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Frederic de Bastonne


Sun 14th Nov 2021 11:37

Arco del asesino de demonios

by Frederic de Bastonne

Los portales seguían abriéndose a su alrededor, las ratas no dejaban de aparecer y cerrarles el paso. Con un ultimo esfuerzo, los portadores de Talión consiguieron abrirse camino y volver a su hogar. Aenath había empezado a considerar aquello lo más parecido a casa. Su redención había concluido. Aquello que les atenazó en el pasado retornó a lo más profundo de su plano y el alma de su amigo volvía a ser libre. Enano y amigo eran dos conceptos que permanecieron separados mucho tiempo, pero en el transcurso de aquellos años pudo comprender que lo que les unía era más fuerte que lo que les separaba de las otras razas mortales.
El mundo estaba en continuo cambio y, al contrario de lo que los elfos habían hecho en otros momentos, él no pensaba quedarse al margen. Con los reinos de la magia limítrofes, la amenaza de las ratas y los posibles pesares para el mundo él no iba a quedarse contemplando. Había sido uno de los artífices del cambio, el durmiente para unos, el asesino de Teclis para otros. Había conocido demasiado mundo y ahora parte de ese mundo les conocía a ellos. Pese a que Langwald se erigía ahora como uno de los mayores baluartes del viejo mundo, las posibles amenazas que acarreaba su presencia eran suficientes como para convencerle de abandonar aquel lugar. Además, aun había amigos a los que ayudar.
Stroldin era una de las mayores fuerzas de combate del mundo, pero todavía pesaba sobre el un gran agravio. Las implicaciones que eso pudiera llegar a tener en el futuro le convencieron como para ofrecerle su ayuda para ir en busca de aquel demonio que aún le carcomía. Un agravio enano seguía siéndolo a pesar de todo. El grupo se marchó de Langwald en peregrinación a Mordheimm para rendir homenaje a Randall, Aurora, Patrick y Helga. Una vez allí, se despidieron de Fennec y Broll y partieron en busca de posibles indicios de su presa. Quizá fuera necesario acudir al plano de Khorne pero, si eso era posible, era tarea para Stroldin y Aenath.
Tras muchas pesquisas y viajes a través de los reinos de la magia fueron aportando algo de luz a su búsqueda. No siempre fueron noticias positivas, aunque podían trazar una línea de investigación para seguir al demonio. Sin embargo, cada vez parecía más claro que sería difícil acabar con su existencia. Fue por eso que decidieron desandar sus pasos y regresar a Siegel Unglük, el mejor lugar para aprender como hacer frente a esta nueva realidad. Esta expedición fue la oportunidad que esperaba Broll, por lo que fueron acompañados por fuerzas de Langwald. La sensación de volver a aquellos reinos despertó en Aenath un sentimiento de melancolía, cenizas de un tiempo pasado que aún resplandecían. Buscaron toda la información que pudiese serles de utilidad y salvaguardaron aquellos objetos y reliquias de valor histórico y arcano. Aenath comprobó las piedras del sello de la calamidad que yacía en lo profundo, temeroso de aquello que allí había sido sellado. Mientras Broll y Stroldin deambulaban por las zonas de los enanos, el se dispuso a recorrer los templos de los elfos y las torres de la magia. Pasaron semanas catalogando y archivando material hasta que Broll consideró que el trabajo había terminado. Una vez escaparon de los desiertos del Caos volvieron a separarse para continuar su búsqueda.
El rastro de un demonio de Khorne no es el más difícil de seguir, por lo que no tardaron en dar con él. Desgraciadamente, los demonios se interponían entre ellos y su presa, lo cual les retraso considerablemente. Para su sorpresa, el demonio no huyó, y se limitó a esperarles para hacerles frente. No era la primera vez que luchaban contra un enemigo de su calibre, pero aquella no fue una batalla fácil. Las acometidas de Stroldin y Aenath parecían dañarle, pero eso no le debilitaba. Tras una hora de lucha la batalla se empezaba a inclinar del lado del demonio. Habían atravesado sus defensas en numerosas ocasiones, pero el maldito se negaba a desaparecer de la existencia. Cuando no eran sus ataques, Stroldin tenía que hacer frente a más demonios menores que acudían en su ayuda. Aenath recurrió numerosas veces a la ayuda de Asuryan cuando el hacha del Devorador amenazaba su vida. Los recursos se agotaban, pero parecía que los demonios no. Sin embargo, consiguieron encontrar una oportunidad para acabar aquello. Stroldin aprovecho un momento de debilidad del demonio para cercenarle la cabeza, momento que Aenath aprovechó para disponer sus bastones en la posición ritual que habían aprendido en Siegel Unglük. Tomando todo el poder que le quedaba se elevó por encima del demonio e hizo llover los bastones en forma de prisión para, acto seguido, atrapar los restos de su alma en los anillos que había tomado de Teclis, como si de unas esposas se tratasen. Aquello selló al demonio, consumiendo todas las energías del elfo. Stroldin fue capaz de cogerle al vuelo y abrirse camino entre las hordas demoniacas. No habían sido capaces de acabar con el demonio, aunque el ancestro de su interior parecía más en paz ahora.

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11:37 am - 14.11.2021

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