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Las Cabanas

PRÓSPERA aldea en el Savarthès, población más grande del Verodunés situada en la orilla norte del Arièja. En ella se ubica una pequeña hospedería de monjes hospitalarios dependiente de la Encomienda de Capolegio que atiende a viajeros y peregrinos.
Celebra una pequeña feria mensual que si bien no es gran cosa, supone un gran estímulo a la economía local y es la razón del rápido crecimiento de su población, que la ha hecho convertirse, a pesar de su humilde nombre, en la población más notoria del Señorío de Castel-Verodun.

Gobierno

Se trata de una bailía de la Encomienda de Capolegio y por lo tanto, dirigida por un baille y asistido por dos sargentos. Para las cuestiones espirituales, la bailía cuenta con un freile -hermano sacerdote- que aunque mantiene una cierta rivalidad con el baille y autonomía en los asuntos parroquiales de la congregación, no tiene poder sobre la administración de la hospedería y el alodio, de los cuales se encarga el baile, en nombre del comendador.

Historia

Las Cabanas era -como su nombre indica- poco más que un grupo de chozas en la confliencia del Astan con el Arieja hasta que en 1170, los hospitalarios consiguieron un alodio en el lugar. Su intención era clara, mantener una ruta segura a lo largo del Savarthès para los viajeros y peregrinos que viajan a o de España y obtener beneficios de ella. Fundaron una pequeña hospedería en este lugar y se hicieron cargo de la iglesia, ultima parada desde España antes del Convento de Nuestra Señora de Sabarth. A partir de ahí, el crecimiento de la mísera aldea a la umbría del valle  fue exponencial y la hospedería ha ido atrayendo a una creciente población. A instancias de los hospitalarios en un acuerdo con los señores de Castel-Verodún, Les Cabanes empezó a acoger a partir de 1180 una pequeña feria mensual como encuentro mercantil de la comarca para activar la economía. La feria está controlada por los hospitalarios si bien favorece a los señores porque amortigua el efecto de atracción-asfixia que el centro poblacional de Tarascón en manos condales está ejerciendo sobre las aldeas señoriales. Esta pequeña feria mensual es un balón de oxígeno que evita que el excedente de población del Verodunés se marche a vivir a Tarascón.

Points of interest

La Hospedería

La casa de la encomienda en Las Cabannes es el edificio más grande del pueblo, formando conjunto con la iglesia de Santa Fabia.  

Iglesia de Santa Fabia

Al igual que en su localidad natal, Astan, la villa cuenta con una iglesia dedicada a la santa local. La tradición atribuye a Santa Fabia la fundación de un hospital para enfermos aquí, origen de la Hospedería actual. Un freile hospitalario se encarga de la parroquia, el padre Marçau.

Ermita de la Victoria

Desde cuya campana se llama a los "caballeros" de la hermandad de la Victoria del Verodunés.  

La Feria de Cabannas

A principios de cada mes tiene lugar una gran feria en Astán. En su mayor parte está dedicada a un mercado donde los campesinos de los pueblos del Verodunés y aldeaños llevan sus productos del campo y ganado a vender, y para ver a sus amigos y parientes lejanos. También vienen, pero con menos frecuencia, campesinos de Ussat, Luzenac o Mereglos. Para la mayoría de los visitantes, el desplazamiento a la feria es el viaje más largo que han hecho en su vida y el aire se llena de conversaciones sobre cosechas, ganado, enfermedades y algún que otro chismorreo. También es aquí a donde llegan las noticias de fuera del Savarthès, traídas por los mercaderes de Andorra y Fois.
Los silvanos de Agudanes suelen acudir a vender los productos que traen de Andorra cruzando los Pirineos, a aprovisionarse y a husmear por los puestos. De día se esfuerzan en comportarse, dado que la mirada vigilante de los hombres del Señorío de Castel-Verodun y los fratres de la Hospedería les mantiene en raya, pero al caer la tarde, suelen acudir a gastarse buena parte de lo ganado en el carromato de las prostitutas que también acude a la feria o en la taberna. La feria es un lugar atrayente para la gente de la alianza de Ventocaelatus y no pondrán ningún reparo en acudir ya que les permitirá estar en contacto con el mundo, escapar del control de los magi, cotillear los puestos con productos más exóticos y, sobre todo, divertirse en la taberna y en el burdel ambulante.
Si los magi acuden a la feria, despertarán el recelo, cuando no el temor entre los asistentes, tanto por si mismos como por la fama que los antiguos moradores de Ventocaelatus (o los brujos de Cairefoc) se granjeó entre los lugareños. No obstante, si se muestran accesibles, acabarán viéndose abordados y acosados por campesinos que rogarán que les lea el porvenir -o el de sus hijos, o que les expliquen el mal comportamiento de los niños, o que les curen alguna enfermedad, lo cual puede ser el inicio de muchos relatos.

Asistentes habituales

Mercaderes foráneos
Lilo es uno de los personajes habituales de la feria. Trabaja para un mercader de Fois y viaja por el Sabarthès con un par de carros para comprar a los campesinos sus excedentes de grano, queso y mantequilla. Hay diez mil bocas hambrientas en Fois y Lilo se gana muy bien la vida saciándoles el apetito. Lilo se mantiene muy bien informado de los rumores que corren por las ciudades del Savarthès y la información interesante puede pasar a quien la busque a cambio de unas monedas de plata. Viaja con su sobrino Emilehardo para conducir uno de los carros y para ocuparse de los caballos. Es un joven impetuoso al que le gusta pelearse y hacer el loco con los muchachos del lugar y con los silvanos de Agudanes más jóvenes, por lo que muy rara es la ocasión en la que no está metido en problemas.
Peyre Vidal es sin duda, el comerciante que más trato tiene con los silvanos de Agudanes, ya que es el que suele comprarles los productos que trasportan desde el otro lado de las montañas: rollos de papel, tintas, hierbas medicinales, objetos de cobre, de cuero. No solo se abastece de los contrabandistas de Agudanes, sino que también trata con los de Val de Sos, de manera que suele regatear con los silvanos los precios de lo que le ofrecen, jugando siempre con la posibilidad de comprárselo "a los de Sarradeil". Es un tipo taimado y astuto que sabe lo que hace y se gana la vida con ello. Trabaja para una sociedad de comerciantes con sede en Tolosa pero que tiene su agencia en Fois.
Anselme es un joven mercader de mucha menos categoría, un buhonero. lleva bolsas de hierbas, puntas de flecha, pociones que protegen de los licántropos, rollos de bramante (cáñamo), semillas "encantadas", cinas, hebillas de cinturón y crucifijos en miniatura entre otras muchas cosas. Muy de vez en cuando podrá llevar algo para vender que resulte de interés para la gente de la Alianza. Camina de pueblo en pueblo vendiendo sus productos y trabajando esporádicamente para los granjeros y los herreros. Siempre sin descanso, Anselme está hastiado de su pobreza y de tanto vagar por ahí, pero es incapaz de establecerse e instalarse en un sitio. De espíritu un tanto romántico, está constantemente buscando algo que le llene por completo, pero no tiene ni idea de qué podría ser. Quizá, sencillamente, sea demasiado imaginativo o inteligente para su situación.
Ocasionalmente también pueden estar Julien el Herbolario, el afamado herbolario de Fois, vendiendo sus artículos, así como Guilhema la mujer sabia.
Simeón y Bordet son siervos fugitivos que huyeron de la aldea de Causson, pero dicen ser hombres libres que se dedican a la caza y a buscar sustento en los bosques del sur. Esto es en parte cierto, ya que armados con un arco y una vara se dedican a "pedir dinero" a viajeros solitarios a los que aligeran sus bolsas y en algunas ocasiones asaltan granjas aisladas. Asisten a la feria para escoger qué víctimas potenciales pueden resultar más rentables. No son tan tontos como para incriminarse robando a alguien durante la feria o inmediatamente después de esta, pero ya saben quién viaja con dinero, cómo, con quién y a dónde se dirige... Nunca han matado a nadie y se sentirían atormentados por la culpa si eso ocurriese, pero puede que sea inevitable que algún día se vean obligados a hacerlo. Su sueño consiste en vivir de los frutos del bosque hasta que consigan amasar una mal adquirida fortuna para comprar una granja en el distante reino de Aragón o más al Sur. Son una ruda pareja de amantes y morirían el uno por el otro, y no conciben la idea de vivir separados. Por otra parte, nunca se han sentido tentados en unirse al grupo de los silvanos de Agudanes, dado que por su condición sienten verse repudiados, además de que no podrían adaptarse a la vida comunal de estos -dado que están ahorrando seriamente para comprar su propiedad. Sin embargo, esto les trae ciertos problemas con los de Agudanes que ven en ellos una clara competencia, ya que estos son, con diferencia mucho más listos que todos los silvanos juntos.
Patricia, Evangeline y Chani son tres prostitutas ambulantes que viajan en su carromato. Se conocieron en uno de los burdeles de Tolosa pero decidieron montárselo por su cuenta, lo cual es difícil porque las casas de mancebía suelen ser establecimientos públicos, pero sabiendo que muchos de sus clientes provenían de estos pequeños pueblos del valle, decidieron llevarles ellas el servicio. Estas mujeres emprendedoras juntaron lo que ahorraron para comprarse su gran carromato cubierto -donde viven y trabajan- y ahora ejercen "de por libre"acudiendo a las ferias de los pueblos ofreciendo sus servicios a los pueblerinos. Son tres mujeres relativamente hermosas, pero que se saben sacar partido, muy diferentes en su carácter:
  • Patricia es una joven viuda tolosana que mató a su marido maltratador. Pudo escapar de la justicia y acabó en Fois. No es la más guapa, pero sí la más carismática y su carácter de mujer fuerte es posiblemente lo que más excita a los clientes. Es dura, fuerte y trabajadora aunque tiene ciertos problemas con el alcohol.
  • Evangeline es una sierva fugitiva de Francia de rubia cabellera. Es impetuosa y rebelde. No le gustan los hombres -siente preferencia clara por las mujeres- y está enamorada de Chani.
  • Chani es, con diferencia, la más hermosa de las tres. Esta morisca cautiva llegó de España hace años, vendida como esclava al burdel. Es la que peor situación tiene dado que no puede regresar ni pasa desapercibida. Pero su piel tostada y sus grandes ojos aceitunados vuelven locos a los hombres.
Lo mejor de las tres es que no necesitan quién las defienda. Entre las tres han formado una cooperativa en la que se ayudan y protegen mutuamente, y tan duras han sido sus vidas que saben valérselas por sí mismas, y defenderse solas. Dado que no hay otras que hagan lo que ellas hacen, se ganan buenos dineros una vez al mes en la feria de Cabannes que casi pueden estar sin trabajar el resto del mes, pero trabajan todo lo que pueden para ahorrar. Pronto tendrán lo suficiente como para comprarse una casa de baños en Ax, donde esperan poder atender en privado a los clientes más selectos del Sabarthès. Cuando no están trabajando en Cabannes deambulan por su carromato de aldea en aldea del valle y a veces, se retiran a descansar a lugares más apartados del camino.
Ocasionalmente, llegan artistas diversos que animan la feria, como trovadores, juglares y cuentacuentos. Uno de los más conocidos es Marcabret, un ostentoso trovador que ya ha cruzado la edad de la senectud, pero que sigue vistiendo y actuando como si se tratara de un atractivo galán. Dice ser hijo -uno de tantos- del legendario poeta y trovador pictavino Marcabrú, aunque eso es algo que ni él mismo sabe con seguridad. Tuvo su época en la que, efectivamente, era un hombre guapísimo y dotado de gran voz. Aquellos buenos tiempos en los que actuaba ante la mesa de los grandes señores ya pasaron e, incapaz de haber previsto su decandencia, ahora se ve relegado a actuar en modestas ferias de pueblos por las monedas que le lanzan y la comida y bebida gratis de las tabernas donde actúa.
Algunos lugareños también intentan ganarse unas monedas con sus actuaciones amateurs. También se obtiene diversión cruel a expensas de Pep, el Tonto, el tonto del pueblo. Aunque no es ni del pueblo ni exactamente tonto, ya que acarrea consigo una siniestra historia.

Locales

Cugat es uno de los hacendados de Guifré de Astón que vive en Astón y es quién está al cargo de la inspección y seguridad de la feria por lo que suele vérsele examinando a fondo cada puesto de ésta. Es un hombre libre que posee una granja grande, un feliz matrimonio y dos buenos hijos. Estará bien dispuesto a comerciar con Ventocaelatus el excedente de sus cosecha y eso le convertirá en el hombre más rico del lugar. Ya murmuran sus vecinos que su prosperidad se debe a algo diabólico, rumores que por otra parte son del todo infundados y que se deben solamente a la envidia y al resentimiento que les produce la suficiencia y arrogancia de Cugat   Aretta es la esposa de un siervo pobre de Astán. Ha hecho quesos durante años y los vende en la feria para sacar dinero. Es una mujer orgullosa de su hogar y de sus medios, que se niega a tener a nadie alrededor cuando está trabajando y de un modo enérgico acompaña hasta la puerta a todo aquel que entra en su casa. De esto no se salva ni siquiera Pep, el tonto del pueblo. Últimamente Aretta ha tenido problemas con sus quesos, pues le han salido enmohecidos y con un olor repugnante. Está recorriendo todos los puestos en busca de alguna hierba o amuleto que le pueda solucionar el problema, aunque sospecha, con razón, de que Pep, el Tonto es el responsable.   Normalmente, don Guifré de Astón se asegura de que haya un Perfectus que predique durante la feria, lo que suele irritar bastante a los hermanos hospitalarios de la hospedería. El Padre Llorenç, hombre bien intencionado pero falto de educación académica, todavía no se acostumbra a la humillación que le supone escuchar a estos predicadores mucho más versados en la oratoria que él.
Tipo
Village
Additional Rulers/Owners


Cover image: by Montedemo

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