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Qasr al-Surur

LUGAR oficial de encuentro de las reuniones del Tribunal de Al-Andalus desde el 1026 hasta su disolución en el 1103, ubicado en el palacio de la Aljafería en la ciudad de Zaragoza.
Aunque nunca fue una alianza propiamente dicha, Qasr al-Surūr (del árabe, «palacio de la alegría») fue un importante punto de encuentro hermético para los magi del Tribunal de al-Ándalus.

Ubicación y descripción

El Palacio de la Alegría se encontraba en el interior de la Aljafería, que en el año 1220, y tras la conquista de Zaragoza por parte de Alfonso I el Batallador en 1118, ha sido convertido en un palacio mudéjar donde residen los monarcas cristianos aragoneses. Sin embargo, la estructura no ha sufrido cambios sustanciales, aunque el ala que en tiempos ocupaba la Gran Sala ha sido transformada en aposentos reales y salas de reuniones; el patio donde en tiempos se encontraba el foro de Ḥafṣa ha acabado configurando todo el palacio real cristiano a su alrededor.

Historia

Durante el segundo Tribunal ordinario de al-Ándalus del año 1019, los magi asistentes acordaron la creación de un lugar neutral donde poder celebrar sus encuentros y compartir sus conocimientos y descubrimientos. En un primer momento pensaron en Córdoba, pero la inestabilidad de la ciudad, por entonces sumida en una guerra civil y aún no recuperada del todo de la peste que había asolado la urbe en 1011, les hizo desestimar esa opción. La Praeco del Tribunal, Ḥafṣa ibn ʿAbbās al-Bonisagiyya, decidió recurrir a los Riadiines, los matemáticos de Madrid, a quienes ya había acudido previamente para saber qué papel adoptar durante La Guerra del Cisma . El propio Maslama al-Majriti respondió de nuevo a la petición de Ḥafṣa con un augurio: la Gran Sala debería erigirse en la capital de la Marca Superior, Zaragoza, «en una laguna mágica cerca de donde se alzaba la Torre de la Sabia y donde pronto se levantaría el Palacio de la Alegría». Las alusiones no eran demasiado claras: la Torre de la Sabia podría referirse a la alianza desaparecida de Conciatta de Bonisagus, mientras que la referencia al «Palacio de la Alegría» era del todo ambigua. Todo esto desconcertó a los magi de la Orden. ¿Qué podía querer decir el riadiin con esas palabras?
Ḥafṣa no estaba dispuesta a correr ningún riesgo, ni tampoco a perder el tiempo. Tomando la referencia a la «laguna» como una metáfora evidente de algún tipo de aura mágica, mandó a varios magi a la ciudad de Zaragoza para examinarla. Pronto, la embajada hermética localizó una poderosa lacuna mágica al norte de la ciudad, no muy lejos de donde se había levantado La Torre No Vista, en un emplazamiento que pronto sería urbanizado. Los magi se adelantaron a las circunstancias y consiguieron adquirir el terreno, sobre el cual erigirían su Gran Sala. Para ello recurrieron a Al-Halifa Zuhayr un arquitecto de origen eslavo residente en la ciudad, al que encargaron la construcción de un lujoso palacete para albergar su gran proyecto. El palacio consistiría en una gran estancia diáfana y ocupada únicamente por estanterías, mesas y sillas, que recorrerían de forma ininterrumpida el perímetro del recinto diseñado y levantado por Zuhayr. En ese patio interior se construyó una fuente y se plantaron palmeras y otras plantas, salpicando el jardín de reclinatorios, cojines y sillones, creando así un entorno idílico para que los magi de todo el Tribunal pudiesen no solo compartir sus conocimientos, sino también disfrutar en compañía mutua y debatir sin problemas sobre cuestiones arcanas. Ese patio sería conocido como el foro de Ḥafṣa y, junto con la propia Gran Sala, sería el escenario de los Tribunales de al-Ándalus. En la planta superior se construyó una galería desde la que se podía observar el jardín en todo su esplendor, y que daba acceso a los laboratorios que se habilitaron en el lugar para quien los quisiera utilizar.
En la Gran Sala, los Tribunales daban comienzo siempre un día antes del solsticio de invierno; para entonces, los asistentes tenían que haber participado en la renovación del Aegis de la Alianza. Luego, entre evento y evento hermético, se celebraban banquetes al son de la música de los artistas presentes mientras se compartían conocimientos, anécdotas y descubrimientos.
Entre Tribunal y Tribunal, los magi eran libres de reunirse de forma informal durante sus visitas a la Gran Sala, pero los únicos ocupantes permanentes eran los dos al-gayʿyūrun, sendos voluntarios procedentes de las alianzas del Tribunal que debían vivir en la Gran Sala permanentemente, al menos en el caso de uno de ellos. Los al-gayʿyūrun eran reelegidos durante el siguiente Tribunal por votación popular, aunque no se les podía obligar a permanecer en el cargo. En 1061, esos protectores recibieron una ayuda adicional para su tarea en forma de siete autómatas de bronce y plata donados por los Verditius de Ajabeba , como parte del acuerdo para introducir una cláusula en el Código Periférico que les beneficiara al vender encantamientos a mundanos.
Durante casi toda la existencia del Tribunal de al-Ándalus, la Gran Sala se convirtió en un receptáculo de los mejores libros (tanto mundanos como herméticos) y textos de laboratorio que crearían los magi del Tribunal, así como de todos los hechizos y encantamientos investigados en los laboratorios de la propia Gran Sala. Tal fue su relevancia como centro de conocimiento, que los Bonisagi de al-Ándalus creaban copias de sus investigaciones para la Gran Sala antes de enviarlas a Durenmar. Poco a poco, la Gran Sala se fue convirtiendo en la residencia de una élite cultural de la Orden a la que contribuían casi todas las alianzas de al-Ándalus.
La situación de la Gran Sala cambió diametralmente con la llegada de Al-Muqtadir y los Banū Hūd a Zaragoza. La ciudad se transformó con el cambio de gobierno, alcanzando un esplendor que rivalizaba, o incluso superaba, el de ciudades como Toledo y Sevilla. Al-Muqtadir, antojado del idílico paraje donde los magi herméticos celebraban sus debates y departían sobre arte, cultura y cualquier otro tema imaginable, definió el lugar como un «Palacio de la Alegría», haciendo así realidad la segunda parte de la profecía que hiciera Maslama mucho tiempo atrás. Tal fue el encaprichamiento de Al-Muqtadir con el lugar, que encargó la construcción de un palacio mucho más grande y lujoso junto a la Gran Sala. El lugar sería conocido como la Aljafería, y el régulo intentó incluso adquirir los aposentos herméticos para incluirlos dentro del nuevo palacio. Solo las dotes diplomáticas de Ḥafṣa, y más tarde de su sucesor, Al-ʿĀsmarun al-Ŷerbitonī, permitieron mantener la independencia de la Gran Sala sin incurrir en la ira de los Banū Hūd (ni de los Quaesitores andalusíes). Es más, la relación entre ambos bandos fue razonablemente cordial, y, según cuentan, los magi de la Orden llegaron incluso a lanzar encantamientos sobre toda la Aljafería a cambio de la protección de los Banū Hūd en asuntos mundanos.
Pero la historia de la Gran Sala no estuvo exenta de polémicas. En 1039 se descubrió que Yasmina al-Gernikiyya, una al-gayʿyūrun procedente de Dar Malihaʾ, había usado fondos proporcionados por Porta Pandere para proyectos personales que luego no devolvió a Qasr al-Surūr. Recibió una importante multa y fue apartada de por vida del cargo, y aunque siguió desempeñando sus labores como Quaesitora, durante un tiempo hubo sospechas de que tras sus actos no hubiese algún plan más complejo urdido por su alianza madre.
Pero los acontecimientos más relevantes que tuvieron lugar en la Gran Sala se produjeron en el Tribunal de 1089, al que, además de los asistentes habituales, acudieron representantes de Iberia en un momento en el que el destino de al-Ándalus pendía de un hilo. Los enfrentamientos producidos en el Tribunal, combinados con la hábil intervención de dichos representantes, acabó provocando la disolución del Tribunal de al-Ándalus y la posterior reunificación de sus alianzas con Iberia. Esta decisión causó el desconsuelo de muchos de los presentes, incluido el propio Praeco, que veían así truncados sus sueños de iluminación y conocimiento.

Disolución

Los Tribunales de la Alegría se celebraron hasta el año 1103, fecha en que al-Ándalus fue oficialmente asimilado por el Tribunal de Iberia, cuando gobernaba en Zaragoza Al-Mustaʿīn II, en una época de grandes conflictos para todas las taifas. El propio Al-Mustaʿīn, que tuvo que pedir ayuda a los almorávides para mantener su gobierno en Zaragoza, desempeñó un triste papel en el ocaso del Palacio de la Alegría y la Gran Sala, amenazando a los magi con represalias hostiles si no abandonaban de inmediato la Aljafería y la ciudad. Sin lograr hacer entrar en razón al régulo, los magi le vendieron la Gran Sala. Pronto, la Orden de Hermes abandonó la capital de la Marca Superior, y aunque la ciudad fue reconquistada por los cristianos pocos años después, hasta la fecha no ha vuelto a tener presencia allí.

DISBANDED/DISSOLVED

1026 - 1103

Tipo
Alliance, Cultural
Nombres alternativos
Palacio de la Alegría
Ruling Organization

El secreto de Al-Halifa Zuhayr

Ni siquiera los magi herméticos han conocido nunca el origen del aura mágica que reinaba en la lacuna donde se elevó la Gran Sala y siempre buscaron algún elemento o evento relevante ocurrido en el lugar que justificara su existencia, en especial teniendo en cuenta que el aura del lugar creció una vez estuvo finalizada su construcción original. El origen de esa aura debe buscarse en realidad en Al-Halifa Zuhayr, creador tanto de la Gran Sala como de la Aljafería.
Al-Halifa Zuhayr es una figura misteriosa de la quese conocían muy pocas cosas cuando la Orden de Hermes contactó con él para encargarle la construcción de la Gran Sala, atraída por su gran reputación como arquitecto en Zaragoza. Zuhayr se limitó a aceptar el encargo y establecer un precio. Tras concluir la construcción de la Gran Sala, desapareció de la ciudad, solo para regresar veinte años después, justo cuando Al-Muqtadir se planteaba ordenar la construcción de la Aljafería. Pese al tiempo transcurrido, Zuhayr apenas parecía haber envejecido unos pocos años, y por recomendación de los contactos de los magi andalusíes, Al-Muqtadir decidió recurrir a él para la construcción de su esplendoroso palacio. De nuevo, el arquitecto aceptó el encargo. Zuhayr era en realidad una criatura no muerta de origen transilvano, una variante muy poco habitual de estas criaturas, lejanamente emparentada con los vampiros, pero de naturaleza mágica. No solo carecía de la sed de sangre que acecha a esas criaturas, sino que era capaz de desenvolverse con naturalidad a plena luz del día. Desde tiempo inmemorial, Al-Halifa había vagado por toda la Europa Mítica y el norte de África, centrado en el estudio de la aplicación de la astrología en la arquitectura, una sabiduría que los egipcios dominaron en la antigüedad, pero que hoy en día se ha perdido. Viajando de escuela en escuela cada pocos años para evitar levantar sospechas, Al-Halifa visitó el sur de Iberia y luego viajó a Zaragoza, donde consiguió que los magi andalusíes le encargara la gran obra de su vida: los planos de la Gran Sala estaban en una alineación perfecta con varias constelaciones, lo que reforzaba su significación arcana. Potenciando esa alineación con un ritual de sangre que llevó a cabo sin conocimiento de nadie, Al-Halifa logró aumentar el aura mágica de la zona que acogería la Gran Sala. Dos décadas después, volvió a la ciudad atraído por alguna extraña intuición y aprovechó el encargo de Al-Muqtadir para renovar esos rituales, manteniendo la fuerza del aura mágica. Una vez terminado su trabajo, desapareció de la ciudad para siempre, aunque el aura se mantuvo, reforzada por la presencia hermética, hasta que la llegada de los reyes cristianos a la ciudad y las modificaciones realizadas en el palacio destruyeron de forma irreparable la alineación, acabando también con el aura mágica del lugar. Mientras uno de los magi está realizando estudios arcanos, tal vez relacionados con algún avance o misterio vinculado con la arquitectura o la astrología, descubre un diagrama que se parece misteriosamente al plano de la Aljafería. Los textos indican claramente que el lugar podría utilizarse como escenario de estudio donde avanzar de forma significativa las investigaciones. Pero... ¿cómo acceder a lo que fue la Gran Sala? Y lo más importante, ¿cómo podría reparar sus resonancias astrológicas y arquitectónicas?


Cover image: by Montedemo

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