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Sesión 29: Barba Rosa

La party mira confundida a Oz mientras Wrenn se distrae con un mensaje telepático que llega a su mente. Barba Rosa, desesperado, le pide que se teleporte a ayudarlo, que está en peligro. El dragonborn le pide más información de su paradero, de la situación, mientras el arpa de Oz reproduce la detallada descripción de Sol del lugar, unas minas en el Shining Sea, en el sur de Faerun.   Sin entender qué está pasando, aun con la desconfianza de Wrenn por el trato de Barba Rosa con los Zhentarims y con la sospecha de Oz sobre una trampa de Cela, el dragonborn da a Yardis una descripción física de su aliado que permite al mago espiarlo mentalmente. El pirata corre por su barco, sólo, haciendose cargo de todo, mientras balas de cañon vuelan alrededor suyo. Sin más tiempo que perder, la party se teletransporta al lugar descrito por Solasta.   Un cañonazo los recibe cuando aparecen sobre unas ruinas en un islote. Están en el medio de un asedio y ven como un gran barco con una bandera rosada de pirata gira alrededor de las ruinas, encadenado a la base, mientras una docena de barcos de la flota de 100 lenguas le dan caza. Rodeados de seres anfibios y reptiles pertenecientes a las tropas enemigas, la party se prepara para la batalla.   Poniendo en práctica el entrenamiento sobre la nave de los tieflings, Harisa toma la delantera transformándose en un gran felino salvaje y se dirige a bloquear el progreso del grupo de bandidos de la derecha. Oz lanza un hechizo que hipnotiza al grupo de la izquierda y da el pase a Yardis para que haga su parte ralentizando al grupo del otro lado. Wrenn carga de inmediato contra la vanguardia enemiga y Esi emprende velozmente el vuelo, dándole movilidad al dragonborn y al bardo también.   Los bandidos no pierden tiempo en lanzar ballestazos hacia la hechicera desde la distancia y de dar grandes saltos para cubrir las largas distancias y atacar al grupo en tierra. Desde los extremos del islote, cañonazos vuelan hacia el Teahouse de Barba Rosa y Wrenn determina que tienen el tiempo contado antes de que el daño al barco sea fatal; su antiguo capitán da claras señales de humo rojo pidiendo refuerzos.   Desde el cielo, es el momento de Esi de cobrar venganza cuando la hechicera extiende sus manos y lanza dos hechizos simultáneos que congelan a los kobolds operadores de las ballestas. Wrenn también usa su conocimiento de estas criaturas y crea un gran fuego azul sobre los anfibios en la vanguardia, que intimida adicionalmete a los kobolds, quienes, aterrados, saltan al mar. Harisa sigue protegiendo el frente, mientras pelea con un resistente jefe con cara de cocodrilo, permitiéndole a Oz escabullirse entre sus secuaces y sorprenderlos con una onda musical que se extiende como una línea y los electrocuta una tras de otro. Yardis por su parte, ve la oportunidad controlar las hordas que vienen subiendo por los pilares del ruinoso puente. Los anfibios saltan, aferrándose a piedras y palos, pero todo se escurre bajo ellos mientras la piedra se transforma mágicamente en barro. La party siente como las ruinas se sacuden y el puente baila bajo sus pies, comprometido estructuralmente, y se apresuran a terminar la pelea para salir del lugar, pero los bandidos tienen a un aliado más en reserva.   Desde un costado, una enorme jaiba bestial con arnés de guerra, emerge tras el llamado de los jefes reptiles. La criatura captura a Harisa mientras el puente se sacude y empieza a desprender bajo sus pies. Esi, Wrenn y Yardis intentan eliminarla pero la bestia resiste a pesar de los múltiples ataques, así que Oz toma la iniciativa de acercase y abrir una puerta dimensional para sacar a la tiefling de ahí. Yardis se cuelga de Wrenn y emprenden vuelo hacia el barco de Barba Rosa, seguidos de Esi y Oz que transportan al enorme gato Harisa mientras las ruinas colapsan llevándose consigo al resto de los bandidos y al armazón que encadenaba al Teahouse.   Las balas de cañon siguen volando por los aires, mientras una gran y pesada cadena ralentiza el escape del Teahouse, permitiendo a Wrenn con Yardis alcanzarlo. El dragonborn sigue desconfiado hacia Barba Rosa y le pide a Yardis que investigue la proa, pero cuando se dispone a depositarlo, el capitán del Teahouse lo intercepta con un salto que los desploma a ambos en el suelo. Con un florete apuntando a su garganta, Barba Rosa increpa a Wrenn por no llegar antes a ayudarlo y Yardis observa confundido al esbelto capitán y la extraña dinámica entre ambos. Wrenn le exige que compruebe su identidad y le hace preguntas que sólo él podría responder, que Barba Rosa responde más y más hastiado, hasta que se enoja y le ordena al dragonborn y a Yardis que corran a hacerse cargo de las velas y los cañones. Entre gritos y órdenes, el resto de la party llega al barco y se ve envuelta también en el caos que implica ser tripulante de Barba Rosa.   Atascado con las cuerdas de las velas, Wrenn intenta guiar a Harisa y Esi para que lo releven, mientras se dirige junto a Oz bajo cubierta para liberar la gran cadena aun atascada en el costado y se encuentran con Yardis intentando operar los cañones. Se hace rápidamente evidente que ni el bardo ni el mago tienen entrenamiento ni habilidades para las labores de fuerza de un barco, y Wrenn, aun con los constantes gritos de Barba Rosa atormentándolo, se hace cargo de soltar la cadena del armazón. Por su parte, Esi y Harisa tienen la misma suerte que sus inexpertos compañeros y no saben cómo operar los mástiles ni las velas, incrementando aun más el fastidio del capitán. Haciendo lo que sí saben hacer, Harisa salta al agua mientras se transforma en una orca que empuja al barco para ayudarlo a virar, mientras Esi dispara un rayo desintegrador a los barcos distantes para dejarlos fuera de batalla. Desde abajo, Yardis y Oz observan como lentamente el barco comienza a girar, en preparación al enfrentamiento. Wrenn, aun asediado por los gritos de Barba Rosa, sube a cubierta una vez más e iza las velas dándole finalmente control sobre la dirección del barco.   Desde abajo, los cañones se activan y uno de los barcos enemigos es bombardeado. Desde arriba, Esi lanza más rayos desintegradores, ganándose más que la admiración del capitán y Harisa recobra su forma de tiefling para asediar a los barcos que se acercan con flechas explosivas. Wrenn corre una vez más bajo cubierta y se instala en los cañones junto a Oz y Yardis. Poco a poco, los barcos enemigos van bajando en número, incendiándose y hundiéndose en la distancia, hasta que una última flecha de Harisa da por acabado el combate.   Con el humo aclarándose, el grupo se reune en la cubierta con Barba Rosa.   Wrenn le exige una vez más respuestas sobre lo que está pasando, su trato con los zhentarims, y la ausencia del resto de los tripulantes, pero Barba Rosa se toma mal tanta desconfianza e inquiere sobre los motivos de Wrenn y su equipo para venir en su ayuda. La mayoría del equipo está ahí en apoyo de Wrenn, aunque Barba Rosa parece distinguir una mayor desconfianza desde Oz, proveniente del asunto con Cela y su rechazo a los zhentarims, y pone al dragonborn en una posición donde le obliga a elegir. Wrenn apoya a Oz como familia, refiriéndose al capitán como un aliado.   Barba Rosa reacciona más emocionalmente de lo que cualquier hubiera esperado para un pirata y se niega a revelar sus planes y motivaciones a Wrenn, pero Esi interviene haciéndole ver que todo ha sido un problema de comunicación y que Wrenn les ha hablado mucho, y muy bien de él y su barco, como piratas que se rigen por otro código moral, distinto a robar y matar.   Algo persuadido por las palabras de la hechicera, el capitán revela parte de su plan: Con un chiflido, desde un barril, Owen Zeal, su mano derecha, sale de su escondite y se presenta, revelando que todo esto era una trampa ideada por ellos con un fin mayor.


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