El Gremio

La organización conocida simplemente como el Gremio acoge en su seno a rateros, usureros, asesinos, matones, estafadores, saqueadores de tumbas, ladrones de viviendas, y cualquier otro tipo de delincuente de la ciudad. El Gremio opera bajo las mismas narices de la Guardia y el Puño Ardiente, cometiendo hábilmente y en silencio sus actividades ilícitas. Cada barrio de la ciudad está bajo el control de uno o más capos: jefes del crimen que responden ante la dirección del Gremio. Estos capos se caracterizan como criminales de élite, adoptando a menudo apodos pegadizos y vestimentas singularmente ostentosas. Docenas de delincuentes trabajan a las órdenes de cada jefe y los miembros más competentes van ascendiendo a posiciones más privilegiadas. Algunos capos se mantienen estrictamente en las sombras, pero otros operan más abiertamente. En la Ciudad Exterior es habitual que sus residentes conozcan al jefe local. Un capo puede recibir solicitudes de ayuda como préstamos u ocuparse de delitos no autorizados. Un jefe registra estos favores y deudas, invocándolos cuando le conviene. Existen rivalidades entre los capos, y sus fronteras territoriales cambian constantemente. Mientras estas disputas no perturben los negocios del Gremio ni llamen la atención de las autoridades, nadie interfiere. Las operaciones del Gremio en la Ciudad Exterior se centran en el contrabando y los juegos de azar, aunque también se producen algunos delitos violentos y robos. Como el Puño Ardiente rara vez llega a este distrito, el Gremio ha trabajado impunemente durante mucho tiempo. La Baja Ciudad es el corazón de las operaciones del Gremio. Aquí los lugareños tienen suficiente dinero como para que los robos y los "planes de protección" valgan la pena, y el Puño Ardiente está demasiado repartido para abordar cada caso de delitos menores. El Gremio también abarca numerosas empresas comerciales como casas de apuestas, epleas de animales, carreras y torneos de lucha. En la Alta Ciudad el Gremio se dedica al robo, la extorsión, el chantaje y los timos. Los patricios podrían incluso contratar miembros del Gremio para obtener información de sus rivales, involucrándolo así en la política de la Alta Ciudad. Solo los criminales más hábiles se atreven a robar en mansiones patricias, pero los miembrosd e menor rango de la operación a menudo trabajan como rateros o intentan estafar a los residentes del distrito. La Guardia vigila celosamente las actividades del Gremio y va a por cualquiera que amenace la paz. Sin embargo, todos los meses los capos hacen su pago a la Guardia para que sus oficiales miren para otro lado y eligen una nueva contraseña: los miembros del Gremio atrapados por los guardias pronuncian dicha contraseña para evitar el arresto. Los capos rivales o delincuentes no afiliados pagan bien por la contraseña del mes.