Nacidos de la incertidumbre de vivir en un mundo cuyos peligros eran invisibles a sus ojos, los cegadores son cultivadores que toman por oficio el controlar las poblaciones de yokai y espíritus malignos que llegan al Ashihara. Con el tiempo, el crecimiento en su número dio lugar a la fundación de una compleja organización que controla y regula la actividad de los cegadores de Lu Yan.
El papel de un cegador consta de varias partes: proteger civiles y sus establecimientos de ataques; investigar a cerca de la naturaleza de los seres sobrenaturales y prever su aparición; bendecir y hacer mantención a lugares que sean centros de energía importantes, como templos o prisiones; purificar demonios y objetos malditos; mediar entre seres sobrenaturales y civiles, etc.
Para apañárselas de mejor manera a la hora de enfrentarse a los retos que el mundo les ofrecía, crearon numerosos clanes, organizaciones sumamente prestigiosas y hermeticas, más pequeñas que la comunidad completa, lideradas por una familia principal cuya sangre los conectaría directamente a sus deidades y muchas veces también a sus fundadores. Con sus reglamentos internos y estructuras sociales propias son organismos independientes de la sociedad civil, por lo que operan sin su influencia.
En su interior se cría, educa y entrena a los niños que servirán como las futuras generaciones que harán frente a los monstruos del Isekai. Muchos de ellos ahora con la oportunidad de nacer con la sangre bendecida de aquellos que portan el linaje puro de la familia principal, un empujón conveniente y necesario para desarrollar las habilidades necesarias para luchar. Las casas de cegadores siempre fueron muy celosas con sus conocimientos y exigentes con sus alumnos, la educación tanto física como de materias como las matemáticas, filosofía, ciencia y lenguaje eran impartidas de forma obligatoria a sus discípulos, los cuales debían obedecer a estrictas normas y soportar intensos entrenamientos y largos periodos de meditación.
La ubicación geopolítica de cada clan les dio el espacio para desarrollar culturas y métodos de trabajo diversos que crearon ramas y ramas en un árbol sumamente prolifero que no dejaba de crecer. Si bien sus diferencias a veces son fuente de conflictos, también son el origen de una rica diversidad y versatilidad que les ayuda a combatir los problemas específicos en las situaciones puntuales que enfrenta cada región. Su presencia es un símbolo de protección a los civiles, quienes influencian y son influenciados por las tradiciones y ritos respectivos de cada clan.
Para mantener la paz entre los clanes y mediar las situaciones que involucren el accionar de toda la organización se creó: el consejo de clanes. Una vez cada cierto tiempo representantes de todos los clanes se reúnen a intercambiar información importante, hacer anuncios, hablar sus diferencias, tomar decisiones cruciales, entre otras varias cosas.
Contacto
Para mantener frecuente la red de comunicación con sus espíritus patrones, quienes protegen y nutren a su clan, los cegadores de los clanes desarrollaron una manera de contacto donde, a través de la meditación, se les permitía acceder al palacio espiritual de su deidad. Una especie de dimensión de bolsillo creada al gusto de su dueño en donde los patrones reciben a sus visitas e intercambian información valiosa o sirven de guía a sus discípulos en momentos de confusión.
Hacer un contacto exitoso es un evento importante para los cegadores, pues debido a su dificultad solo podrán lograrlo una vez sus habilidades y manejo del Tao les permitan mantener una conexión lo suficientemente fuerte para ingresar a un palacio. Esto requiere entrenar mucho la concentración, el manejo y el Dantian.
Una deidad puede decidir contactar por sí misma a un cegador cuando le parezca necesario o le plazca, muchas veces con el fin de comunicar algo importante, pues esto no suele ocurrir tan frecuentemente. Un cegador no muy bien entrenado que sea llevado a un palacio sufrirá de mucho agotamiento.