Atarrabi
En la mitología vasca, Atarrabi, era hijo de la diosa Mari, y tenia un hermano, Mikelatz , de los dos hermanos, Atarrabi era el hermano bueno. Su madre les envió a estudiar junto al más sabio de los seres, Etsai que albergaba la intención de corromperles. El diablo les dijo que podia enseñarles muchas cosas. Pero Atarrabi no se dejó engañar y escapó, aunque Etsai logró quedarse con su sombra.
En otra leyenda, uno de ellos debería de quedarse con él para siempre. Lo echaron a suertes y le tocó al Mikelatz. Al ver a su hermano pequeño tan triste y acongojado, Atarrabi se ofreció en su lugar, y el diablo aceptó el cambio. Pero todo fue un truco de su hermano para librarse.
Etsai obligaría entonces a Atarrabi a pasar por el cedazo la harina de su inmensa despensa. Pero sería aquella una tarea sin fin, pues el cedazo, que tenía las mallas poco tupidas, dejaba pasar a través de ellas la harina junto con el salvado. Además, aquel diablo, para tener bien controlado a su discípulo, le preguntaba constantemente, “Atarrabi ¿dónde estás?”, a lo que el prisionero había de responder. “Aquí estoy”.
Atarrabi enseñó al cedazo a responder por él. Así cuando Etsai formulaba la consabida pregunta, era el instrumento quien respondía. Mientras tanto, el hijo de Mari abandonaba sigilosamente aquel antro. Todo estaba saliendo a la perfección, pero cuando ya estaba en la puerta fue descubierto por Etsai . Éste se abalanzó sobre el fugitivo rápidamente, aunque Atarrabi pudo ponerse a salvo. Desgraciadamente, la sombra quedó en manos del Enemigo.
La muerte de Atarrabi
Pasaron los años, y Atarrabi se hizo sacerdote. Seguía sin tener sombra, y ésta solamente aparecía en el momento de la consagración durante la misa. Siendo ya muy viejo y pensando en que, un día u otro, tendría que morir, Atarrabi le dijo al sacristán: —Tú sabes bien que sólo tengo sombra en el momento de la consagración, y es necesario que yo muera en ese preciso instante. Mañana, durante la misa, en cuanto veas mi sombra junto a mí, me matas. El sacristán prometió que así lo haría, pero, llegado el momento, no tuvo ánimos. —Mira, no tiene por qué darte pena, pues si no me matas cuando tenga sombra, moriré en cualquier otro momento y no podré salvarme porque estaré en poder del diablo para toda la eternidad. Al día siguiente el sacristán volvió a intentarlo pero, de nuevo, le asaltaron las dudas. —Has de prometerme —le dijo Atarrabi— que mañana me matarás. Luego dejarás mi cuerpo encima de una roca; si son cuervos los que se lo llevan, me habré condenado; si, son palomas, me habré salvado. Lo volvieron a intentar y, en el momento en que apareció la sombra, golpeó la cabeza de Atarrabi y lo mató en el acto. Puso luego el cadáver encima de una roca y vio que llegaba una bandada de palomas y se llevaba el cuerpo. Así, Atarrabi había escapado, por fin, de las garras del diablo.Resurrección en los cielos
Sea como fuere, la tradición dice que Atarrabi escapó donde Etsai no podía alcanzarle, en brazos de Eguzki con quien acabó desposando y junto a quien engendró a buena parte de los dioses de la La Vieja Religión de los Vascones
Hermano mellizo de Mikelats que eligió la senda del bien para la que está predestinado. Es capaz de sacrificarse a si mismo por el amor a su hermano, sin embargo, este altruismo no está reñido con una refinada inteligencia capaz de engañar al mismo Diablo.
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