Sesión: El descanso de las estrellas
General Summary
Un súbito descuido
El ruido de las cadenas suena de nuevo, en el agujero oscuro y pequeño del cuarto donde había desaparecido
Velaq Lorenz comenzaron a verse nuevamente refusilos de luz. Las cadenas que se movían en la oscuridad anunciaban que algo iba a suceder en la nefasta habitación trampa que los había dejado sin su compañero.
Larissa que nunca había presenciado la operación de un ascensor, menos estos aparatos que operan sin magia aparente o fuerza tractora, asustada prepara un hechizo de protección que ataque a cualquier cosa que se aparezca por la puerta aquella. Al ver una pezuña asomarse, su instinto le dictaba soltar el sortilegio de ataque, una mano espectral emerge desde el suelo del ascensor y agarra la pierna izquierda de
Krauss quien resiste a pesar del dolor que la magia de daño le ocasionaba. Al llegar al piso el ascensor abre la puerta y se lo ve a
Velaq asistiendo al felino. Larissa cae de rodillas apenada por lo que hizo y tras intentar justificar su acción desmedida, guardó silencio al pasar por frente suyo la monja que salió a socorrer al herido.
Una vez estabilizado la compañía estaba junta de nuevo. Comenzaron a discutir de lo que había en las afueras de la ciudad contenida. Una brecha que rompe con el suelo marino y dejaba la mitad de la ciudad sumida en una profunda tiniebla y separada de donde estaban ellos. Una luz blanca y pulsante emerge de la hendidura y algo así solo podría calificarse como un cataclismo del que nadie supo hasta ahora. Lejos del peligro que les depara más adelante, Velaq decide revisar los cilindros que recogió Krauss en su llegada a Oniris, mientras este le entrega en un bolso, la sagrada armadura a la clériga
Valandrea de Penthagast, un presente oportuno entregado a Krauss de parte de
Blanco de Página.
Con una explosión lejana, el último de los monstruos que impedían la libertad de
Morgan Greyhorn y
Q'almy Malhor se desploma en el pasillo de el Pabellón Médico. Cuando este último levanta la cabeza, una mano enguantada le resulta familiar. No es menos que el líder de la resistencia y su mentor por 5 años de aventuras, el carismático
Goren Luncan.
Al levantarlo y darle un abrazo, Luncan le comento al elfo médico, que debido a sus incursiones en los diferentes pasillos de la ciudad, y habiendo enfrentado a el científico loco
Vinntur Sartoris, le había sido imposible incursionar en el rescate en todos estos meses, pero que algo atrajo a Sartoris lejos del pabellón médico y permitió al rebelde rescatarlos.
Q'Almy entonces le presentó a sus dos nuevos compañeros de aventuras, el pícaro
Morgan Greyhorn y a la criatura que se hace llamar
Ha-dar Isk-ur a quienes había rescatado momentos antes. Morgan les expresa su necesidad de reportar lo visto en la ciudad a sus jefes y entonces buscan un dispositivo Telesférico para subir a la superficie. Al no encontrar uno allí deciden ir hacia Inmigraciones para poder salir de allí.
Las estrellas no se hunden
Al subir todos al ascensor y aún con desconfianza, desembarcan en las puertas del Teatro Tritón. Las paredes pintadas con colores oscuros se vestían de cuadros anunciando shows y funciones 152 años atrás. En particular abundaban las de
Claire Diamond, una estrella del momento para esta ciudad, puesto que sus anuncios se lucían por todas partes en Oniris. Al ingresar al anfiteatro el piano comienza a tocar una melodía melancólica y romántica.
Allí sentada sobre el taburete y cantando una melodía tan triste como sensual, el espectro de Claire Diamond revive sus días de gloria mientras los héroes se acercan a las primeras filas. Velaq toma el pasillo central y después de que termina su acto se acerca con amabilidad para preguntar por lo que pasó en la ciudad. Pero el fantasma parece no hacer caso y continúa reviviendo sus memorias como si no estuviese allí. Agradece los aplausos y desaparece.
Velaq comprueba que hay una magia espectral que viene de abajo del escenario, por una puerta trampa y Valandrea se dispone a abrirla por petición del elfo erudito. El espíritu comienza a agitarse, reproduciendo discusiones que tuvo en vida con un ser invisible a quien llamó "Leyban". La clériga levantó la puerta trampa del escenario del Teatro Tritón y se encuentra con una vista desoladora, el cadáver de la cantante se encuentra agazapado como protegiéndose de algo. Con tranquilidad y una compasión destacables, Valandrea comienza un ritual religioso para el paso a mejor vida. Esto genera agresividad en el fantasma que comienza a arremeter contra los héroes hiriendo a Velaq y provocando pavor en
Altalas Birdiir y
Krauss Winstor. Para distraerlos Velaq lleva al fantasma del otro lado de la sala y Valandrea quien ve que no podrá continuar con un ritual propiamente dicho comienza a crear fuego para quemar el cuerpo en una pira funeraria. Con el uso de su magia de abjuración, sabiendo que solo dura un minuto,
Valandrea envía al espíritu a otro plano de existencia el tiempo suficiente para salir de la habitación. Mientras cerraban la puerta hermética no se daban cuenta que la pira había alcanzado los tablones del escenario.
Habitantes extraños, dentro y fuera de la cuidad
Al avanzar por la boletería del Teatro, sienten unos pasos. Valandrea instintivamente coloca el
Escudo Frontline que genera un campo de fuerza que tapa todo el pasillo, así comienzan a gritarse al reconocer que no son ahogados los que están del otro lado sino Luncan, Morgan, Ha-Dar y Q'Almy. Velaq reconoce el nombre de Luncan, por los libros de texto y por el nombre de la difunta
Dasyra Luncan. El anfibio se pasa al otro lado por las cañerías y trata de convencer a los aventureros de que son buenas personas. Luego de un rato
Goren Luncan promete llevarlos al refugio de la resistencia, localizado en los muelles libres.
El
médico elfo conversa con su mentor de regreso en la guarida, mientras revisa y recuerda su querido hospital de campaña, Krauss es recostado en una de las camas, atendido por Larissa. Luncan le cuenta a los demás los planes de
Amdrus Leyban para con la ciudad y su poder sobre los ahogados.