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Los árabes entran en Toledo

Military action

711AD
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711 - Tras derrotar y dar muerte al rey Rodrigo, las fuerzas de Tariq Ibn Ziyad se dirigen a la capital, entrando en ella a los pocos meses.


La conquista: tesoros y botines

"En la época de los antiguos cristianos, Toledo fue la capital de su imperio y el centro de sus comunicaciones. Cuando los musulmanes se apoderaron de Andalucía, encontraron riquezas incalculables en Toledo y, entre otras cosas, 170 coronas de oro adornadas con perlas y rubíes; gran cantidad de vasos de oro y plata; y la mesa de Salomón, hijo de David, que, según dicen, estaba construida de una esmeralda de una pieza, que lo está en Roma" AL-IDRISI, Geografía de España Resulta curioso constatar cómo las crónicas, tanto árabes, sean de autores andalusíes o norteafricanos, como latinas y romances, dejan poco sitio para un evento tan fundamental como fue la toma de Toledo, capital incontestable del reino visigodo, por los conquistadores de Oriente que traían la nueva religión, nacida menos de un siglo antes, en los desiertos de Arabia.
  Toledo no era solo la capital del reino de los visigodos sino también de la iglesia peninsular, logro arzobispal sin paralelos en la Europa cristiana que le daba a sus prelados una dignidad y poder cuasi patriarcales. En Toledo encontraron los árabes una ciudad cuyas noticias reflejan su continuada importancia. Allí estaba, el legendario tesoro real de los visigodos, donde había piezas fabulosas que procedían del saco de Roma por Alarico.   La fuente menos alejada de los eventos del 711, tanto temporalmente como en el espacio, la constitye la Crónica de Isidoro de Beja o de Isidoro Pacense, el Anónimo de Córdoba de 754. Su autor, en realidad anónimo ya que Isidoro de Beja nunca existió, estaba vivo en el año 754 y debió ser testigo ocular de la debacle del 711.   Este autor cuenta sobre el 711, narrando los hechos que atribuye exclusivamente a Muza Ibn Nusayr, dice que éste, después de pasuar el estrecho, entra en Spania, para arruinarla sin compasión y, llegando a Toledo, la ciudad real, devastando las comarcas vecinas con una paz fraudulenta, con ayuda de Oppas, hijo del rey Égica, condena al suplicio a algunos nobles que habían quedado antes de darse a la fuga.   La obra de Ibn Abd al-Hakam, titulada Historia de la conquista de Egipto, del Magreb y de al-Andalus, introduce a Tariq, diciendo que éste entra en Toledo, pero no se preocupa sino de la Mesa de Salomón.   Las crónicas árabes andalusíes parecen dar más información, aunque la datación es incierta. La compilación anónima conocida como los Ajbar Maymuá fue escrita entre el siglo VII y el XII, y la parte que habla de la conquista se compiló a mediados del siglo IX. Pero el nombre de Tariq solo aparece en relación a la conquista de la ciudad y, aunque Musa llegó a Toledo al año siguiente, será solamente para presentarle el botín recogido por Tariq, entre el cual se incluía la mesa de Salomón. El texto atribuido a Ibn Qutayba y conocido como Al-Imama wa-l-siyasa ("El imamato y la política"), probableente copuesto en Egipto en el siglo IX por un vástago de Musa Ibn Nusayr, se refiere tan solo al tesoro descubierto por Musa en la ciudad de los reyes.  
El Tesoro Real de los Godos
Derrotado el ejército godo, el capitán bereber de la expedición, Tariq ibn Ziyad, se dirigió rápidamente a Toledo para apoderarse de la capital y de su preciado botín. Dicen las crónicas y leyendas que el botín encontrado por los ismaelitas en Toledo fue extraordinario, pero lo hallado en la Casa de Hércules o nefando gimnasio, superaba todo lo imaginable, elevando el nombre de Toledo al de las ciudades legendarias del Islam, y la única ciudad real mencionada en las Mil y Una Noches, a la latura de Iram de las Columnas, la Ciudad de Cobre, etc. Se dice que hallaron ciento sesenta diademas de perlas y rubíes, piedras maravillosas, y un salón lleno de vasijas de oro y plata de belleza indescriptible. Encontraron el libro de los Salmos de David, escrito en caracteres griegos con agua de rubí disuelto y las hojas de oro incrustadas de gemas. También había un libro en el que se explicaba la ciencia de la alquimia y el arte de fabricar talismanes, en otro se hablaba de las virtudes y las propiedades de piedras y plantas. En otros libros se enseñaba el arte de tallar los rubíes y piedras preciosas, la composición de los venenos y las tríacas (o antídotos extraídos de los propios venenos). Había un gran salón lleno de un elixir capaz de transformar en oro puro mil dracmas de plata a partir de un solo dracma. Hallaron también un gran espejo redondo fabricado por Salomón: aque que se miraba en él veía con sus propios ojos cualquier región del mundo. Pero entre todos los tesoros, libros mágicos y maravillas que encontraron superábalos a todos en magnificencia la Mesa de Salomón o Tabla Esmeralda. La quintaesencia de todos los conocimientos ocultos, todas las magias y todas las joyas del universo. Este arcano del saber prohibido se encontraba en Toledo, adonde había sido llevado por los visigodos después de que Alarico lo sacara de Roma, procedente del tesoro que Tito había obtenido con el saqueo del templo de jerusalén. Según la tradición, Moisés la había robado de Egipto y allí habría llegado procedente de Hiperbórea, el continente perdido o Fuente de la Luz. Aunque oficialmente todos los tesoros fueron enviados a Damasco, ante el califa al-Walid ibn Abd al-Malik, los generales Tariq y Musa se quedaron con parte de este tesoro, peleándos por la mesa de Salomón. Ambos fueron llamados a Damasco a rendir cuentas por malversación y acabaron mal sus días.   En esa confusión, la mencionada Mesa de Salomón desapareció para no ser encontrada oficialmente nunca más.

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