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La Fitna

Disbandment

1009AD
1031AD
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La Fitna es el período de inestabilidad y guerra civil que vive Al-Ándalus entre 1009 y 1031 y que supondrá el colapso del Califato de Córdoba y la aparición de los primeros reinos de taifas.
Durante este periodo fueron proclamados seis califas omeyas (O) y tres hammudíes (H), con diversas restauraciones (R) e interregnos.

Califa Reinado
Muhammad II al-Mahdi 1009
Sulaimán al-Mustaín 1009-1010
Muhammad II (R) 1010
Hisham II (R) 1010-1013
Sulaimán al-Mustaín 1013-1016
Ali ibn Hamud al-Nasir (H) 1016-1018
Abd al-Rahmán IV 1018
Al-Qasim al-Mamun (H) 1018-1021
Yahya al-Muhtal (H) 1021-1023
Al-Qasim al-Mamun (H) 1023
Abd al-Rahmán V 1023-1024
Muhammad III 1024-1025
Yahya al-Muhtal (H) 1025-1026
(interregno) 1026-1027
Hisham III 1027-1031


El nombre de fitna se lo dieron los cronistas árabes. En lengua árabe fitna, que se suele traducir como «guerra civil», «expresa la idea de prueba infligida por Dios a los pecadores, una tentación provocada por circunstancias externas ante las que la fe de los musulmanes puede sucumbir en una situación de profunda división dentro de la comunidad de los Creyentes».   Aunque hubo otros periodos de conflicto y desunión durante la historia de al-Ándalus, se conoce como a la fitna, a secas, a la gran fitna, la época de inestabilidad política y social que puso fin al estado omeya, que se desplomó desde su mismo cenit en cuestión de pocas décadas.
En los primeros años de la fitna se produjeron varias proclamaciones de califas en varios rincones del territorio andalusí:

  • Seis califas de la dinastía omeya, entre 1009-1031
  • Tres califas de la dinastía hammudí, entre 1016-1027
A la muerte de Al-Manṣūr, sus poderes recayeron sobre su bien capacitado primogénito, Abd al-Malik al-Muzaffar, pero este falleció tras un breve gobierno de siete años, y estos fueron a caer sobre los hombros de su segundo hijo de mayor edad, Abd al-Rahman a quien el pueblo llamaba Sanŷul ("Sanchuelo", diminutivo del nombre de su abuelo materno, Sancho Garcés II Abarca, rey de Navarra).
Sanŷul bebía alcohol en público y vivía entregado al pecado. Su necedad le hizo desestimar el consejo de su padre y, con la venia de Hišām II (que no tenía descendencia), se anunció públicamente como su heredero. Los Banū Omeya no lo toleraron. Muḥammad al-Mahdī se sublevó con su ejército y, seguido por el pueblo, ocultó a Hišām y mató y crucificó a Sanŷul. En su victoria se proclamó califa durante un corto periodo de tiempo. Cuando los jefes de las provincias se enteraron, cada uno se sublevó contra el poder central, dando paso al final del califato y a un largo periodo de guerra civil conocido como la fitna. Los enormes ejércitos mercenarios de beréberes reclutados por Al-Manṣūr, al faltarles la paga y no haberse integrado en un tejido social que les aborrecía, se convirtieron en una fuerza que arrasó al-Ándalus, sumiendo el imperio en el más absoluto caos. En 1013, los beréberes, que en tiempos habían atacado a los reinos cristianos, asediaron y saquearon la ciudad de Córdoba. En poco tiempo, las ciudades palatinas y administrativas de Madīnat al-Zahrāʾ y Madīnat al-Zaḥirāʾ fueron quemadas y saqueadas de forma reiterada por la plebe, y finalmente expoliadas y abandonadas. Durante las revueltas, casi todos los omeyas se marcharon al oriente andalusí.
El califa Hišām II fue liberado por el bisnieto de ʿAbd al-Raḥmān III, el ḥammūdī Sulaymān al-Mustaʿīn, tras enfrentarse a los ejércitos de Al-Mahdī. Sin embargo, en lugar de devolverle el trono, se proclamó él mismo califa. En medio del caos surgieron dos partidos opuestos, los ḥammūdīes de Málaga y Algeciras, y los partidarios de Hišām, liderados por los ʿabbādíes de Sevilla. Para entonces, Hišām había sido asesinado, por lo que para seguir ostentando el poder los sevillanos utilizaron un sosias, hecho que fue criticado por el poeta Ibn Hazm en sus escritos.
Durante la fitna se autoproclamaron más de diez califas, la ciudad de Córdoba fue asediada y saqueada numerosas veces (para hacer frente a la hambruna se subastó públicamente lo que quedaba de la biblioteca de Al-Ḥakam II) y, finalmente, se convirtió en la capital de un reino taifa, testigo del último aliento de la dinastía fundada casi 300 años atrás por el Sacre de Qurayš, ʿAbd al-Raḥmān I.

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