Nid
Desde que llegamos con mi gente a este santuario de la naturaleza, no he parado de sentirme en casa. Rodeados de árboles milenarios que parecieran contarnos una hermosa historia y en conjunto con el verde de los pantanos, siempre han sido transmisores de esperanza y emociones de la tierra misma. La flora y la fauna del lugar también ha estado muy presente y nos ha ayudado a poder tener una vida de calidad conectada con la Pachamama.
Rodeado de vegetación de todo tipo, los pantanos de Nid se han caracterizado por ser una cara distinta de la tierra. Nos han mostrado un sonrisa más misteriosa, pero a la vez acogedora con su gran variedad de flora exclusiva del lugar y un ambiente que permite una conexión clara con lo natural. Se extiende a lo largo y ancho de muchas hectáreas llenas de pequeños lagos verdosos. Los árboles que aquí viven pareciera que no paran de crecer y llenarse de vegetación. Sea a donde sea que se mire, solo se logra apreciar un intenso color verde acompañado de un blanco dado por la niebla que flota sobre las pequeñas lagunas. También, el cantar de los pajaritos es muy acompañado por el sonido que emiten los muchos animales del pantano y los bichos que van de un lugar a otro.
Vida de pantano
Es imposible no fijarse en el contraste en cuanto a la vegetación del lugar con otros lugares de la república. Poco a poco y con notoriedad se comienzan a alzar árboles de distintas formas, tamaños y colores, yendo desde un blanco con manchas negras hasta varias tonalidades de marrón y verde. La frondosidad del bosque se incrementa significativamente, pues los gigantes de madera se ven envueltos en arbustos como si de ropa se tratase. En el suelo la cosa no es para nada distinta y el pasto más húmedo e imponente también tiene algo que decir. Se levanta al menos un metro de altura desde el barro que lentamente se empieza a esconder en un agua verdosa llena de algas y vida. Es muy común ver como flores exóticas de colores que van desde un verde agua fosforescente se hacen presente con contexturas rugosas y lisas por igual, de grandes hojas y de negros centros que parecieran ser genuinas monstruosidades capaces de asustar a cualquier aventurero descuidado.
A pesar de la enorme vegetación que cubre la vista, se suelen formar varios caminos naturales a través de los pantanos. Estos caminos están dados por las constantes caminatas que suelen dar los animales para moverse a través del lugar. Se forman senderos un poco más libres de tanta vegetación y se pueden encontrar troncos que conectan tierra firme entre sí como si de puentes se tratasen. Las marcas de las huellas hechas por las criaturas hablan sobre hipopotamos enormes y reptiles que fácilmente podrían sobrepasar los 7 metros. Sin embargo, la mayoría de las criaturas son de un tamaño menor como las ranas y los sapos que se extienden de muchas especies, colores y peligrosidad por sus venenos. Todos ellos ayudan a mantener el equilibrio de la vida en el pantano en conjunto con los curiosos bichos que suelen acompañar a los visitantes.
Los mortales pensantes han encontrado un hogar un poco distinto al acostumbrado en cualquier otro sector de la república. Desde hace incontables años los druidas han habitado el pantano y han formado santuarios escondidos entre los árboles para adorar a la Pachamama. La tierra misma también ha respondido a estos actos de amor y conexión y les ha otorgado climas que han favorecido a su estadía. Varias personas fueron llegando poco a poco, entre ellos humanos, elfos y gnomos de todas partes y no han sido los únicos, ya que desde hace un tiempo, la organización Colchicaceae se ha establecido en el pantano y ha ayudado a la construcción de villas más sólidas y auto sustentables para mejorar la calidad de vida de todos los lugareños. Todo esto definitivamente ha ayudado a que el pantano se convierta en un ambiente totalmente disponible para albergar cualquier tipo de visitante ayudando a la proliferación de población y al desarrollo de los místicos Hyarnachare que anteriormente eran muy escasos.
Gente de Nid
Desde la llegada de los druidas de bosques y lugares naturales de otras partes de la región, el pantano ha comenzado a sentir el vivir de estos nuevos habitantes entre sus tierras. Los druidas siempre cuidadosos con la naturaleza, han generado un ambiente muy verde y en sintonía con la tierra que les ha permitido disfrutar de todas sus bondades y establecer lugares de oración y reunión para dar las gracias por todo lo que la Pachamama les ha otorgado. Sin embargo, pasados los años, otras gentes empezaron a visitar los pantanos, curiosos y esperanzados de poder encontrar una nueva vida entre sus lagunas y vegetación. Muchas de estas personas solían venir de lugares más rurales o estudiaban cuidadosamente la naturaleza. Esto último es el caso de Arissa Boonbranch y su organización Colchicaceae. Se asentaron en el lugar, trayendo consigo nuevas arquitecturas de madera auto sustentables y que permitían a las personas poder tener una vida más cómoda y la vez conectada con la naturaleza sin tener que dormir en la intemperie y tener un espacio de resguardo. Los druidas vieron esto como un acto de amor y de ayuda lo que los acerco a las comunidades y ambas empezaron a enriquecerse a la vez que el pantano crecía.
La ayuda que entrega Colchicaceae a los druidas es sin duda alguna de las mejoras bendiciones para los lugareños por su estudio de la flora local permitiendo avances medicinales y tecnológicos para un mejor vivir. Los druidas han visto con mucha felicidad como antiguas especies de flores y arbustos que se creían en peligro de extinción debido a su rareza y depredadores, hoy se encuentran más vivos que nunca y son mucho más comunes por los cuidados que personalmente Arissa entrega día por día. Además, no solamente la tierra se ha visto protegida y desarrollada, si no que también ha permitido la proliferación de una antigua y mística raza de humanoides que vivía primitivamente y a escondidas entre los lugares más humedos de Nid.
El pueblo de los Hyarnachare ha estado presente en el pantano desde los inicios de los tiempos según cuentan los más ancianos druidas que han contactado con ellos. Son un muy pequeño pueblo casi extinto de humanoides que ha convivido todos los días de su vida con la naturaleza húmeda y espesa, generando una conexión espiritual y biológica con la tierra pantanosa. Esto les ha dotado de unas extremidades naturalmente más desarrolladas en cuanto a su musculatura y de una temperatura corporal variable que les ha permitido una adaptación total a las lagunas y a la humedad. Suelen reunirse al alba para sentir los primeros rayos del sol y realizar congregaciones hacia la Pachamama. Sus viviendas están hechas de barro, madera y grandes hojas y son expertos cazadores de pequeñas y medianas criaturas. Su piel ha agarrado un color marrón con verde y sus pequeñas orejas les permiten escuchar con más claridad que un humano común. Hablan su propio lenguaje, pero gracias a la llegada de más personas y sobre todo el apoyo de Colchicaceae, les ha permitido tener una mirada del mundo exterior. Poco a poco más Hyarnachare han comenzado a acercarse a las villas de Nid aprendiendo el idioma común y conviviendo con la gente de la república.
Cielo y tierra
Hoy por hoy, la vida de los pantanos es totalmente estable. Las personas conviven en armonía con la naturaleza a su alrededor y se han ido adaptando siempre con ese norte en mente. Los druidas son parte importante de todo esto gracias entregar una conexión más profunda con la madre tierra. Esta última les ha dado su bendición y los ha guiado en el encuentro de uno de los santuarios más importantes de toda Nid. Desde los años que han pasado de su descubrimiento, el santuario a las estrellas es el lugar más mágico y misterioso que existe. Se ha habitado por los ancianos más sabios de los círculos de las esporas y de la tierra, descubriendo colonias de myconidos. Con mucho respeto y cuidado, los ancianos druidas han conseguido entablar relaciones amistosas y los myconidos han revelado a sus nuevos amigos la existencia de antiguas runas, glifos y rituales hacia las estrellas. Sorprendidos y agradecidos, los druidas establecerían este santuario como el principal punto de reunión religiosa con la tierra y celebrarían congregaciones en conjunto con seleccionadas personas de las villas y los Hyarnachare.
Naturalmente, el santuario se volvería sede de un nuevo círculo druídico: el círculo de las estrellas. A pesar que el terreno pantanoso impidiera la vista de grandes extensiones de tierra, estos místicamente formaban una especie de estrella alrededor del santuario, permitiendo que la luz de la luna y el manto de galaxias pudiera ser visto sin problemas por las oscuras y mágicas noches en el lugar. Las constelaciones sonreirían a los druidas y las bendiciones de la Mamaquilla llenarían de una renovada energía proveniente de los cosmos a los habitantes del pantano. Desde ese entonces, la vida germinaría con el paso de los siglos, permitiendo que las personas rebosen de fortaleza y la sobrevivencia de los Hyarnachare se diera sin problemas. Sin lugar a dudas, la llegada reciente de Colchicaceae potenciaría esto con nuevas técnicas y métodos para poder ayudar todavía más a la vegetación y animales que al día de hoy habitan en el pantano. Los Hyarnachare también se beneficiarían gracias a la conexión que Arissa pudo entablar con ellos y los druidas.
Nuevos archidruidas fueron naciendo luego de la bendición de las estrellas. La primera archidruida del círculo de las estrellas sería Moira, una joven Hyarnachare elegida como la nueva protectora de la vida en Nid y daría la suya a cambio de mantener su pueblo a salvo. La Mamaquilla maravillada por la devoción de su nueva elegida, le otorgaría a su espíritu la conexión eterna con el pantano, permitiendo vivir en las plantas, en los árboles y las estrellas como observadora y cuidadora del lugar. La Pachamama por su lado, con el paso del tiempo y en comunión con los druidas y las personas, elegiría a nuevos archidruidas como guardianes del lugar y bendeciría a Arissa Boonbranch, reconociéndola como nueva líder de una de las villas de Nid.
Tipo
Wetland / Swamp
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