigiendo las operaciones para fortificar las puertas y los muros. Pero al ver ahora quienes le acompañaban los identifiqué inmediatamente.
Eran ellos.
Sí señor, habían vuelto y estaban ahora junto a nosotros. Si las circunstancias hubieran sido otras, cualquiera excepto esa, la verdad sea dicha; les habría bombardeado a preguntas. Pero aunque en cierta manera aliviado, seguía aterrado por el macabro espectáculo que teníamos en frente.
La fortaleza estaba en un silencio antinatural. El terror era palpable y un sudor frío nos recorría a todos la espalda.
El ejército avanzaba poco a poco. Los gritos nos quitaban el calor del cuerpo. Los niños empezaron a llorar sintiendo la tensión del ambiente. Los comandantes preparaban las armas de asedio, pues el enemigo estaba a punto de entrar en el rango de artillería.
Entonces se detuvieron. Yo me empecé a oler algo muy raro. Aunque os reconoceré que ni en la peor de mis pesadillas me hubiera imaginado lo que pasó a continuación.
De en medio de las líneas enemigas se adelantó un mago, levantó algo en el aire y…
El enano que tenía a mi lado me tiró al suelo y nos protegió a los dos con su escudo.
Yo no entendí nada y estaba totalmente perdido, pero me salvó la vida y esto es lo más terrorífico que he visto jamás y es una verdad como puños y la razón por la que Kislev cayó en un solo día.
La gente que teníamos al lado, nuestros familiares y amigos, desaparecieron. Bjorn, mi amigo de la infancia, ya no estaba. En su lugar había un demonio de color rosa.
Pero el herrero que me salvó la vida no perdió el tiempo. Embistió al demonio y con un extraño hacha lo deshizo con dos certeros golpes.
Pero la muralla ya había caído, casi no quedaban defensores, era una lucha por la supervivencia.
Los Portadores de Talión hicieron un llamamiento al orden, cerraron filas y envistieron contra los demonios asegurando una ruta para poder bajar del muro.
Solo aquellos que fuimos afortunados pudimos seguirles de cerca y ser salvados por ellos.
Se movieron de forma organizada ayudando a todas partes, cuando conseguimos bajar de la muralla, cerca de la puerta principal, esta estalló y aparecieron…
Parece increíble lo que os voy a contar, pero es tan cierto como que la noche sigue al día.
Entraron por la puerta cuatro jinetes colosales, uno de cada dios corrupto, les seguía un monstruoso devorador de almas.
Cundió el pánico, la gente abandonó sus puestos, el terror me dejó paralizado y no podía hacer nada excepto mirar, no es broma, ni siquiera podía respirar.
Pero entonces la portadora de la llama hizo explotar todos los cañones que apuntaban a la puerta derribando al coloso del dios de la peste.
Esto rompió el hechizo y me puse a correr como los demás, callejeé entre las casas y me dirigí al lado opuesto a la puerta. Donde estaba Makarov luchando.
Cuando llegué estaban Makarov y sus hombres luchando contra una riada de demonios por un lado, un grupo de enanos dirigido por uno viejo para los viejos otro de los callejones y en el centro de la calle principal estaba nada más y nada menos que EL GUERRERO ENANO CON SU RÚNICA ARMADURA LUCHANDO MANO A MANO CON EL GRAN DEMONIO DE KHORNE.
Era una lucha encarnizada, las armas brillaban y la sangre caía a borbotones.
El mago elfo y la de fuego luchaban contra las oleadas interminables de demonios que seguían a su campeón. La zona fue envuelta en llamas, explosiones, luces y colores extraños, no había dos conjuros iguales y los demonios caían tan rápido como aparecían. Os prometo que podía notar la densidad de la magia en el aire. Era como un picor extraño, un picor que, desde luego, no me molestó en absoluto.
Nada alivia un picor como ver a los demonios deshacerse en el aire dejando nada tras de ellos.
El espíritu curador estaba en el centro de los grupos de combate, usando sus artes para cerrar las heridas de nuestros aliados. No se qué hizo, pero vi a uno de los hombres de Makarov recuperar un brazo que había perdido.
Cada uno hacía su parte y parecían estar totalmente sincronizados.
El enano que me salvó y el morrita se encargaban de defender a la ingeniera que preparaba unos cañones, pero lo que más me extrañó fue que no apuntaban hacia el demonio, sino hacia la muralla.
El elegido de Khorne le dio un golpe fatal al heroico enano que cayó al suelo. Pero antes de poder ser rematado, la maga ardiente se interpuso para luchar contra él. El herrero rescató a su amigo del suelo para sacarle del peligro.
Entonces, la ingeniera dio la orden y encendieron todos los cañones a la vez.
BOOOOOM
La muralla estalló en mil pedazos, dejando un camino para escapar de la ciudad.
Entonces por fin le vi, al misterioso mago que vive en las sombras, empezó a realizar un ritual en el centro de la plaza y una oscuridad empezó a envolver todo a su alrededor. Una oscuridad que engullía a la gente.
La maga de fuego sabía que no iba a poder contra un ser de semejante calibre, así que mientras esquivaba y desviaba los golpes le fue dirigiendo a la zona donde estaban acumulados los barriles de pólvora para los cañones.
Y demostrando la inmunidad que tienen los magos de fuego a su propio poder, cuando estaban ambos luchando prácticamente encima de los barriles, los explotó. Destruyendo al demonio y ella fue engullida por la sombra del otro hechicero.
Entonces la sombra desapareció y ni ellos ni Makarov ni nadie de los que estaban luchando quedaba en la zona.
Pero tampoco quedaban demonios.
Habían abierto una manera de escapar de la ratonera mortal que era la ciudad y habían desaparecido.
Como muchos otros salí por la muralla y corrí hacia los bosques a buscar cobijo.
Les estuve buscando, pero no encontré pistas sobre ellos.
Nadie puede seguir el rastro de un elfo en el bosque si este no quiere ser encontrado, ¿Verdad?
Pues gracias a ellos muchos sobrevivimos ese fatídico día.
Kislev había caído.
Pero ellos nos habían salvado.
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