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Sesión 2: Semilla del caos

General Summary

Partieron sin dilación, cogieron el conocido "Camino del Edén" y se dirigieron al sur. Al llegar a la fortaleza alpina había grandes colas para poder atravesarla, pero Müller consiguió que les dieran un trato prioritario por la importancia de su misión, e incluso les asignaron dos centinelas para que les hicieran de escolta hasta la frontera sur. De camino, Müller contactó con su superior para informar de la misión anterior y dejar su armadura pesada, pues no sería efectiva en una misión diplomática. También entró en contacto con una compañera que le avisó de que se sospechaba de la presencia de "un agente cronista de alto rango" en la zona, había que ir con cuidado.     Cuando llegaron a Lucatore fueron recibidos con educación pero distantes. La ciudad se encontraba en su último día de luto, la casa de huéspedes estaba completa por un grupo numeroso de flagelantes y fueron alojados en las Casas Comunes, unos alojamientos de bastante más prestigio. Dieron vueltas por la ciudad para enterarse bien de la situación y de la política del lugar.     Para cenar, se acercaron al Cordero Sangrante, uno de los lugares más famosos de la zona, decorado con trofeos de las guerras del Adriático contra los Jehammedanos. A parte de los varios parroquianos que uno podría esperar en un lugar así, había un grupo de orgiásticos bebiendo, claramente, para ahogar las penas. Angler se acercó a beber con ellos. Eran los guardias que habían estado defendiendo la entrada a la capilla en la que se encontraba el Bautista cuando fue asesinado. Les habían relevado de su puesto para castigarlos por una infracción cometida el día anterior. Cuando llegó el siguiente turno, unos minutos después, se encontraron a Altair tendido en el suelo, con el cuello rajado.     Mientras cenaban y Angler seguía bebiendo e interrogando a los anabaptistas, entraron en el local dos piqueros, miembros de la familia Benesato. Los orgiásticos no tardaron en levantarse buscando una pelea ebria, pero Angler consiguió sofocarlo y evitar una paliza. Randle salió a hablar con los piqueros para asegurarse de que las cosas quedaban calmadas mientras el resto del grupo seguía disfrutando de la cena y entablaban conversación con un parroquiano de una mesa vecina, el cual, ante la inminente pelea, había preparado su arma sin que nadie más lo advirtiese. El hombre se presentó como Fernex, un afamado cazador de la zona, acompañado por su perro Atila. Posteriormente, tras despedirse de este, descubrirían que el hombre era conocido y respetado en la ciudad y que corrían rumores de que en su pasado se dedicó a a cazar homo degenesis.     Al día siguiente fueron invitados a la casa de Ennio Benesato, hermano del difunto Bautista y líder de una de las facciones de la ciudad. Le acompañaba Gala Lombardi de Bérgamo, hija del líder de la ciudad rival, famosa por su desprecio a los anabaptistas y que abre los brazos a cronistas y jehammedanos. Les dieron las gracias por haber evitado que sus guardias y familiares recibieran una paliza en la taberna. Les estuvieron explicando la situación de la ciudad y el extraño proceder de su cuñada al enviudar. No dejó que nadie viera el cadáver, ni su médico ni su familia. Impuso 7 días de luto oficial y enterró el cuerpo el primer día a escondidas. Tras la charla les ofreció su anillo personal, con el escudo de su familia, usarlo les abriría muchas puertas, hasta las de la emisaria, pero haría público que se encontraban bajo la protección de los Benesato.     Tras la charla con el hermano del difunto, acudieron al Caustro, la fortaleza desde la que gobernaban los Anabaptistas la región, y donde residía Neva, la viuda a solicitar una audiencia, para pedir audiencia con esta usando el anillo de los Benesato como salvoconducto. Les dijeron que serían llamados cuando la emisaria les otorgase la audiencia. Angler se introdujo en la fortaleza, queriendo verlo, tanto por motivos personales, como para empezar su investigación. El resto, sin mucho más que hacer, se dirigieron a investigar la ciudad un poco más en profundidad.     Al visitar las Torres de agua, abiertas de nuevo tras estar su acceso restringido durante los días de luto, vieron a un acalorado spitaliano, discutiendo con Lucio, el capitán de la guardia orgiástica y mano derecha del Bautista. Cuando la discusión se acaloraba, con Lucio evitando las preguntas del médico, desde las cercanías de la muralla fue llamado por Abacus, un Elíseo de la cúpula de mando anabaptista. Usando eso de excusa se alejó, siendo seguido por Randle y Müller, mientras Julius, Gideon y 9.10.Dog se quedaban hablando con el médico, presentándose como Carmino, el médico personal de Altair. Cuando intercambiaron información, Carmino les dio su dirección, y encomió al grupo a visitar la tumba de Altair. Mientras tanto, Randle y Müller, no sacaron mucho más de la charla con Lucio, y se reunieron todos, camino al cementerio.     Allí, bajo las explicaciones del Angler, descubrieron que la tumba de Altair no cumplía los prefectos de su religión, principalmente por un mármol enorme que tenía como lápida, el tamaño era tal que se hubieran necesitado por lo menos seis bueyes para poder transportarlo, o maquinaria pesada. Mientras intentaban averiguar algo más, fueron interrumpidos por un zumbido sobre sus cabezas. Un dron pasó cerca de ellos y se perdió en la espesura del bosque próximo. Mientras miraban en esa dirección, Angler vio a un cronista en la lejanía y se lanzó en su persecución, seguido de cerca por Gideon y el resto del grupo menos Randle, que se dirigió a las Casas Comunes donde descansaban para... cuidar de la encargada del lugar, Dana, de manera especial. A pesar de correr con todas sus fuerzas, se vieron forzados a detener la marcha al descubrir trampas en el bosque, que frenando mucho su paso y haciendo que perdieran el rastro.     Pensando con calma, se dispusieron a seguir el rastro de las trampas, adentrándose cada vez más al bosque, en la dirección que parecía que las mismas trampas estaban protegiendo. Al salir del bosque, en un claro con restos de ruinas, descubrieron un pequeño escondite donde un africano estaba trabajando en su arma, un rifle. Tras prepararse para intimidarlo, 9.10.Dog se acercó ruidosamente provocando que el individuo encararse al grupo, arma en mano. Tras unos instantes de tensión, al final aclararon la intrusión. Se trataba de un antiguo Neolibio ahora conocido como Tom el negro. En su infancia, un Romano llamado Papa Chico le había secuestrado y el coste de su rescate había llevando la ruina a su familia, obligándole a dejar su forma de vida y unirse las filas de los chatarreros. Hace poco, a través d estos chatarreros, se entró de los rumores que indicaban que Papa Chico y su banda se encontraban en esta zona, cerca de Lucatore, por lo que Tom decidió partir hacia el lugar en busca de venganza. Tom había localizado el campamento de los Romanos, cerca de la montaña y la fortaleza Anabaptista, pero no había encontrado aún la oportunidad de dar caza al Romano. Les habló también de sus pequeñas escaramuzas con el cronista. Pero no pudo darles mucha más información.     Tras regresar a las Casas Comunes a pasar la noche, fueron llamados por Neva, se les había concedido audiencia. Müller no entró en el Clautro, ya que exigían que dejase su arma y se negó a hacerlo, así que permaneció en la puerta hablando con los guardias. Al parecer el Bautista y la emisaria tuvieron un hijo hace varios años, pero murió de una pulmonía, es algo que nadie menciona cerca de la emisaria y solicitaron que fuera discreto con ese tipo de información. El resto entraron a la audiencia en la que estaba también convocado Carmino, el cual discutió a voz en grito con la emisaria y salió de malas maneras de la fortaleza. Una vez les tocó el turno, no fueron capaces de entablar mucha conversación ni aclarar nada, ya que la propia emisaria escudaba todos sus actos en que eran las voluntades de su marido, todo lo acontecido en su entierro y que las extrañas circunstancias de su sepultura solo era una precaución ante los flagelantes y su fama de asaltatumbas. Tras verificar la zona del asesinato y confirmar que no eran de confianza con la Emisaria, por portar el anillo de Ennio Benesato, se dirigieron a la salida. Por el camino, vieron un accidente con unas mercancías con dos tocadas, iniciadas del culto, bajo las órdenes de Abacus, el cual agarró a la primera mujer y le propinó una paliza mientras la otra huía aterrada, chocando con Randle en su huida que intentó tranquilizarla y ayudarla antes de que esta continuase su huida, después que Abacus dirigiese contra ella su furia, gritando no comprender por que la Neva la tenía en estima.     Al salir del edificio, hablaron un rato con los guardias y dejando caer a Angler, que nunca había estado en ninguno, que existía una entrada secreta a los jardines elíseos, así como información sobre Verena, la joven tocada con la que acababan de tener el encontronazo, la cual parece que trabajaba por las mañanas en los jardines. El grupo se separó tras esto, para investigar más la ciudad, siendo sorprendidos por una pequeña escaramuza, donde Sirocco el líder de los flagelantes, promovía el fin de la ciudad por la corrupción de las familias nobles y, principalmente, de los anabaptistas, pues decía que ellos habían traído la corrupción. Este discurso fue rápidamente zanjado por los guardias anabaptistas, pero la gente empezaba ya a hablar en susurros de las “señales” que el flagelante indicaba, señalarían el final de la ciudad.     A la mañana siguiente, mientras todos descansaban plácidamente, Randle se levantó temprano y se coló en el jardín elíseo, en busca de Verena. Con la suerte de su lado, se adentró en el jardín y charló con ella, sobre Neva, la cual, según la muchacha, estaba rota y no era capaz entender a las mariposas. Con estas incógnitas y sin sacar mucho en claro, volvió a la posada, cuando el resto, ya estaban todos despiertos, contandoles que había podido hablar con la doncella , sin especificar mucho los detalles. Tras el desayuno, todos decidieron asistir a los festivales que se daban por la ciudad, en honor a Altair.      Mientras estaban disfrutando de un espectáculo de teatro, representando la vida y logros de Altair, el grupo fue llamado a un callejón por Carmino, para señalarles que el molusco de su desplegador estaba palpitando, Julius y Gideon comprobaron los suyos y también estaban activos. Al grito de una niña desde la plaza, interrumpió la charla y, al llegar a la esta, vieron a una niña herida por un mordisco del perro de Fernex, el cazador al que conocieron en el cordero sangrante. El perro gruñía e intentaba atacar a lo que se le acercara, mientras Fernex intentaba controlarlo, pero, al final, el pero terminó volviéndose contra él.      Justo antes de que el perro enloquecido volviera a atacar, vomitó y su estómago explotó en un amasijo de entrañas e insectos.      Tras un silencio sepulcral, la voz de Sirocco se alzó entre la multitud ensalzando el fin de la ciudad y alegando que esta era la segunda señal, y que, la tercera, sería la último.     El caos estalló en la ciudad, tras la llegada de Lucio, ordenando a los guardias detener a Siroco y los Flagelantes, y encerrarles donde se hospedaban hasta nuevo aviso. Algunos ciudadanos trataron de defenderlos, mientras otros huían ante la carga de la guarda orgiástica mientras, Carmino colocaba el cadáver del perro en una camilla improvisada por Müller, llevándosela a las cámaras frías para su estudio.      Por petición de Lucio, el grupo accedió a vigilar la casa de huéspedes, con los flagelantes encerrados dentro, hasta que llegase un refresco de orgiásticos tras controlar la situación en la ciudad. Mientras esperaban, del interior llego una invitación de uno de los flagelantes para hablar cara a cara con su líder, Sirocco. Albert, Gideon y Angler, decidieron entrar, solo sacando en claro la locura que reinaba en la mente del hombre y su convencimiento sobre que el fin estaba próximo, que lo peor estaba por llegar y que los anabaptistas estaban corruptos hasta la médula.     Una vez fueron relevados, se dirigieron hacia las cámaras de frío. Gideon se iba a quedar con Carmino para estudiar y diseccionar al perro mientras el resto iban a coger los caballos para dirigirse a ver a Fernex en las cabañas de caza, con la esperanza de conseguir más información sobre el incidente en la plaza, pero fueron interrumpidos mientras preparaban sus monturas, pues oyeron los gritos de auxilio de unas niñas. Venían de la capilla situada el linde de los campos de cultivos, al oeste de la ciudad y gritaban algo de su padre, estaban histéricas. Müller cogió en brazos a una de ellas para correr y que les dijera el camino mientras la otra niña corría hacia la ciudad, alertando a los dos spitalianos que estudiaban al perro.     Cuando llegaron al lugar, había un hombre que parecía estar consumido, se le marcaban los huesos a través de la piel. La gente se empezaba a arremolinar en la entrada, alertados por los gritos, cuando Julius entró a investigar mientras el resto del grupo intentaba mantener la calma entre los aldeanos. Carmino llegó y, tras dispersar a la gente sin miramientos, entró junto a Gideon.     Inspeccionó el cuerpo y les señaló la cantidad incontable de picaduras que mostraba en axilas, ingles, tobillos y muñecas, algo acechaba en los bosques que rodeaban Lucatore, y este encuentro junto al evento ocurrido en la plaza no auguraba nada bueno. Tras preparar el cuerpo para llevarlo a las cámaras de frío, el medico les insto a buscar a Fernex, quedaba claro que si alguien podía saber algo, era el cazador.     Les recibieron dos mujeres, aprendices del cazador, que les indicaron la dirección en la que había partido, tras preparar suministros para, al menos, una semana, varias horas antes que ellos. Preocupadas por su maestro, les dieron raciones para varios días, viéndoles marchar con una obvia preocupación en el rostro.     Siguieron el rastro del cazador por el bosque, continuando a la carrera toda la noche, sin descansar. Las marcas eran obvias, no intentaba ocultar su rastro.      Corrieron durante más de un día donde su avance se detuvo en seco. Un gran zumbido llamó su atención, había marcas en el suelo, los spitalianos la reconocieron como uno de los chakras terrestres, una terrible señal. Se adentraron con precaución para estudiar esta zona…     El suelo explotó. Enjambres de insectos, mosquitos y gusanos Alimentándose de decenas de cuerpos de animales esparcidos por toda la zona, sin posibilidad de hacer nada al respecto, decidieron continuar la persecución, sabiendo ya que un terrible peligro acechaba en el bosque.      Al segundo día, el zumbido era omnipresente, encontrando cadáveres de venados clavados a los arboles, eviscerados, con enjambres alimentándose de las criaturas muertas. Se acercaron a examinarlos. Cámaras de cría, según los spitalianos. Parecía claro que un aberrante estaba preparando un enjambre de proporciones titánicas.      Sin previo aviso, el enjambre torno su atención de los cuerpos al grupo.     No estaban preparados para luchar contra un enjambre, a pesar de sus esfuerzos las criaturas se colaban entre los pliegues de la ropa y la armadura, mordiendo y succionando su sangre. Gideon sacó un vial de su bolsillo y lo lanzó lejos, al explotar contra un árbol atrajo la atención de todo el enjambre y pudieron salir corriendo. Su huida continuó hasta que, un destello en la copa de los arboles llamó su atención, fragmentos de espejo colgaba de cuerdas atadas a las ramas, meciéndose al viento y reflejando la luz del sol. cerca, en una trinchera excavada tras un árbol caído, encontraron al cazador. Les daba la espalda, medio oculto en su escondite mientras miraba a través de la mirilla de su fusil. No hacía ningún ruido, sólo miraba. Se acercaron en silencio al cazador, que sin hablar señaló en la dirección que vigilaba, permitiendo a Randle mirar. A más de trescientos metros, pudo ver a un enorme homo degenesis despedazando un ciervo con sus manos desnudas. Tras un instante, giró la cabeza en su dirección, como si estuviese devolviéndole la mirada.     Había un Arconte, un aberrante de gran poder, les explicó Fernex. No tenían buena vista y oído, pero que podían sentir el latir de tu corazón si latía muy rápido. Cogió un palo y lo lanzó en su dirección, un hilo de luz brilló al entrar en contacto con el palo y este se transformó instantáneamente en una nube de ceniza, desintegrado, uno de los extraños poderes de la criatura, capaz de moldear la luz. Los espejos sobre sus cabezas comenzaron a girar emitiendo extraños destellos, el aberrante les había detectado, les estaba buscando. No sería seguro salir del escondite hasta que este se alejara por lo que el cazador se tumbó y cerró los ojos para relajarse. Señaló a los espejos. Cuando no se movieran, sería seguro salir.     En cuanto pudieron corrieron a Lucatore para avisar y pedir ayuda. Fernex quedó atrás, intentaría retrasarlo lo máximo posible. Seis días tras salir en busca del cazador, regresaban a la ciudad con nefastas noticias.     En las Cámaras de frío encontraron a Carmino y un joven ayudante, que les mostró sus hallazgos tras la autopsia del cuerpo de la capilla. Los pulmones y el tracto respiratorio lleno de micelios, algo característico de los leperos, pero sin la marca con el chakra terrestre característica el pecho y sin reacción de los moluscos. Algo olía mal en los anabaptistas de Lucatore.      El grupo le habló del arconte y su encuentro en el bsoque. El Spitaliano palideció, la situación era extrema.      No se fiaba de Neva y la situación actual de la ciudad era un caos. Escribió rápidamente en un papel para mandar un mensaje a Vivaco. Todas las tropas preservista e  higienistas disponibles debían de dirigirse hacia Lucatore en el acto. El ayudante tomó el mensaje y partió raudo.     Unos minutos después un seseante sonido inundo el aire, a lo lejos, el breve resplandor de una red e hilos de luz dio paso a una nube rojiza. El jinete había chcado con unmuro de filamentos puestos por el aberrante, la criatura había cortado el paso.     El silencio se hizo en el grupo. Carmino se quedó petrificado, pero no iban a rendirse. Partieron por la ciudad hacia la casa Benesato, cada persona de la ciudad capaz de portar un arma debía de preparase para lo que se avecinaba, tras esto, buscarían a Neva, tenía mucho que explicar.     A medio camino se detuvieron. La ciudad estaba en silencio, puertas y ventanas cerradas, calles y plazas vacías. El sonido de una pelea les alertó. En una callejuela, uno de los piquero de la casa de Benesato estaba sufriendo una brutal paliza a manos de unos orgiásticos, los mismos que Angler había conseguido calmar hacía varias noches, en su primer día en la ciudad. Angler intentó razonar con ellos, pero aseguraban que los traidores debían morir mientras seguían golpeando al maltrecho piquero con barras de hierro.      Con un largo suspiro el grupos sacó sus armas, terminando  la pelea con la muerte de los orgiásticos, mientras Julius estabilizada al piquero al borde de la muerte, y Randle corría a la casa de Ennio Benesato después de que el piquero le dijese entre balbuceos que este corría peligro.     El grupo se reunió en la mansión, en el exterior yacían muertos los guardias de la casa Benesato, con la puerta abierta a la fuerza, siguiendo el rastro de lucha hasta el salón principal. Él, Gala Lombardi y los espadachines de la casa Lombardi que protegían a esta, habían sobrevivido al asalto de ocho orgiásticos que ahora yacían muertos por la sala. En un estado febril y tapándose una herida, Ennio comenzó a delirar, hablando sobre la muerte de Altair, su desaparecido sobrino, Vikal, como este era una vergüenza para Altair y que era imposible que el hijo de su hermano muriese de una simple pulmonía.      Sin saber como reaccionar ante esta información las preguntas del grupo fueron interrumpidas por el clamor de las gentes en las calles. al asomarse por la ventana pudieron ver a dos masas de gentes dirigiéndose a la plaza. Desde el este un grupo liderado por anabaptistas y varios guardias de la ciudad. Desde el Sur, dirigidos por los flagelantes, marchaba otra horda de gente, que pronto pasaría frente a la mansión justo antes de que ambos grupos convergiesen en la plaza.      Y la muerte se acercaba desde el bosque.

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