Fal
En los tiempos ancestrales, cuando el cosmos temblaba bajo el peso de la Gran Guerra entre divinidades y seres mágicos, emergió una entidad sublime que eligió la senda de la neutralidad y la salvaguardia de la vida y la naturaleza. Este ser, cuyo nombre resonaba en los susurros del viento y en el suave rumor de las hojas que danzaban al compás de su presencia, era Fal, la Diosa de la vida y la naturaleza.
Como cualquier deidad, Fal era dueña de la bendición de la inmortalidad, una mujer cuya vitalidad permanecía inmutable ante el implacable paso del tiempo. En medio de la Gran Guerra, cuando las deidades y seres mágicos se enzarzaban en un conflicto titánico, Fal optó por la sabiduría y la retirada. Buscó refugio en un rincón apartado, lejos de la vorágine de la contienda, y estableció su guarida en un paraje que más tarde se conocería como el Bosque Sin Fin.
Día tras día de aquel conflicto épico, la Diosa Fal derramaba una lágrima, una manifestación de su pesar por los conflictos que asolaban el mundo. De esas lágrimas nació el Arbol de Fal, un majestuoso roble que se erigió en el corazón del Bosque Sin Fin, convirtiéndose en la encarnación misma de la diosa. Este árbol sagrado simbolizaba la vida, el equilibrio y la armonía en todas sus manifestaciones.
Con el paso inexorable del tiempo, Fal decidió emprender un viaje al sur, alejándose de las miradas de aquellos que aún se enredaban en la guerra divina. Aunque su presencia física se desvaneció de los registros, su legado continuó floreciendo a través del Árbol de Fal. El bosque que lo rodeaba prosperó y se expandió, alimentado por la energía vital de la diosa.
En las sombras del Bosque Sin Fin, los Hijos de Fal empezaron a surgir. Estos seres, posteriormente conocidos como Trents, se convirtieron en guardianes de la naturaleza, dedicados a preservar el equilibrio y a buscar un propósito que les era desconocido. Bajo la sombra protectora del Árbol de Fal, los Trents deambulaban por el bosque, conectados a la esencia misma de la Diosa de la vida.
El Árbol de Fal se erigió como el epicentro de la vida en el Bosque Sin Fin, y los Guardianes del Equilibrio aseguraban la protección del sagrado roble. Su misión trascendental era garantizar que ningún daño llegara al árbol y que su poder no fuera utilizado para fines egoístas.
Así perduró la leyenda de Fal, la Diosa de la vida y la naturaleza, cuya neutralidad en tiempos de conflicto dejó un legado de paz y prosperidad en el Bosque Sin Fin.
Cuentan las leyendas del clan kuja de Kayu Sasmiri Kayu que Fal se estableció en los Altiplanos.
Cuentan las leyendas del clan kuja de Kayu Sasmiri Kayu que Fal se estableció en los Altiplanos.
Reino
Iglesia o culto
Children
Ruled Locations
Comentarios