Semielfo cazador proveniente de las estepas heladas, alto y esbelto. Experto en sigilo y diestro con el arco, aunque más bien poco hablador. Superviviente nato, viaja en compañía de su compañera Lyudmilla, una osa blanca que no se separa de él.
- Age
- 19
- Gender
- Varón
- Eyes
- Gris
- Hair
- Rubio platino
- Skin Tone/Pigmentation
- Blanco
- Height
- 1,88
- Weight
- 73
Muchas son las tribus de elfos que pueblan los bosques a lo largo y ancho del mundo, asentados entre las copas de altos árboles, viviendo pacíficamente y compartiendo viandas, música y magia con todo aquel bienintencionado que desee compartir su mesa. Otros elfos han preferido la seguridad de imponentes ciudades de mármol blanco y dorados que, erigidas sobre el trabajo y la sangre de varias generaciones, contemplan impasibles el paso del tiempo y el desarrollo tecnológico y arcano que acogen entre sus muros.
Sin embargo, son pocos los elfos que uno encuentra entre las frías estepas del noroeste del continente. Quizá la falta de vegetación, las condiciones climatológicas o la ausencia de luz durante las largas y crudas temporadas invernales, hacen que este lugar no sea el más acogedor del mundo. Sin embargo, los recios elfos de la tribu de los Shov'Hietis y su líder Vladimir S. Utin III, estaban tan acostumbrados a la vida en este entorno que hacía siglos que los suyos, exiliados por desavenencias regias, no echaban de menos el despreocupado hedonismo y la calidez de la vida en entornos más privilegiados. También su carácter era mucho más hosco y menos hospitalario que el de sus primos lejanos.
Los Shov'Hietis eran cazadores, recolectores, hábiles arqueros y avezados jinetes de osos boreales. Todos los hijos de la tribu eran adiestrados desde niños en el uso de la espada, la daga y el arco y se les enseñaba a cazar, a seguir rastros y a esconderse para acechar a sus presas. Cuando alcanzaban la adolescencia eran enviados a la montaña, desarmados y sólos, para que fuesen bendecidos por la Diosa con un osezno que les acompañaría a lo largo de sus vidas. En la práctica, esta aventura podía durar semanas, incluso meses, y muchos no regresaban. Los que lo hacían sin un osezno, eran relegados a los estratos bajos de la sociedad y adiestrados como soldados rasos. Pero aquellos que volvían acompañados de un oso, serían considerados como grandes guerreros y destinados a la protección y el gobierno de sus congéneres.
El pequeño Vladimir P. Utin IV era hijo del líder de la tribu. Era de dominio público que su madre era humana, por lo que Vlad nunca terminó de encajar entre el resto de miembros y era observado con clasismo y desprecio por muchos, a pesar de su posición. Además, su padre le contó que su madre había muerto al nacer, por lo que fue criado en solitario por el líder de la tribu. Más robusto y menos agraciado intelectualmente que el resto de los de su especie, Vlad siempre se sintió diferente. Debido a su complexión inusual, fue un alumno aventajado en muchas de las disciplinas físicas en las que fue entrenado durante su infancia.
Como el resto de muchachos, al alcanzar la edad adecuada, Vlad emprendió su travesía a la montaña. Tras algo más de dos meses, regresó acompañado de un pequeño osezno boreal del color de la nieve, al que había bautizado como Lyudmila. Algunas antiguas profecías hablaban de un héroe legendario que, acompañado de su fiel oso blanco, derrotaría al Frío Eterno, acabando con el invierno en la montaña y trayendo riqueza y prosperidad a la tribu. Sin embargo, estas habían sido mayormente olvidadas, salvo por los más ancianos, y el padre de Vlad y líder de la tribu despertaba el desafecto en muchos de los miembros más ortodoxos y belicosos de la jerarquía Shov'Hietis desde el nacimiento del joven semielfo. Por este motivo el regreso de Vlad en compañía de un oso blanco había suscitado tanto recelo como admiración.
Una noche, los líderes de los varios clanes que conformaban la tribu iniciaron una revuelta que terminó con la expulsión de Vlad S. Utin así como del joven Vlad. "Jamás rendiremos pleitesía a un medio elfo". Así, fueron separados de sus osos y abandonados a su suerte en las estepas. Poco después, Vlad encontró a su padre moribundo en mitad de la ventisca: no conforme con su expulsión, alguien había decidido asesinarlo. Antes de morir, pudo hacer una última confesión:
"Tu madre no murió el día que naciste, Vlad. Era una joven mercader humana cuya caravana se extravió en las montañas. Muchos en la tribu no vieron con buenos ojos nuestra unión y aunque mi posición me permitió criarte, esto era cuestión de tiempo. Por eso le pedí que huyese, que se olvidase de todo esto y desapareciese. No sé si aun vive, Vlad, ni dónde se encuentra. Pero jamás podría descansar en paz sin haberte dicho la verdad."
El joven Vlad, confuso y sintiendo un profundo vacío en su interior, vagó y vagó hasta que flaquearon sus fuerzas y el hambre y el cansancio doblegaron su voluntad. De repente, un hocico húmedo le hizo abrir los ojos y se descubrió a sí mismo en el lecho de una cálida alcoba acompañado de su osa blanca. ''Te ha traído hasta aquí, chico, tienes suerte de haber sobrevivido".
Cuando se hubo recuperado, agradeció la ayuda y la hospitalidad prestadas y decidió salir a conocer el mundo para encontrar su propio camino y a la madre que le fue negada. Antes de despedirse, los aldeanos que le auxiliaron le hablaron de una caravana mercante que pasaba en su ruta cada varios años por aquellas tierras y le dijeron que se rumoreaba que venían de una ciudad del sur del continente. Sin saber bien qué hacer, decidió partir en compañía de su querida Lyudmila. Viajó, abandonó las frías estepas prometiéndose no regresar jamás. Se pertrechó y se ganó la vida haciendo aquello para lo que había sido adiestrado: cazar... Y no necesariamente animales.
Tiempo después, llegó al país de los elfos durante su viaje hacia el sur. En la pequeña aldea de Rivellon, Vlad decidió entrar en la taberna en busca de descanso y de información. No sospechaba que este sería el comienzo de su historia...
Sin embargo, son pocos los elfos que uno encuentra entre las frías estepas del noroeste del continente. Quizá la falta de vegetación, las condiciones climatológicas o la ausencia de luz durante las largas y crudas temporadas invernales, hacen que este lugar no sea el más acogedor del mundo. Sin embargo, los recios elfos de la tribu de los Shov'Hietis y su líder Vladimir S. Utin III, estaban tan acostumbrados a la vida en este entorno que hacía siglos que los suyos, exiliados por desavenencias regias, no echaban de menos el despreocupado hedonismo y la calidez de la vida en entornos más privilegiados. También su carácter era mucho más hosco y menos hospitalario que el de sus primos lejanos.
Los Shov'Hietis eran cazadores, recolectores, hábiles arqueros y avezados jinetes de osos boreales. Todos los hijos de la tribu eran adiestrados desde niños en el uso de la espada, la daga y el arco y se les enseñaba a cazar, a seguir rastros y a esconderse para acechar a sus presas. Cuando alcanzaban la adolescencia eran enviados a la montaña, desarmados y sólos, para que fuesen bendecidos por la Diosa con un osezno que les acompañaría a lo largo de sus vidas. En la práctica, esta aventura podía durar semanas, incluso meses, y muchos no regresaban. Los que lo hacían sin un osezno, eran relegados a los estratos bajos de la sociedad y adiestrados como soldados rasos. Pero aquellos que volvían acompañados de un oso, serían considerados como grandes guerreros y destinados a la protección y el gobierno de sus congéneres.
El pequeño Vladimir P. Utin IV era hijo del líder de la tribu. Era de dominio público que su madre era humana, por lo que Vlad nunca terminó de encajar entre el resto de miembros y era observado con clasismo y desprecio por muchos, a pesar de su posición. Además, su padre le contó que su madre había muerto al nacer, por lo que fue criado en solitario por el líder de la tribu. Más robusto y menos agraciado intelectualmente que el resto de los de su especie, Vlad siempre se sintió diferente. Debido a su complexión inusual, fue un alumno aventajado en muchas de las disciplinas físicas en las que fue entrenado durante su infancia.
Como el resto de muchachos, al alcanzar la edad adecuada, Vlad emprendió su travesía a la montaña. Tras algo más de dos meses, regresó acompañado de un pequeño osezno boreal del color de la nieve, al que había bautizado como Lyudmila. Algunas antiguas profecías hablaban de un héroe legendario que, acompañado de su fiel oso blanco, derrotaría al Frío Eterno, acabando con el invierno en la montaña y trayendo riqueza y prosperidad a la tribu. Sin embargo, estas habían sido mayormente olvidadas, salvo por los más ancianos, y el padre de Vlad y líder de la tribu despertaba el desafecto en muchos de los miembros más ortodoxos y belicosos de la jerarquía Shov'Hietis desde el nacimiento del joven semielfo. Por este motivo el regreso de Vlad en compañía de un oso blanco había suscitado tanto recelo como admiración.
Una noche, los líderes de los varios clanes que conformaban la tribu iniciaron una revuelta que terminó con la expulsión de Vlad S. Utin así como del joven Vlad. "Jamás rendiremos pleitesía a un medio elfo". Así, fueron separados de sus osos y abandonados a su suerte en las estepas. Poco después, Vlad encontró a su padre moribundo en mitad de la ventisca: no conforme con su expulsión, alguien había decidido asesinarlo. Antes de morir, pudo hacer una última confesión:
"Tu madre no murió el día que naciste, Vlad. Era una joven mercader humana cuya caravana se extravió en las montañas. Muchos en la tribu no vieron con buenos ojos nuestra unión y aunque mi posición me permitió criarte, esto era cuestión de tiempo. Por eso le pedí que huyese, que se olvidase de todo esto y desapareciese. No sé si aun vive, Vlad, ni dónde se encuentra. Pero jamás podría descansar en paz sin haberte dicho la verdad."
El joven Vlad, confuso y sintiendo un profundo vacío en su interior, vagó y vagó hasta que flaquearon sus fuerzas y el hambre y el cansancio doblegaron su voluntad. De repente, un hocico húmedo le hizo abrir los ojos y se descubrió a sí mismo en el lecho de una cálida alcoba acompañado de su osa blanca. ''Te ha traído hasta aquí, chico, tienes suerte de haber sobrevivido".
Cuando se hubo recuperado, agradeció la ayuda y la hospitalidad prestadas y decidió salir a conocer el mundo para encontrar su propio camino y a la madre que le fue negada. Antes de despedirse, los aldeanos que le auxiliaron le hablaron de una caravana mercante que pasaba en su ruta cada varios años por aquellas tierras y le dijeron que se rumoreaba que venían de una ciudad del sur del continente. Sin saber bien qué hacer, decidió partir en compañía de su querida Lyudmila. Viajó, abandonó las frías estepas prometiéndose no regresar jamás. Se pertrechó y se ganó la vida haciendo aquello para lo que había sido adiestrado: cazar... Y no necesariamente animales.
Tiempo después, llegó al país de los elfos durante su viaje hacia el sur. En la pequeña aldea de Rivellon, Vlad decidió entrar en la taberna en busca de descanso y de información. No sospechaba que este sería el comienzo de su historia...
Appearance
Physical Description
Alto y delgado pero fibroso.
Mentality
Personality
The major events and journals in Vlad's history, from the beginning to today.
The list of amazing people following the adventures of Vlad.
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