Spania
Hispania es uno de los frentes donde contienden La Cristiandad y El Islam desde que a principios del siglo VIII, los sarracenos invadieran el Reino visigodo de España, haciéndolo caer. Los núcleos de resistencia acabaron convirtiéndose en reinos independientes que han prosperado árduamente hasta repartirse la mitad norte de la península: Portugal, León, Castilla, Navarra y Aragón. La mitad sur la constituyen las tierras del Islam, actualmente bajo el dominio del Califato de los Unitarios.
Geografía
La península tiene unas 622.918 km2 incluyendo la parte sur del istmo que le corresponde. Dentro de sus límites geográficos se encuentran los cinco reinos cristianos: Portugal, León, Castilla, Navarra y Aragón, en la parte norte, y el dominio del Califato Unitario sobre la mitad meridional. Las islas baleares son la sede de un reino sarraceno dedicado a la piratería, en continua pugna con los Unitarios. La franja ultrapirenaica del Istmo está ocupada por tierras del ducado de Aquitania y del condado de Tolosa.
Por el sur, la península está separada de África (Califato de los Unitarios) por el Mar Mediterráneo (que en esta zona se denomina Mar Hispánico) y el océano Atlántico, siendo el estrecho de las Columnas de Hércules el límite entre ambos. El punto más alto es el Monte Solario, de 3478 m. El río más largo es el Tajo de 1007 kms.
El geógrafo griego Estrabón, hablando de la península la comparó con una piel de toro.
Iberia... se parece a una piel tendida en el sentido de su longitud de occidente a oriente y en el sentido de su anchura del septentrión al mediodía.Su centro geográfico se sitúa en las cercanías de Toledo, al norte de dicha ciudad, no en vano la capital histórica de todo el territorio.
Su topografía tiene como principal característica que la mayor parte de su superficie está configurada como un altiplano, con ligera pendiente hacia poniente; esta tiene una altura media de seiscientos metros sobre el nivel del mar; en torno a ella se configuran una serie de regiones limítrofes que la borden, usualmente con un perfil abrupto, conformando una suerte de caparazón montañoso. El litoral, por lo tanto, tiende as er rocoso, con acantilados al norte, nordeste, noroeste y sureste, siendo más suave la mayor parte del litoral oriental y meridional.
Puntos cardinales:
- Extremo norte: Estaca de Bares, en Galicia
- Extremo sur: Punta de Tarifa, en Bética
- Extremo oeste: Cabo de la Roca, en Lusitania
- Extremo este: Cabo de Creus, en Catalonia
Estas son las XVIII regiones naturales hispanas.
- I. GALAICA: que comprende toda la Galicia actual y el condado de Portucale, hasta el Duero (correspondiéndose exactamente con la antigua provincia romana de Gallaecia. Está formada por un macizo de terrenos arcaicos y graníticos, sometido a la erosión desde muy viejos tiempos. Parte de sus costas se hunde en el mar originando las bellísimas rías. El clima es marítimo y muy lluvioso: el más lluvioso de Hispania. La vegetación es la propia de los bosques boreales, como en la Europa central. Es un país brumoso, de prados permanentes, de paisaje de suaves líneas, superpoblado.
- II. ASTÚRICA: Se corresponde con la provincia visigótica, que abarca comprende el Monte Vindio hasta Sabaria. Es un país muy montañoso constituido por terrenos primarios, abundantes en roca carbonífera. Su clima, húmedo, su temple suave, explican sus bosques boreales, sus prados permanentes, y su rica ganadería.
- III. HERMINIA: Es el núcleo de terrenos primarios formados por la continuación hacia el Oeste de los Montes Carpeto-Vetónicos, los Montes Herminios, que quedan encerrados en el medio de una región perforada por erupciones graníticas. Región de muy natural individualidad por su geología y morfología, y una transición entre Galicia y las tierras del sur.
- IV. CARPETANA, o Carpeto-Vetónica: La constituyen las sierras que se extienden desde la Idubeda hasta el valle tectónico del Alagón. Es una región muy natural, que integran terrenos arcaicos, primarios y enormes erupciones graníticas. Región de alturas (Somosierrra, Guadarrama, Gredos) de clima extremado y seco, explicación de la vegetación mediterránea que la viste (matorral, encinar), con excepción de la flora alpina de sus cumbres. Región poco poblada.
- V. ORETANA: comprende los Montes Oretanos y casi todo el conventus Emeritense de la Lusitania, siguiendo el irregular transcurso del río Anas Forman sus suelo, orientados de NO a SE, los arrasados pliegues de esta vieja cordillera arcaica, aquí apenas cubiertos por depósitos fluviales de los ríos afluentes del Anas en cuyo seno nacen. orientados de NO a SE. El clima es árido, seco, extremado, da cuenta de su franca vegetación mediterránea, ya de matorral, jarales, tomilleras, romerales, ya de monte alto (encinas, alcornoques). La población, escasa, concentrada en grandes núcleos.
- VI. MARIANICA: el propio borde meridional de la Meseta, extendiendose a lo largo de borde sur del valle del Guadiana hasta asomarse al Océano. La interrumpe abruptamente el propio lecho del Guadalquivir, que trunca los pliegues antiguos. Es muy semejante a la anterior, si bien si bien aún más despoblada y árida, y con una enorme diversidad de su relieve.
- VII. CAMPOS GÓTICOS: corazón del altiplano norte atravesado por el Durio, cuyos depósitos y aluviones los ha hendido la erosión en valles y páramos. La región carece de montañas: dominan las amplias llanuras y los páramos amesetados, constituidos por arcillas, yesos y calizas. El clima es mediterráneo seco. Su vegetación, de matorral, de monte (encinares) y aún esteparia. Población reducida y distante.
- VIII. ESPARTARIA: Bajo el arco que forman la Idubeda y la Carpetania, se encuentra una erosionada región de extensas llanuras (La Sagra, La Mancha) y páramos en meseta (La Alcarria). Clima mediterráneo, extremado seco. Vegetación, en gran parte esteparia, sirviendo de tránsito a las estepas del sureste.
- IX. VASCONIA: queda compuesta por un manchón de terrenos antiguos extendidos al E. del Monte Vindio hasta enlazar con los Pirineos, formando un arco amesetado de tierras agrestes, afiligranado tan hondamente por la erosión que ha contribuido al aislamiento secular de sus habitantes. País de clima marítimo, brumoso, suave, explicación de la hondura espiritual de su paisaje. Vegetación de los bosques boreales, con prados, robles, brezos. Región muy poblada y de muy original carácter. Corresponde íntegramente con la provincia visigótica de Cantabria.
- X. PYRENAEICA: La barrera norte de Hispania. País de alta montaña, poco poblado, clima y vegetación alpinos, numerosos valles glaciares y cumbres montañosas salpicadas de pequeños lagos glaciares.
- XI. CATALONIA o Gothalaunia: se constituye con la cordillera del Monte Signo que entre Berga, Igualada y Vich se extiende, y los ríos al norte del Ebro que desembocan en el Mediterráneo. Clima vario, con predominio del mediterráneo. Si la vegetación es reflejo del clima, también la mediterránea prepondera, especialmente el matorral (garrigues): Bastante poblada y aún mucho más los aluviones y pequeños deltas de la costa.
- XII. HIBERIA: Valle del Ebro, entre los Pirineos y la Idubeda. Es la fosa tectónica del Ebro, una cubeta rellena por los depósitos fluviales. Clima muy extremado, subdesértico, del cual es consecuencia su vegetación esteparia (estepa cesaraugustana). Estas razones bastan a concretar la población en los lugares de regadío; los sitios secos y áridos se despueblan formando parajes desiertos tórridos en verano y gélidos en invierno, azotados por un viento seco y frío del Norte: el Cierzo.
- XIII. IDUBEDA o Celtiberia: Extenso país de tierras altas que sirve tanto de borde meridional al valle del Ebro como de límite oriental a la Meseta. Es un patente país de altiplanos (impropiamente llamadas Sierras o Serranías) del borde Nordeste de la meseta, salpicado de montañas prominentes que emergen del páramo como de un mar pétreo. País de clima extremado, muy frío en el invierno -con los inviernos más fríos de la Hispania-, y una oscilación anual semejante a la siberiana. Extensos pinares, de la Demanda a la Serranía de Cuenca cubren el país. Muy despoblada. La rudeza de la vida explican el infanticidio y parricidio.
- XIV. AURARIOLA o Contestania-Edetania: Se forma donde interfieren los pliegues de la Idubeda y los de la Orospeda, en un arco de estribaciones montañosas por donde se derrama, en fajas paralelas, el borde oriental de la Meseta de Espartaria hacia el Mediterráneo. Clima, vegetación y cultura son, por excelencia, mediterráneas, como la luz, el arte y el espíritu. Está regada por los ríos mediterráneos al sur del Ebro, de caudal irregular e ímpetu excavador, destacando el Sucro y el Thader. La aridez, la sequedad explican el regadío y su regimen profundamente original: los rojos aluviones de la costa (dominio de las huertas (de Valencia, de Denia, de Gandía, etc.), con cultivos que son en riqueza y en técnica, los primeros de Hispania. La porción interior aparece tan despoblada como la Meseta, pero la costera está superpoblada. Se corresponde enteramente con la actual demarcación de al-Sharq, por lo que a menudo se llama a estar región, simplemente: el Levante.
- XV. BÉTICA: es la depresión del Bétis en planicie. Su clima mediterráneo es algo más lluvioso que la Meseta, pero famoso también por sus sofocantes calores estivales, potenciados por la humedad del océano y del río. Vegetación en especies adaptadas a las pocas precipitaciones, semejante a la del Norte de África. En el matorral domina el palmito. Concentrada la población en grandes centros: dominio de la gran propiedad y el urbanismo más antiguo de Hispania.
- XVI. ORÓSPEDA o Bastetania: Imponente borde sudoriental de la meseta interior que alcanza las mayores alturas de Hispania. Abarca las Sierras que integran la Orospeda ("la montaña que corta el llano"), formado por pliegues orientales en el sentido SW a NE. Clima seco, especial y extremadamente en su porción oriental. Poco poblada.
- XVII: LUSITANIA: Extensa llanura litoral alargada frente al Atlántico con centro en el valle final del Tajo, que el río inunda en su desembocadura formando un amplio estuario casi cerrado en su salida al Océano. Región soleada refrescada por los vientos oceánicos que le aportan humedad.
- XVIII. BALEÁRICA: Las islas Baleares frente a la costa Mediterránea, de la cual son una extensión de su paisaje y relieve. Las constituyen dos grupos de islas de tamaño irregular: las Gymnesias al N. y las Pityusas al S.
Fauna y flora
Flora
La flora de Hispania, por sus condiciones geográficas, es una de las más ricas y variadas de toda Europa, destacando por su diversidad y la exclusividad de sus especies. Al estar situada en una importante vía de paso entre África y Europa, se ha visto enriquecida con la llegada, según los cambios de clima, de plantas tanto esteparias como nórdicas, muchas de las cuales han logrado mantenerse gracias a la diversidad de medios que existen en las cadenas montañosas que les permiten subir en altitud conforme el clima se ha ido haciendo más cálido, o descender si se vuelve más frío. Las comarcas atlánticas y pirenaicas conectan con la flora típica del resto de la Europa septentrional, que también podemos encontrar en puntos elevados de las regiones meridionales. Una vegetación representada por bosques de robles, fresnos y avellanos en los suelos más frescos y profundos. Las montañas se caracterizan por la presencia de hayas y abetos. Las comarcas mediterráneas presentan una flora más adaptada a la sequedad, con la presencia de encinares asociados con laurel y plantas aromáticas, que se sitúan en las crestas y laderas más cálidas. El aprovechamiento por el ser humano a través de lo siglos ha trasformados muchos de estos bosques en pradosFauna
Presentea igualmente una amplia diversidad debida a : la posición geográfica de la península, entre el Atlántico y el Mediterráneo y entre Africa y Europa; la gran diversidad de espacios y parajes, consecuencia de la variedad de climas y regiones bien diferenciadas. Entre los grandes carnívoros destacan dos especies emblemáticas: el oso pardo, particularmente abundante en el norte, y el lobo, extendido a todo el territorio. El lince es el felido más emblemático. Muy numerosas son las poblaciones de gato montés, de zorro rojo y tejones, turones y comadrejas. Algo menos numerosas son las nutrias, martas y garduñas, así como las ginetas y los meloncillos (mangosta) Los herbívoros están representados por especies bastante extendidas, como algunos cérvidos: ciervo, gamo y corzo. Numerosas en el perfil montañoso de estas tierras son las cabras montesas. Los rebecos se pueden encontrar en los reductos pirenaicos. Probablemente el herbívoro más extendido sea el jabalí.Historia
Hesperia
Celtiberia
Hispania
Al-Ándalus
El emirato omeya
El reino de al-Ándalus
Emires | Años | |
---|---|---|
ʿAbd al-Raḥmān I | El Sacre de Qurays | 756-788 |
Hišām I | El Piadoso | 788-796 |
Al-Ḥakam I | El Borracho | 796-822 |
ʿAbd al-Raḥmān II | El Grande | 822-886 |
Muḥammad I | El Defensor | 852-886 |
Al-Munḍir | 886-888 | |
ʿAbd Allāh | Abu al-Nasir | 888-912 |
Otro de los grupos con los que tuvo que tratar ʿAbd al-Raḥmān fueron los cristianos que vivían en al-Ándalus, denominados mustaʿribūn (mozárabes) por los musulmanes, los cuales seguían profesando su religión y no eran hostiles a los musulmanes. Con el tiempo acabaron utilizando el árabe como lengua materna y adoptando muchas de sus costumbres. Por último, y como grupo más minoritario, estaban los judíos.
ʿAbd al-Raḥmān I también tuvo que demostrar su fuerza sofocando las numerosas amenazas que surgieron a lo largo de su reinado, siempre apoyándose en los efectivos de los aŷnād sirios. Sus ejércitos lucharon contra los cristianos del reino de Asturias, se enfrentaron a los francos, tuvieron que doblegar a las poderosas familias muladíes de la cuenca del Ebro, aplastaron a los partidarios de los ʿabbāsīes, a los caudillos árabes de las regiones fronterizas y lucharon y triunfaron sobre los beréberes (que se sublevaron de forma reiterada en Toledo y Mérida).
El primer emir omeya de al-Ándalus no solo fue un gran estadista, sino también un cultivado hombre de letras. Durante su reinado utilizó la poesía como medio para instruir deleitando sobre los valores e ideales de su gobierno; los panegíricos eran la más importante de las propagandas políticas (su panegirista fue el primer poeta andalusí, Abū-l-Majšī). Así, desde ʿAbd al-Raḥmān I, la familia omeya andalusí fomentó, además de la importación, copia y confección de libros (en contacto siempre con el oriente árabe), la creación de bibliotecas.
ʿAbd al-Raḥmān I fue sucedido por su hijo, Hišām I. Hišām pasó a la historia como un hombre santo, el cual siempre vestía de forma humilde y con prendas sencillas. Durante su reinado pasó mucho tiempo entre los enfermos de los arrabales de Córdoba, más allá de las murallas de la ciudad, a los que dispensó sus cuidados con el tesoro del Estado. Salvo por las revueltas iniciales a las que tuvo que enfrentarse al ascender al trono, su corto reinado fue próspero y pacífico, tal y como había pronosticado el magus de la corte, Al-Ḍabbī. Durante su mandato revistió a Córdoba de cultura, mandó reconstruir el puente romano de la ciudad y llevó el ŷihād contra los reinos cristianos.
El hijo de Hišām I, Al-Ḥakam I, sería recordado como el más sanguinario y déspota de los omeyas. Dicen que sentía gran pasión por la bebida, aun estando prohibida por el Corán (la abundancia de viñedos de al-Ándalus siempre fue una gran tentación para toda la clase dirigente del país), y por ello le apodaban «el Borracho». Al-Ḥakam I utilizó como jefe de los ejércitos de Córdoba a su protegido, el godo y cristiano Rabí ben Teodoulfo, y aumentó considerablemente las fuerzas mercenarias creadas por ʿAbd al-Raḥmān I. Para su protección personal se rodeó de una poderosa guarda eslava a la que llamaban «los mudos», pues no sabían hablar árabe. Durante su reinado, subió los impuestos y reprimió con dureza todas las rebeliones del pueblo, de entre las que se pueden destacar las siguientes:
- la revuelta del arrabal de Córdoba, en la que beréberes y muladíes reclamaban igualdad ante los árabes, que se consideraban superiores y con más derechos. Fue sofocada por orden del emir y ejecutada por Rabí ben Teodoulfo. El arrabal fue arrasado, se ejecutó a más de 3000 cordobeses y fueron deportadas cientos de familias (las crónicas hablan de un cuarto de la población de Córdoba) a Fez, Alejandría y la isla de Creta;
- un intento de golpe de Estado. El asalto fue neutralizado y castigado con más de 70 crucifixiones (el derecho islámico heredó esta pena capital del derecho romano
- la rebelión de Toledo, capital de la Marca Media. Las continuas insurrecciones de Toledo por su lucha con el poder central de Córdoba terminaron con el nefasto Día de la Hoya o Jornada del Foso.
Con la llegada de ʿAbd al-Raḥmān II (uno de los diecinueve hijos de Al-Ḥakam I) al trono, y tras sofocar su padre todas las insurrecciones que habían desafiado el poder central de Córdoba, la dirección del gobierno de al-Ándalus cambió y dejó de ser expansionista. Su reinado gozó de cierta estabilidad y propició el arraigo de las costumbres orientales que había traído Ziryāb, así como de las investigaciones del genial ʿAbbās ibn Firnās.
Entre los cortesanos que le sirvieron destacó el influyente muladí y jefe de los eunucos, Abū-l-Fath Nasr, que murió cuando el emir le ordenó beber el veneno que había mandado preparar para él (el muladí estaba implicado en una conspiración por la sucesión al trono y la esclava cantora, literata y amanuense Qalam (del árabe, «cálamo»), educada en la escuela de Medina y de origen vasco.
A pesar de la estabilidad de su gobierno, ʿAbd al-Raḥmān II tuvo que hacer frente al movimiento de los mártires voluntarios y, en ámbito internacional, se enfrentó a los ataques de los vikingos escandinavos, para lo que mandó construir una red de atalayas a lo largo de toda la costa andalusí.
De sus más de 100 hijos, su hija Bahaʾ (del árabe, «esplendor ») llevó una vida ascética consagrada a la copia de Coranes, los cuales devenían habices. ʿAbd al-Raḥmān II también mandó construir la mezquita de Sevilla y aprobó la creación y reconstrucción de los antiguos acueductos romanos de Córdoba para abastecer de agua a la capital.
Muḥammad I, hijo de ʿAbd al-Raḥmān II, tuvo que enfrentarse a constantes revueltas y rebeliones de muladíes y mozárabes: su reinado marcó el inicio de la crisis del emirato independiente de Córdoba. Aunque doblegó a los Banū Qasī de la Marca Superior y a los rebeldes de Toledo de la Marca Media, no pudo con los muladíes de la Marca Inferior ni con el gobierno semiindependiente de Sevilla. Para empeorar la situación, las revueltas surgidas en las sierras malagueñas y lideradas por el muladí ʿUmar ibn Ḥafṣūn terminaron de desestabilizar el emirato omeya.
Muḥammad I creó los ribāṭ (edificios, a la vez militar y religiosos, construidos en puntos estratégicos para la defensa de las fronteras y donde había una guarnición y un cierto número de devotos que se sometían libremente al servicio militar para ganar los méritos que van parejos al ŷihād) de Majrīṭ, Talamanca y Peñafora, e importó tecnología persa y bizantina para construir armas de asedio con las que combatir a los reinos cristianos del norte. Además, según las crónicas, en su reinado reunió la biblioteca más grande de toda Córdoba.
El breve reinado de Al-Munḍir, en una Córdoba asfixiada por el aumento de los poderes locales, estuvo marcado por las luchas internas y la guerra contra el rebelde Ibn Ḥafṣūn, a quien, como su padre, tampoco pudo derrotar. Al-Munḍir murió envenenado por su médico en el asedio de Bobastro, según dicen, a instancias de su hermano (y siguiente emir) ʿAbd Allāh. Con su muerte se aceleró la desintegración del Estado omeya.
Durante su reinado, ʿAbd Allāh tuvo que hacer frente a rebeliones generalizadas que causaron la pérdida del control de todos los territorios musulmanes (Córdoba era la única kūra bajo el dominio omeya) y que fueron aprovechadas por Alfonso III de Asturias para consolidar su gobierno en Asturias. Con la finalidad de forjar alianzas con los reinos cristianos, ʿAbd Allāh contrajo matrimonio con Onneca Fortúnez, hija del rey de Pamplona, Fortún Garcés.
En su vejez, ʿAbd Allāh vivió presa del temor a ser asesinado, por lo que encerró y condenó a muchos de sus familiares. A su muerte, la mayor parte de al-Ándalus había escapado del control omeya y el califato fāṭimí se había establecido en el Magreb, dificultando aún más las cosas para la dinastía que se había asentado en Spania hacía más de 150 años.
Los reinos cristianos durante el emirato
Durante el emirato de al-Ándalus (756-912) existieron los siguientes reinos cristianos en el norte de la Península, los cuales se vieron obligados a pagar tributos a Córdoba y vivieron acosados por sus aceifas estivales, a las que Alfonso II de Asturias pudo poner freno. Más tarde, con la crisis del emirato, los monarcas cristianos expandieron sus fronteras hacia el sur, mermando el poder de las Marcas y limitando el de la propia Córdoba.Reinos | Años |
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Reino de Asturias | 756-912 |
Reino de Pamplona | 824-912 |
Reino de León | 910-912 |
Reino de Galicia | 910-912 |
El reino de Asturias comenzó a perder poder paralelamente al afianzamiento del emirato de Córdoba y su paulatina desintegración propició la aparición del Reino de Pamplona bajo el gobierno de las familias Íñigo y Jimeno (Córdoba creó y destruyó alianzas con este reino numerosas veces durante la dominación omeya de al-Ándalus), y los condados de Aragón, Castilla, León, Portucale y Álava, a cuyo mando se pusieron poderosas familias de nobles con más influencia que el propio monarca y con potestad sobre la sucesión de la corona asturiana (según el derecho godo)
Sin embargo, el periodo de inestabiliad al final del emirato cordobés, a finales del siglo IX coincidió con el fuerte reinado de Alfonso III de Asturias (llamado Hispaniae rex). Alfonso liberó decenas de plazas del poder musulmán y desplazó hacia el sur la frontera cristiana, fijándola en la línea del Duero y afianzando las poblaciones de los terrenos conquistados. Además, potenció el poder de la corona sobre la nobleza al vincular a los propietarios de la tierra a la monarquía. Alfonso también consiguió un importante hito al derrotar a los ejércitos sublevados del príncipe omeya, Ibn al-Qitt, en el llamado día de Zamora durante la crisis del emirato.
Sin embargo disensiones internas con la nobleza forzaron a Alfonso III a dividir el reino entre sus hijos, escindiendo Asturias de las tierras leonesas. El reino de Asturias acabó siendo gobernado por Ramiro II de León (cuya monarquía pudo hacer hereditaria), que también llegó a gobernar sobre el reino de Galicia de forma intermitente, manteniendo siempre la capital en León.
Desde entonces la ventura del reino de Asturias ha seguido la suerte del Reino de León al que permanece vinculado, a pesar de algunos intentos de recobrar su autonomía o independencia en el siglo XII.
Por otra parte, la influencia de los francos (del Imperio carolingio) de Provenza acabó por desaparecer en el Pirineo aragonés y los condados catalanes consiguieron independizarse de ellos al hacer hereditarios sus títulos (el último conde de Barcelona que rindió homenaje a los reyes francos fue Wifredo II Borrell).
El Califato Omeya
El siglo de oro de al-Ándalus en el que la Spania musulmana alcanza su cenit político, económico y cultural, convirtiéndose en el estado hegemónico de Occidente. Durante este periodo hubo tres califas omeyas hasta la guerra civil o fitna.Califas | Años |
---|---|
ʿAbd al-Raḥmān III | 912-961 |
Al-Ḥakam II | 961-976 |
Hišām II | 976-1013 |
El gobierno de los califas omeyas trajo una gran estabilidad económica y social a al-Ándalus. De hecho, durante los reinados de ʿAbd al-Raḥmān III y Al-Ḥakam II se produjo el mayor número de conversiones cristianas al islam en Spania.
Abd al-Rahman III y la instauración califal
ʿAbd al-Raḥmān III fue el octavo y último emir, y también el primer califa de al-Ándalus. Era nieto del emir ʿAbd Allāh e hijo de una concubina cristiana de origen franco. Tenía los ojos de un profundo color azul y el pelo rojo, aunque siempre lo llevaba teñido de negro para ajustarse al arquetipo árabe de su dinastía. Cuando llegó al trono con veintiún años, al-Ándalus estaba sumido en una guerra civil, la nobleza árabe intrigaba contra el poder central, los señores de las Marcas se habían sublevado, habían surgido numerosos focos de discordia, avivados por falsos profetas, el reino pasaba por una terrible crisis financiera y el califato fāṭimí se había asentado en Ifriqiya (Túnez) y amenazaba desde las costas norteafricanas con expandir sus territorios en la Península.De todos los peligros a los que tenía que enfrentarse, los fāṭimíes eran el peor y, para evitar que sus ejércitos cruzaran el estrecho, mandó fortificar las ciudades costeras de al-Ándalus y el centro naval de Algeciras. Además, para frenar la expansión de la heterodoxia afín a la ideología fāṭimí en Spania, mandó perseguir a los masarríes (seguidores de Ibn Masarra) y a cualquiera que pudiera suponer una amenaza política para su gobierno; para ello contó con el apoyo fundamental de los ulemas, sin los cuales posiblemente no hubiera podido establecerse en el trono.
ʿAbd al-Raḥmān III amplió el ejército de mercenarios creado por el primer emir de Spania, ʿAbd al-Raḥmān I, para servir a los omeyas. Para nutrir sus filas y cubrir los servicios palaciegos, importó de forma masiva esclavos (ṣaqāliba) eslavos, francos y norteños, con los que sometió a los señores beréberes de las Marcas Media, Inferior y Superior: Zaragoza capituló tras ser asediada por ʿAbd al-Raḥmān III; Toledo resistió dos años de asedio antes de rendir pleitesía al emir; y Mérida, tras haber permanecido independiente desde el reinado del emir Muḥammad I, se vio obligada a reconocer de nuevo la soberanía del poder central; ʿAbd al-Raḥmān III fue también el que finalmente acabó con la rebelión de Umar ibn Hafsun y sus descendientes.
En el 929, para independizarse completamente de Bagdad y sofocar en parte la amenaza política de los fatimíes, Abd al-Rahman se proclamó jalīfa rasul-Allah (Califa) y amīr al-mu´minīn («príncipe de los creyentes»), y adquirió el sobrenombre de «defensor de la religión de Dios» (al-Nāṣir li-dīn Allāh). Tras diecinueve años como emir, reclamó su derecho de sangre como descendiente de los califas omeyas de Damasco para confirmar su independencia con respecto a toda autoridad musulmana superior. A partir de ese momento, en la oración pública de los viernes se dejó de pedir la bendición para el califa ʿabbāsí de Bagdad y se empezó a pedir para ʿAbd al-Raḥmān III.
Tras pacificar su reino, ʿAbd al-Raḥmān III se hizo con el poder de Melilla y Ceuta. Con ellas pudo dominar el estrecho y ejercer un control indirecto sobre gran parte del Magreb. Después de todas las acciones que ʿAbd al-Raḥmān III había llevado a cabo para asentarse en el poder, al-Ándalus conoció la mayor unidad de toda su historia.
La política exterior de los omeyas y de ʿAbd al-Raḥmān III cambió tras la terrible derrota sufrida en la Batalla de Alhandega. El aparato militar de los omeyas demostró no ser funcional ni flexible, por lo que el califato abandonó las aceifas estivales en las que los emires siempre habían comandado sus ejércitos, ya que aunque podían aumentar su prestigio en caso de victoria, entrañaban un mayor peligro físico y político en caso de derrota.
Durante sus últimos años, ʿAbd al-Raḥmān III no se prodigó como guerrero (como tampoco haría su hijo, Al-Ḥakam II) y articuló su política en base a tres grandes ejes.
- Por un lado reforzó las fronteras andalusíes mediante la fortificación y reparación de enclaves estratégicos.
- Al no tener guarniciones para todas las fortalezas fronterizas, ʿAbd al-Raḥmān concedió a los linajes fronterizos el control sobre las tierras que dominaban, haciéndolos hereditarios (los líderes de estas familias se convirtieron en reyes durante las taifas). Con este segundo eje, al-Ándalus pudo hacer numerosos ataques localizados a lo largo de la frontera.
- Priorizar la tregua sobre los conflictos, favorecer los intercambios comerciales con ciudades a grandes distancias (francos, catalanes, bizantinos, etc.) y ejercer su influencia sobre los reinos cristianos, cuyo poder político y económico era muy inferior al del califato.
Esta diplomacia sin antecedentes en al-Ándalus (que alcanzaría su máximo esplendor durante el gobierno de Al-Ḥakam II) permitió que los francos pudieran comerciar en las ciudades portuarias andalusíes sin temor a ser atacados por los piratas del Mediterráneo; que los condes y reyes cristianos acudieran a Madinat al-Zahraʾ con regularidad, y que se produjeran permutas económicas y culturales con la ciudad de Constantinopla: ʿAbd al-Raḥmān III intercambió numerosas embajadas con el emperador bizantino, y en una de ellas se le hizo llegar una copia en griego, con letras de oro y plata, de la obra médica de Dioscórides, titulada De Materia Medica, maravillosamente encuadernada e ilustrada con dibujos de plantas medicinales. El emperador envió a un monje llamado Nicolás a la corte de Córdoba para que, junto con el consejero y médico del califa, el judío Ḥasdāy ibn Šaprūṭ, pudieran traducirla al árabe. Semejante libro era de un valor incalculable, pues como cualquier otro hombre, el califa también sufría todo tipo de enfermedades.
El oro de bilad al-Sudan
Como se ha dicho, el camino para pacificar al-Ándalus también dependía de la estabilidad económica del mismo, por lo que el califa recurrió al oro del Sudán, situado en las tierras de bilad al-Sūdān (como llamaban los árabes a las tierras del sur del Sahara; literalmente traducido como «la tierra de los negros»), gracias al protectorado que había establecido en las tierras del Magreb occidental y central.Para hacer llegar el metal a al-Ándalus, ʿAbd al-Raḥmān III utilizó caravanas de más de 1000 camellos, que partiendo de las bases andalusíes de Ceuta o Melilla, recorrían las rutas del oro que atravesaban el Sahara. Los convoyes partían en otoño de los territorios controlados por los clanes magrebíes (en buenas relaciones con los omeyas) y tenían que abrirse paso entre las fuerzas fāṭimíes y cruzar el desierto para pasar el invierno en bilad al-Sūdān. Allí se abastecían de oro, sal gema,especias, marfil, cobre, mercurio, pieles y, sobre todo, esclavos capturados en Senegal y Gāna. Las caravanas regresaban en primavera, viajaban por la tarde y la noche y acampaban por las mañanas.
Con todo ese oro, ʿAbd al-Raḥmān III mandó abrir las cecas (dār al-sikka) de Córdoba, Madīnat al-Zahrāʾ, Sevilla y Fez (Madīnat Fās), con las que consiguió sanear las cuentas de su reino y sacar de la crisis a al-Ándalus (las crónicas dicen que el tesoro califal de Al-Ḥakam II contaba con más de cuarenta millones de dīnāres).
Con la caída del califato omeya, las rutas del oro sudanés pasaron a estar bajo el control de los almorávides y, después, de los almohades. La gran calidad del oro sudanés les permitió emitir monedas de una gran pureza, que competían con la siempre poderosa moneda de oro bizantina.
Al-Hakam II, apogeo y declive
Cuando el primogénito de ʿAbd al-Raḥmān III falleció, nombraron como sucesor a Al-Ḥakam II, el siguiente en la línea de sucesión. Hijo de una esclava cristiana, heredó un imperio pacificado y con una importante componente diplomática, lo que le permitió dedicarse a las artes y a las letras. Al-Ḥakam fue un hombre de gran cultura que siguió la política de su padre y que llevó un paso más allá el esplendor omeya. Su impresionante biblioteca del saber (jizanatu-hu l-ʿilmiya) tenía más de 400 000 volúmenes (muchos anotados por él mismo), registrados en un índice de cuarenta y cuatro tomos con más de veinte folios cada uno. En la magnífica biblioteca del califa estaban los tratados de medicina de Hipócrates y Galeno, los de matemáticas de Ptolomeo y Euclides, y tampoco faltaban las autoridades de filosofía, Aristóteles, Platón, Plotino y Empédocles. Para reunir tal biblioteca, Al-Ḥakam II se sirvió de una red de comerciantes, que distribuyó por todo el mundo conocido, para buscar y comprar cualquier tipo de obra erudita.En una época en la que el árabe, y no el latín, era la lengua del progreso, Córdoba, la capital cultural de la Europa Mítica, contaba con decenas de talleres de copia y traducción de documentos del mundo árabe (Persia, Siria y Egipto) y del Imperio bizantino. De hecho, durante el reinado de Al-Ḥakam II existió un barrio en Córdoba llamado al-raqqaqīn («pergamineros») para los trabajadores de la piel y los fabricantes de libros. La ciudad producía varios miles de libros al año y en los alcázares de los omeyas cordobeses trabajaban los mejores encuadernadores, iluminadores, decoradores y copistas de al-Ándalus, supervisados por gramáticos y sabios venidos de Sicilia y Bagdad. Entre los amanuenses y calígrafos que trabajaron para Al-Ḥakam estaba el literato y lexicólogo cordobés Muḥammad ibn al-Husayn al-Fihri y el copista jienense Muḥammad ibn Muʿammar; ambos copiaron y depuraron el primer diccionario de árabe, llamado Kitab al-ʿayn. En los talleres amanuenses de Al-Ḥakam también trabajaron mujeres (como Lubnà al-Katiba y Fāṭīma ḅint al-Sabullari), pues la copia de Coranes y libros se consideraba un oficio piadoso y adecuado para ellas. Y es que, si la biblioteca del emir tenía semejantes dimensiones, ningún ministro podía permitirse tener menos de cien volúmenes.
Al-Ḥakam II mandó ampliar la mezquita aljama de Córdoba e hizo revestir sus muros con mármol esculpido y con los mosaicos enviados desde Constantinopla por el emperador Nicéforo II Focas. Potenció las atenciones médicas gratuitas para los pobres, el cuidado a los leprosos de los arrabales, la reclusión y protección de los dementes e intentó universalizar la educación, creando numerosas escuelas públicas y actuando como protector y mecenas de los intelectuales de su tiempo.
Sin embargo, el gobierno de Al-Ḥakam II no estuvo exento de luchas y conflictos. En el año 966, los normandos atacaron las costas andalusíes, y Al-Ḥakam II tuvo que enviar a su flota para derrotarlos.
En el 972, para frenar la amenaza del califato fāṭimí del norte de África y la sublevación de los idrīsíes liderada por el caudillo Ḥasan ibn Qannūn, Al-Ḥakam movilizó de 5000 a 10 000 efectivos para rendir a los caudillos beréberes que rechazaban su autoridad y se inclinaban ante los califas fāṭimíes del noroeste de África. Por otro lado, al recuperar una parte significativa del norte de África de manos de los fāṭimíes, los omeyas ganaron el control de las ciudades que abrían el paso de las caravanas de bilad al-Sūdān, por lo que Córdoba recibió una gran cantidad de oro. No obstante, esta campaña tuvo graves consecuencias, que a la postre desembocarían en la fitna:
- La guerra se prolongó hasta el año 974 y acarreó grandes costes, tanto materiales como humanos. En el transcurso de la guerra, los talleres califales produjeron ocho mil espadas y lanzas, diez mil rodelas (turs) y una cantidad similar de adargas, cotas de malla y arcos (fabricados con astas de ciervos todo ello, junto con la soldada de las tropas, consumió grandes reservas del erario público. Además, habría que sumarle el gasto de la diplomacia de Al-Ḥakam, que consiguió que muchos de estos caudillos acudieran a Córdoba, colmados de bienes y con pensiones vitalicias, para residir en la ciudad de forma indefinida y así evitar que volvieran a liderar ninguna otra rebelión contra los omeyas.
- En segundo lugar, cuando el general de Marrākeš, Gālib, logró derrotar al caudillo idrīsí Ḥasan ibn Qannūn, la guerra llegó a su fin y los caudillos derrotados fueron trasladados y alojados en Córdoba. Con ellos llegaron sus séquitos, que pasaron a incorporarse al ejército omeya y que eran muy impopulares entre la población. Los beréberes comenzaron a ser insustituibles en la administración omeya y, tras la muerte de Al-Ḥakam, Al-Manṣūr los convirtió en el principal instrumento militar al deshacerse de los aŷnād sirios que habían servido al ejército desde tiempos de ʿAbd al-Raḥmān I.
Al-Ḥakam II no tuvo su primer hijo hasta pasados los cuarenta y cinco años (era bien conocida su predilección por los efebos) y fruto de su unión con la esclava vascona Ṣubḥ nació un bebé al que pusieron de nombre ʿAbd al-Raḥmān, el cual murió de forma prematura. En el 965, Ṣubḥ le dio otro heredero varón, al que llamaron Hišām. En sus últimos años de vida, Al-Ḥakam II intentó que se aceptara como heredero a Hišām, que por su corta edad no tenía derecho a ser heredero según la ley islámica. Por ello, antes de fallecer, realizó diversas maniobras que allanaron el camino para que la comunidad lo aceptara como su sucesor.
Al-Mansur o la semilla de la destrucción
Sin embargo, a la muerte del califa, todos los que pensaban que sería una locura ser gobernados por un niño de once años pusieron la vista en Al-Mugīra, uno de los hermanos de Al-Ḥakam. Aunque Al-Mugīra jamás había intentado hacerse con el poder, los que apoyaban a Hišām vieron en su persona una amenaza que debía ser eliminada, pues la oposición podría usarlo como candidato en contra de sus intereses. Entonces, uno de los favoritos del difunto Al-Ḥakam, y visir de la corte, mandó un pelotón del ejército a casa de Al-Mugīra con orden de asesinarlo. Al frente del grupo iba Muḥammad ibn Abī ʿAmir (más conocido como Al-Manṣūr), el administrador de las propiedades de Ṣubḥ, la mujer del difunto califa, con quien, según las malas lenguas, tenía una relación amorosa. A pesar de sus promesas de apoyar a Hišām, los soldados estrangularon a Al-Mugīra y su muerte (que marcó el inicio del fin del califato) fue presentada en la corte como un suicidio.Entonces, el ḥaŷib de la corte, Al-Muṣḥafī, con el apoyo de Al-Manṣūr, consiguió que Hišām II fuera proclamado califa con solo once años. Tras esa maniobra, Al-Manṣūr, que durante los años de gobierno de Al-Ḥakam II había ido adquiriendo más y más poder, consiguió desplazar a Al-Muṣḥafī con el apoyo del general Galīb (no en vano se había casado con su hija) para conseguir el título de ḥaŷib. Para afianzarse en su cargo, Al-Manṣūr buscó el apoyo de los alfaquíes, para lo que copió el Corán con sus propias manos, persiguió a los filósofos de al-Ándalus y quemó las obras de la biblioteca de Al-Ḥakam II que los alfaquíes consideraban «heréticas».
Una vez asentado en el poder, Al-Manṣūr permitió que el joven califa Hišām II tuviera a mano todo tipo de placeres sensuales y lo anuló por completo sin que su madre, Ṣubḥ, pudiera hacer nada por evitarlo.
Al-Manṣūr mandó ampliar la Mezquita aljama de Córdoba y construir una nueva ciudad al este de Córdoba que sirviera como sede del gobierno y oficina de administración y hacienda. La nueva ciudad palatina, Madīnat al-Zaḥirāʾ, se levantó en y se celebraron recepciones de Estado; rodeada de murallas, los secretarios y ministros de la corte se disputaron el favor del ḥaŷib para conseguir terrenos y parcelas en sus recintos. La antigua ciudad de Madinat al-Zahraʾ, lugar de residencia del califa, dejó de ser el destino de los embajadores de otros reinos, lo que contribuyó al aislamiento de Hišām. Para justificar su total ausencia en los asuntos de Estado, los ministros anunciaron que el califa se había consagrado a la piedad y había entregado plenos poderes sobre el reino al ḥaŷib Al-Manṣūr.
En el 980, Al-Manṣūr ordenó que el recinto palatino de Hišām quedara cerrado a cualquier visitante, por lo que se clausuraron puertas y pasadizos. Así, Hišām no llegó a gobernar y vivió encarcelado en su deslumbrante prisión mientras Al-Manṣūr dirigía el reino en su nombre. Para demostrar su influencia, Al-Manṣūr ordenó que se pronunciara su nombre a continuación del de Hišām en la oración de los viernes al mediodía.
Al-Manṣūr se convirtió en dictador absoluto del imperio, se deshizo de los aŷnād sirios y convirtió a los beréberes en su tropa personal, contratándolos de forma masiva. Rompió con la política de diplomacia de ʿAbd al-Raḥmān III y Al-Ḥakam II y se volvió a poner al mando de las aceifas estivales contra los reinos cristianos sirviéndose de sus ejércitos beréberes.
Los reinos cristianos durante el califato
Durante el califato de al-Andalus existieron los siguientes reinos cristianos.Reinos | Años |
---|---|
Reino de Asturias | 912-924 |
Reino de Pamplona | 912-1031 |
Reino de León | 912-1031 |
Reino de Galicia | 912-1031 |
Reino de Viguera | 970-1005 |
Los nobles y reyes expandieron sus dominios aprovechando la debilidad o ausencia de los señores vecinos. Para conseguirlo, no solo forjaron alianzas con los cristianos, sino también con los musulmanes de al-Ándalus. Las luchas de poder causaron enfrentamientos entre los miembros de las familias nobles y, en muchos casos, se produjeron asesinatos, mutilaciones o aprisionamientos preventivos (se dice que Ramiro II ordenó sacarle los ojos a su predecesor, Alfonso IV el Monje, que había abdicado de su cargo).
Los monarcas cristianos también lucharon contra los ejércitos musulmanes: desplazaron la frontera hacia el sur desde el Condado Portucalense, ganaron terreno en Navarra y Zaragoza y consiguieron que los gobernadores beréberes de las kuwar de Badajoz y Mérida les pagaran tributos.
Las alianzas entre monarcas cristianos contribuyeron a ganar la batalla de Alhándega y, aunque llegaron a formar una coalición contra Al-Manṣūr, los reinos no llegaron a oponer una resistencia unificada a los ataques musulmanes hasta la llegada en 1004 de Sancho III el Mayor, rey de Pamplona, conde de Aragón y destacado guerrero. Sancho creó una liga de príncipes cristianos a la que se unieron el rey de León, el conde de Castilla y la orden cluniacense (encargada de proteger a los peregrinos del Camino de Santiago). Al final del califato, tras el asesinato del conde de Castilla, los nobles castellanos entregaron el condado a Sancho III, que acabó su reinado gobernando sobre los condados de Aragón, Castilla, Álava, Sobrarbe y Ribagorza.
Los monarcas cristianos también tuvieron que volver a enfrentarse a los «hombres del norte»; los ataques vikingos contra las costas del Cantábrico se siguieron sucediendo, a veces con terribles batallas en el interior que, como en el caso de Portugal, acabaron con la vida de dos de sus condes, Menendo Gonçalves y Alvito Nunes.
Los reinos cristianos comenzaron a madurar sus sistemas jurídicos durante la época del califato omeya. La presura (antigua ocupación campesina de las tierras fronterizas, cuyos dueños debían defenderse de los ataques musulmanes) desapareció ante las cartas pueblas o fueros para conformar la nueva sociedad hispano-cristiana, basada en la agrupación del territorio bajo demarcaciones geográficas. Además, a principios del siglo XI, la curia regia de Alfonso V de León aprobó por primera vez unas normas que cumplir tanto en la ciudad de León como en todo el reino. En los condados catalanes, el abad Oliba proclamó en el sínodo de Toluges la Pau i Treva de Déu como respuesta a los abusos cometidos por los nobles feudales contra la Iglesia y el campesinado.
La fitna
Aunque hubo otros periodos de conflicto y desunión durante la historia de al-Ándalus, se conoce como a la fitna, a secas, a la gran fitna, la época de inestabilidad política y social que puso fin al estado omeya, que se desplomó desde su mismo cenit en cuestión de pocas décadas.En los primeros años de la fitna se produjeron varias proclamaciones de califas en varios rincones del territorio andalusí:
- Seis califas de la dinastía omeya, entre 1009-1031
- Tres califas de la dinastía hammudí, entre 1016-1027
Califa | Reinado | D* | Situación en Córdoba |
---|---|---|---|
Muhammad II al-Mahdi | 1009 | O | Proclamado tras la destitución de Hisham II |
Sulaimán al-Mustaín | 1009-1010 | O | Proclamado por las tropas bereberes, ataca Córdoba y hace huir a Muhammad II a Toledo |
Muhammad II (R) | 1010 | O | Derrota a Sulaimán cerca de Córdoba |
Hisham II (R) | 1010-1013 | O | Reinstaurado tras el aesinato de Muhammad II |
Sulaimán al-Mustaín | 1013-1016 | O | Regresa a Córdoba tras el asesinato de Hisham II |
Ali ibn Hamud al-Nasir | 1016-1018 | H | Llega desde Ceuta y conquista Córdoba |
Abd al-Rahmán IV | 1018 | O | Proclamado en Játiva, no llegó a controlar nunca Córdoba |
Al-Qasim al-Mamun | 1018-1021 | H | Sucesor de su hermano al-Nasir en Córdoba. |
Yahya al-Muhtal | 1021-1023 | H | Toma Córdoba tras la huída de su tío a Sevilla. |
Al-Qasim al-Mamun (R) | 1023 | H | Su sobrino se retira a Málaga y retoma la capital. |
Abd al-Rahmán V | 1023-1024 | O | Proclamado tras el asesinato de al-Qasim. |
Muhammad III | 1024-1025 | O | Proclamado tras el asesinato de Abd al-Rahmán V |
Yahya al-Muhtal (R) | 1025-1026 | H | Gobierna desde Málaga |
(interregno) | 1026-1027 | ||
Hisham III | 1027-1031 | O | Proclamado tras la expulsión de los hammudíes. |
Sanŷul bebía alcohol en público y vivía entregado al pecado. Su necedad le hizo desestimar el consejo de su padre y, con la venia de Hišām II (que no tenía descendencia), se anunció públicamente como su heredero. Los Banū Omeya no lo toleraron. Muḥammad al-Mahdī se sublevó con su ejército y, seguido por el pueblo, ocultó a Hišām y mató y crucificó a Sanŷul. En su victoria se proclamó califa durante un corto periodo de tiempo. Cuando los jefes de las provincias se enteraron, cada uno se sublevó contra el poder central, dando paso al final del califato y a un largo periodo de guerra civil conocido como la fitna. Los enormes ejércitos mercenarios de beréberes reclutados por Al-Manṣūr, al faltarles la paga y no haberse integrado en un tejido social que les aborrecía, se convirtieron en una fuerza que arrasó al-Ándalus, sumiendo el imperio en el más absoluto caos. En 1013, los beréberes, que en tiempos habían atacado a los reinos cristianos, asediaron y saquearon la ciudad de Córdoba. En poco tiempo, las ciudades palatinas y administrativas de Madīnat al-Zahrāʾ y Madīnat al-Zaḥirāʾ fueron quemadas y saqueadas de forma reiterada por la plebe, y finalmente expoliadas y abandonadas. Durante las revueltas, casi todos los omeyas se marcharon al oriente andalusí.
El califa Hišām II fue liberado por el bisnieto de ʿAbd al-Raḥmān III, el ḥammūdī Sulaymān al-Mustaʿīn, tras enfrentarse a los ejércitos de Al-Mahdī. Sin embargo, en lugar de devolverle el trono, se proclamó él mismo califa. En medio del caos surgieron dos partidos opuestos, los ḥammūdīes de Málaga y Algeciras, y los partidarios de Hišām, liderados por los ʿabbādíes de Sevilla. Para entonces, Hišām había sido asesinado, por lo que para seguir ostentando el poder los sevillanos utilizaron un sosias, hecho que fue criticado por el poeta Ibn Hazm en sus escritos. Durante la fitna se autoproclamaron más de diez califas, la ciudad de Córdoba fue asediada y saqueada numerosas veces (para hacer frente a la hambruna se subastó públicamente lo que quedaba de la biblioteca de Al-Ḥakam II) y, finalmente, se convirtió en la capital de un reino taifa, testigo del último aliento de la dinastía fundada casi 300 años atrás por el Sacre de Qurayš, ʿAbd al-Raḥmān I.
La fitna supuso el fin de la hegemonía del estado andalusí en Spania que se fue decantando a partir de entonces hacia los reinos cristianos del norte. Desde ese momento las riquezas dejaron de circular de norte a sur para tomar la dirección contraria, como lo demostraría que por primera vez en siglos comenzaran a acuñarse monedas de oro en los estados cristianos: los mancusos que imitaban los dinares andalusíes — los primeros fueron acuñados por el condado de Barcelona. «Esta inyección de riquezas que tenían procedencias meridionales pronto se reflejó en iglesias y monasterios. El altar de oro de la catedral de Gerona recamado de piedras preciosas y labrado entre 1027 y 1038, las arquetas de marfil con inscripciones árabes que fueron destinadas en muchos lugares a guardar reliquias o, en fin, las preciosas telas de seda que pronto se generalizaron entre los más poderosos...».
Otra consecuencia de la fitna serán los primeros reinos de taifas que sucedieron al desaparecido Califato de Córdoba. Este no será un periodo pacífico, ya que los distintos reinos de taifas combatirán entre sí hasta la llegada a la península de los almorávides en 1085.
Reinos de Taifas
Las banderías o ṭawāʿif (singular tāʿifa) hacían referencia a los tres grupos étnicos presentes en al Ándalus tras la caída del califato de Córdoba: beréberes, eslavos y andaluces.- Beréberes: como las dinastías ḥammūdí de Córdoba, Málaga y Algeciras, los afṭasíes de Badajoz y los ziríes de Granada.
- Eslavos: como los gobernadores de Almería, Denia yBaleares (ninguno creó dinastías).
- Andaluces: como los ʿabbādíes de Sevilla, los Banū ḏī-l-Nūn de Toledo (bereberes arabizados) o los hūdíes de Zaragoza.
Este fue un periodo de gran esplendor cultural. Las cortes de al-Ándalus compitieron en los campos de las artes y las ciencias y actuaron como mecenas del conocimiento. Casi todos los soberanos eran poetas u hombres de letras notables: los emires de las taifas ya no querían imitar lo oriental, sino establecer un tipo de sociedad ideal inspirada por la Bagdad ʿabbāsí del siglo IX.
Tras la fitna
Entre las más de veinte taifas que surgieron tras la desintegración del califato, las más poderosas fueron las de Sevilla, Zaragoza, Granada, Badajoz, Toledo y Denia (que acabó asimilada por Zaragoza en 1076).Taifas | Años |
---|---|
Taifa de Sevilla | 1023-1091 |
Taifa de Zaragoza | 1018-1110 |
Taifa de Granada | 1023-1090 |
Taifa de Badajoz | 1013-1093 |
Taifa de Toledo | 1023-1085 |
Taifa de Denia | 1010-1076 |
La taifa de Zaragoza, cuando estalló la fitna, estaba gobernada por la dinastía hispanoárabe de los tuyubíes, y estos se declararon independientes. Pero al final fueron reemplazados por los señores de Lérida, los Banu Hud que llevarán a Zaragoza a un esplendor solo superado por Sevilla. En Zaragoza también. se encontraron poetas, músicos, filósofos y místicos y destacó su escuela de filósofos aristotélicos. Zaragoza amplió sus fronteras hacia el Mediterráneo, con la anexión de Tortosa, el vasallaje de Valenia y, finalmente, la conquista de la rica Taifa de Denia. Pero esta extensión la hizo vulnerable a los ataques del condado de Barcelona, el reino de Aragón y el reino de Castilla, por lo que acabó pagando parias a este último para garantizar su protección. A la llegada de los almorávides, su príncipe fue el único que reinó independiente hasta su muerte, momento en. el que será asimilada por los almorávides y conquistada por los cruzados.
En Granada, el clan beréber de los ziríes llegó a al-Andalus para formar parte del ejército de mercenarios de al-Mansur. Durante la fitna, el fundador apoyó el ascenso de los hammudíes, recibiendo la región de Elvira como feudo, pero cambiaron su emplazamiento a un lugar mejor defendible, naciendo así la ciudad de Granada. El pequeño reino se mantuvo fuerte y acabó conquistando la taifa de Almería y acabando con el gobierno hammudí de Málaga al anexionarse también esta, a pesar de las presiones sevillanas. A la llegada de los almorávides, se unieron a estos y combatieron a Alfonso VI de León en Sagrajas y Aledo. Finalmente l reino será entregado a los norteafricanos sin resistencia y los ziríes se autoexiliaron al Norte de África con todas. sus riquezas. Los soberanos de Granada siempre fueron despreciados por los poetas de al-Andalus, pues estos no sabían estimar la poesía como el resto de las cortes, atribuyéndolo a su origen beréber.
El extenso reino de Badajoz, sede de los beréberes aftasíes, se vio devastado por León y Sevilla, con la connivencia de Toledo, beneficiándose todos de ello y sumiéndolo en la pobreza. A pesar de eso, los príncipes de Badajoz fueron hombres cultos y amantes de la poesía, intentando mejorar la imagen de su reino con el patrocinio de poetas. A la llegada de los almorávides, los aftasíes intentaron mantener su reino con el apoyo leonés, pero fueron atacados sorpresivamente y sus miembros ejecutados. Los supervivientes se refugiaron en León para seguir luchando contra los almorávides y vengar a su dinastía.
La taifa de Toledo fue la más extensa de al-Ándalus y estuvo gobernada por los beréberes arabizados Banu Du-l-Nun, llegados a Spania con la introducción del islam durante el siglo VIII y que obtuvieron como feudo las tierras de Saltaveria. En el momento de la fitna, se hicieron con el poder en Toledo y sus miembros convirtieron la ciudad en un gran centro científico y arcano, constituyéndose la heredera de Córdoba en cuanto a astronomía, medicina, matemáticas y ciencias arcanas se trataba. En su momento de apogeo, extendió su dominio sobre Valencia y Córdoba. No obstante, mantuvo su independencia gracias a las parias que pagaba a León, y las injerencias del rey leonés acabaron precipitando la conquista por este del reino cuando la dinastía entró en declive, exiliándose sus últimos miembros a Valencia. La entrada de Alfonso VI en Toledo en 1085 señala el fin del periodo de las taifas, al ser la primera en caer bajo dominio cristiano.
Los almorávides y los reinos de taifas
Mientras en al-Ándalus se vivía una época de gran inestabilidad política durante la fitna, en la cuenca del Senegal comenzaba a brotar el germen de un poderoso imperio. Formada por monjes guerreros beréberes, la secta fundamentalista de los almorávides conquistó el desierto hasta llegar a Marrakech, donde estableció su capital y desde donde escuchó las peticiones de los reyes de taifas de al-Ándalus para librarse de la presión creciente de los reinos cristianos. En 1078, Al-Muʿtamid, el rey poeta de la taifa de Sevilla, escribió al emir almorávide Yūsuf ibn Tāšufīn para que acudiera en su ayuda y cruzara el estrecho, pero el almorávide no mostró ningún interés y desestimó su petición. En 1081 también le escribió Al-Mutawakkil de Badajoz, con el mismo resultado. La misma respuesta obtuvo el malagueño Tamīn ibn Būluggīn cuando un año después solicitó su ayuda para que le auxiliara contra su hermano, el último rey zirí de Granada, ʿAbd Allāh. Pero cuando Toledo también pidió ayuda a Yūsuf, los almorávides comenzaron a valorar la situación de al-Ándalus. Ante la necesidad de unidad frente a la fragmentación de las taifas, y como única forma eficaz de resistir el expansionismo de los reinos cristianos, en al-Ándalus comenzó a crecer un sentimiento favorable hacia los almorávides. Finalmente, tras la conquista de Toledo por Alfonso VI de León en 1085, los reyes de taifas de Sevilla, Badajoz y Granada enviaron a sus embajadores a la corte almorávide de Marrākeš para pedir su ayuda en los siguientes términos:- el ejército almorávide podía cruzar el estrecho para luchar junto con los andalusíes contra las fuerzas cristianas;
- durante su estancia en al-Ándalus, los almorávides se comprometían a respetar a los reyes de taifas y sus reinos;
- el rey de Sevilla ponía a disposición de los almorávides la ciudad de Algeciras para el desembargo y acantonamiento de sus tropas.
En 1088, los reyes de Valencia, Murcia, Baeza y Lorca volvieron a pedir la ayuda del emir almorávide, que regresó ese mismo año para conquistar Aledo. Pero la campaña no tuvo éxito y pronto regresaron a Marrākeš. Tras su marcha, los reyes de taifas volvieron a pactar con Alfonso VI, pues seguían en desventaja frente a él. Así, cuando Yūsuf tuvo la noticia de estos sucesos, ante la ausencia de moral y desunión de los monarcas de al-Ándalus (y como pretexto para hacerse con las grandes riquezas que poseían), decidió tomar el control y las posesiones de los reinos de taifas.
En 1090, Yūsuf entró por tercera vez en Iberia y consiguió que las resentidas milicias de los reinos de taifas se unieran a él; una a una, las guarniciones de las fortalezas que defendían las tierras de al-Ándalus le juraron lealtad, dejando desprotegidas las capitales de los reinos. Los almorávides conquistaron Granada y Málaga sin esfuerzo y desterraron a sus reyes al norte de África. El emir almorávide se marchó entonces a Marrākeš y dejó a su primo Sīr ibn Abī Bakr la tarea de doblegar al resto de taifas. Al año siguiente cayó la ciudad de Córdoba y la esplendorosa taifa de Sevilla. Ante el avance imparable de los almorávides, el rey de Badajoz, Al-Mutawakkil, escribió a Alfonso VI para pedirle ayuda. Como respuesta, Sīr ibn Abī Bakr invadió su reino, asesinó al sultán y se hizo con el poder de la capital. Los almorávides no consiguieron tomar las taifas de Levante por el bloqueo del Cid en Valencia. Aunque intentaron tomar la ciudad en varias ocasiones, sus ejércitos siempre fueron derrotados por las fuerzas del Campeador. Junto a Zaragoza, con la que los almorávides llegaron a un acuerdo, fueron las únicas ciudades que no cayeron con la tercera visita de los almorávides a la Península.
El destierro de los príncipes de los reinos de taifas supuso un duro revés para los poetas de al-Ándalus, que no encontraron en la corte almorávide un público en sintonía con su arte. Con su marcha perdieron la protección y el patrocinio de señores cultos y la oportunidad de incorporarse a la administración del Estado. Así, se vieron obligados a vivir de forma precaria, pues debían compaginar su profesión poética con algún oficio como el de copista, herrero o incluso carnicero, o vivir de forma ambulante en busca de algún mecenas, lo que no siempre era posible.
Los reinos cristianos durante las taifas
Durante este periodo se convocaron las primeras cruzadas contra los reinos musulmanes, se creó la primera orden militar de Europa y se produjo el último ataque vikingo contra Galicia, rechazado gracias a la restauración de siete torres defensivas conocidas como Castellum Honesti o Torres del Oeste. Los reinos de taifas también fueron testigos del nacimiento de Rodrigo Díaz (el Cid) y la popularización de las peregrinaciones de los nobles a Tierra Santa.En cuanto a la Iglesia, en este tiempo se introdujo la reforma gregoriana (que dio origen al concepto de reconquista) y en Castilla se reemplazó el rito mozárabe por el romano, lo que unió Hispania a la Santa Sede. Los habitantes de Spania vivieron la prohibición de la bigamia y el matrimonio con la esposa del hermano y los clérigos se vieron obligados a no usar las armas y abandonar a sus mujeres. En esta época comenzó la construcción de la catedral de Compostela y el papa excomulgó al obispo de Iria Flavia por haber proclamado su diócesis como sede apostólica sin su permiso.
Durante las taifas en al-Ándalus (1031-1086) existieron los siguientes reinos cristianos:
Reinos | Años |
---|---|
El Reino de Pamplona | 1031-1086 |
El Reino de León | 1031-1086 |
El Reino de Galicia | 1031-1071 |
El Reino de Aragón | 1035-1086 |
El Reino de Castilla | 1065-1086 |
El Condado de Barcelona | 1031-1086 |
Mientras tanto, el condado de Barcelona inició su política de expansión más allá de los Pirineos.
Tú eres, oh Spania, sagrada madre siempre feliz de príncipes y de pueblos, la más hermosa de cuantas tierras se extienden desde el occidente hasta la India. Tú, por derecho, eres ahora la reina de todas las provincias, de quien reciben prestadas sus luces no solo el ocaso, sino también el oriente. Tú eres el honor y ornato del orbe, la más ilustre porción de la tierra donde grandemente se goza y florece la gloriosa fecundidad de la nación goda.SAN ISIDORO DE HISPALIS
De laude Spaniae
El país de Spania
Perdida España tras la caída del reino visigodo a manos de los invasores sarracenos, y tras siglos de unificación heredada de los romanos, la idea de un país peninsular que engloba a todas sus naciones como variantes locales de una misma raza, no es tan descabellada. Si bien hay que verla no con los ojos de nuestra época sino con los de la gente del Medievo. Conceptos abstractos sofisticados realmente solo con compartidos por las élites, especialmente las que ostentan el monopolio cultural: la Iglesia; pero también el nacionalismo actual se justifica en valores acuñados por las élites intelectuales e impartidos en sus escuelas. Las naciones-estado son conceptos modernos que se están fraguando en la Edad Media, pero que aún no podemos afirmar que existan. El campesino siente su comarca como su país, mientras que el noble -que conoce al rey- puede ver al soberano de todo el reino como el unificador de su país, y los clérigos pueden tener aún una visión más amplia o universal.El concepto de Spania en nuestra época tiene una doble proyección. La interna y la externa.
- Desde dentro, se percibe como un reino pasado, perdido tras la llegada de los moros, tras los que una serie de reinos luchan entre sí tanto por la supervivencia como la supremacía, legitimándose esta última en una herencia del viejo imperio visigodo hispánico, tan solo recordada por eruditos y clérigos.
- Desde fuera, es más una simplificación geográfica, unas tierras lejanas en el confín occidental de la Cristiandad cuyos detalles y particularidades internas poco interesan, denominándose spaniol a todo lo que proviene de la península.
A lo largo de los últimos tres siglos hemos asistido a varias coronaciones "imperiales" de monarcas hispánicos atribuyéndose la herencia de la Spania de los godos y coronándose o proclamándose rey o emperador de toda esta, siendo como tales aceptados por los demás príncipes peninsulares, independientemente de su filiación e incluso credo. Pero también es cierto que estas tentativas han sido tan fugaces como los propios reinados y, al acabar estos, se ha visto como su precario imperio se dividía entre herederos y su proyecto unificador se aparcaba para el siguiente monarca con suficiente poder como para intentarlo.
Es por lo tanto, la existencia de Spania como país tan sólida o discutible como lo es en el siglo XX, pero por razones diferentes, y desde luego requiere retirarse el visor de nacionalismos centrífugos o centrípetos contemporáneos, porque la Edad Media es otra época, y el propio concepto de país y nación es vivido de una manera muy distinta por sus gentes.
Spania, Iberia o al-Andalus
Las tierras del confín occidental del mundo conocido o Finis Terrae han sido denominadas de diversas maneras si bien en nuestra época son tres los nombres que prevalecen:- Spania, derivado de Hispania, como los romanos denominaron fundamentalmente este territorio, convertida en diócesis de su imperio. Es ampliamente utilizado, tanto aquende como allende de los Pirineos por aquellos con formación suficiente como para entender la geografía más allá de su comarca, al igual como spaniol, a gentes y bienes provenientes de la vieja Hispania. Clérigos y eruditos, pero también viajeros, peregrinos y comerciantes conocen este término y lo emplean para englobar las tierras más occidentales de Europa.
- Iberia, es el mismo nombre empleado por los griegos. Prácticamente en desuso por los mundanos en este momento, es sin embargo la denominación hermética del Finis Terrae, en su búsqueda de alternativas arcanas a las denominaciones mundanas.
- Al-Andalus es el término con el que los árabes denominaron la Hispania, que si bien también conocían y empleaban este término (Ispaniyya), en su afán por reordenar el mundo desde sus propias referencias, acabarán prefiriendo el de Yazirat al-Andalus (la isla del Atlántico) pues eso es lo que pensaban que era Hispania, la gran isla occidental que separaba el Mediterráneo del Atlántico. No obstante, dado que el poder musulmán hispánico va a fluctuar decrecientemente, este término lleva consigo la connotación del territorio bajo su mandato y andalusí como el gentilicio de la cultura desarrollada por los musulmanes en tierras hispanas.
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