Relatos de Arvid Stig. 12
Sacrificio en Bleisdorf
Símmmmm, enseguida me pongomm, que rico está esto, en cuanto termine de cenar contarémmm, oj que rico, contaré la siguiente historia.
Dame unos minutos y una cerveza fría y os contaré una con pelos y señales, ya que había múltiples testigos.
¡POR LOS PORTADORES DE TALIÓN!
He de avisar que la historia que voy a contar hoy es una de mis favoritas, pues ocupa un lugar especial en mi corazón, pero a la vez, es una de las más dolorosas que voy a contar.
Bueno. Pues la siguiente historia empieza en el pueblo de Eldagsen, a las orillas del Río Delb, sí, sólo a unas semanas al este de los pantanos, atravesando el bosque, exacto.
Pues estas pobres gentes, llevaban un tiempo siendo acosadas por no muertos. Habían enviado solicitudes de ayuda a todas las grandes ciudades cercanas. Pero nadie envió ayuda.
Los bosques estaban llenos de monstruosas criaturas y los mensajeros parecían no llegar a su destino.
Pero una noche, con la luna maldita brillando justo encima del pueblo, todo cambió.
Un tétrico carro había entrado en la aldea, caballos sacados de vuestras peores pesadillas tiraban de ellos. Esqueletos con armas y armaduras que refulgían con un tono azulado se movían entre casas buscando sacrificios para sus sacrílegos rituales.
Cuando arrastraban a una pobre muchacha hacia el carromato, la puerta de una de las casas abandonadas se abrió de golpe y un enano acompañado de un sacerdote de Morr se lanzaron a rescatarla del fatídico fin que se le presentaba.
Hechizos y flechas eran lanzados desde la ventana de la casa para ayudar a estos héroes. Disparos y explosiones barrieron a los enemigos del imperio, pero los condenados no se iban a rendir fácilmente. Con sus poderes nigrománticos empezaron a levantar una horda de esqueletos mientras resguardaban a la muchacha en la casa y la lucha se volvía más desesperada para nuestros héroes.
La gente los reconoció desde el principio, rezaban en silencio a Sigmar y el resto de dioses del imperio para que ayudaran a los Portadores de Talión. Los más valientes abrieron las ventanas de sus casas y les vitorearon y arrojaron piedras y cazuelas desde la “seguridad” de sus casas. Alguno incluso salió con orcas y garrotes para luchar contra los seguidores de la no-muerte.
Pero sin duda alguna, quienes acabaron con la gran mayoría de los enemigos…. ¿Quiénes fueron? Jajajaja, ¡Exacto!
Esa noche fueron salvados por los Portadores de Talión y les vitorearon como los héroes que eran.
Les hablaron de las extrañas cosas que habían estado pasando, tanto en Eldagsen como en las poblaciones cercanas, incluso de cómo había llegado a afectar a Bleisdorf.
Nada era certero, solo rumores, pero si alguno tenía familiares o amigos allí…
Ya sabrá lo que había estado pasando.
Nada bueno… Nada bueno…
Pero ellos consiguieron detenerlo… o ¿No?
Los Portadores de Talión se aseguraron de que todos estuvieran en buenas condiciones, curaron a los heridos e incluso compartieron algunas de sus provisiones con los aterrorizados aldeanos, que algunos llevaban ya días sin comer por miedo a salir de casa y tras acabar con las bestias que aterrorizaban en camino, muchos de los aldeanos partieron hacia el sur, a tierras más cálidas y seguras.
Lo que pasó en las siguientes aldeas y poblados…
No es sensible de contar, y pocos datos quedan, pues los pocos supervivientes que quedaron estaban aun más trastornados que los sacerdotes de Ulric que consiguieron escapar de los pantanos.
Pero hay una visión que se repetía en estas gentes.
Un caballero de Morr que portaba una espada con brillantes runas que se lanzaba sin dudar contra todas las criaturas no-muertas y las destruía sin preocuparse lo dañado que pudiera terminar.
Fueron avanzando, terminando con todas las partes del ritual que afectaba a la zona, hasta que, y esto lo se de muy buena tinta, llegaron a la mismísima Bleisdorf.
Gracias a la diversidad del grupo, pudieron ir acabando con cada enemigo y trampa que se les ponía por delante. Es lo bueno de los grupos variopintos, que cada uno tiene un punto fuerte y entre todos, salvaron a la zona de convertirse en un peligro mortal para todo el imperio.
Imaginaos si Bleisdorf hubiera caído en manos enemigas. Cortando el camino entre Altdorft y Middenheim. Hubiera sido desastroso.
Pues tan brutal fue el combate que mantuvieron los portadores de Talión en el interior del castillo, que terminó apareciendo un…. No os lo vais a creer, pero es cierto y si no que Sigmar me lance un meteorito ahora mismo.
Un gigantesco dragón zombie.
¿Qué cómo lo sé?
Pues porque en esta situación desesperada, los portadores de Talión recibieron una ayuda inesperada.
Los Perros de Makarov (Con mi primo entre ellos) llegaron para cubrirles en su escapada y terminar con las hordas de zombis que cubrían el territorio.
Mi primo los vio salir llevando en brazos a una muy malherida y malnutrida Sigmarita que sangraba profusamente, estaban todos ellos, excepto el Morrita, la espada de la que hablaban los supervivientes estaba siendo portada por el enano rúnico. Una reliquia de ese nivel no podía quedarse en un corrupto lugar como ese.
Uno de ellos había caído en combate.
Un Caballero de Morr había caído, espada rúnica y bendita en mano, luchando contra un poderoso Nigromante.
No hay duda de que Morr le bendijo y ahora mismo ocupa un sitio de honor en sus salones.
Por favor, guardemos un minuto de silencio por nuestro héroe caído.
…
…
…
¡POR VONCLAIRE! Primero de su nombre, portador de UzgulRengui, azote de la no-muerte.
Los portadores de Talión habían conseguido salvar a toda una región, pero a un precio incalculable.
La luz perdió ese día a uno de los grandes, y lo notaría.
Esto es todo por hoy, no quiero aplausos esta noche, solo un silencio para respetar el sacrificio de los héroes que hacen de este mundo un sitio mejor.
Muchas gracias.
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