Sesión 16: Polizones
En la oficina principal de la base, un gran semi-orco azota a una irreconocible mujer, mientras Harisa e Iga son llevadas ante su presencia. Harisa observa que el alcaide disfruta la tortura, además de darse cuenta que tiene documentos de todos sus aliados menos de Öz Lander y el resto de los harpers.
El semi-orco se presenta como Borragheron y cuestiona la historia sobre como fue capturada, pero Harisa logra engañarlo, consiquiendo, en cambio, información de cómo los Zhentarim están informados sobre el orbe de luz y sobre su party gracias a espías profundamente infiltrados en Faesys. Además habla sobre el replicante, quien destruyó a los Harpers, trajo a Malik de vuelta a la vida y acabó con los Zhentarim traidores también, explicándole a Harisa como este sujeto siempre va y viene, y tiene acceso libre entre las paredes y pasajes secretos de las instalaciones de los Zhentarims. Una vez más, Harisa se hace la desentendida, y, satisfecho con su interrogatorio, Borragheron ordena que las tieflings sean trasladadas a su celda en los calabozos, justo en el momento que la ranger logra identificar a la torturada humana como su amiga Carra, la encargada de dar a Pyrex un cuerpo de zorro metálico.
Desde la oscuridad de la bodega, la voz rasposa de un incógnito proviene del entretecho y pregunta sobre Öz Lander. Parece conversar con otros dos individuos, mientras caminan en las sombras alrededor de Salamandra, quien es interpelado con la misma pregunta. En su disfraz, Oz mantiene las apariencias y poco a poco descubre que su interlocutor es Cela. Su estado mental es inestable, mientras explica que ha matado a Öz Lander una y otra vez, pero su imagen le traía tantos malos recuerdos, que ahora opta por solo transformar a ratas, con quienes conversa como si fueran humanos a pesar de su inhabilidad de comunicarse. Cela se ve atormentado por fantasmas del pasado, y está trastornado por descubrir quién está ayudando a Solasta, instigando en multiples ocasiones al bardo disfrazado para que le dé una respuesta, pero éste logra despistarlo. Cela, en su locura, confía y festeja las respuestas de Salamandra y le dice que se retire de la bodega de inmediato, amenazándolo de muerte junto a Harisa y todos los tieflings si no cumple.
En la nave, Wrenn inspecciona el cuerpo de Ons Jabeur, donde encuentra documentos sobre el protocolo de acceso a la prisión que hablan de una silla que reacciona a los tieflings ya sea desapareciéndolos, ignorándolos, matándolos o seleccionándolos, además de una carta de la mismísima Bafir XXVIII. La reina de Tilverton está en la nave de incógnito, junto a sus guardias reales y su guardaespalda.
Haciendo uso del alma capturada de Colmillo de Oro, la party obtiene algunas respuestas que usan para planear sus siguientes pasos: Impersonar a Ons y sus ayudantes y engañar a Bafir para que descienda de la nave con la intención de controlar la insurreción de Harisa y los tieflings.
Con Esi, disfrazada como una violenta Ons, Wrenn como la bruta Colmillo y Yardis como la aarakocra Iaaack, la party se abre paso hasta la pieza bajo borda de Lady Bafir.
De vuelta en tierra, Harisa avanza por una prisión llena de tieflings de todos los tipos y edades que la reconocen y repudian, a pesar de la presencia de Iga junto a ella. Harisa intenta distribuir mágicamente el mensaje de revolución entre las celdas, pero su reputación como la traidora la precede a cada paso que da. Desesperada, la tiefling enfrenta a su duro público justo antes de ser arrojada dentro de la celda de alta contención, y subiéndose a un cajón de tomates, a la usanza del maestro Enki, les grita e implora a los otros tieflings que confien en ella para buscar su salvación. El grito resuena por toda la prisión y en el corazón de sus cautivos, quienes se lanzan a la batalla contra los carceleros.
Por su lado, Oz recorre la carcel siguiendo los pasos de su amiga, y planta bombas en lugares clave para dar el inminente golpe, interviniendo de antemano la nave de persecusión de los Zhentarim y las puertas que separan a los tieflings de la armería.
En la pieza de Lady Bafir, la party se sorprende de ver que su guardia está comprendida por muchos sujetos vestidos con armaduras y tecnología claramente de Eberron. La reina pregunta que está pasando en la parte superior y por qué Ons le había dicho que se resguarde, y Esi debe improvisar una rápida respuesta para calmarla. Lamentablemente Bafir no está completamente convencida y le pide a su guardaespaldas que revise. Es en ese momento que uno de los encapuchados se abre paso ante la party y se quita su máscara. Yardis de inmediato reconoce a su hermano perdido, Pot, y le advierte a la party que tiene bajo nivel cognitivo y es un pirómano. El muchacho los intenta amedrentar y pregunta si saben sobre el paradero de un mago a quien parece odiar, pero Esi una vez más logra apaciguarlo y hacer que, parcialmente, confíe en ellos. Pot decide que va a acompañarlos a inspeccionar la borda, y advertir a su reina si hay algo fuera de lugar o, por el contrario, si ella y su guardia pueden simplemente descender para deleitarse con la captura de Harisa y su intento de rebelión.
Una vez más en la base Zhentarim, la revolución se aviva cuando las bombas del bardo detonan. Los tieflings batallan por su libertad y fácilmente se sobreponen a los inmensos, aunque menos numerosos, guardias de la prisión. Harisa convertida en un caballo de fuego, junto a Oz Lander dejan el liderazgo a Iga y retroceden sobre sus pasos para buscar a Carra a quien encuentran aun asegurada en el potro de tortura. Harisa la libera, preocupada por la hija de su amiga, y está le responde que Paz fue secuestrada por los Zhentarim quienes la sentaron en un misterioso asiento donde desapareció. La tiefling levanta a su amiga y le asegura que encontrarán a la pequeña mientras se dirigen hasta el lugar.
Una gran silla de piedra con inscripciones irreconocibles los espera al fondo de un pasillo, pero, a pesar que no logran recabar mayor información del artefacto, Harisa decide sentarse en él y desaparece del lugar sin dejar ningún rastro.
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