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Vasconia antigua

Los vascones primitivos

En su época de mayor esplendor se extendían desde Canfranc hasta Cinco Villas de la Montaña y el Bidasoa. Al norte se encontraba el pueblo francés de los aquitanos, al sureste los edetanos, al este los ilergetes, al suroeste los berones y al oeste los várdulos.

Forma de vida

Los geógrafos clásicos no muestran una gran diferencia entre los vascones y el resto de las culturas del norte de la Península Hispánica por lo que se puede pensar que no se diferenciaban en mucho los celtíberos, cántabros o astures. Destacan la pobre variedad de su alimentación, sin abundancia de cereales, con panificación de las bellotas, y abundancia de carne y lácteos, bebiendo vino importado o sidra. Mencionan sus danzas ceremoniales con complicadas piruetas. Los hombres vestían toscos paños negros y las mujeres tejidos de brillantes colores.

Estructura

Sociedad matriarcal

Los primitivos vascones mantenían una sociedad matriarcal, basada en el matrimonio por grupos: conjuntos de hombres y de mujeres se unían entre sí en determinadas festividades. Ante la imposibilidad de saber quién era el padre, el linaje se mantenía siempre por línea materna. Los hijos de las hermanas se consideraban hermanos entre sí, y los tíos maternos (los hermanos de las madres) eran a su vez, los padres. Los miembros de un mismo linaje o clan (los "hermanos" y "padres") no podían unirse con sus "hermanas" y "madres", evitando el debilitamiento racial de la consanguineidad. La pervivencia de estos ritos de fertilidad a través de los siglos daría origen a las supuestas orgías de los aquelarres, y por otro lado, explica la gran importancia de la mujer (la Etxekoandre, la señora de la casa) en la sociedad vasca.   La influencia romana y el cristianismo irán atenuando este matriarcado, pero especialmente tras la militarización de la sociedad y la aparición de líderes guerreros buruzagi que comandan a la tribu en las acciones de pillaje y expansión para ampliar o abastecer el territorio del Saltus Vasconum cercado por los Visigodos.

Patriarcalización de la sociedad vascona

La formación de estos pequeños "ejércitos permanentes" provoca un cambio de estructuras, de sociedad tribal matriarcal a sociedad feudal patriarcal. Los buruzaguis se apoderan de la propiedad colectiva de su tribu (léase familia) y cambian el sistema de la propiedad y de la herencia, para que pase por los hombres (es decir, por ellos), haciéndose llamar "aide nagusiak" (literalmente, parientes mayores). Para sacralizar su autoridad y la sucesión patriarcal de sus bienes, los nuevos señores feudales se apoyan en la religión del sur: la cristianización del territorio corre pareja con la imposición del feudalismo. En el siglo XIII este proceso está ya prácticamente instaurado en toda la Wasconia, aunque persisten comunidades aisladas con fuertes rasgos tribales. Con todo, el poder del pariente mayor no es absoluto. Por un lado, las mujeres retienen buena parte del poder moral que poseían en la vieja religión (muchos de cuyos ritos aún perduran, más o menos cristianizados). Por otro lado, susbisten restos de la primitiva "democracia tribal". En concreto, las asambleas o batzar, en las que todos tienen voz, evolucionarán en el sistema de Juntas del Señorío de Vizcaya   A medida que los buruzaguis tribales se conviertan en aide nagusiak feudales se introducirá el cristianismo en la sociedad vasca. Esto quedará especialmente patente en Navarra y en las provincias transpirenaicas donde al calor de la influencia o dominación carolingia aparecerán un conjunto de monasterios, en especial en la zona centro oriental: San Zacarías, Urdaspel, Igal, Cillas, y sobre todo, Leyre. Las mesnadas tribales se transformarán en una fuerza permanente, el más poderoso de los aide nagusiak pasará de ser, de primus inter pares a señor o monarca. Así nacerán, en el siglo IX, el Reino de Navarra y el Señorío de Vizcaya.

Historia

Vascones y romanos

Los primeros contactos de los vascones con los romanos tuvieron lugar en las Tierras del Ebro en el s. II antes de Cristo. En el 179 a.C, Graco fundó la ciudad de Gracurris (actual Alfaro, La Rioja) en tierras del Ager Vasconum.   En general, las relaciones de romanos y vascones parece que fueron de buena amistad. El año 89 a.C., por ejemplo, Cneo Pompeyo Estrabón concedió el extraordinario privilegio de la ciudadanía romana a un escuadrón de caballería indígena (la turma salluitana) reclutado en las cercanías de Zaragoza, del que formaban parte varios vascones. Algo más tarde, su hijo, Pompeyo el Grande, se refugió entre los vascones para pasar el invierno del 75-74 a.C., en su guerra contra Sertorio. Estableció su campamento junto a un poblado vascón y allí fundó una ciudad que llamó Pompaelo (Pamplona.  
Desde entonces Pamplona, de fundación romana, fue la ciudad más importante de los vascones, de ahí su nombre wascón de "Iruña" (ciudad). Su organización y modo de vida parece que fueron los generales del imperio. Fue, por eso, un foco de romanización importante para el resto de los vascones. Estaba situada estratégicamente en el cruce de la gran calzada romana que iba de Astorga a Burdeos y la de menor importancia, mencionada por Estrabón, que iba de Tarragona al Cantábrico.   Otras ciudades vasconas romanizadas fueron Andelos, en término de Muruzábal de Andión, Gracurris (actual Alfaro), Calagurris (Calahorra), Cascantum, Cara (Santacara) y Oiarso (Oyarzun-Irún). Estas ciudades eran centros comerciales y de abastecimiento agrario, dotadas de calles, mercados, baños públicos, templos, puentes, acueductos y complejos sistemas hidráulicos, como el descubierto en Andelos. Estaban enlazadas entre sí por una red de vías de comunicación que permitían el comercio con las regiones vecinas y las más lejanas.

La expansión vascona

La conquista romana tuvo un impacto demográfico y económico muy negativo en las poblaciones del área del medio y alto Ebro . En el año 194 a.C. el cónsul Marco Poncio Catón tomó la ciudad de Iacca (Jaca) capital de los iacetanos con la ayuda de sus tradicionales enemigos los suessetanos. A éstos (generalmente localizados en la comarca de Las Cinco Villas) les tocó el turno algo más tarde cuando su ciudad de Corbio fue tomada por el pretor Aulo Terencio Varrón siendo todos sus habitantes vendidos como esclavos (184 a.C.). En el año 187 a.C. el pretor Lucio Manlio Acidino derrota a una coalición de celtíberos cerca de Calagurris (Calahorra), ciudad que será conquistada por Pompeyo y Metelo tras un terrible asedio durante las Guerras Sertorianas (en el 72 a.C.). En el año 76 a.C. Sertorio destruye las cosechas de los buscaones, cascantinos y graccurritanos.
Si hemos de hacer caso al silencio de las fuentes, los vascones no se vieron afectados por esas destrucciones. En realidad parece que fue más bien al contrario: las derrotas de sus pueblos vecinos debieron repercutir en beneficio de los vascones. Las descripciones geográficas de época imperial incluyen dentro de su territorio localidades que anteriormente habían estado adscritas a otros pueblos. Ptolomeo de Alejandría, que escribe en el siglo II d.C., menciona como vasconas las ciudades Iacca, Calagurris, Gracurris (Alfaro), Cascantum (Cascante), Segia (Ejea de los Caballeros), Alavona (Alagón) y Ergavica (de localización desconocida pero que Tito Livio asignaba a los celtíberos). Para algunos historiadores modernos esos cambios se explicarían por una expansión de los vascones sobre territorios que antes habían pertenecido a los celtíberos (una franja de terreno al sur del Ebro, entre Calahorra y Logroño), a los suessetanos (las comarcas de Las Bárdenas y Cinco Villas) y a los iacetanos (La Canal).   Esta supuesta expansión vascona no se produciría de forma violenta (para lo que no hay ningún indicio), sino que se manifestaría como una espontánea y paulatina instalación de elementos vascones en las tierras vecinas esquilmadas y casi despobladas. Roma habría consentido y tal vez estimulado estos movimientos considerando que los vascones serían unos ocupantes menos problemáticos que los habitantes originales. Estas migraciones explicarían la presencia junto al Ebro del Ager Vasconum mencionado por Tito Livio en tiempos de las guerras contra Sertorio, en el 76 a.C. El triunfo final en ese conflicto del partido senatorial daría un impulso definitivo a esa expansión que quedaría ratificada en la nueva organización administrativa romana que adjudicaba a los vascones, clientes de Pompeyo, muchas de las ciudades que habían militado en el bando sertoriano.   Las nuevas tierras incorporados al territorio vascón constituirán el Ager Vasconum (el campo o llano de los vascos) una comarca con particularidades geográficas, culturales y socio-económicas muy distintas a las del Saltus Vasconum (la montaña de los vascos). El saltus era un territorio montañoso y cubierto de bosques con una economía fundamentalmente ganadera y con escasos centros urbanos (Pompaelo sería la única ciudad importante). En este territorio la lengua, las costumbres y la organización social vasconas se mantendrían con pocas alteraciones durante todo el periodo romano. Por contra el ager era una comarca básicamente llana con una economía basada en una agricultura latifundista y que contaba con numerosas ciudades. La vasconización de ese territorio, tardía y superficial, cederá rápidamente ante la vitalidad del latín y la cultura romana. Como consecuencia el ager tendrá más en común con otras comarcas del valle del Ebro que con el saltus.  
Cincuenta años después del fin de las Guerras Sertorianas Octavio Augusto dirigirá una serie de campañas encaminadas a liquidar los últimos núcleos de resistencia en el norte de Hispania. De nuevo no hay ni una sola mención de que los vascones fueran uno de los objetivos de esa guerra (de hecho fueron los ataques de los cántabros sobre sus vecinos los autrigones una de las causas aducidas por los romanos para desencadenar las hostilidades). En palabras de Javier Arce hubo un bellum asturicum y un bellum cantabrum, pero no un bellum vasconicum. Los vascones solo habían recibido beneficios de la conquista romana, ¿por qué deberían luchar contra sus benefactores? Además la administración romana era muy permisiva (la romanización es un concepto moderno) y no se obligaba a los pueblos sometidos a renunciar a su religión, sus costumbres ni sus modos de vida. Ni tan siquiera se trató de imponer el latín, siendo aceptada la validez legal de los documentos redactados en las lenguas indígenas.
Vascones en el ejército romano
Las buenas relaciones de los romanos con los vascones se reflejaron también en el hecho de que muchos vascones se enrolaron como mercenarios en el ejército romano. Había dos cohortes dentro del ejército romano compuestas principalmente por vascones y reclutadas por Galba, desgraciadamente la que llevaba el ordinal I apenas se sabe nada.
La segunda cohorte estaba compuesta por soldados de a pie y por una escuadra montada, por eso el nombre de Equitata. Además figura compuesta de ciudadanos romanos, honor que se le concedió por la brillante acción de Asberg en el año 69. Lugares en los que fue destinada la cohorte II:
  • Año 105 d.C. Britania.
  • Año 109 d.C. Mauritania Tingitana.
  • Año 114 – 117 d.C. Valentia Banasa.
  • Año 122 d.C. Britania.
  • Año 156 157 d.C. Volubilis y Valentia Banasa.
  • Año 160 d.C. Volubilis. Permanente.
Así vemos que los vascones no solo no se enfrentaron a los romanos sino que proporcionaron material humano al ejército romano a lo largo de mucho tiempo. Hay bastantes testimonios de la presencia de individuos de origen vascón en las legiones. En los muros de la iglesia de Sta. Eulalia en Muez (Navarra) está empotrada la lápida sepulcral de un tal Aemilio Ordunetsi, veterano de la legión II Augusta. En Roma se encontró la lápida de Cayo Mario Emiliano, calagurritano que sirvió en la VIIII cohorte pretoriana. Otro calagurritano llamado Cayo Flavio Emiliano sirvió también en la capital imperial en la IX cohorte urbana. Conocemos las lápidas de otros dos calagurritanos que sirvieron en el ejército romano: el jinete Cayo Valerio Próculo de la turma adscrita a la legión XI Claudia y Cayo Sempronio Fido, tribuno augusticlavius en varias legiones. Octavio contó durante las guerras civiles con una guardia de calagurritanos y Galba reclutó un par de cohortes auxiliares vasconas (de las que se conoce la cohors II Vasconum civium Romanorum) que se destacaron luchando contra las fuerzas de Civilis durante la revuelta de los batavos. También existía una cohors I Vardulorum.

La belicosidad vascona

Gracias a la influencia de los romanos, los vascos pasaron de ser tribus cazadoras a tribus agrícolas o ganaderas. Ello, paradójicamente, los volvió más feroces, pues les impuso la necesidad de bajar de las montañas en busca de tierras más ricas o nuevos pastos, y ya puestos, de esclavos que las trabajasen o de nuevas cabezas de ganado para sus rebaños. Con la caída del Imperio Romano las ocasionales correrías de saqueo tribales se trasformarán en bandas guerreras permanentes, lideradas por jefes llamados buruzagi. que mantendrán en jaque la paz en las Tierras del Ebro durante todo el periodo tardo-antiguo y visigodo.   Estas bandas probablemente formaran parte del fenómeno de revueltas campesinas y saqueos que se desarrollaron durante el siglo V en Galia e Hispania y que se conoce como la bagauda. La bagauda hispana se desarrolló en la provincia Tarraconense, las Tierras del Ebro cuya cabecera era el territorio vascón. Así, con toda probabilidad, bandas de saqueadores del Saltus Vasconum debieron de unirse a la bagauda, constituyendo el origen de los buruzagi y el inicio del cambio social de los vascones del saltus, del matriarcado al patriarcado.

Entre visigodos y francos

Pero será la desaparición del poder central romano lo que enardecerá a las partidas de saqueadores vasconas a salir del territorio del Saltus Vasconum ya que no encontramos testimonios de incursiones vasconas hasta el último cuarto del siglo VI: Gregorio de Tours menciona por primera vez algaras vasconas en Aquitania en el año 578, mientras que Isidoro de Sevilla sitúa las primeras operaciones contra las “inruptiones vasconum” en el reinado de Recaredo, después del III Concilio de Toledo (año 589). Para entonces la situación política sería radicalmente distinta a la existente en época de los bagaudas. En el año 472 los visigodos penetraron en Hispania reemplazando definitivamente a la administración romana en el gobierno de la diócesis (actuando en connivencia con el dux de la Tarraconense Vicencio, último representante conocido de la autoridad imperial). Los visigodos se limitaron a liquidar la escasa resistencia encontrada y a situar guarniciones en algunas ciudades (entre otras se citan Pamplona y Zaragoza) ya que hasta la derrota de Vouillé en el 507 sus prioridades están al norte de los Pirineos. Después de esa fecha la monarquía visigoda vivirá un periodo de debilidad bajo la tutela ostrogoda seguido de una época de anarquía y disgregación política que no culminará hasta que Leovigildo ocupe el trono entorno al año 569. Durante los 100 años que median entre la sustitución de la administración romana en Hispania y la ascensión de Leovigildo la presencia visigoda en muchas zonas de la Península fue testimonial o directamente inexistente. Muchas regiones hispanas habrían alcanzado una autonomía “de facto” como consecuencia del vacío de poder generado por la desaparición de la administración imperial y la incapacidad de la monarquía visigoda para sustituirla plenamente. Leovigildo dirigirá una serie de campañas militares encaminadas a obtener la sumisión de las entidades políticas que se mantenían independientes del poder visigodo: entre los años 570 y 577 el monarca visigodo, además de guerrear contra suevos y bizantinos, reducirá a la obediencia a la ciudad de Córdoba y a las regiones de Orospeda, Sabaria y Cantabria. Vasconia, que habría obtenido una independencia similar, será el objetivo de la campaña del año 579. Según la Crónica de Juan Biclarense: “El rey Leovigildo ocupa parte de las Vasconias y funda la ciudad llamada Victoriaco”. Leovigildo no fue capaz de lograr en una sola campaña la sumisión de los vascones y la peligrosa rebelión de su hijo Hermenegildo (iniciada el año anterior) y las complicaciones internacionales derivadas le impedirán completarla.   Por otra parte vemos que los vascones del Saltus Vasconum están expandiéndose hacia el oeste, por el territorio de los Várdulos que en ese momento se correspondía a grosso modo con las actuales Vizcaya y Álava, como demuestra la fundación de Victoriaco, la futura capital alavesa de Vitoria, y desplazando a los Várdulos al territorio seminal de la actual Castilla. Además, la victoria de Leovigildo no será suficiente, porque los vascones del saltus continuarán hostigando las comarcas vecinas, extendiéndose tanto por la antigua Vardulia, como por territorios transpirenaicos de los aquitanos.   Con el establecimiento de guarniciones godas en Victoriaco (Vitoria), Oligico (Olite) y otras poblaciones se consolidará (ahora si) un frontera que separará definitivamente el saltus del ager y acabará de dislocar la economía de los montañeses vascones. El tradicional intercambio de productos entre la montaña y el llano quedará entorpecido o interrumpido. Ya antes el temprano establecimiento de una guarnición en Pamplona habría privado a los montañeses de un mercado natural para sus productos. A esto se unirían las consecuencias derivadas del establecimiento a uno y otro lado de los Pirineos occidentales de dos reinos germanos (franco y visigodo) enfrentados casi de continuo, establecimiento que tendrá repercusiones negativas en el tráfico de personas y mercancías por los pasos. Todas las actividades económicas ligadas al comercio transpirenaico se verán afectadas y las gentes del saltus que ofrecían servicios de guía, comida, alojamiento y protección a los viajeros (incluso los latrones que los asaltaban) dejarán de percibir unos ingresos complementarios muy importantes. Los montañeses vascones se verán abocados ahora a una economía de subsistencia y el saqueo de las regiones circundantes se convertirá en un sustitutivo de las fuentes de ingresos tradicionales ahora vedadas.   Anteriormente en los Pirineos Occidentales y el valle del Alto Ebro, habían podido coexistir dos formas de sociedad y organización económica vagamente interrelacionadas, bajo una única denominación y posiblemente unidas por una lengua común. A lo largo de los siglos V y VI esa comunidad se rompió. Los habitantes de las ciudades y sin duda los de las zonas rurales del interior, se mostraban dispuestos a cooperar con la nueva autoridad central recientemente instalada en la península, el reino visigodo, para defender ahora unos valores y unas formas de vida que los montañeses -ahora los únicos portadores del nombre de vascones- no solo eran ajenos, sino una amenaza". La belicosidad de los vascones solo se manifestará cuando la consolidación del reino visigodo en Hispania produzca la definitiva ruptura de la comunidad entre el saltus y el ager.   Cercados por el sur, los vascones hostigarán la Aquitania, no tardando en atraer la atención de los reyes francos. En el año 632 el rey merovingio Dagoberto I encabezó una expedición a Zaragoza en apoyo de Sisenando que se había sublevado frente a la autoridad de Suintila. Pocos años después, Dagoberto reunió un ejército de burgundios con los que ocupó sin éxito toda la patria de Vasconia en el 635. Sin embargo, en el 636 Dagoberto obtuvo tras una nueva campaña militar, el juramento de lealtad de los vascones al servicio de Aighina, duque sajón de Burdeos. Tras la muerte de Dagoberto, el poder merovingio se fue debilitando para dar paso a un periodo de consolidación de un poder autónomo aquitano-vascón dentro del reino franco pero del que se desconocen fuentes de referencia hasta que es citado la concesión a Félix, patricio de Toulouse, el control de todas las ciudades hasta los pirineos y de los vascones hacia el 672. Para algunos autores, la política de enfrentamiento con el poder franco por parte de Félix habría sido continuada por su sucesor Lupo, proceso que culminaría en tiempos de Eudes que lograría el reconocimiento de regnum para la parte meridional de la antigua Galia. En este momento es cuando la franja sur de Aquitania empieza a conocerse como Wasconia, origen del término posterior de Gascuña, como un territorio dominado o controlado por los vascones pirenaicos en sus esfuerzos expansivos de romper el cerco impuesto en el Ager Vasconum por los visigodos.

La llegada de los árabes

Esta situación perdurará tras la caída del reino visigodo, ya que el propio rey Don Rodrigo se encontraba en la enésima campaña contra los vascones en el momento en el que los bereberes de Tariq desembarcaban en Gibraltar. Tampoco los musulmanes podrán con ellos, que ya en el 714 se enfrentaron a los vascones (describiéndolos como salvajes que viven desnudos como las bestias con las que conviven). Así que les fue preferible preferible dejarlos en paz, o incluso pactar con ellos.
  El vacío de poder visigodo fue aprovechado por el poderoso duque franco de Aquitania, Otón o Eudes el Grande para atacar y conquistar a los vascones en un intento de pacificarles y evitar los ataques de estos a su territorio. Lo conseguirá durante un breve interludio en el que se proclamará duque de Wasconia -considerando esta la Gascuña- y extendiendo su dominio por la Vasconia peninsular -o Cantabria-, hasta que la propia Aquitania caiga en poder de los francos carolingios.  
  En el 778, cuando Carlomagno se paseó por la Península Hispánica , el sur de Navarra está controlado por los Beni Qasi, que no son más que vascones romanizados clientes del poder musulmán. En este contexto es en el que se da la sonora derrota carolingia de Orreaga-Roncesvalles, cuando vascones del saltus y del ager (ahora musulmanes) se unan para rechazar a los invasores francos.

Disolución

Las sucesivas campañas de castigo o sometimiento llevadas a cabo por los visigodos fueron aislando a los vascos del Saltus Vasconum con respecto a los del Ager Vasconum quedando estos últimos bajo control del reino de Toledo, mientras que el foco de resistencia del Monte se encontraba arrinconado y condenado a desvanecerse al haberse cortado la relación simbiótica entre el Monte y el Campo. Esto forzó a los vascones a buscar tierras y expandirse al otro lado de los Pirineos, formando la Wasconia o Gascuña en la franja sur de Aquitania, a costa del reino de los Francos.   Sin embargo, los francos también reaccionaron, controlando estos territorios y formando el Ducado de Wasconia con ellos, en torno al 602, con el duque Genial como titular.   La invasión musulmana del 711 y la caída del reino visigodo no supuso un respiro para la vasconia peninsular, sino todo lo contrario. Los vascones romanizados del Ager Vasconum rápidamente pactaron con los nuevos señores e incluso se convirtieron al Islam para mantener sus privilegios, como es el caso de la poderosa familia Banu Qasi, señores de Tudela y de todo el alto valle del Ebro. Pero el Saltus Vasconum reforzó sus lazos con los Francos en busca de protección, quedando definitivamente incorporado el territorio de Monte dentro del Ducado de Wasconia que supondrá el inicio del fin de la Vasconia ancestral al penetrar finalmente las estructuras feudales cristianas en el mundo tribal vascón.  
  La integración de la Wasconia peninsular en la órbita carolingia terminará con la II Batalla de Roncesvalles de 824, con la alianza de los vascones del Saltus Vasconum y los Banu Qasi del Ager Vasconum atacando la retaguardia del ejército carolingio en su regreso a las Galias, momento en el que los aide nagusiak vascones se agruparon para formar el nuevo Reino de Pamplona separando definitivamente los territorios de sur de los Pirineos que iniciaron su propio recorrido.

Territorios

Los geógrafos griegos Estrabón (s. I a.c.) y Ptolomeo (s. II d.c.) atribuyen a los vascones el territorio que se ve en el mapa: la actual Navarra, una pequeña parte de Guipúzcoa hasta el mar Cantábrico; toda la canal de Verdún hasta Jaca; buena parte de la Rioja, desde Calahorra hasta Alfaro, y algo de la actual Zaragoza, hasta Alagón. Hay que señalar que ni Estrabón ni Ptolomeo estuvieron nunca en la Península Hispánica, sino que utilizaban fuentes escritas anteriores o testimonios personales de conocedores de Hispania, dando referencias concisas sobre ríos, montes y pueblos que conocían los romanos.  

Dos regiones diferenciadas

Los vascones, no eran un pueblo muy homogéneo ni política ni culturalmente ya antes de la llegada de los romanos. Éstos distinguieron claramente entre los vascones del norte, que ocupaban el llamado bosque vascón (en latín Saltus Vasconum ) y los del sur, que vivían en el campo vascón (Ager Vasconum). El límite entre ambas zonas es muy difuso, aunque se suele considerar Pamplona como punto más meridional del saltus, marcando así la divisoria.   Los vascones del saltus permanecían anclados en formas de vida pertenecientes a la Edad del Bronce: practicaban la caza y la ganadería de subsistencia y vivían en pequeñas aldeas, e incluso en cuevas y abrigos naturales. Fueron poco romanizados. Aunque diversos invasores, como los celtas, cruzaron e incluso se asentaron en alguna medida en su territorio, no dejaron huellas demográficas ni culturales duraderas.   Los vascones del ager, en cambio, eran agricultores, vivían en ciudades con algún tipo de organización política, practicaban el comercio y, ya antes de la llegada de Roma, habían recibido una profunda influencia cultural de pueblos como celtas e iberos, de suerte que estaban culturalmente en la Edad del Hierro y usaban una forma antigua de idioma vascuence fuertemente impregnado por las lenguas celta e ibera. Estos fueron mucho más permeables a la romanización que los del norte.  
DISBANDED/DISSOLVED
Fecha de disolución
602 d.C.
Tipo
Geopolitical, Tribe
Gentilicio
Vascones
Sistema de Gobierno
Tribalism
Estructura de poder
Confederation
Sistema económico
Traditional
Etnias relacionadas

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