Ylmh, el reposo de un héroe
General Summary
El tiempo se hace eterno mientras no tienes nada que hacer, por suerte para mí, las voces han estado en silencio desde que la luz apareció, es increíble como los humanos tienen la capacidad para superar tan rápido las catástrofes, pero tiene lógica, sus vidas son tan cortas y tan efímeras que no pueden perder la mitad de ellas lamentando las complicaciones que a diario enfrentan y a pesar que la Perversión Cetrina implicó un cambio de era para ellos y nunca podrá ser olvidada por ninguna de las razas que habitan el plano, las vidas de aquellos que sobrevivieron retomó su rumbo natural al llegar las primeras luces de primon, y a pesar de que la magia no había regresado, solo se necesitaba de la buena salud del pueblo para retomar el diario vivir. La situación en los demás planos es desconocida para mí, espero que, si la plaga llegó al plano del viento, la distancia entre una ciudad y otra haya bastado para mantener aislada la enfermedad, algún día volveré, aún tengo un asunto que resolver en ese lugar.
He visto que en el lugar que Záyanel murió, están alzando una estatua en su honor y ya que fui una de las personas que lo vio morir, me siento en la responsabilidad de dar a conocer lo que pasó después con su cuerpo, el mundo debe saber más detalles sobre el salvador del este mal.
Primón 18 del 2 CH ép 8
Cuando Záyanel murió, Kutrhuel comenzó a hacer pública la cura para la perversión por medio del mensaje que él mismo había creado, yo aún permanecía junto al cuerpo del clérigo que estaba completamente desangrado, antes de morir, este me entregó su cinturón. Dos puñales en el pecho, un espadón en su estómago, y dos huecos enormes en donde encajaba su cinturón, tantas perforaciones juntas componen una combinación perfecta para hacer huir a cualquier tripofóbico, pero la extensa mancha de sangre en la fría nieve provocaba aún más escalofrío, no tenía que ser un experto curandero para saber que el clérigo estaba muerto, pero a nadie más le importaba, nadie más en el mundo conocería su historia; ni siquiera nosotros la sabemos, nadie lloraría su muerte, ¿acaso quedaba aún un ser querido que pudiese orarle a los dioses por su alma?, tal vez nunca lo sepamos, solo teníamos certeza de que su alma combatiría eternamente en Batensus al lado de su señor, arrasando y destruyendo todo cuanto se encontrara, pero por otro lado, su cuerpo… Tal vez algún desdichado asesinado por algún vástago de la enfermedad que había enloquecido al ver tanta muerte y desolación, o uno más de los incontables cobardes que decidieron acabar con su sufrimiento por mano propia lanzándose a las inclementes garras de la aulladora. Para otros, era solo un cuerpo, uno más entre los millares que inundaban las ciudades, una simple masa de carne que gusanos y cuervos se encargaron de limpiar, alguien que algún día fue, pero que ahora a nadie le importa. No quedaba más que hacer en aquel lugar, la cantidad de sentimientos encontrados en este momento era abrumadora para todos nosotros, estábamos emocionados por la muerte de la montura, pero expectantes por lo que pudiera pasar con los paladines, felices por haber encontrado la cura de la Perversión Cetrina, pero melancólicos por la muerte heroica y valerosa de aquel que dio su vida por el plano, pero solo podíamos permitirnos sentir una sola cosa: nada.
No somos niños que rompen en llanto ante la muerte de su perro, y tampoco somos aventureros novatos que quedan impactados ante la primera vez que ven morir a un compañero, este solo era el fin de un gran mal, había demasiado trabajo que hacer y no teníamos tiempo que perder, la muerte es algo natural en este trabajo.
Era hora de retirarnos, seguramente llevábamos más de cuarenta horas despiertos, y ya el cuerpo nos pedía descanso, solo la adrenalina de los momentos que habíamos vivido nos mantenía en vilo, teníamos que buscar un lugar donde pudiésemos meter nuestras cabezas para dormir, la magia no era segura en este momento y la mansión estaba descartada, debíamos caminar en busca de posada.
Comenzamos a caminar para adentrarnos en la ciudadela de los artesanos cuando un fuerte golpe metálico nos detuvo, provenía del cuerpo de Záyanel, un sonido similar al que hace el metal al chocar con el suelo, todos corrimos en dirección al cadáver, su brazo metálico estaba moviéndose, pero él seguía muerto.
Era bastante curiosa la manera en la que esta mano se movía, parecía que estuviese consciente, algo intentaba escribir en la nieve bajo ella, por lo que optamos por darle un papiro y una pluma, la curiosidad era más fuerte que nuestro sueño, teníamos que saber qué quería decirnos la mano.
Era increíble, no había terminado una misión y ya teníamos otra encima; sabíamos que no podíamos demorarnos en llevarla a cabo, la magia estaba fallando casi por completo, incluso las habilidades no mágicas estaban fallando, la mayoría de los objetos mágicos ya no funcionaban, e incluso mis habilidades aprendidas en el monasterio parecían no servir, teníamos que apresurarnos o quien sabe cuándo podríamos emprender el viaje.
No recuerdo muy bien los detalles de lo que pasó luego de esto, el mismo enemigo que rompió mi pierna se encargó de dejarme bastante nublados los recuerdos a partir de este punto, daré mi mejor esfuerzo, pero no prometo detalles a profundidad.
Luego de usar el teleport, estábamos en la cima de una montaña, hacía demasiado frío, las protecciones elementales que en antaño teníamos ya no nos acompañaban, fuimos recibidos por un vapor helado que nos congeló los vellos de la cara. Al llegar ahí, y mientras nuestros cuerpos titilaban del frío, le dimos de nuevo un papiro y una pluma al brazo, “están en el lugar, puedo sentirlo, ahora lancen el cuerpo al abismo, allí es donde debe descansar por la eternidad.”
El cuerpo fue lanzado a las profundidades del volcán, Teslas insistió en lanzarlo con su cinturón, pero yo me negué, me había sido entregado por él mismo en vida, y lo llevaría conmigo hasta que encontrara el por qué me había sido entregado.
A partir de este momento mis recuerdos están parcialmente borrados, solo recuerdo un ataque, quizás el más feroz ataque del que se tenga registro, tal vez siempre sea un misterio lo que ocurrió, pero ni el más valiente héroe se atrevería a rondar aquellas tierras en las que casi muero a manos de un ser desconocido, posiblemente un enviado del mismísimo señor de la sangre, probablemente un avatar de este.
Solo recuerdo que estaba escalando un árbol, algo sencillo, quería encontrar un punto de referencia para guiarnos mejor, cuando comencé a descender, fue llevado a cabo el siniestro en mi contra, una fuerza sobrenatural me hizo caer del árbol, intente usar mi habilidad innata para caer más lentamente, pero algo en la magia falló y caí en picada; en un intento desesperado por aferrarme al árbol y evitar la caída, usé mi paso de las sombras, y fue aquí donde el árbol cobró vida y me ataco estampándose contra mí.
Sólo recuerdo despertarme con la pierna derecha rota, mi boca estaba completamente llena de sangre, pero estaba vivo, no sé cuantos metros fueron de caída, pero había tenido suerte, así que como pude busqué al resto de mis compañeros que por suerte pude encontrar fácilmente, ninguno podía creer lo que me había pasado, creo que aún no son capaces de asimilarlo.
Con la ayuda de la poca magia que aún nos quedaba, intentamos llegar a Meikos, por medio de una teletransportación, pero parecía que el zeclón nos quería hacer la vida imposible, en algún lugar del bosque de Meikos quedamos varados, mi pierna me impedía moverme bien y para colmo de males, había quedado lejos del grupo, sólo pude sentir como una hoja fría se postraba sobre mi garganta.
¿Qué haces aquí?.- preguntó una voz masculina.
La magia me ha abandonado aquí.- respondí, sabía que mis compañeros no podrían estar muy lejos.
¿Qué raza eres?
Soy un githzerai.-. dije mientras me quitaba la capucha y me inspeccionaba las orejas.- tengo una pierna rota, no significo un peligro.- dije, intentando persuadirlo.
Tal vez sí estás perdido, vete y no vuelvas.- dijo el hombre mientras me quitaba el cuchillo de la garganta, era un drow; comenzó a alejarse lentamente mientras se perdía en la negrura de la noche.
Mis compañeros me encontraron rápidamente, me ayudaron a subir a una cueva que habían encontrado, en este punto descansamos brevemente para reanudar la marcha un poco más frescos.
Al levantarnos el grupo se había divido, por lo que sé, Rogelio se había quedado en algún punto de Rikcelare, no recuerdo muy bien cómo llegamos a Rikcelare, pero ahí se quedó, tal vez fue ahí donde sufrí mi fiero ataque, no lo sé. Teslas emprendió el viaje hacia Logos, al parecer tenía un asunto pendiente con uno de sus profesores, Kutrhuel y yo fuimos hacia Meikos, mi pierna tenía que ser curada y era el único lugar seguro, y el más cerca.
Al llegar a la ciudad, visitamos el templo de Ázafhel, en este lugar recibí una curación bastante mundana, pues usar magia era un peligro en aquel momento, nos permitieron quedarnos en aquel lugar. Aún me recupero de mi pierna, moverse es difícil y me recomendaron estar en reposo, así que ahora me dedico a matar el tiempo con escritos mal redactados sobre aventuras pasadas que tal vez alguien pueda encontrarles importancia, sólo sé, que mi recuperación tiene que ser rápida, porque el señor de la sangre no se detendrá ni un minuto para lograr lo que sea que quiera, duerman con un ojo abierto, nadie sabe quién lo acecha.
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