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Sesión 56-57: Camino a Calimport

El grupo aparece en las ruinas del antiguo castillo Tethyr, pero no se encuentran con el paraje abandonado de espíritus ni fantasmas que Yardis les había descrito de sus viajes, sino con una masa de personas enloquecidas que corren, se empujan y saltan desde lo alto de la torre a su alrededor.
  El ruido de tropas y sus pesadas armas y armaduras se puede oír alrededor de la torre, acercándose, mientras la gente se apretuja a través de la puerta y por las escaleras, sólo para llegar a la cima y terminar lanzándose al exterior, desesperada. Puntos rojos brillantes parecen seguirlos. Harisa, en medio de todo el caos, avista además una nave con una gran hélice, como navajas impulsadas por fuego, que flota fuera de la torre, por lo que la tiefling inmediatamente se lanza en forma de ave gigante para contrarestar la nave que la gente llamar con el nombre de hélices mortales.   Un anciano grita cuando la marca roja se posa sobre él, pero en un segundo un haz lo hace explotar entre la multitud.
Yardis y Oz se asoman por un lado de la torre para cubrir el avance de Harisa con sus ataques mágicos, y comprueban como tropas de artillería de Bafir, bárbaros de Tarcas y otro grupo de soldados halflings con extrañas armaduras y rifles, rodean la estructura.
Por el frente, Esi invoca sus alas etéreas y emprende vuelo fuera de la torre, observando como un grupo de aventureros novatos guía a una veintena de civiles mientras intenta protegerlos de los enemigos con ataques inefectivos que recuerdan a los primeros meses de la party. Una maga usa un disco flotante para empujar enemigos, la hechicera invoca cánticos mediocres, las flechas del druida se deslizan por las armaduras enemigas, un guerrero se lanza con armas pauperrimas contra los bárbaros, mientras un bardo con poca voz se mantiene desde lejos apenas inspirándolos con su laud. Rápidamente Wrenn se monta en Amani y baja de un salto por el costado del edificio, aprovechando la altura para caer con todo su peso sobre las desprevenidas tropas y abrirles el paso a los refugiados.   En las alturas, la hechicera se prepara para seguir los pasos de Wrenn, pero un brillo rojo capta su atención. Desde la lejanía, una maquinaria pesada estacionada en el desierto la apunta certeramente en medio de la frente, con la misma luz que destrozó anteriormente al señor. Esi vuela rápidamente entre los pilares para quitarse la mortal marca y Cabeza Hueca aprovecha la distracción para acercarse y espíar el nuevo enemigo. Una máquina blindada y cuadrúpeda, llena de brazos con sierras, tenazas y cuchillos, ensangrentada como un carnicero, es comandada por un extraño halfling en posición fetal, con ojos azules brillantes.   Mientras tanto, Harisa recobra su forma y cae al interior de la nave sólo para darse cuenta que aun quedan 3 pilotos de Tilverton quienes se abalanzan con cuchillos sobre ella. La tiefling desenvaina su arco para contrarrestar a uno de ellos, mientras otro intenta emboscarla por atrás; sin embargo una certera flecha de Oz cubre sus espaldas en el momento preciso. Yardis intenta ralentizar las tropas "mejoradas" de halflings, pero se da cuenta que el grupo se mueve completamente al unísono al tiempo que sus ojos pasan de azul brillante a rojos, aparentemente potenciados por algo que hace bastante ineficaz su magia; el control del Carnicero.   Las huestes mejoradas se posicionan mientras sus ojos brillan rojos una vez más y disparan con perfecta sincronía y certeza sobre Wrenn. El ataque es contundente pero el dragonborn resiste y se concentra en reducir con múltiples golpes de Etherling a las tropas de Tilverton y de Tarcas que siguen intentando entrar a la torre tras los refugiados. Desde lo alto, Oz y Esi tienen mejor visión de las tropas mejoradas e intentan detenerlas con una gran Explosión Sináptica seguida de un Torbellino de Hielo, que las deja confundidas y congeladas, pero aun en pie. Sus ojos parpadean momentáneamente azules al ceder el enfoque, cuando el Carnicero rápidamente marca a Cabeza Hueca y descarga un disparo que lo pulveriza al igual que los acantilados a su alrededor. Desde lo alto, Yardis conjura sus Hilos de Hierro y desaparece de la torre, lacerando a muerte a los enemigos halflings y bárbaros que quedan alrededor de Wrenn mientras recluta la ayuda de la maga del Disco para cubrirse al abrirse paso hacia el Carnicero, sin embargo un enemigo literalmente renace como una máquina de matar tras de ellos, un verdadero Berserker.   Ensangrentado en el suelo, el bárbaro comienza a convulsionar, mientras su piel se inflama con extrañas protuberancias que se mueven como líquido viviente en su interior. Su forma empieza a contorsionarse y erguirse mientras dobla su tamaño, hasta que sus extremidades explotan, liberando un fluido negro que se endurece formando nuevos brazos y piernas como látigos mecánicos.   El Berserker arremete inmediatamente contra Wrenn que apenas logra bloquear sus múltiples ataques y cae de rodillas malherido, mientras la maga del disco bloquea otra serie de proyectiles de los halflings mejorados con su disco mágico y se gana la marca del Carnicero. Yardis retrocede en su avanzada y crea un Muro de Fuerza que los protege de los enemigos de rango, mientras Esi bebe una poción y transfiere mágicamente sus propiedades a los aliados a su alrededor, dándole a Wrenn la energía para asestar un último golpe de gracia con Etherling al Berserker. El gigante cae al suelo por segunda vez, no sin antes activar un mecanismo que hace que explote chorreando el asqueroso líquido sobre Wrenn.   El dragonborn logra observar como su armadura se corroe levemente, similar, aunque en menor grado, a como sucedió con las municiones de ultión de Bafir meses atrás e informa al grupo que no pueden dejar que estos nuevos enemigos les hagan daño, están imbuidos de ultión. Sin embargo, ésta no es la única mala noticia. Desde las alturas, Harisa, que pelea con el último halfling para hacerse con el control de la Hélice Mortal, les informa que una tormenta de arena parece estar acercándose desde el Este.   Wrenn termina de ordenar a todos los civiles y novatos que se metan a la torre y, con más urgencia, arremete contra el siguiente bárbaro que también renace como Berserker. Desde la torre, Oz ofrece su soporte de rango con más hechizos sinápticos cuando otro de los hombres de Tarcas escala hasta su posición. Mucho más ágil que él, el bardo logra mantenerse de pie sobre la frágil y vieja estructura, mientras arroja al bárbaro a su muerte... y posterior renacer. Desde abajo, Wrenn usa sus habilidades de hechicero para comandar al Berserker a pelear entre sí mientras recupera sus fuerzas.   Por otro lado Esi invoca su hechizo de prisma sobre el grupo de halflings mejorados, repartiendo daños elementales diferentes a cada uno de ellos, que caen muertos, pero de alguna forma siguen moviéndose más allá de su propia voluntad, todos menos uno que yace inerte, electrificado en el suelo.   Harisa finalmente toma control completo de la nave. No sabe qué significa cada cosa, pero algo le queda claro; un mapa de apariencia similar a la tecnología eberroniana brilla con indicadores mostrando dónde está la nave, el Carnicero y más allá, donde un batallón de naves y maquinarias enemigas se acerca a la distancia en el Oeste. Están siendo guíados hasta ellos.
  Los ojos del carnicero brillan rojos y la máquina se abre paso hacia el Muro de Fuerza, pero la tiefling rápidamente sale a su encuentro con los explosivos cargados en la nave. Mientras tanto, el grupo pelea con más y más urgencia a medida que la tormenta de arena cobra fuerza a su alrededor. Yardis ataca al grupo de mejorados y Esi los termina convocando una tormenta eléctrica sobre ellos, mientras Wrenn y Oz separan con hechizos a los Berserker y los destruyen uno a uno.   En medio de la ventisca y de la artillería del Carnicero, Harisa pelea por mantener el control de la nave. Entre los nubarrones de arena logra ver como el batallón se acerca cada vez más, guíado por las señales de la nave y del Carnicero, y hace lo único que se debe hacer en una situación así; lanzar la nave a su destrucción.
La Hélice Mortal revienta contra el Carnicero en una explosión que se pierde precozmente en la arena y Harisa vuela en forma de coleoptero gigante hacia la torre, mientras el resto de la party termina con los enemigos y corre a refugiarse también.   El viento se cuela como grandes bocanadas por todos lados y la party intenta sellar rápidamente el lugar, mientras el batallón se acerca cada vez más. La multitud de refugiados empieza a entrar en pánico, a medida que el sonido de la maquinaria se empieza a distinguir por sobre el rugido del viento. El mascarón de una nave golpea la torre y un peñasco cae sobre la gente pero Harisa logra bloquearlo a tiempo, aun con su transformación druida. El grupo observa hacia arriba como naves de guerra, como nada que habían visto antes, pasan sobre la torre, mientras todos cruzan los dedos para pasar desapercibidos entre las nubes de arena. La torre tiembla y retumba con el pasar de las pesadas máquinas, pero pronto el temblor es sólo el causado por el viento.   La multitud se relaja y el grupo también. Están a salvo y ahora sólo queda esperar que la tormenta pase.
El grupo se da cuenta que los refugiados son en gran parte gente de Esperanza del Viento, quienes les confirman que Keya había sido llevada hacia el Norte por los hombres de Tarcas. Harisa reconoce entre los afectados a una de las admiradoras de Keya, pero ésta no la reconoce y se hace la desentendida con la situación, argumentando que la elfa probablemente ya está muerta. La tiefling no reacciona abiertamente, pero murmura que se vengará. Los refugiados le mencionan a la party que van a Calimport, que es el lugar más seguro, aunque es posible que no los dejen entrar. Ellos los tratan como sus salvadores y le piden al grupo que los acompañen para estar a salvo, pero la party tiene dudas al respecto ya que el tiempo apremia y piensan que un grupo de refugiados sólo los atrasará. Preocupados por el itinerario, le preguntan a Yardis cuánto dura una tormenta así, y el mago responde que al menos una hora, al tiempo que una bocanada grande desdobla un tapete que cuelga en la pared.   El mago se sorprende cuando un recuerdo aparece en su mente.
Un Yardis del pasado entra a la torre para refugiarse de otra tormenta y Elektra lo recibe, alejándose del tapete en la pared mientras se lamenta de lo aburrida que estaba. El mago se queja de la expedición infructífera, mientras Elektra le insiste que quizas nunca encuentre lo que Bismark está buscando, una pérdida de tiempo. Yardis dice que no puede cruzarse de brazos mientras sabe que Bismark está ganando poder, pero Elektra replica que ella prefiere que tengan una vida de pareja juntos en el presente, preguntándole si cree que no les traerá problemas a futuro seguir así. Yardis parece ablandarse ante las preocupaciones de su novia y le sugiere la idea de buscar Trindefel entonces, de alejarse de la investigación de Bismark por un tiempo. Elektra lo abraza emocionada, mientras se prometen seguir juntos para siempre.
De vuelta en el presente, el tapete cuelga frente a la party batido por el viento, con un pequeño retrato de Yardis de perfil con una corona de flores.   Yardis se quiebra y comparte con la party que tenía la ilusión de volver con ella cuando todo terminara, pero ahora que ella lo borró de su memoria eso ya no existe. El grupo intenta consolarlo y Wrenn confiesa que amar es duro, pero que olvidar un amor es quizás aún más duro, por lo que no le extraña que Elektra haya hecho algo así. El grupo se sienta a descansar alrededor del mullido Amani, mientras el mago se abre una vez más para pedirles que no lo olviden, a lo que todos obviamente no dudan de bromear.   La hora ha pasado y la tormenta se ha ido. El grupo se desentume y presencia como la líder de los refugiados hace un pequeño funeral por los caídos y reza por sus almas a los dioses. La party no dice nada, pero en silencio se preparan para irse a Calimport con el grupo de refugiados y con una extraña oveja que recuerda a la admiradora de Keya, que apareció de la nada entre ellos durante la tormenta.


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