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Arca Santa de Oviedo

La Cámara Santa de la iglesia de San Salvador de Oviedo contiene la dicha Arca, por santidad recubierta de plata por Alfonso VI en 1113, y que contiene las siguientes reliquias de capital importancia:
  • el Santo Sudario: lienzo de lino que cubrió el rostro de Jesucristo cuando lo descendieron de la cruz, y que contiene manchas de su sagrada sangre;
  • el Lignum Crucis, es decir, una astilla de la cruz en la que murió Cristo.
Hay otras reliquias de Santa María y de su Hijo; pero nadie sabe con certeza cuáles son, pues aquel que abra el Arca Santa corre el peligro de volverse ciego, tal es la santidad de los objetos que conserva.

History

Cuenta la leyenda que el rey Alfonso II El Casto, que tal mote ganó porque fuese de mucha castidad de alma y de cuerpo, mereció obtener del Señor un arca conteniendo diversas reliquias de santos. La cual arca, amenazando, por ventura, el terror de los gentiles, en lo antiguo fue transportada en un navío desde Jerusalén, permaneció por espacio de algún tiempo en Sevilla, y luego, durante cien años, en Toledo. Como otra vez oprimiesen los moros cuando ya nadie se les resistía, los cristianos arrebataron secretamente el arca de Dios y por sitios excusados llegaron hasta el mar, y puesta allí en una nave, guiándolos Dios abordaron el puerto de Asturias, cuyo nombre es Subsalas, por aquello de tener cerca y encima la regia ciudad de Gijón. Mas el rey Alfonso, luego que se vio divinamente enriquecido con gran dádiva, en lugar de la perdida Toledo, decretó fabricar una sede para la venerable arca. Para realizar este plan, dejadas las otras atenciones y ansiándolo más y más cada día, desde entonces por espacio de treinta años fabricó una iglesia en Oviedo de admirable obra, en honor de San Salvador, y en ella, a los lados derecho e izquierdo del altar mayor, construyó dos grupos de a seis altares dedicados a los doce Apóstoles. No menos llevó a efecto un santuario de la bienaventurada madre de Dios y virgen María, con pareja estructura y tres cabeceras. Hizo también una basílica de Santa Leocadia, cubierta con obra de bóveda, sobre la que se hiciese una cámara, donde en el lugar más excelso fuese adornada por los fieles el arca santa. Y además fundó con bella obra una iglesia del bienaventurado mártir de Cristo, Tirso, en el mismo recinto. Edificó, a distancia de un estadio de la iglesia de San Salvador, un templo de los santos Julián y Basilisa, adjuntándole a uno y otro lado capillas dispuestas en admirable composición.
Por cierto que si llegase a enumerar uno por uno los ornamentos de dicha cámara, disertación tan prolija me llevaría desviado harto lejos de lo que empecé. Más por la magnitud del milagro, la angélica cruz sea sacada a plaza.
Pues como cierto día el susodicho Alfonso, rey casto y piadoso, tuviese por acaso en la mano cantidad de esplendidísimo oro y algunas piedras preciosas, comenzó a pensar cómo podía ser hecha una cruz con ello para servicio del altar del Señor. Así, estando en este santo propósito, después de la participación del cuerpo y sangre de Cristo, según costumbre, ya enderezaba sus pasos hacia el palacio real por causa de la comida, llevando el oro en la mano, cuando he aquí que se le aparecieron dos ángeles en figura de peregrinos, fingiendo ser artífices, el cual, al momento, les entregó el oro y las piedras, señalándoles mansión donde sin impedimento de hombres pudiesen trabajar. Lo demás parece cosa maravillosa e inusitada, después de los Apóstoles hasta nuestros tiempos; porque vuelto sobre sí el rey en la misma corta espera de la comida, inquiere a qué personas diera el oro, y al punto comenzó a enviar un agente tras otro para que observasen qué hacían los desconocidos artífices.
Ya los servidores se acercaban a la casa del taller, cuando de improvisto tanta luz hizo resplandecer el interior de toda la casa, que, por decirlo así, no fábrica humana, sino la salida del sol parecía por la extremada claridad. Pero mirando hacia dentro por una ventana los que habían sido enviados,(vieron que) idos los angélicos maestros, la cruz sola, llevada a cabo y puesta en medio, irradiaba como un sol en aquella casa; por donde abiertamente consta entenderse que ella fue hecha por divina y no humana aplicación. Lo que oyendo el devotísimo rey, dejado el servicio de mesa, corrió con incansable paso, y dando gracias a Dios con loores e himnos por tan gran beneficio, según cumplía, puso reverentemente dicha venerable cruz sobre el altar de San Salvador.

Importancia

Contiene importantísimas reliquias, objeto de gran devoción por parte de los ovetenses y asturianos y de los muchos peregrinos que se desvían o trazan su ruta a o de Santiago para venerarlas, porque como dice el dicho:
Quien va a Santiago y no va a San Salvador, honra al siervo y descuida al Señor.
Tipo de objeto
Religious / Ritualistic
Creation Date
Primera mitad del siglo IX
Current Location
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Cover image: by Montedemo

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