Anhenekar

(a.k.a. El bardo del viento)

by Artbreeder

Anhenekar, también llamado el bardo del viento, es un famoso artista conocido por escribir canciones, poemas y múltiples crónicas, las cuales le han dado renombre por el detalle con que las escribe y porque reflejan sus innumerables viajes por Eiláar y por los planos de existencia. Sus crónicas suelen estar precedidas por un escrito corto, conocido como la síntesis de crónica, estos cortos textos son los más extendidos entre los aventureros e inclusive conocidos entre los niños que sueñan con ser viajeros y conocer tanto como Anhenekar.

Sus referencias e historias de lo que ha vivido no las hace en primera persona como acostumbran los bardos, sino a modo de narración y en tercera persona, pareciendo cuentos o historias en vez del diario de un bardo. Muchas de estas historias han sido corroboradas por eruditos y maestros del conocimiento, por lo que son valoradas y se pueden encontrar en muchas bibliotecas.

Especie

Mediano

Profesión

Cronista

Fecha de nacimiento

1991 CH ép 8

Lugar de nacimiento

Bragelante

Historia personal

Infancia

Anhenekar nació en un caserío ubicado al oeste de Bragelante, cerca al Lago Akari en una comunidad dedicada a la pesca y habituada a vivir en una zona de nieves perpetuas. Su padre era un pescador experimentado y su madre servía de nana para los más pequeños. La vida con su gente era simple y libre de sorpresas, más allá de la propia sobrevivencia en el hielo, la pesca en el lago y los esporádicos viajes al mar, reservado para los adultos.

El pequeño mediano tenía una curiosidad innata y quería averiguar el porqué de cada cosa; qué había en el fondo del lago, qué tan grande era el mar y de qué están hechas las nubes eran algunas de las preguntas sin respuesta que lo inquietaban. Cuando ya estaba acostumbrado a la vida en el caserío y conocía el origen de sus tradiciones y había exprimido hasta la última gota de conocimiento de su gente, Anhenekar quiso acompañar a su padre en uno de los viajes al mar, que se hacían cuando el sol se tornaba rojo.

Cuando aún le faltaban varios luxantes para su mayoría de edad, su padre aceptó llevarlo a conocer el mar con la condición de que no volviera a pedirlo hasta ser adulto, con lo que estuvo de acuerdo el joven Anhenekar. Para entonces, el mediano ya se había creado grupos de láminas de cuero raspado que usaba para dibujar aquello que le interesaba, además había inventado un sistema de símbolos para poder tener anotaciones fáciles de recordar y que ocuparan menos espacio que los dibujos, nadie más que él entendía sus garabatos.

Caserío de Anhenekar by Johe

Sorpresa y decepción

En su viaje al mar estuvo deslumbrado con lo que encontró, no había una costa frente a sus ojos, sólo agua interminable, su vista le ardía mientras nadaba y el sabor del agua le hacía escupirla al intentar beberla. Hizo mil preguntas a su padre y a los demás hombres que lo acompañaban, más de la mitad sin respuesta. De camino de vuelta al caserío se encontraron con unos seres que Anhenekar nunca había visto ni escuchado de ellos, se parecían a su padre, pero medían dos veces más, su cuerpo era mucho más grande también y algunos tenían cabello alrededor de su boca. Cual fue la sorpresa del mediano al darse cuenta de que su padre y los demás ya los conocían y se saludaron alegremente. El joven increpó a su padre por haberle ocultado esta información y tuvo que volver al caserío de mala gana, pues no le permitieron hacer preguntas a los extraños.

Infructuosamente, los padres del joven intentaron explicarle que le habían ocultado esta información por su seguridad y la de los demás, pues por su gran curiosidad temían que un día quisiera partir para descubrir todo acerca de los humanos, como eran conocidos aquellos seres. Anhenekar ocultó su desagrado y convenció a su gente de que eso había quedado atrás y que esperaría a su adultez para conocer un poco más del mundo, tal como siempre había hecho su gente. Sin embargo, se preguntó qué otras cosas le habían ocultado y comenzó a revisar sus dibujos y símbolos para encontrar algún tema que sintiera que podía haber sido oculto a su entendimiento. Fue así como decidió explorar el lago la próxima vez que pudiera ir de pesca, tarea que podía hacer en compañía de las mujeres y de los adultos más jóvenes.

La pesca

Anhenekar estaba seguro que había algo que sus padres tampoco querían contarle sobre el fondo del lago, así que creó una extensa cuerda de pescar, usando tiras de hojas de plantas que crecían cerca al lago cuando los hombres iban al mar, y anudó a esta, pequeñas argollas de metal cada cierta distancia, argollas que obtuvo de lo que parecía una vestimenta de gigante hecha enteramente de estas argollas, una reliquia que su familia guardaba como un tesoro, pero que podía haberse perdido hace tiempo y nadie se habría percatado.

Usando una pequeña balsa que se había construido hace meses, se adentró al lago, lejos de donde su gente pescaba, en un lugar donde los adultos nunca llevaban sus botes para pescar, haciendo cara de desagrado ante la idea. Soltó poco a poco su extensa cuerda que estaría vertical por el peso del metal, y con un pequeño arpón decorado en su punta, a modo de señuelo, para asegurarse de dar caza a lo que fuera que mordiera el anzuelo. Cuando estaba por terminar de extender la totalidad de la cuerda, se desató un aguacero que rápidamente se convirtió en tormenta, sabiendo que los demás estarían saliendo del agua y buscando reunir a todos para volver al caserío, se apresuró a recuperar la cuerda, pero esta pesaba mucho y cada codo a recuperar se hacía cada vez más difícil. Anhenekar vio sobre su cabeza una inmensa nube que cubría casi todo el cielo, llena de bultos gigantes como pechos femeninos, con coloraciones anaranjadas, grises y blancas, se sintió maravillado por aquella visión, hasta que vio un gran haz de luz descender hacia él y pudo jurar que lo acompañó un susurro que indicaba "huye".

Lago Akari bajo la lluvia by Johe

El rayo que cayó impacto al joven mediano, dejándolo inconsciente en un borde de su balsa, que, aunque se prendió en un extremo, se apagó rápidamente por la lluvia. Cuando Anhenekar despertó estaba en la orilla del lago tumbado sobre su balsa, el cielo estaba despejado y de su mano derecha se extendía dos solitarios dedos, su pulgar e índice, y allí donde solían estar el resto, sólo había un muñón ennegrecido. Nuevamente una voz en su cabeza le susurraba: "huye". Muy asustado, el joven buscó volver con los demás, pero jamás imaginó, ni en sus peores pesadillas, lo que se habría de encontrar.

Cuando volvió donde estaban todos los encontró dispersos y extraños, algunos parecían mirar el cielo, otros estaban de cuclillas como escribiendo sobre el suelo. Pero al acercarse suficiente a otro de los jóvenes, pudo observar que no tenía rostro ni orejas, parecía uno de los muñecos de tela que hacía su abuela cuando estaba niño. Aterrado, buscó en los demás una mirada, una palabra o al menos una señal de que lo escuchaban, pero fue en vano, todos los que habían estado allí, pescando o acompañando a los demás, ahora parecían entes errantes que no podían verle, escucharle ni hablarle. Y aunque si parecían poder sentirlo cuando los tocaba, estiraban sus brazos desesperados intentando atraparlo, cosa que sólo acrecentaba su horror.

Anhenekar hizo caso al susurro que volvió a escuchar, y huyó, pero no lo hizo hacia su caserío, con su padre, pues sintió que no podría enfrentar su mirada para decirle que, de alguna manera, él había sido el culpable de que parte de gente ahora no tuviera rostro. Así que huyó en busca de los humanos que había visto anteriormente, no en busca de ayuda, sino de respuestas, aquellas que aún busca hasta el día de hoy.

Vagamundo

Luego de abandonar a su gente y encontrar a los humanos, Anhenekar se volvió un nómada, yendo de un lugar a otro, investigando tanto como podía sobre el mundo y sus criaturas, conoció la escritura, otras culturas y entendió lo insignificante que era la existencia de sus padres y su gente para el mundo. Se ganó la vida durante mucho tiempo contando historias y cuando decidió que escribiría sobre todo aquello que fuese desconocido para la mayoría, se aseguró de que le construyeran un sustituto en madera para sus dedos faltantes y comenzó a viajar en busca de las más maravillosas historias que pudieran ser dignas de ser escritas.

Fama

Anhenekar obtuvo su fama sin buscarla, debido a una crónica que escribió donde relataba su encuentro con un dragón, la crónica en sí misma no le hizo famoso al publicarla, sino una serie de eventos posteriores, cuando un erudito indicó que el lugar descrito por el cronista para llegar al dragón en realidad existía. Luego de esto un grupo de cazarrecompensas buscó el lugar y dio con el dragón, desatando su furia y perdiendo a la mitad de su grupo. Un pueblo cercano fue la primera víctima de la criatura y rápidamente se corrió la voz de la noticia del dragón enojado, los aventureros masacrados y la crónica de Anhenekar.

Su gloria empezó cuando fue contactado por los nobles de una ciudad cercana al pueblo arrasado, temiendo por sufrir el mismo destino, llamado al cual Anhenekar hizo caso, y luego de acudir y salir en busca del dragón volvió a la ciudad portando un colmillo de la criatura, en señal de que había terminado la amenaza.

A partir de ese momento se contaron docenas de historias de su hazaña, se divulgó su nombre y sus crónicas comenzaron a ser leídas por aventureros, estudiosos y entusiastas de la aventura. Actualmente muy pocos conocen la leyenda de Anhenekar y el dragón, pero si alguien ha escuchado su nombre, seguramente es porque ha leído o escuchado sobre sus escritos. La pluma del bardo del viento mantiene vivo su nombre.

Crónicas famosas

Sus escritos sobre temas que reflejan su poder, valentía y su gran conocimiento como aventurero y viajero son los que más inspiran a otros a seguir sus pasos, o al menos a leerlo. El grupo de crónicas denominadas Sobre lo que debe sobrevivirse son tan conocidas que se usan en la formación de magos, clérigos y claramente, otros bardos. Se presentan aquí sus síntesis.

Sobre el luxante

El aire enrarecido de vahos de cuerpos en descomposición, las aguas bullendo en burbujas de calor, animales cayendo inertes del cielo y corriendo en la tierra sólo para encontrar la muerte en medio de su desesperación. Ha llegado el Luxante, y si temes al sol rojo que todo lo evapora, haz de saber que la muerte te acechará por varios ciclos después.

Sobre el noxante

La noche trae su aire frío y su densa niebla, la nieve baña de blanco cada ápice del mundo, la escarcha se forma en cada suspiro, el hielo te inmoviliza a cada paso y la oscuridad se hace eterna mientras se congela lentamente cada parte de tu cuerpo. Cuando ya no puedas más y te ahogues en tus propios gritos de dolor, surgirán de la fría oscuridad las criaturas más impredecibles y abominables que puedas imaginar, el Noxante apenas ha iniciado.

Sobre los dragones

El ruido de los animales, huyendo, corriendo, nadando, volando despavoridos, es el primer indicio de que cruzaste un punto de donde no puedes volver, el aire se carga de miedo, de pavor puro y natural, tus sentidos se adormecen, te ciegas, te ensordeces, y para cuando estás suficientemente lúcido como para intentar huir en cualquier dirección… ves la sombra de lo inevitable, la magnificencia escamosa desciende de los cielos para que comprendas la insignificancia de lo que eres. Hic sunt dracones...

Sobre la Infraterra

El silencio profundo es en sí una señal de que eres observado, la oscuridad absoluta te indica que no perteneces a este lugar y el frío abrumador te recordará lo lejos que estás de casa. Tus pasos se adentran en un mundo entero, escondido a la vista de muchos, resguardado por la ignorancia de todos, quienes, como tú, pensaban que no había nada debajo del suelo, ahora desearías poder estar equivocado y al menos ver lo que te acecha desde las sombras, pero tal vez ya cruzaste una línea que no puedes desandar.

Sobre la gran visión

La confusión reinaba entre las tropas, estaban largamente preparadas para el noxante, el reporte indicaba que las criaturas debían haber brotado hace más de medio ciclo, sin embargo, lo único que surgió fue el desconcierto, alivio en algunos, pobres tontos. El terrible fulgor acalló todas las voces, pareció como si el mismísimo aire se aquietara para contemplar la magnificencia de un cielo escarlata. Lo que aconteció después estoy seguro de que ya lo vivieron en carne propia, sin importar si los privó de su mente, los doblegó de dolor o los ignoró, pero permítanme decirles algo por única vez; despójense de toda esperanza, hemos presenciado al heraldo mismo del fin de la existencia.