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Ecet

 
No he podido pegar un ojo hace más de dos días ya. Estoy empezando a ver alucinaciones y mi cuerpo ya está demasiado cansado como para mantenerme de pie. Siento como desfallezco, pero de pronto un fuerte subidón se siente en mi cabeza y vuelvo a estar de pie. Se escuchan ordenes de una voz seca y autoritaria de mantener posición y vigilar ante cualquier posible amenaza que provenga desde el frente. No se que he hecho para merecer todo esto. Intento repetirme una y otra vez que es por el bien de todos, pero ¿quiénes son "todos"? Esa es una pregunta que aun no he podido contestar.
— Adam Steelbrom, Soldado de la república.
  Es la imponente, gigante y aparentemente impenetrable fortaleza orgullo de la república. Se erige como el primer bastión de defensa ante los ataques provenientes desde el este y principal punto de concentración de fuerza militar de Galadel. Construida en su totalidad de piedra moldeada por distintos artesanos mágicos y no mágicos, cubre todo su perímetro con altísimas torres y colocada estratégicamente sobre una colina para poder observar cualquier tipo de despliegue de tropas y contraatacar a tiempo. Ha servido durante años desde el comienzo de la guerra contra las fuerzas de la Alianza de Plata, entregando protección y empleo militar a todos los ciudadanos que estén dispuestos a luchar por los valores de su alma mater.  

Bastión contra los exiliados

  En la segunda era, la república de Galadel solía controlar todo el territorio en el que hoy se erige Ecet, Magthor y Hefruth. Luego del quiebre de relaciones interiores con muchísimos ciudadanos y que estos se exiliaran al este, Galadel comenzó a expandirse debido a las necesidades como nación. Nuevos asentamientos empezaron a unirse a la causa y no perdieron oportunidad de conquistar varias villas y puntos estratégicos para continuar con su expansión y abastecimiento de necesidades. Sin embargo, cerca del final de esta era, los exiliados ya se encontraban con la capacidad suficiente como para poder armar un ejercito y no esperaron para demostrarle a sus antiguos gobernantes cual era la fiereza y poder de su nueva confederación. La ciudad de Hefruth fue arrasada y los ánimos de guerra estallaron.   Los gobernantes de la república no perdieron el tiempo pues sabían que sus antiguos pares no pararían con eso. La construcción de la fortaleza llamada Ecet fue de absolutísima urgencia y grandes cantidades de recursos materiales, mano de obra y esfuerzo de todo tipo se utilizaron para montar la defensa definitiva que acabaría con esta amenaza. Enorme muros de piedra lisa perfectamente colocadas empezaron a dar forma a un castillo nunca antes visto, siendo el que se encuentra en Stormshield el único que pudiese compararsele. Las murallas pronto hablaron sobre resistencia y la enorme torre gritaba a los vientos que ni los dioses serían capaces de demoler su firmeza. El entorno que antes servía para ríos y ecosistema de ánimales salvajes, lamentablemente se vió afectado por la negativa de la república.   En su interior, la fortaleza albergaba un enorme patio que servía para la disposición de tropas antes de comenzar marchar, varios barracones donde los soldados descansaban y guardaban sus pertenencias, altísimas atalayas y torres de vigilancia con alarmas dispuestas para avisar cualquier tipo de amenaza y el castillo mismo. Dentro de él, un enorme salón se encontraba en el primer nivel, donde se suelen sucitar las reuniones con soldados de más alto rango para liderar las tropas; varias habitaciones y cuartos grandes para acumular todos los recursos que vienen desde la república y escaleras que suben por la más alta torre hasta el cuarto del general.   Cientos de miles de soldados de distintas razas y edades empezaron a poblar la enorme fortaleza y las fieras batallas comenzarían a dar origen. Destrucción, caos y fuego eran pan de cada día durante los larguísimos años que ha durado esta imparable guerra. Desde lo más alto del castillo de Ecet, es posible ver el devastado campo de batalla. Antiguos árboles que antes se erigían con majestuosidad, hoy son cambiados por la maligna sombra de la guerra y lo poco que queda de ellos se encuentra manchado con la inconmensurable sangre y dolor de los soldados de ambos bandos. Se ha levantado una neblina muy partícular en las faldas de la fortaleza que impide la visualización completa del terreno. Algunos hablan que son manos de la tierra misma intentando parar la masacre que allí sucede y es que no solamente los bandos han caído víctimas de este imparable derramamiento de sangre. Solo la fortaleza misma pareciera negarse al dolor y destrucción.  

¿Bendición?

 
Batalla tras batalla, masacre tras masacre; poco a poco la república se daba cuenta como sus adversarios del este empezaban a ganar más terreno y las tropas no podían soportar las durísimas oleadas cargadas de distintos tipos de artilugios, técnicas y criaturas impensadas para este lado de la región. Los gobernantes se veían cada vez más desesperados ante las derrotas y políticas de dudosa moral empezaron a instaurarse. Se bajó la edad de reclutamiento, recursos más allá de lo posible empezaron a ser redirigidos hacía la fortaleza y el uso de la alquimia y drogas empezaron a ser cargadas por montones para los soldados. El desgaste de esta guerra interminable empezaba a mellar en las almas de las personas, pero los altos mandos de Stormshield se negaban a rendirse.   Una última esperanza se presentó un día en la gobernación de la capital del sur, prometiendo tiempos mejores para el terrible escenario que se estaba sintiendo ya en toda la república. Era uno de los más reconocidos maestros de la academia de Gerthas y profundo estratega en cuanto administración y manejo de recursos. Alastor Bloodsilver sería elegido como nuevo general de las tropas de Galadel y partiría a enfrentarse a los detractores. La llegada de Alastor fue una especie de bendición mezclada. Por un lado, las fuerzas de la república comenzaban a retomar terreno y las victorias empezaron a volver a estar parejas. El uso de un estilo de magia muy particular y secreto, ayudo a las tropas con segundas, terceras y hasta cuartas oportunidades. Los gobernadores de la república se sentían seguros y satisfechos con estos resultados. Sin embargo, la guerra no hacía más que alargarse. Las personas comenzaron a verse como simples recursos y por tanto fueron explotados hasta más no poder.   Hoy en día, Alastor Bloodsilver, "El señor de la guerra y el tiempo" como fue nombrado por su más grande rival, sigue comandando las legiones de la república. Rumores de algunos soldados que han logrado volver o huir del castillo de Ecet mencionan que Alastor ya no se encuentra en sus cabales y sirven de testigos ante las ordenes que supuestamente vienen de él, ordenes que ignoran completamente lo humano. Vigilante como siempre en la última habitación del castillo, sigue preparando sus planes y estrategias para que algún día pueda obtener la victoria.
 

Cansancio y dolor

  Aunque muchos menos, montones de nuevos soldados son comandados hoy por hoy a la primera fila de la fortaleza. Pareciera que, aunque los ritmos hayan disminuido y los ánimos cada vez estén más bajos, la guerra aún no termina. Historias de los más suertudos aventureros que han sido lo suficientemente valientes o estúpidos como para acercarse a esos lugares, cuentan como una espesa niebla cubre todo el campo de batalla. Gritos y choque de espadas se escuchan como fantasmas en el valle y las oscuras sombras de ambas fortalezas opacan aún más cualquier posible sensación de tranquilidad.   El valle se encuentra completamente devastado, de un color ennegrecido y rojizo como si los dioses lo hubieran abandonado a su suerte. La vida no se siente en ningún lugar y es imposible sentarse a descansar. Estas son algunas de las descripciones que se oyen de boca en boca en las posadas de la república y de la alianza. Muchos de estos comentarios vienen de soldados de ambos bandos que han conseguido escapar con vida del matadero de piedra y que está sorprendidos como aun las fuerzas de la región se mantienen firmes y negados a cambiar la realidad por el bien de las personas.   Definitivamente, la guerra... la guerra no cambia nunca.  
Tipo
Castle

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