Los cinco viajábamos junto a Perla en la barca. No éramos los únicos pues otras barcas habían zarpado dirección el poblado de las mujeres.
El sonido de la barca contra el cauce del agua me recordaba el espacio tan diminuto en el que viajamos, cosa que empezaba a ponerme algo nerviosa.
A modo distracción, observaba las aguas y la linde del río hasta que lo sentí. Algo en el bosque no era normal. Un escalofrío recorrió mi espalda. Oye! no soy una cobarde! Soy una mujer valiente!. bueno... debo reconocerlo, aquello hizo estremecerme.
De acuerdo si. Fue tal el pavor, que de no ser por las voces de aliento de mis compañeros , es posible que aun siguiera allí plantada en aquella barca.
La respiración empezaba acompasarse y la tranquilidad inquietante parecía retornar.!. Si digo parecía! ¡porque De repente! una raíz atrapó a mi buen Perla llevándolo hacia el interior del bosque. Salimos a prisa hacia la orilla y gracias Drakgnar encontramos el camino hacia quienes habían capturado a nuestro amigo.
Lianas humanoides permanecían en primera línea dispuestos a entorpecer nuestro paso hacia Perla y el gran árbol que lo retenía.
Nunca habíamos luchado los cinco juntos. Sin embargo, supimos salvaguardarnos las espaldas entre unos y otros.
Logramos avanzar, eliminamos las lianas una a una logrando que nuestros amigos los casidragones se hicieron paso hacia el árbol gigante.
Debíamos liberar a Perla y tenía algo claro, pese a no conocerlos a todos plenamente, sabía que el valor de mis compañeros se mantendría firme frente al árbol maldito.
Retumbó la tierra. Algo se acercaba. Cada vez más cerca. Pesado. ¡Por los dioses! ¡qué horror!, ¿qué más podría ser ahora!?
Allí estaba el que va ser nuestro nuevo amigo.
El gran Sauce apareció.
y sin dudarlo a un lugar seguro nos llevó.
Un claro.
Uno,
donde la contaminación no había infectado el lugar.
Uno,
donde aún sin saberlo la esperanza aguardaba para despertar.