Sesión: Éxodo e invasión
General Summary
Los rayos impactan sobre la espalda de la joven
Tiefling y el intenso dolor llama su atención. Al girar distraída una espada emerge que su pecho y el negro absoluto.
La siguiente imagen es una gran puerta ornamental, de roble engarzado en oro. Adelante de ella una sala con mosaicos en blanco y negro se extiende oscurecida por las sombras, las dimensiones de la misma solo se pueden adivinar al mirar las aberturas que se extienden en el costado izquierdo, mostrando como formas abstractas danzan en colores caprichosamente. En el centro de la sala una gran mesa se extiende y del otro lado una figura la invita a pasar y sentarse.
Ella alcanza su rapier pero la figura le habla y le dice "aquí esa herramienta no tiene uso, pasa tranquila y toma asiento". A continuación pregunta sobre la identidad y porque está raptada en ese lugar. El interlocutor solo la considera una invitada y entiende que necesite un nombre, el cual extrae de la mente de la joven trovadora. Louis. La sorpresa de Larissa da pie a creer que está en un sueño y decide aprovechar la oportunidad. Al acercarse ve a un joven vestido con esmoquin y una mascara de carnaval.
Louis le cuenta que ese lugar es invocada para una conversación. Muestra interés en las "criaturas del plano terrenal" como el las llama y pide a Larissa que describa desde donde viene. Piensa que Sokeby es el nombre de dicha realidad. El pide ver esa realidad a través de sus ojos. Se disculpa por no conocer como son las interacciones al no tener experiencia platicando. La llama por su nombre y repite, "Larissa, quiero ver la realidad a través de tus ojos, y si me permites experimentar las sensaciones que esa realidad te provocan". Ella extiende su dedo tratando de aprovechar la situación y dice "Siempre podemos hacer un trato" a los que Louis responde "Un trato? Esplendido!!"
Al despertar de su letargo solo puede atinar a enredar su mano en una cuerda que se mueve cerca, antes de desmayarse.
Huyendo para combatir en una próxima batalla
Sirio y
Blanco despliegan cuerdas y hacen volar bajo al
Cithara. Y son los dos felinos que bajan de golpe,
Oruga al timón, para rescatar a su desfallecida
patrona. A quien dejan en sus aposentos.
Varis Themoria al ver esta oportunidad de escape salta hacia una de las cajas que rodeaban el sitio del sacrificio (prendido en llamas y comenzando a infectarse de ahogados) y toma las cuerdas que cuelgan del barco volador. Viendo esto,
Velaq Lorenz aleja a la hija de la fallecida alcaldesa hacia los campos rn su corcel espectral y da una señal con una bengala para que recojan a la niña. Con un hechizo la hace subir y sale volando a la plaza del pueblo
del pueblo, donde los habitantes han huido y discuten que hacer.
Dos forasteros
Recuperándose de su viaje y al ver las celebraciones que se llevan a cabo en Sokeby, un
joven humano descansa sus piernas en la taberna La Nereida. Luego de una breve siesta se despabila y se dirige a la plaza central de la costera población. Vacía como si de un pueblo fantasma se tratase, comienza a recorrer las calles y caminos que llevan a esa. A lo lejos, ya entrada la noche, ve una multitud que huye despavorida al encuentro del árbol central. Sorprendido comienza a preguntar, y le relatan historias de unos magos que fueron a destruir la ceremonia y de abominables monstruos que desataron.
Desde las oscuridades de la noche, el felino guerrero había visto la columna de humo que se alza al horizonte y había llegado a Sokeby con la esperanza de poder llegar a ella, para saber si el disturbio fue provocado por el clan del quien juró vengarse. Pero al llegar solo encontró miedo y devastación esa noche, al presencia r gran parte de la pelea que sucedía pocos metros abajo, en la playa. Las fuerzas oscuras estaban sobrepasando el lugar cuando vio a una
desfalleciente doncella y decidió ayudarla a subir al navío que escapaba con celeridad.
Al terminar de subir por la borda,
Krauss observo a los magos reagruparse y sanar sus heridas. Particularmente presenció la invocación que hizo
Altalas Birdiir a
Boheia
y como un fulgor blanquecino iluminaba toda la cubierta del barco volador.
Al ver acercarse acercarse a la gente asustadas,
Alegos se concentró en que es lo que los estaba persiguiendo. Es lo llevó a escuchar con los oídos y con la paz del corazón y le llamó la atención un susurro en la profundidad de la costa. Queriendo dimensionar el peligro, acudió a la playa para encontrarse con una vista estremecedora, puesto que el mar estaba cubierto de una gruesa pero fina nebrina de la que asomaban cientos de cabezas de diferentes formas. Corrió a la plaza a confirmar lo que el mago
Velaq les había advertido. Hay que evacuar el lugar.
El éxodo de Sokeby
Algunos, no todos los ciudadanos creían que había que abandonar el lugar, y es por eso que el
Krauss de un salto se perdió en la noche para aparecer abajo, con su capa cambiada de color, para ayudar a evacuar a la gente. Allí entabló conversación con Alegos para ayudar y convencer a aquellos que querían quedarse a toda costa. Al llegar al extremo Norte que linda con el bosque, notó unas antorchas encendidas en las puertas del castillo de la alcaldesa y decidió investigar. Allí un grupo de pueblerinos estaba exigiendo asilo en la mansión amurallada, a lo que accedieron después que el felino se hizo pasar por la voz de
Dasyra Luncan, la anfitriona del lugar.
Habiendo subido brevemente al
Cithara y habiendo visto la amenaza por el catalejo de su compatriota
Sirio en la Tormenta, el plan estaba trazado. El capitán haría detonar unos barriles de alquitrán para frenar el ataque enemigo mientras mientras los forasteros terminan de sacar la gente de ese diminuto castillo que no opondría resistencia a la horda que se avecina. El plan se ejecutó aunque nadie se quedó a ver si daba resultado.
Al haber despedido a todos los de Sokeby a que tomaran refugio en el bosque y fueran hacia el Norte, solo quedaron los forasteros que fueron recibidos por las garras amigables de los tripulantes del navío volador. El problema había que cortarlo de raíz, como indicaba el marinero mientras activaba su motor híbrido. Y rumbo al Este decidieron todos descansar.
Tiao desfallecía en sus aposentos mientas que los demás estaban en el camarote de invitados o en la cubierta contemplando como la noche se volvía tormenta.
...Cuatro semanas atrás...
Hace dos años la joven clériga de la
Iglesia Pentecostal "Los días de la Madre" llegaba a la gran capital de
Iaggeroth en busca de enorgullecer a su pueblo natal y convertirse en representante teo-política en el episcopado central de los humanos de
Maranor.
No era la mas experimentada pero había logrado su lugar en las altas esferas por ser su pueblo
Ingen un lugar muy visitado por el sumo pontífice. Sumida en papeleo de oficina, la joven había pasado varios meses sin encontrar un lugar que la satisfaga en su afán de participar de las acciones y decisiones de la sociedad metropolitana. Su mentor, un erudito que había nacido en su condado, la esperó una tarde de otoño al final de su trabajo y la invitó a pasear por los majestuosos jardines del acantilado de
Barraham Cliff y le comentó una noticia que cambiaría su vida.
La niña entusiasmada no quiso esperar y le pidió a su maestro que le cuente ni bien habían atravesado el umbral de las flores de tres pétalos blancos. Sonriendo el viejo le comentó que la necesita para asistir en una comitiva para arreglar un conjunto de tratados con los elfos en
Windcliff Landing, que el viaje sería en barco por el océano, una barcaza humilde de transporte para aguardar las apariencias y evitar ser atacados por piratas. Esos trotes ya no eran del agrado suyo y que haría mejor en ir ella en su representación.
El viaje hacia la costa Este de Maranor fue tranquilo y hermoso, la campiña humana invita a quedarse y al descanso, el tiempo va mas lento pareciera, en comparación al agite de la gran ciudad. Pero distinto sería el tramo que estaba a punto de comenzar. Al subirse al barco, las aguas ya auguraban que el recorrido tendría sus desafíos. La plaga de ratas que azotaba en el puerto en el que partieron, hicieron mella en los reservorios de agua potable por lo que tuvo que comenzar a dosificarse. A esto le siguió una semana donde la tormenta no les dejó atracar para recuperar provisiones. Sin dudas el viejo hubiera perecido, según piensa
Valandrea al dormirse, en la segunda semana de viaje. Afuera, el mar tenía otros planes...
Cuando los mares no son solo agua
La lluvia caía de costado, el viento opuesto al pequeño barco que decidido, se mueve hacia el Este en favor de la columna humeante que había empezado a emitir relámpagos y refusilos innaturales. La fortuna no iba a esperara a su suerte y al viento tormentoso se le suma el mar, que como celoso quiere alcanzar al barco que navega los cielos. Pero es un impacto lo que despierta a los viajeros. Una de las olas rompientes traía consigo algo que impactó en el casco de madera mojada. El estremecimiento llevo a que el bote se escore hacia la babor comenzando a volar inclinado por varios cabos que se soltaron.
Al descender Velaq y salir de su camarote Varis, la escena era estremecedora. El mar había traído consigo a una barca para impactar con el incesante Cithara. El elfo se quedó atónito al encontrar a una humana de cabellos negros como su piel que se abalanza hacia el escapando del pedazo de casco que una vez fue su embarcación. Escapando con una agilidad sorprendente,
Valandrea escapa de la caída del proyectil que al deslizarse muestra a los aterrorizados aventureros, que la habitación donde se encontraba durmiendo la comandante del navío, había desaparecido.