Heraldo de la Perversión
Cuando llegó la plaga conocida como la Perversión Cetrina a Eiláar muy pocos podrían haber imaginado que detrás había un representante de tan abominable mal, este es conocido como el Heraldo de la Perversión.
Creación
Cuando el dios Xozer, como parte de se advenimiento, decidió traer un gran mal al Plano Material, personificó la representación de este mal en un ser dual, un heraldo encarnado en dos criaturas, un jinete y su montura. Ambos siendo un mismo ser, uno enviado al Plano Material y otro mantenido en secreto entre los planos mientras la plaga se esparcía por Eiláar.
Jinete de la Perversión
Un ser despreciable, alimentado de aquellos que morían por la Perversión Cetrina, aparece como un gran humanoide de músculos definidos, con semblante cadavérico y descolorido, se vale de las almas condenadas a su alrededor para desatar su poder en forma de la plaga.
Usa los recuerdos y las vivencias de los condenados para usurpar su personalidad y poder condenar a otros, atrayendo para si a pueblos enteros. Cuando la plaga estaba en su apogeo, percibía la agonía de los enfermos y los esfuerzos futiles de aquellos que buscaban una cura.
El inicio del fin de la Perversión Cetrina llegó cuando la existencia del Jinete fue descubierta por los mortales de Eiláar, comenzando con incursiones hasta el plano donde residía el Jinete y, acompañados por el destino, terminando con el destierro de Jinete y Montura a la par, realizado gracias a varios grupos de héroes anónimos del Plano Material.
Montura de la Perversión
Un corcel bayo con pústulas supurantes en lugar de pelaje, ojos rojizos y afilados dientes, enfermando animales y criaturas donde fuera que pisara y exhalando la peste en cada resoplido.
La montura habitó el Plano Material, para proteger al Jinete y para ser un agente de caos entre las criaturas no inteligentes, cumpliendo con los designios de su creador. Esparció la Perversión Cetrina entre animales, plantas y criaturas, mientras algunos no desarrollaban ningún síntoma, otros enloquecían. Todos servían de agentes contaminantes, silenciosos.
Su último bufido llegó cuando un avatar de Arrenjel, respondiendo a una petición de un seguidor, indicó el camino hasta la montura. La plaga pudo menguarse, cuando la montura mordió al clérigo Záyanel, desvelando inconscientemente, secretos de la peste.
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