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Francos

Los Francos de Toledo

Al igual que el camino de Santiago, la exótica nueva capital castellana ha constituido un polo de atracción a inmigrantes de todos los estamentos sociales en busca de nuevas oportunidades venidos de más allá de los Pirineos. Esto ha sido desde el mismo momento de la conquista, ya que la reina consorte Constanza, rodedada de clérigos y caballeros francos, fue la primera en promover la franquización de Castilla. Sin embargo, esta grupo elitista de caballeros y sacerdotes tienen poco en común con los comerciantes y artesanos instalados en el Barrio de los Francos (Rabad al-Ifrang).  

El clero franco

El caso más llamativo a primera vista es el de los clérigos de origen francés o aquitano que prácticamente han monopolizado el solio arzobispal desde la conquista, empezando por Bernardo de Sédirac, Raimundo y más tarde, don Cerebruno. Pero, desde el reinado de Alfonso VI, los clérigos transpirenaicos han colonizado igualmente el capítulo de la catedral como en otras sedes episcopales castellano-leonesas a tal punto que se ha podido entrever un vasto entramado de mepotismo galicano.   De todas maneras, algunos de estos clérigos francos son inmigrantes de segunda generación, hijos de francos establecidos en la ciudad tras la reconquista, como es el caso del canónigo Pedro Gilberto, hijo de Gilbert el Franco (Gilbart al-Firangi) vecino del barrio de de Pozo Amargo (a-bir al-murr), o Arnaldo de Corbi, dueño de Arcicóllar. Algo que se advertirá en la tercera generación de los inmigrantes francos es su copleta asimilación cultural, firmando en árabe y llevando nombres típicamente mozárabes (Esteban, Orabona).

Los militares

En lo concerniente a los militares venidos del Norte de los Pirineos, es bien conocido el caso del alcaide Pedro de Tolosa, llegado antes de 1138, y su familia que ha arraigado rápidamente con la aristocracia mozárabe de la ciudad. Llegó junto a sus hermanos y primas Vidal de Tolosa, Raymundo de Tolosa y Juan de Tolosa. La posición de Pedro permitió constituir un notable patrimonio inmueble en la ciudad y sus alrededores mediante compras y donaciones recibidas de personajes regios, dejándolas en herencia al morir en 1162 a su esposa, doña María Mienna. Se les conocen cuatro hijos, Pedro Cruzado, Ponce Pétrez y París Pétrez, y dos hijas, Urraca y Orabona. Pedro Cruzado ha seguido la carrera militar de su padre, ha obtenido el favor real llegando a ser alférez, señor del castillo de Rivas de Jarama e ingresado en la Orden de Santiago. El hijo de este, Ruy Pérez Cruzado, será también alcaide de Toledo. De sus otros hijos, París Pétrez llegará a ser alguacil de Toledo entre 1182-83 y sus descendientes entroncarán con familias mozárabes. Orabona emparentará con Gonzalo Alguacil y reciben del rey Vilandín, y su hija Gracia casará con Esteban Illán y la hija de Ponce Pérez con el zalmedina Esteban Hambrán.   No todos los nobles norpirenaicos han visto su descendencia enraizar tan profundamente en la ciudad. Los hijos de Guillermo de Montpelier, como don Borgoñón, aún parece que tendrán problemas para entender el árabe en la primera mitad del siglo XIII.  

Los comerciantes y artesanos

Mucho más intensa y rápida será la mozarabización de los comerciantes y artesanos instalados en el Barrio de los Francos. Esta mozarabización será al menos, en una primera etapa, lingüística, ya que los miembros de la cofradía de los Francos firman sus documentos de su propia mano en árabe, de los que solo se pueden identificar como francos los antropónimos o topónimos franceses, occitanos, o simplemente latinos. Y aún así, muchos de estos inmigrantes francos pertenecientes al tercer estado, que han venido a buscar fortuna a las prometedoras tierras de la frontera toledana, veremos como cambian sus nombres al árabe, como el caso de Yahya b. Tammam, que en realidad es un Gascón vecino del Arrabal.   Esta mozarabización de los francos parece pasar frecuentemente por la unión con mujeres árabes, ya que la mayoría de estos aventureros llegan solos y forman aquí su familia. Estas esposas son, en su mayoría, moras cautivas, ya que no parece que sus nombres (Munina, Muriskita, Malina), sin asociaciones familiares, permitan trazar sus origenes en los linajes mozárabes o árabes de la ciudad. Si los caballeros francos desposarán con damas del patriciado mozárabe, sus compatriotas de menor alcurnia instalados en el Rabad al-Ifrang buscarán esposa entre mujeres musulmanas de los sectores más desfavorecidos.
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