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02 - 03. El Mar de Hierba II

General Summary

Mientras el grupo descansaba Sbith se adelantó para investigar el hormiguero y localizó rápidamente la sala de la reina. El grupo se preparó y se lanzó al ataque, la reina tenía el tronco inferior fusionado con una pared llena de huevos a punto de eclosionar. Los luchadores se lanzaron al ataque mientras los miembros de la tribu se retiraron para asegurar la entrada y que la reina no obtuviera refuerzos, pero ella invocó un enjambre de larvas de los huevos de su espalda.   La reina comenzó su ataque rociando ácido sobre Zlatgar y Karin, ella consiguió evadirlo, pero Zlatgar y Xoroq no tuvieron la misma suerte. En ese momento Sascha usó su magia para poner una protección en ellos, eliminando el rastro del ácido, permitiendo que se uniesen de nuevo a la lucha rápidamente. Frederic aprovechó el momento para asestarle un golpe que le arrancó los ojos. La alegría del grupo no duró mucho, pues las larvas que habían salido de los huevos se marchitaron en ese instante y los ojos de la reina volvieron a brillar sanos.   Sbith se movió en sigilo evitando el combate y rodeando a la reina y se fijó en un huevo que se hinchaba hasta tener el tamaño de una de las hormigas guerreras, sin dudar sacó su arco y disparó destruyéndolo y evitando así que surgiera otro aliado para la Reina. Pero esta se dio cuenta y atacó al mediano. Frederick consiguió interponerse, salvándole, pero cayendo presa entre las mandíbulas de la gigantesca hormiga. Ignacio disparó con su pistola, pero la bala a pesar de golpear a la reina, rebotó contra la dura quitina de la reina con tan mala suerte que hirió a Karin, de la impresión se le cayó la bolsa de pólvora no pudiendo utilizar más su arma de fuego.   El Saurio y su compañero atacaron por el flanco obligando a la reina a abrir la boca y soltar a su compañero mientras Bona rezaba a su diosa para que otorgara protección y sanara las heridas de sus aliados. Sascha e Ignacio avanzaban buscando cobertura para no ser rociados en ácido.   Ignacio, al no disponer de su arma predilecta, sacó su espada para ayudar a sus compañeros en el combate, pero los nervios le traicionaron y al desenvainar su espada golpeó a una malherida Sascha provocándole una profunda hemorragia y él entrando en estado de Shock.   Karin inició una serie de ataques precisos que no dejaron que la reina pudiera coordinar bien sus propios ataques, momento que el Saurio aprovechó para cercenar con su alabarda el cuerpo de la reina de la pared, marchitándose todos los huevos en ese mismo instante y la reina entrando en un estado de furia primigenia.   El combate se volvió más sangriento, pero entre todos consiguieron reducirla y recuperaron una pequeña astilla de la piedra que buscaban mientras Sbith seguía recogiendo muestras para sus estudios.   Al haber matado a la reina todo lo demás del hormiguero parecía haberse marchitado al igual que los huevos y salieron al exterior sin más incidentes. Los nativos habían sobrevivido, pero uno de ellos estaba malherido, pero un milagro de Bona consiguió evitar que perdiera uno de sus cuatro brazos.   Ignacio intentó montar un campamento en el exterior, pero seguía consternado por haber estado a punto de matar a su compañera y a duras penas consiguió levantar unas "barricadas". Sbith y Bona se encargaron de tratar a los heridos y estabilizarse.   A la mañana siguiente estaban listos para partir, pero Sascha no podía marcharse sin estudiar el extraño hongo que había estado a punto de destruirla. Les pidió algo de tiempo y se preparó para entrar, ahora sabiendo a lo que se enfrentaba. Se ató con una cuerda y utilizó su magia de hielo para crearse una armadura que la protegiera de las esporas ácidas y consiguió llegar a la gigantesca seta.   Entró en comunión con ella y pudo sentir la vida del plano, pero también la de Langwald, estaba conectada con el mundo, la visión la llevó a las montañas que había al oeste de Flecha de Ielmae y a la amenaza que se cernía sobre ellos.   Finalmente volvieron con la caravana de los nativos y tras un merecido descanso marcharon con algunos de ellos de vuelta a Flecha Ielmae para comenzar las relaciones diplomáticas.   La cosa no iba del todo mal hasta que apareció el racista cazador de brujas que intentó crear discordia y ejecutar a los nativos porque "claramente presentaban mutaciones del caos". Pero ellos demostraron haber combatido al Dios de la pestilencia, Nurgle y se mostraron muy agresivos con sus símbolos.   Se encontraron a una elfa, hechicera de la luz, hermana de la elfa caída del grupo 7. Les pidió unirse a su grupo, pues quería continuar el legado de su hermana e investigar la tierra que terminó con la vida de su hermana. Bona había perdido a todo su grupo, así que ambas se unieron al equipo 3.   Recompensaron al equipo 3 por sus descubrimientos, muestras y la gema.  Consiguieron un buen trato con una comerciante, mujer del capitán del puesto avanzado del este y aparte de algún encontronazo más con el cazador de brujas y un pequeño problema con Sbith y un cristal que sacó del hormiguero que reaccionaba de una manera muy peligrosa con el Saurio (y su sangre) no hubo más incidentes en esa semana mientras se preparaban para la siguiente fase de su viaje.   A lo largo de la semana, el grupo se preparó para su nueva incursión en los pantanos al Oeste de Flecha Ielmae, pues les preocupaba las visiones que había tenido Sascha sobre la zona.   Los 8 miembros del grupo 3 se prepararon y partieron, sabiendo que podían encontrarse con espectros bañaron las armas con plata, para poder luchar, el mediano preparó ungüentos para combatir las posibles enfermedades del pantano y el ingeniero ideó un trineo para poder llevar suministros extra en una tierra no apta para el carro.   Pasaron por el centinela del norte para utilizar su puente y cruzar de manera segura y se adentraron en el territorio inhóspito.   Cuando llevaban varios días encontraron los restos de otro grupo de exploradores y no tardaron en encontrar a los causantes de su muerte. Otro grupo de seres nativos de este plano, tenían 4 brazos y parecían anfibios.   Frederick intentó acercarse para entablar conversación con ellos como con los habitantes de la llanura del este, pero según le vieron se lanzaron al agua estancada y atacaron con unos afilados arpones desde debajo de ella.   El combate fue duro y Bona casi termina bajo el agua, pero Karin consiguió salvarla. Bona invocó el poder de su diosa del lago y esta volvió transparente el agua y consiguieron acabar con los que quedaban.   Mientras investigaban las ruinas de una torre en las que parecían cobijarse estas criaturas oyeron unas campanas. Temiéndose la presencia de Skavens siguieron la dirección del ruido y en poco más de una hora llegaron a otras ruinas, con la misma extraña construcción.   En el interior vieron que había lo que parecía ser un jefe de esta especie y una veintena de las criaturas. Sascha se acercó en sigilo a una de las ventanas e invocando el poder del invierno congeló todo el suelo encharcado atrapando a todas las criaturas y derribando las puertas del extraño material.   El bretoniano entró y utilizando señas consiguió desafiar a un duelo al alfa, la hechicera lo liberó y Frederick consiguió vencerlo. Por señas indicó al resto que ese edificio era ahora propiedad suya y dejaron escapar al resto.   Investigaron el edificio y Zlatgar se introdujo en las turbias aguas, consiguió obtener un cofre hecho del mismo material que la puerta y la estatua consagrada a la diosa del lugar, también encontraron una sala bendecida por esta misma deidad con un colgante sagrado y los restos de una placa metálica que identificaron como parte de un demonio de Nurgle, dios del caos de las plagas y, asumieron, responsable de la destrucción y declive de estas criaturas.   La campana volvió a sonar, pero el campanario estaba en el exterior del edificio y no tenía puertas ni manera de introducirse en ella. El saurio escaló por el exterior y cuando llegó a la parte más alta se dio cuenta que estaba totalmente vacía por dentro, no se podía subir para tocarla. Pero tras ver un destello en la ladera de la montaña lejana, la campana volvió a sonar.   Decidieron investigar esa extraña luz y partieron al día siguiente en esa dirección.   Aparte de esconderse de unos lobos espectrales no tuvieron más problemas hasta que se encontraron con un muro de oscuridad. Investigando se dieron cuenta que era una tela de araña capaz de absorber toda la luz. Esquivar este peligroso terreno les supondría varios días de viaje extra.   Bona rezó a su diosa para purificar el camino, y con un poderoso rayo sagrado atravesó la oscuridad abriendo un camino, brillando la luz al otro lado del tenebroso túnel.   Atravesaron el camino de una manera relativamente segura, hasta que Sbith intentó coger un trozo de muestra de la extraña telaraña llamando la atención de las habitantes. Fue cubierto totalmente de arañas y paralizado por su veneno. Comenzó una carrera a contrarreloj, luchando contra las arañas gigantes que intentaban comérselos, pero ayudándose unos a otros consiguieron, a duras penas, llegar al otro lado.   Siguieron su camino y encontraron un extraño claro que, claramente, estaba cargado de una siniestra y corrupta magia. La hechicera de luz invocó un escudo protector para que pudieran avanzar por el campo y cuando estuvo en mitad del mismo consiguió deshacerlo la corrupción de la zona completamente, eliminando la influencia de la magia caótica.   Se dieron cuenta, en este punto, de un extraño árbol en las cercanías.   Se acercaron al árbol blanco, en el centro de un claro, tenía una alabarda clavada con runas del Dios de la Peste. Sin pensárselo dos veces Frederick y Zlatgar fueron a arrancarla, pero consiguieron convencerles de que esperaran para prepararse. La elfa imbuyó de la magia de luz al bretoniano y Bona invocó los poderes de la Dama del Lago para bendecir y proteger al Saurio.   Según tocaron el arma para arrancarla, las carnes se les abrieron rezumando pus y pestilencia. Los gritos de dolor no mermaron su voluntad y continuaron con su empeño, luchando contra el objeto corrupto para arrancarlo del árbol sagrado.   Cuando lo consiguieron un ser salió del árbol ofreciéndoles una rama a cada uno de ellos que se transformaron en objetos divinos al aceptarlos.   El grupo, exhausto, descansó a la sombra del árbol, recuperándose del arduo camino hasta allí.

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