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Sesión: La ciudad bajo las olas

General Summary

El sueño de Larissa Pleassure

 
Estoy en las calles, tengo frío y hambre, la gente que pasa en vez de compadecerse y ofrecerme un poco de ayuda, se horroriza y algunos me insultan y golpean sin piedad (he vuelto a ser niña).   En cuanto entro a un callejón para alejarme de mis abusadores.   Estoy trayendo a un joven burgués con lindas palabras y contoneos, ya soy adolescente, lo tengo a mis pies, me promete llevarme con él, que su matrimonio ya no funciona, me pide que escapemos juntos.   Yo sólo siento asco al ver a alguien tan desesperado por algo de acción carnal, simplemente lo convenzo de que lo hagamos ahí en el callejón, y que así me escaparé con él, en el momento en que se desnuda le abro la garganta y siento como su cálida sangre me salpica.   Tomo lo que sea que cargue de valor, me pongo mi vieja túnica negra y roída por los años (nunca me ha fallado para ocultarme entre las multitudes, es mi escudo, me hace invisible). Cuando creo que estoy a salvo, veo como todas las cosas de valor que creía tener en mi bolso se vuelven sal y cuando levanto la mirada una gran mansión con la luz prendida y la puerta principal abierta se aparece frente de mi.   Al entrar por la puerta, todo se vuelve negro, mi piel se desprende de mi cuerpo como papel mojado, luego mis ojos, mi lengua, mis oídos y cada parte de mi ser hasta que cada componente que me conforma se encuentra perfectamente separado, en ese momento un hilo de energía me empieza a coser y a rearmar, siempre dejando largos excesos en cada una de mis extremidades, me siento más fuerte y poderosa de lo que nunca he soñado ser, pero soy consciente que esos hilos me controlan.   Intento cortarlos desesperadamente, pero apenas logro tocar uno de ellos siento como todo mi ser se rasga en mil partes y al instante se vuelve a unir...
  Y en ese momento, la luz de la mañana y el grito matutino de los trabajadores la saca de este sueño que se sintió como si fuera una premonición de un futuro muy próximo.  

El descenso

 
  Investigando la extraña habitación, los aventureros se centran en el extraño adminículo esférico que está en el centro.  
El color del bronce ennegrecido por el mar le da a esta escultura un aspecto de viejo. Sobre la puerta un cartel "Fondeador Telesférico" es un término que ninguno había escuchado hasta ahora.   Aunque reposa en una pequeña pileta de agua, adentro está muy seco y el ambiente es más cálido. La puerta está abierta y en el fondo del interior un afiche en letras finas, alargadas y geométricas reza:   "Ni dioses, ni reyes, solo Oniris y sus prósperos..."
  A Velaq Lorenz le resulta particularmente intrigante y no tarda en meterse. En el pequeño aposento había una palanca y el elfo no tardó en accionarla siendo esta la que comenzaría a cerrar la puerta que hasta ahora se encontraba abierta de par en par. Rápidamente los demás, que estaban dispersos observando las maravillas que decoraban sus paredes y los panfletos colocados en el suelo, acudieron a tratar de detener y últimamente ingresar al aparato.   Con un fuerte CLANK, la esfera comienza su descenso sumergiéndose como si de una tumba submarina se tratase.  
Por la pequeña claraboya se ve una pared de piedra oscura que es iluminada por faros en el vehículo. Unos segundos después la ladera de la montaña cede su lugar para ver como construcciones altas e iluminadas con luces que vienen de tubos muy finos que como un bordado ilustran sus paredes.   "He aquí el fruto del trabajo de los prósperos, he de presentarte a Oniris , y con tu ayuda hemos de convertirla en los mejor de Argoreth en sus cuatro puntos cardinales."   Cual castillo sumergido pero hecho de altas torres el diminuto vehículo se abre paso como si supiera a donde está yendo. La flora y fauna marina es abundante y se ve claramente que ha incorporado a esta polis en sus rutinas diarias.
  Comienza la aproximación final . . .  

El choque de culturas

  Al ingresar por un tubo cilíndrico y hacer un breve ascenso, el recorrido concluye y se abre la puerta para revelar un pasillo y al final una luz que danza en las paredes oscuras. Con precaución los aventureros avanzan en lo que aparenta ser una cultura distinta a lo que habían visto antes. Al parecer tiene sus raíces en la cultura élfica pero es tan diferente que bien podría tratarse de una nueva civilización jamás descubierta.   Altiva y fulgente tal vez en días de antaño ante sus ojos se alza el vestíbulo de acceso público de la ciudad. La habitación alta en sus techos e iluminada solamente por la luz que proviene de los tubos lumínicos que lucen las torres aledañas, invitan a saber más pero a su vez son predicadoras de la decadencia que se nota en sus paredes pintadas y vandalizadas. Privada de amoblamiento, pero aun luciendo algunas de sus vestimentas en forma de grandes banderas que anuncian  
Oniris, Ni dioses Ni Reyes, bienvenidos los prósperos
  Mientras Velaq investiga la habitación, Valandrea enciende una antorcha y se dispone a consultar la buena fortuna que les puede devenir en el futuro cercano. Larissa que es más conocedora de los sortilegios que oculta una puerta se dispone a abrirla. El augurio que Valandrea obtiene es ambiguo por lo menos. Velaq entonces convoca a su familiar en forma de un ratón que se escurre por la puerta de metal pesado que la tiefling logra abrir.  

Admisión

 
Adornada para dar la bienvenida, la sala marcada como SALA DE INMIGRACIÓN en sus paredes conserva aún cuadros con instructivos sobre como pasar el proceso de admisión a Oniris. Sobre la izquierda una boletería central tiene carteles de llegada y salida de telesféricos en donde los horarios marcan todos como CANCELADO. Sobre el cielo raso una estatua sin rostro con los brazos abiertos da la bienvenida.   Pero la oscuridad y la aparente dejadez dan paso al horror cuando dos luces rojas se encienden en los pasillos que rodean la boletería. En el suelo se apilan decenas de cadáveres ya enmohecidos y mezclados entre si con lo que parecen sedimentos marinos. Sobre la pared derecha se ven cientos de agujeros diminutos y todo manchado por una sangre seca hace mucho tiempo.   En unos segundos, sonidos tintineantes de metal y algo parecido a campanitas suenan a la vuelta de la esquina, y las luces rojas comienzan a moverse como ojos que escudriñan un tesoro.
  El ratón precavido pero entusiasmado por descubrir la nueva habitación se abalanza en las luces rojas solo para ser enceguecido por el destello y un segundo después se desvanece producto de recibir daño por un proyectil que cruza la habitación a velocidades antes desconocidas.   La grotesca escena es interpretada por la clériga quien avanza colocando el Escudo Frontline por delante y al apoyarlo con las dos manos sobre le suelo, sucede algo maravilloso. Una semiesfera enorme de energía divina encierra a los héroes proveyéndolos de protección mientras un renovado ímpetu de Varis comienza a arrojar sus flechas contra lo que sea que estaba lanzándoles lo que parecen ser bolas de acero a muy alta velocidad.   Aquella arma de ataque es desconocida por los aventureros mientras le tratan de gritar cosas a eso que los está atacando. Luego de varias rondas de ataque Valandrea decide avanzar y acercarse. Y es ahí que se dan cuenta que es un dispositivo, como un mueble que les estaba arrojando aquella metralla. Una especie de catapulta.   No estaban solos de todas maneras, dos ahogados parecían ser ignorados por las máquinas de ataque. El grupo ya acostumbrado a lidiar con estas criaturas, se siente mas cómodo al ver al oponente conocido que aquellas aberraciones mecánicas. Varis trató de colarse por lo que parecía las ventanas de la boletería, pero solo para encontrarse de frente con el reflector rojo que lo apuntaba. En ese mismo instante Velaq habiendo probado dispararle con fuego, decide disparar una orbe eléctrica que causa estragos en la torreta, deshabilitándola a los pies de una estupefacto Varis.   El joven Elfo bibliotecario se acerca demasiado al ver que había destruido una de estos pilares de metal y latas, pero sintió que del otro lado de la habitación un ruido precedía a un calor en su cuerpo, alcanzó a mirar los hoyos que humeaban negros en sus finas ropas y supo que no eran para tomar a la ligera. Por suerte la beata de su misma raza estaba allí y cerró sus heridas con una oración. Larissa ni lenta ni perezosa acudió a su encanto natural y hechizó un zombie que se puso a golpear con majestuosidad al autómata que no dejaba de disparar excepto cuando el no muerto invadió por completo su campo visual. Seguido de esto la habitación encuentra a los héroes propinando golpes al pedazo de carne animada que no tardó en sucumbir ante cortes, contusiones y fuego mágico.   Ahora si, en silencio, la habitación parece el vestigio de una sociedad que vio su auge y decadencia, la recepción a una promesa de un futuro diferente, único, atractivo, prometedor. La doble puerta dorada reza "Bienvenido los prósperos a Oniris". Pero mientras Larissa encuentra que dicha puerta está extrañamente destrabada, Velaq comienza a revisar los cajones y en la pared encuentra una especie de caja metálica, con unos circulas accionadores y con un cono metálico, del que sale una voz conocida...  


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