Tormenta de Éter
La tormenta de Éter, o tormentas, es una manifestación de la anomalía que yace en la Cicatriz de Eterios, y es considerada como otra anomalía mágica del mismo nivel que la región en sí. A día de hoy no se ha podido confirmar si es una tormenta o varias, dado que es imposible realizar una confirmación visual o mediante la sensibilidad al Éter de los Magos debida a la aletoriedad de su visibilidad y efectos.
A diferencia de las tormentas elementales, que se originan a partir de la inestabilidad de un elemento en concreto sobre los demás, las tormentas de éter se basan en una inestabilidad total del éter. Pensemos en este como el concepto de propiedad de todas las cosas existentes: altura, masa, hubicación, degradación, transformación, naturaleza, cantidad de partículas, etc. Las tormentas de éter son capaces de alterar, tanto de forma inmediata como una vez acabada la exposición a las mismas, todas estas propiedades al mismo tiempo o ninguna. Puede convertir a una bola de fuego en un cuadrado de agua y hacer que explote en rayos con forma de ojos concatenados. Esto último no es un ejemplo cualquiera, sino el testimonio de varios exploradores en una de las muchas incursiones de investigación que se hicieron cuando la Cicatriz era aún más desconocida que hoy en día.
La diferencia entre la anomalía que hay de forma natural en la región y la que existe durante la tormenta tiene que ver con la interacción del éter en sí, la Cicatriz actua de forma pasiva, sin ser imperseptible, mientras que la tormenta altera el control éter y el maná, siendo especialmente perjudical para los usuarios de la última, ya que puede cambiar de lugar los órganos del cuerpo.
Hoy en día es imperante la utilización de materiales apusios, así como de varios Cristales de Éter Impuros, o CEIs. Los primeros aislan a los exploradores, mientras que los segundos absorben los picos de éter que son capaces de estallar.
A diferencia de las tormentas elementales, que se originan a partir de la inestabilidad de un elemento en concreto sobre los demás, las tormentas de éter se basan en una inestabilidad total del éter. Pensemos en este como el concepto de propiedad de todas las cosas existentes: altura, masa, hubicación, degradación, transformación, naturaleza, cantidad de partículas, etc. Las tormentas de éter son capaces de alterar, tanto de forma inmediata como una vez acabada la exposición a las mismas, todas estas propiedades al mismo tiempo o ninguna. Puede convertir a una bola de fuego en un cuadrado de agua y hacer que explote en rayos con forma de ojos concatenados. Esto último no es un ejemplo cualquiera, sino el testimonio de varios exploradores en una de las muchas incursiones de investigación que se hicieron cuando la Cicatriz era aún más desconocida que hoy en día.
La diferencia entre la anomalía que hay de forma natural en la región y la que existe durante la tormenta tiene que ver con la interacción del éter en sí, la Cicatriz actua de forma pasiva, sin ser imperseptible, mientras que la tormenta altera el control éter y el maná, siendo especialmente perjudical para los usuarios de la última, ya que puede cambiar de lugar los órganos del cuerpo.
Hoy en día es imperante la utilización de materiales apusios, así como de varios Cristales de Éter Impuros, o CEIs. Los primeros aislan a los exploradores, mientras que los segundos absorben los picos de éter que son capaces de estallar.
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