La reina en el desierto

Luego de recoger los despojos de los gigantes del desierto, el grupo continuó su camino al oeste tratando de avanzar lo máximo posible para buscar un buen lugar donde refugiarse del abrasador luxante. El viaje es interrumpido por la primera baja del éxodo, uno de los niños pereció por las duras condiciones, Zet se acercó a la madre del pequeño para acompañarla en sus ritos fúnebres. Con poca esperanza, el pueblo siguió caminando.

Trimón 3 del 4 CH , época novena

El desierto parecía no acabar nunca, los agotados aventureros temían que el luxante los atrapara en medio del yermo. Mientras avanzaban divisaron extraños pilares a lo lejos, un extraño zumbido los invadió. Grandes insectos que tenían muy poco de humanoides se acercaron a gran velocidad, con arcos y armas rudimentarias comenzaron atacar. Un grupo se mantuvo en el aire mientras otro se acercó al éxodo. Flek, Zet, Calypso y Rugath se quedaron a defender al pueblo de Avzazilo de la vanguardia enemiga, mientras Dante y Cenizo atacaron la retaguardia.

Los súbridos adoptaron la formación defensiva y comenzó el combate. El primer embate de los bichos se llevó a un par de súbridos por lo que Zet decidió cubrirlos con su manto oscuro, Una gran esfera de tinieblas cubrió al pueblo de serpientes, que disparaban sus hechizos al atacante. El combate, que parecía bajo control de pronto dió un giro inesperado cuando uno de los bichos aguijoneó Rugath, que de inmediato quedó paralizado, sin poderse mover, el bárbaro sólo pudo ver como las patas de las avispas lo destrozaban ferozmente antes de sucumbir a sus heridas.

Ya en el suelo, una de las avispas comenzó a inyectarle una extraña sustancia por el abdomen. El resto de los aventureros lucharon ferozmente hasta acabar con todas las avispas. Dante corrió a sanar a Rugath pero ya era demasiado tarde, Iyaki ya había reclamado al bárbaro.

Los demás se horrorizaron al ver la cantidad de bajas de Avzazilo, doce súbridos yacían inertes en el rocoso suelo. Sin tiempo para lamentarse se prepararon para otro ataque, un segundo grupo de avispas se acercó a ellos, aunque esta vez se detuvieron a una distancia prudente del éxodo. Uno de los insectos alzó una de sus patas en señal de paz. Flek, Zet y Calypso se acercaron para hablar. La avispa traía una invitación de la reina de la colmena, una audiencia en la que se prometía no herir a los aventureros. Con la amenaza del luxante acercándose, los aventureros aceptaron la invitación y fueron guiados hasta la colmena.

Tras haber recorrido la extraña arquitectura del lugar, llegan a lo que parecía ser la sala del trono, allí los recibe una avispa diferente a los demás, con un par de alas más y unos colores mucho más llamativos. Los aventureros y Avzazilo se presentan ante la reina, quien los recibe con emoción, pues parecía estar interesada en conocer más sobre los súbridos. La reina que se comunica a través de uno de sus súbditos, les promete refugio en lo que ella llama “El pequeño sueño” sólo a cambio de un intercambio cultural, o al menos eso parece.