Sesión 43: Ratas y más ratas
El grupo observa con angustia como la isla principal de Candlekeep comienza a cubrirse de llamas, mientras un tremor brota desde el subsuelo. Una masa de seres desnudos, cubiertos de mugre empieza a emerger como una marea desde la cueva y la party observa con horror como decenas de Oz Landeres y Pascalinnis se lanzan sobre un par de guardias y los despedazan y devoran; son ratas transformadas en persona.
Yardis toma la iniciativa y rápidamente controla las piedras para bloquear la alcantarilla y gran parte de la horda, mientras Wrenn se posiciona para conjurar su gran bola de fuego azul, pero para su sorpresa, su naturaleza de dragonborn se ve disminuida bajo los genes drow. Una bola de fuego rojizo envuelve un grupo de dobles y, de todas maneras, los carboniza por completo. Oz no parece afectado por sus dobles asalvajados y velozmente los atrapa en una línea de hielo, convirtiéndolos en grotescas estatuas congeladas, y finalmente Esi alza sus manos al cielo y un gigantesco orbe de relámpagos desciende sobre otro desafortunado grupo de ratas, electrocutándolas. Elminster se comunica con el gran archimago para que active la torre de protección, pero Sallomon se niega a asistir si la zona no está asegurada. Urgentemente, Elminster se separa para ir a preparar la torre mientras deja a la party limpiando la masa de dobles que atacan con explociones energía de Eldritch una y otra vez.
Las ratas han logrado avanzar y desesperadamente se abalanzan sobre Wrenn tratando de morderlo a través de la impenetrable armadura, mientras la cueva tiembla y se sacude desde el interior. Algunos magos de seguridad llegan corriendo desde el interior del palacio y observan el caos sin reaccionar, mientras Yardis se zampa una poción de fulgor y conjura desde el suelo un pozo de lava que engulle a unas cuantas ratas más. Wrenn distingue como 4 de los magos empiezan a invocar un poder a espaldas de sus otros 2 compañeros y les grita una advertencia mientras lanza grandes estocadas a los dobles que siguen intentando bajárselo. Oz también bebe su propio fulgor y regenera su energía para cargar su arpa con hilos de electricidad que se conectan y desembocan en un domo que electrocuta a otro grupo de ratas. Esi nuevamente invoca a la tormenta, pero esta vez los magos traidores ven como la nieve y el hielo comienzan a rodearlos. Uno a uno intentan defenderse pero fallan, hasta que el último por fin logra contrarrestarla. Aprovechando la distracción, la hechicera intenta lanzarle un segundo ataque, pero el hábil mago lo detiene como si apagara un fósforo. Los 2 magos leales se teleportan junto a la party e intentan atacar a sus ex-colegas, pero es evidente que están menos preparados y más cansados que ellos, cuando los 4 magos invocan grandes tormentas de hielo que golpean a la party.
Con un estruendo, los dobles destruyen la roca de la cueva y emergen con uñas y dientes ensangrentados y rotos, para lanzarse contra el grupo, mientras que, desde la torre de protección, se escucha como Elminster entabla su propia batalla mágica. Tragándose otra botella de fulgor, Yardis toma su báculo y desaparece frente a los ojos de sus compañeros, mientras un viento como un filo corta a los magos enemigos. El mago reaparece a las espaldas de estos, justo en el momento que Wrenn conjura una bola de fuego en la entrada de la cueva, quemando una gran masa de dobles que se amontonan, pero incapaz de destruir la estructura pra bloquearlos nuevamente. Uno de los magos acaba de emprender el vuelo y Oz apunta su arpa al cielo, conjurando rápidamente un círculo de magia que logra atraparlo junto a los otros 3 traidores y ataca directamente sus mentes e intelecto. Esi avanza esquivando los dobles y se alinea con un grupo de Pascalinnis, mientras sus manos empiezan a hervir, conjurando una franja de calor que rostiza a sus oponentes. Los magos, desesperados, lanzan fuertes ataques contra la party y logran matar a uno de sus colegas y casi dejar inconsciente a Yardis. Una vez más, ignorando su maltrecho estado, el mago desaparece como el viento y acaba con la vida de 3 de sus hábiles atacantes. Wrenn lanza estocadas a su alrededor y ataca a cuanta rata se asoma, pero una vez más falla en su intento de bloquear la entrada con magia, por lo que Esi cubre sus espaldas y destruye con fuego mágico a cada doble que logra escapar de la gruta. Las ratas brotan y brotan del subsuelo y Oz guarda su arpa mientras corre entre el caos de la escena. Tomando un par de dinamitas de su arsenal, el bardo se agacha y prende las mechas en los restos de lava y las lanza gruta abajo en un último intento de bloquear la entrada. La cueva explota y se derrumba sobre los cientos de Ozes y Pascallinis que chillan mientras desaparecen entre el humo y bajo la roca. La party interroga al mago de guardia sobreviviente, pero la chica está en shock y no logra entender cómo pudo pasar todo. Wrenn y Yardis revisan los cadáveres de los traidores y descubre un disimulado corte, como de daga, bajo el brazo de cada uno, además de un mensaje en codigo zhentarim que Oz traduce, informando que la operacion se ha adelantado 12 horas. Analizando la tinta del papel, se dan cuenta que es reciente, de no más de 2 horas y calza con la visita de Oz y el grupo a Cela. Sallomon finalmente se presenta y activa la torre de protección. El torso gigante de una Mystra descabezada emerge desde el agua y sus brazos rodean la isla principal de candlekeep, mientras un hechizo se activa parando el tiempo en la ciudad. El dragón, los magos traidores y los dobles quedan detenidos en el tiempo, al igual que todos los civiles atrapados en la isla.
Sallomon regaña y humilla a Elminster muy duramente y lo sentencia a pena de muerte por su ineptitud para luego devolverse a la isla de las votaciones. Elminster está devastado y ninguno se explica cómo los infiltrados pudieron llegar a transformarse y reemplazar a los magos de guardia sin ser detectados; se sospecha que hay alguien interno a Candlekeep que los ayudó, pero nadie sabe quien podría ser, despertando sospechas hasta del archimago. El grupo junto con Elminster se teleporta de vuelta a la isla del círculo lunar, donde las votaciones aun no han empezado. El lugar es su propio campo de batalla y el grupo estudia a los asistentes tratando de determinar si alguno tuvo algo que ver, pero incluso los grupos de Dimaitro, Tarcas y Bafir susurran entre ellos preocupados. Yrianna por su parte, parece debatir consigo misma en su cabeza. Oz se acerca rápidamente a Akordia, y tras el cobijo de Nadalz y el resto del grupo, le da la mano intentando calmarla frente a la horrible masacre de sus dobles.
Recavando información, Wrenn averigua que Dimaitro acabó con gran parte de los enemigos y que su fuerza y habilidad van más alla de la de cualquier humano, además, Amani le informa que los ataques parecen haber sido dirigidos en particular hacia Zar, aunque sus guardaespaldas lograron protegerla sin problemas.
La party y la escolta real discuten quién podría ser el topo, y, a falta de mejores candidatos entre Oraldo y Berta, si Sallomon habrá hecho, efectivamente, algún trato inesperado con el replicante. Bajo el escrutinio de Katlin, Yardis les informa lo que averiguo con Yrianna y se dispone a reunirse con la sátir de nuevo, para intentar conseguir la última pieza de información. Con una última llamada a Donovan, que le dice que no sabe quién pudo ayudar en la infiltración, pero ofrece su nombre a cambio de la información, Yardis se reune con la sátir en las sombras del exterior del círculo. Yrianna está visiblemente preocupada y le confiesa al mago que cree que Cela la traicionó porque no le avisó del nuevo itinerario. El mago le pregunta sobre el topo y cuál es la última parte del plan del replicante, pero ella aun no confía en él. Pidiéndole algo para demostrar su alianza, Yardis le pregunta en cambio cuáles son sus planes con Elektra y la sátir responde que matarla tanto a ella como a Donovan. Considerando sus opciones, finalemente le muestra los restos del aro encantado de Elektra. "Qué es peor para una sátir, morir o vivir con el corazón roto?" Sin pensarlo, Yrianna responde que vivir y toma el objeto cuestionando las intenciones del mago. Yardis confiesa que a él le rompió el corazón que ella no lo entendiera y lo borrara de su mente, y que para él siempre será mejor que ella viva, aunque sea cargando el dolor, al igual que él. Dándole la clave para su venganza, la sátir le confiesa que ella también tiene a alguien, y ese alguien está en la ciudad de Candlekeep y fue quien ayudó a infiltrar a los enemigos: El dueño del bar. Ella le pide que lo busque, ya sea vivo o muerto y que si cumple, ella le revelará la información del resto del plan de Cela. Agradecido, Yardis le confirma que no pretende engañarla y que no es el momento para hacerse enemigos, sino aliados. Yrianna le suelta un último dato, Kataifi acaba de ser abducida por los hombres de Tarcas. Comunicando la información de inmediato, el grupo nota, efectivamente, la ausencia de la general de Targos y corre en la dirección que Yrianna había señalado. Esi conjura su poder de vuelo sobre el grupo y Wrenn, más rápido que los demás, avanza por los pasillos del palacio hasta llegar a un salón cerrado al que arremete con su escudo con todo el momentum de su vuelo. Kataifi está en el suelo malherida, mientras los hombres de Tarcas, maltratados también, dejan caer un hacha sobre su cuello. Wrenn y el grupo ven como el filo está a punto de terminar la vida de la orca cuando un flashazo aparece en la habitación y una flecha desvía con certeza el golpe. Harisa los observa con agudeza, mientras sostiene su arco en lo alto.
Con un estruendo, los dobles destruyen la roca de la cueva y emergen con uñas y dientes ensangrentados y rotos, para lanzarse contra el grupo, mientras que, desde la torre de protección, se escucha como Elminster entabla su propia batalla mágica. Tragándose otra botella de fulgor, Yardis toma su báculo y desaparece frente a los ojos de sus compañeros, mientras un viento como un filo corta a los magos enemigos. El mago reaparece a las espaldas de estos, justo en el momento que Wrenn conjura una bola de fuego en la entrada de la cueva, quemando una gran masa de dobles que se amontonan, pero incapaz de destruir la estructura pra bloquearlos nuevamente. Uno de los magos acaba de emprender el vuelo y Oz apunta su arpa al cielo, conjurando rápidamente un círculo de magia que logra atraparlo junto a los otros 3 traidores y ataca directamente sus mentes e intelecto. Esi avanza esquivando los dobles y se alinea con un grupo de Pascalinnis, mientras sus manos empiezan a hervir, conjurando una franja de calor que rostiza a sus oponentes. Los magos, desesperados, lanzan fuertes ataques contra la party y logran matar a uno de sus colegas y casi dejar inconsciente a Yardis. Una vez más, ignorando su maltrecho estado, el mago desaparece como el viento y acaba con la vida de 3 de sus hábiles atacantes. Wrenn lanza estocadas a su alrededor y ataca a cuanta rata se asoma, pero una vez más falla en su intento de bloquear la entrada con magia, por lo que Esi cubre sus espaldas y destruye con fuego mágico a cada doble que logra escapar de la gruta. Las ratas brotan y brotan del subsuelo y Oz guarda su arpa mientras corre entre el caos de la escena. Tomando un par de dinamitas de su arsenal, el bardo se agacha y prende las mechas en los restos de lava y las lanza gruta abajo en un último intento de bloquear la entrada. La cueva explota y se derrumba sobre los cientos de Ozes y Pascallinis que chillan mientras desaparecen entre el humo y bajo la roca. La party interroga al mago de guardia sobreviviente, pero la chica está en shock y no logra entender cómo pudo pasar todo. Wrenn y Yardis revisan los cadáveres de los traidores y descubre un disimulado corte, como de daga, bajo el brazo de cada uno, además de un mensaje en codigo zhentarim que Oz traduce, informando que la operacion se ha adelantado 12 horas. Analizando la tinta del papel, se dan cuenta que es reciente, de no más de 2 horas y calza con la visita de Oz y el grupo a Cela. Sallomon finalmente se presenta y activa la torre de protección. El torso gigante de una Mystra descabezada emerge desde el agua y sus brazos rodean la isla principal de candlekeep, mientras un hechizo se activa parando el tiempo en la ciudad. El dragón, los magos traidores y los dobles quedan detenidos en el tiempo, al igual que todos los civiles atrapados en la isla.
Sallomon regaña y humilla a Elminster muy duramente y lo sentencia a pena de muerte por su ineptitud para luego devolverse a la isla de las votaciones. Elminster está devastado y ninguno se explica cómo los infiltrados pudieron llegar a transformarse y reemplazar a los magos de guardia sin ser detectados; se sospecha que hay alguien interno a Candlekeep que los ayudó, pero nadie sabe quien podría ser, despertando sospechas hasta del archimago. El grupo junto con Elminster se teleporta de vuelta a la isla del círculo lunar, donde las votaciones aun no han empezado. El lugar es su propio campo de batalla y el grupo estudia a los asistentes tratando de determinar si alguno tuvo algo que ver, pero incluso los grupos de Dimaitro, Tarcas y Bafir susurran entre ellos preocupados. Yrianna por su parte, parece debatir consigo misma en su cabeza. Oz se acerca rápidamente a Akordia, y tras el cobijo de Nadalz y el resto del grupo, le da la mano intentando calmarla frente a la horrible masacre de sus dobles.
Recavando información, Wrenn averigua que Dimaitro acabó con gran parte de los enemigos y que su fuerza y habilidad van más alla de la de cualquier humano, además, Amani le informa que los ataques parecen haber sido dirigidos en particular hacia Zar, aunque sus guardaespaldas lograron protegerla sin problemas.
La party y la escolta real discuten quién podría ser el topo, y, a falta de mejores candidatos entre Oraldo y Berta, si Sallomon habrá hecho, efectivamente, algún trato inesperado con el replicante. Bajo el escrutinio de Katlin, Yardis les informa lo que averiguo con Yrianna y se dispone a reunirse con la sátir de nuevo, para intentar conseguir la última pieza de información. Con una última llamada a Donovan, que le dice que no sabe quién pudo ayudar en la infiltración, pero ofrece su nombre a cambio de la información, Yardis se reune con la sátir en las sombras del exterior del círculo. Yrianna está visiblemente preocupada y le confiesa al mago que cree que Cela la traicionó porque no le avisó del nuevo itinerario. El mago le pregunta sobre el topo y cuál es la última parte del plan del replicante, pero ella aun no confía en él. Pidiéndole algo para demostrar su alianza, Yardis le pregunta en cambio cuáles son sus planes con Elektra y la sátir responde que matarla tanto a ella como a Donovan. Considerando sus opciones, finalemente le muestra los restos del aro encantado de Elektra. "Qué es peor para una sátir, morir o vivir con el corazón roto?" Sin pensarlo, Yrianna responde que vivir y toma el objeto cuestionando las intenciones del mago. Yardis confiesa que a él le rompió el corazón que ella no lo entendiera y lo borrara de su mente, y que para él siempre será mejor que ella viva, aunque sea cargando el dolor, al igual que él. Dándole la clave para su venganza, la sátir le confiesa que ella también tiene a alguien, y ese alguien está en la ciudad de Candlekeep y fue quien ayudó a infiltrar a los enemigos: El dueño del bar. Ella le pide que lo busque, ya sea vivo o muerto y que si cumple, ella le revelará la información del resto del plan de Cela. Agradecido, Yardis le confirma que no pretende engañarla y que no es el momento para hacerse enemigos, sino aliados. Yrianna le suelta un último dato, Kataifi acaba de ser abducida por los hombres de Tarcas. Comunicando la información de inmediato, el grupo nota, efectivamente, la ausencia de la general de Targos y corre en la dirección que Yrianna había señalado. Esi conjura su poder de vuelo sobre el grupo y Wrenn, más rápido que los demás, avanza por los pasillos del palacio hasta llegar a un salón cerrado al que arremete con su escudo con todo el momentum de su vuelo. Kataifi está en el suelo malherida, mientras los hombres de Tarcas, maltratados también, dejan caer un hacha sobre su cuello. Wrenn y el grupo ven como el filo está a punto de terminar la vida de la orca cuando un flashazo aparece en la habitación y una flecha desvía con certeza el golpe. Harisa los observa con agudeza, mientras sostiene su arco en lo alto.
Comentarios