Sesión: Sokeby recibe visitas
General Summary
El invierno se acerca
La copa del árbol Irilorn se tambalea sin control, en sus raíces un grupo ha salido en busca de realizar el ritual de la profecía, en sus puentes, el mal azota arrojando los troncos de los árboles que otrora daban una sombra apacible a los elfos que cantaban bajo ellas. Es una abominación anti natural, lo que asedia la gran ciudad élfica, pero parece que algo ha llamado su atención hacia el Norte y el asedio termina ... temporalmente.
El líder militar (Gloim Frostblade ) del éxodo de Khor Ulum insiste que están en el ojo de la tormenta y que el pueblo debe partir. Da las gracias a la reina del castillo natural y comienzan de nuevo su procesión luego de 2 meses de ser huéspedes de los elfos que, aunque con roses en el día a día, pudieron recuperarse del arduo viaje por la Tundra enana de Agreothas. Último en seguir su viaje al Este está un carruaje, y en el mismo, un convaleciente Gran Maestre se recupera agotado por el uso de sus fuerzas en la defensa del ritual que dió vida a la Profecía.
Lejos aún estaba la gran capital enana, y los bosques, que otra vez habrían dado la bienvenida en sus caminos y arroyos, ahora presentaba peligros y trampas en cada recodo, y aguas agrias y venenosas. La oscuridad que comenzaba a gobernar el cielo de la región de Evariel había entusiasmado a todo tipo de alimañas a salir desde recónditos rincones y ver de nuevo el cielo nublado para hacer de la tierra, lo que les plazca. Caro sería el precio que pagarían en las dos semanas siguientes, en llegar los enanos a su País amado.
La historia recontada
El viento de los acantilados azotan los cabos que sostienen los globos del Cithara. Las hélices giran sin cesar y el destino es el Este. Luego de dos días de viaje, el acantilado se ensancha y el río se funde con el Mar.
Mientras aún el sol se ponía por detrás del acantilado donde vuela
El Cithara, el arlequín
Calum Faedan se toma un momento para charlar con la beata
Altalas Birdiir quién es una pieza clave para el cumplimiento de
La profecía, tan buscada por una región entera, desde tiempos antes del tiempo. Ella muy amable y alegre, hasta entusiasmada, relata los hechos descriptos en estas crónicas. Le habló detalladamente de como se encontró con
el oráculo y la
piedra de estrellas y como haciendo el ritual se reveló la
la profecía que promete salvar al mundo de la oscuridad que se cierne. Calum prometió su pleitesía hasta la elfa religiosa con la certeza de llevarla a casa y así volver con su amada
Merla.
Tiao Kain por su parte da instrucciones al capitán del barco de atracar en un pueblo para reabastecerse y hacer preguntas sobre "los ahogados". El objetivo es incierto pero por ahora hay que aprovisionarse. En la mañana del tercer día en la costa de babor se asoma una aldea élfica que se ve apacible.
El peregrinaje del erudito
Fue la noticia de la semana en Sendur , el bibliotecario a cargo dejaría los libros en búsqueda de el conocimiento arcano. Acompañado por varios peregrinos en aquella lluviosa mañana partiría hacia el Norte a encontrar la aventura. Los que conocían a Velaq Lorenz le desearon la mejor de las suerte y le abastecieron con algunas provisiones con la esperanza de aparecer en sus crónicas que prometían tener mucha magia y conocimiento ancestral del mundo que los rodea. Guardar dichas provisiones no fue fácil para Velaq, y en el primer pueblo que pudo cambió algunas de ellas por un cofre para poder llevar su carga y aligerar a su afligida mula.
Después de visitar varios pueblos en el camino aprendió que al adentrarse más y más en Evariel , era evidente que hay un legado de ocupación de las fuerzas humanas en el territorio élfico. Muchos años habían pasado de la "pacificación" y la cultura de los humanos, particularmente de la Religión de Los Hijos de los Divinos 3, había impregnado muchas de las riquezas ancestrales de los elfos. Esto lo llevó a amigarse con un viajero que recorría su mismo camino. Mironwe, un viajante coleccionista de antigüedades élficas se había embarcado en la misión de rescatar la antigua identidad cultural de los elfos de buena fe. Para subsistir a veces vendía algunas de esas antigüedades pero preservarlas para apreciarlas era ya recompensa suficiente. Sus caminos se unieron en la campiña de Levignon y de allí no se separaron, discutieron y compartieron por varias semanas el legado feérico de Argoreth y eso enriqueció las crónicas de Velaq .
La lluvia nocturna había parado y el barro del camino comenzaba a secarse en el camino que bordea la costa Norte del gran río Alfail cuando un movimiento brusco sacudió la carreta llena de artefactos. Velaq se despierta de un sobresalto así como su compañero de camino. Un chirrido horrible se siente afuera de la carreta, El carruaje queda inclinado como en un pozo y eso hace abrirse la puerta y el delgado elfo cae para ver una escena de terror. Un insecto del tamaño del vehículo se dirige directo a el. Un grito atrae su atención, es el carrocero que está distrayendo al monstruo se aleja del carruaje gritando a Velaq para que corra hasta el siguiente pueblo a pedir ayuda. El elfo se coloca de pie en el barro y comienza su carrera, pero el insecto se da cuenta y comienza a cavar un túnel como si de zambullirse en el se agua tratara. Perseguido bajo tierra Velaq se da cuenta que sería alcanzado con facilidad y recuerda sus prácticas en Sendur y con un movimiento de manos, sus pies dejan el suelo aún goteando de barro y acelera como si el viento lo llevara volando.
Encuentro en Sokeby
Arrinconada contra la costa del río Alfail y cerca de la desembocadura con el mar del Este, el pueblo de Sokeby es hogar de altos elfos y algún humano descendiente de ocupantes de Maranor liderados por Dasyra Luncan. El pueblo no fue construído en la costa por accidente, la misma actúa como defensa natural y esto es importante para la gente de Sokeby ya que valoran su paz y reclusión.
El pueblo mismo luce sobrio. Con techos hechos de madera, paredes de piedra arenisca y absoluto silencio. Sokeby tiene un aire ceremonial y apacible. La principal atracción son las ruinas de un estadio de CryoDraft que fue construido por humanos hace 68 años.
La economía de Sokeby es de superviviencia, no tienen ambiciones de crecimiento y su ubicación geográfica hace que no mucha gente la visite, por más de disponer de su hermosa playa de aguas apacibles. Sus productos habituales son la carpintería en madera de palmera y otras maderas raras, sus textiles y colores de tintas para tela, producto de un componente especial en sus algas costeras. Aunque no parezca, Sokeby carece de gente que sepa de pesca.
Al llegar esa mañana encuentra un pueblo alegre y trabajador. El árbol central del pueblo se encuentra adornado con guirnaldas y gallardetes, tiras de colores celestes y esmeralda cuelgan de sus ramas y bailan ante la brisa fría que comienza a sentirse. El mercado que rodea el "Hirilorn" central del pueblo se encuentra abierto con puestos para todo tipo de productos de campo.
En el mercado al parecer son todos lugareños, intercambiando comentarios y chistes de la comunidad, hablando sobre vestimentas y arreglos que harán a sus hogares.
Desde el otro lado de la plaza un solo individuo parece no encajar muy bien. Vestido con una túnica fina de confección evidentemente humana, al parecer un uniforme, pero con sus botas empantanadas, un elfo alto sostiene unos libros y observa tan curioso a los lugareños como a los extraños que se avecinan desde el puerto.
Acechan debajo de las piedras
Cuando el elfo bibliotecario
Velaq Lorenz llega al pueblo corriendo a pedir ayuda no encontró a nadie parecido a un guardia o gente de seguridad, pero del otro lado de la plaza se encontraba un grupo que parecía de aventureros escoltando una religiosa. Una en particular brillaba en el lugar por su resplandeciente armadura de un blanco platinado, sus cabelleras blancas y largas se agitaban en el frío viento que quería soplar en las orillas.
La capitana
Tiao Kain no lo dudó ni un segundo, accedió a ayudar al elfo en apuros y sin meditar en la raza del suplicante, pidió que la condujera hacia el lugar del siniestro. El caso no fue el mismo para
Thomson Irikquien embelesado por la kermesse que se realizaba en el lugar, comenzó a tocar su gaita para los lugareños, que le sirvió para costear unas pintas en la Taberna Para los héroes este era un pueblo nuevo, con costumbres propias, la gente cuchichea al pasar de los visitantes que acudieron de inmediato.
Avanzaron por el camino que bordea el río hacia el Oeste y al llegar a una pequeña encrucijada el escenario era espantoso. De los dos caballos que habían tirado de la carreta, uno se había escapado y el otro yacía completamente detazado en el lugar que sus riendas le permitieron. A su lado igual de grotesco es el estado de un cadáver, cortado por la mitad y cuya cabeza no sería nunca más hallada. La Vagoneta en si habría metido uno de sus ejes en una especie de pozo en la tierra y todo aquello brindaba una imagen desoladora. Calum al ver esto cubre con su cuerpo el espectáculo nefasto para que
"la niña Altalas no pueda presenciarlo".
Velaq Lorenz se adelanta para buscar a su amigo y
Varis Themoria lo sigue preocupado por lo que podía pasar y cuyo miedo fue confirmado. Por debajo de la tierra aparece un insecto con caparazón del mismo color del suelo, dos terribles guadañas por garras y una boca con mandíbulas retráctiles que podrían arrancar un pequeño árbol en dos. Varis atina a empujar al elfo que atónito miraba la escena de quien le salvó la vida, corriendo del camino a tal suculenta comida de las fauces del insecto.
Furiosa, Tiao arremete contra la bestia, rompiendo su caparazón y recibiendo en su armadura el líquido viscoso que se desprende de las entrañas del insecto. EL combate ha iniciado. El
arlequín inmediatamente enciende una lengua de fuego que ahuyenta a la bestia quien desaparece en un pozo de similares características al que provocó la colisión de la Carreta. Calum, inundado por la sorpresa de un salto se sube a una piedra desde donde podrá propinar nuevos conjuros.
La intriga inunda a los rescatistas ya que nadie sabe dónde fue la criatura, algo si es seguro, no huyó, está por aquí. La
beata se había estado escondiendo ayudada por un hechizo de invisibilidad que le fue proporcionado anteriormente. Se mueve hacia la roca con la finalidad de copiar a Calum, cuando la bestia emerge atraída por las vibraciones del suelo. La bestia surge del suelo tratando de agarrar el pie del semielfo enmascarado pero se queda sin su presa, aunque comienza a oler algo que está la lado de la piedra pero que no logra entender. Al oler el perfume a flores silvestres y arbustos mojados por la lluvia, característico de las elfas de
Ifndell, con un grasnido chirriante comienza a regurgitar esa mucosidad que tiene en el interior, lastimando las ropas de la joven.
Con diestra puntería, el mago elfo que se encontraba flotando a distancia y altura segura, impacta sus dardos revelando más de la gelatina que sirve de órganos internos a tan grotesca criatura. Esto da la oportunidad para que la Capitana de cabellos plateados acierte un golpe con su enorme mandoble que, cargado por su aura divina, provoca que las nubes oscuras que dejaron ver sus lluvias, desprendan un rayo ensordecedor que impacta en el bicho moribundo. Todos observan esperanzados pero no todas son buenas noticias para Varis que decide hacer una pirueta para terminar tirado en el piso producto del barro que pinta las piedras por las lluvias recientes. Esta ventaja es aprovechada por el animal y se dispone a atacar cuando una bola de fuego estalla desproporcionadamente sobre la cabeza del bicho aplastandolo contra el suelo y quemando hasta el último de sus jugos.
El combate ha terminado pero el paisaje no recobró su belleza natural. La bola de fuego comenzó a expandir sus llamas a las plantas cercanas y aún hay que lidiar con la escena de la carreta. Varis ayuda a la monja con poco éxito, para luego ayudar a atender al fuego que crece. Tiao aún recuperándose de sus heridas, ayuda a rescatar a Mironwe, amigo del
bibliotecario que está fuera de si, por una contusión en la cabeza.
Atardecer antes de la elección en la Villa
El sol desciende por el poniente y moja de naranja la columna de humo que asciende producto del incendio consumido que provocaron los héroes. Caminando por la costanera vuelve el grupo hacia el pueblo que se encuentra con sus casas y negocios fijos cerrados, pero con la kermesse aún abierta, los aldeanos compran adornos y vestimentas mientras discuten sus expectativas para la elección del día siguiente. En las paredes y el mismo árbol central, carteles de invitación a la elección de la reina de
Sokeby llama la atención de los forasteros.
Velaq se dirige a la posada del pueblo, atendida por su propia dueña, Hanna, una semielfa corpulenta pero bajita y sin un ápice de cabello en su sesera. Pide una habitación y se le es concedida, puede dejar allí a su convaleciente amigo. El elfo busca entonces en una granja cercana poder alquilar un caballo para poder traer la vagoneta, sin mucho éxito en su negociación. Melak, el dueño de la granja se encontraba en el pueblo y le pidió a cambio le compre algunas guirnaldas para su casa para la elección del día siguiente. El elfo sin poder costearlo fue a pedir ayuda a sus nuevos conocidos aventureros.
Mientras tanto en el grupo comienzan a hablar de retirarse hacia el
Cithara y son interrumpidos cuando Altalas ve salir de la casa central del pueblo, una doncella de pelos largos y negros, adornados por pequeñas flores blancas, cuya belleza solo es opacada por la consternación que lleva al subir el camino al castillo.
Este retraso le sirvió a Calum para ir a una tienda de ropa. Entre gallardetes celestes y verdes se levanta una tienda de franjas azules y rojas y un distinguido modista elfo consigue que por unas monedas, le haga un remiendo a las pertrechadas ropas llenas de mordeduras y ácido que traía el arlequín.
Calum y el modista discuten brevemente sobre la elección a llevarse a cabo el próximo día, donde se elige una reina simbólica dle pueblo.
Altalas accede al pedido de
Velaq y desciende sobre su amigo Mironwe la bendición de
Boheia, ritual que despierta la curiosidad del bibliotecario.
"Madre de todo lo creado, traenos la vida, traenos la sanación para los hijos tuyos que habitan esta tierra. Madre que eres tan buena desciende tu bendición sobre esta criatura y concédele la salud."
El boticario viajero, amigo de Velaq necesita descansar por lo que Altalas y Velaq vuelven a la plaza central, donde el elfo mago agradece los servicios prestados invitando a todo el grupo a una cena en la taberna del lejano y expectante pueblito costero de Sokeby, cuando las estrellas punzan el velo del cielo del atardecer y las antorchas comienzan a adornar las oscuras calles del lugar. Las voces apagadas de las familias en sus casas retumban entre las casas de la plaza central. Los héroes, esperando hablar con alguien que le brinden respuestas para seguir al próximo destino que le depara la profecía . . .