La luna negra
La Luna Negra, el arma que porta La Primera Madre, encapsula en su interior el zeclón que perteneció alguna vez a su hija Eifara, el arco se convirtió así en la sempiterna compañía de una madre en duelo por la pérdida de su adorada hija.
Historia
Cuando ocurrió el infame asesinato de Eifara a manos de Arrenjel, Eiláatir padeció un profundo dolor, la melancolía y la ira anidaron en el pecho de La Primera Madre.
Sumida en la pesadumbre y con las lágrimas de los elementales de agua resonando en sus oídos, quienes también habían sufrido la pérdida de su madre, Eiláatir sólo pensaba en la venganza, creyó que su oportunidad había llegado cuando se enteró de que El Cambiante había perdido una gran porción de su poder al crear a Iyaki y Nancrix sin quererlo, por lo que acudió desesperada a la residencia de Ázafhel en Marzakha para pedirle que le ayudara a localizar el zeclón que perteneció en vida a Eifara, La Guardiana accedió sin pensarlo dos veces, juntas rastrearon el zeclón y Eiláatir lo condensó para crear un poderoso arco compuesto, con él en sus manos, se movilizó para acabar con la vida de Arrenjel.
La balanza de la victoria parecía inclinarse cada vez más hacia Eiláatir, ya que las flechas perforaban una y otra vez a Arrenjel, mientras este la perseguía infructuosamente, tratando de herirla con la hoja de La Mole Profunda, sin embargo, la diosa le esquivaba con gracia. Una vez que El Cambiante vio que La Primera Madre estaba lo suficientemente desprevenida y confiada en su supuesta victoria, procedió a convertirse en un amasijo de brazos y de ojos y le devolvió una a una las flechas que había soportado, además, comenzó a acuchillarla sin piedad con la guja, haciendola girar sin detenerse entre risas pesadillescas y malignas, cuando la diosa estaba a punto de perder la vida, Feberraltir y su lobo Kynox interfirieron para salvarla del cruel destino que la aguardaba, al haberse dejado cegar por el dolor y no haber calculado que ella misma también había perdido poder al crear a sus dos hijas. Bien es sabido que Arrenjel tiene grandes habilidades de adaptación en combate y sabe aprovechar muy bien las ventajas sobre su oponente, por mínimas que sean, hasta lograr acabar con su objetivo.
Exhausta, derrotada y atribulada por la ausencia de su hija, Eiláatir ocultó la luna Ceri en su honor, la cual ahora sólo puede ser vista si se está bajo el agua y genera una insondable nostalgia entre las criaturas acuáticas. Además, le dio forma de luna negra a su arco, representando a la luna que escondió ante los ojos de quienes no eran hijos de Eifara.
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