09 y 10: La catedral Sellada Report
General Summary
Cuando Patrick se acercó al bastón para investigarlo pudo ver claramente que tenía grabados los símbolos del colegio del metal. Cuando quiso investigarlo más detenidamente tuvo una visión.
Se trataba de la pesadilla, el jurado enemigo de Aenath, portando la máscara de Baltasar Gelt.
Esto alteró al grupo, pues sabían con qué enemigo tenían que estar luchando los dos magos que buscaban, y el hecho de que el bastón de ella estuviera en el suelo tirado… no auguraba nada bueno.
El edificio estaba plagado de estos extraños enemigos, mutaciones del Caos, los recursos de los que disponían los Portadores eran limitados, y las peleas cruentas. Tuvieron que valerse de artimañas para poder ir debilitando al enemigo y poder tener algún respiro en los momentos de tan necesarios descansos…
Tendieron emboscadas, incendiaron pasillos de piedra, utilizaron todos los recursos de los que disponían, pero aun así las batallas siempre salían caras. En varias ocasiones tuvieron que tratar de gravedad a Patrick , pero no fue el único. Todos obtuvieron más de una fea cicatriz.
Pero poco a poco fueron avanzando y desentrañando los misterios de la orden del Sello.
Encontraron un arco para abrir un portal a alguna parte, apagado.
Encontraron un laboratorio de alquimia en el que quedaba un armario de metal completamente cerrado y que había sobrevivido a los estragos del tiempo.
Encontraron un altar con un sagrario, con una inscripción en latín, protegido contra todo aquel que quisiera perturbarlo.
Encontraron un espejo de cuerpo entero que había sobrevivido a un derrumbe y caído a una pequeña caverna, que todo lo que reflejaba en él aparecía difuminado excepto aquellos que lo portaban.
Encontraron un extraño mural en el que había figuras que portaban espejos, pero nada consiguieron hacer con él.
Encontraron una habitación cubierta de una extraña neblina que absorbía la energía de todo aquel que entrara en contacto con ella.
Todo esto intranquilizaba al equipo, pero tenían un claro objetivo.
Salvar a Randal.
Para eso tenían que encontrar al mago de luz.
Avanzaron luchando contra los mutantes del caos cuando llegaron a una terraza. En ella pudieron ver a una malherida maga que en un estado febril les confundió con enemigos e intentó lanzarles un hechizo que se le descontroló. Por suerte, Aenath pudo dispersar los vientos de la magia sin demasiados problemas.
Llegaron a ella y tenía una clara herida en el pecho. Pero Broll se dio cuenta de que no era tanto una herida física sino una de corrupción del Caos. Estaba más allá de toda salvación. Intentaron comunicarse con ella, tranquilizarla y que les dijera qué había pasado. Patrick , al que habían mandado a encontrarla, fue quién consiguió convencerla de que les dijera todo lo que sabía.
El mago de luz había sido raptado por la pesadilla, ella había huido de Altdorft porque había escuchado cosas que no debía sobre gente poderosa. “Liao zhong” le susurró al oído…
Pidió que la mataran, después otra voz saliendo por su boca pidió socorro y que la salvaran.
El grupo quedó en shock. No sabían qué hacer. Estaba fuera de toda salvación aquí, pero si la llevaban a un lugar sagrado… Tal vez consiguieran salvarla. Pero la corrupción se extendía con rapidez por su cuerpo y parecía que se terminaría convirtiendo en un portal al Caos.
Aenath, invocó la magia sagrada de los elfos para discernir qué es lo que estaba pasando en el cuerpo de la maga. Un demonio estaba empezando a poseerla y parecía necesitar tiempo para completar el ritual que atraería a más de los suyos en mitad del Imperio.
La ejecutaron como ella había pedido.
Entonces escucharon un crujido y miraron a la cima del edificio.
En la parte superior de la torre de hechicería, a la que no habían encontrado manera de acceder, estaba repleta de runas de sellado, pero la propia roca estaba crujiendo. Estaba claro que no quedaba demasiado tiempo para lo que fuera que estuviera allí sellado, como contaban en los cuentos, saliera al mundo exterior.
No podían permitir que algo así campara a sus anchas por el imperio, sobre todo con Archaón atacando desde el norte.
Tenían que seguir investigando.
Llegaron al piso superior, buscando pistas sobre la pesadilla o la manera de entrar en la torre del mago.
En una habitación encontraron el cadáver de un enano que portaba un hacha rúnica. Broll fue a inspeccionarla, y cuando fue a cogerla pudo detectar como una maldición la recubría, una maldición creada por la propia runa magistral inscrita en su hoja. Sólo un hijo de las montañas podría explotar todo el poder que contenía el hacha, se volvería más poderoso con cada enemigo que derrotara, pero a un gran precio, habría de renunciar a todo aquello que le ligaba con su gente y sus ancestros.
Broll la soltó pues fue consciente de lo que aquello implicaría. Jamás podría volver a cantar sus runas, jamás podría volver a entender el habla de los enanos, jamás podría sentir el abrazo de sus ancestros. Se quedaría sin recursos para poder salvar a su hermano.
En la habitación de al lado pudieron encontrar un escudo con una inscripción en latín, del mismo estilo del que protegía en sagrario. El cual, al abrirlo, contenía un pequeño contenedor en el que flotaba un ojo. El poder divino que envolvía el pequeño objeto revitalizó a Broll y se lo colgó alrededor del cuello. Se dio cuenta de que ahora mismo era capaz de ver la corrupción del mundo, como si se tratara de un nuevo color. Vio un poco de esa mácula en sus compañeros, y en él mismo. Tanto tiempo luchando contra las fuerzas del Caos les había marcado… Pero no era nada preocupante ahora mismo. Ya se encargarían de ello cuando salieran de aquí.
En la tercera habitación encontraron un espejo igual que el que había sobrevivido a la caída. Lo llevaron donde el mural y después de muchas pruebas consiguieron ver una puerta en los espejos, cuando Stroldin fue a abrirla atacó a Broll, clavándole la lanza del sello en el estómago. Este a su vez atacó a Aenath que en el mismo momento intentó atravesar a Patrick . Que usando su magia consiguió detenerle en el sitio.
La pesadilla había encantado la puerta.
Tras tratar las heridas sufridas por este sucio truco, entraron en la sala.
Era una biblioteca llena de cadáveres antiguos. Todas las estanterías estaban protegidas por barrotes con runas de protección. Excepto algunas que habían sido reventadas.
Investigaron intensamente y descubrieron que este edificio no fue la sede principal de la orden del sello. No ponía nada más excepto que tendrían que volver a Albeck para investigar allí sobre esta orden y su origen.
Encontraron los restos de un conjuro de teletransporte extraordinariamente poderoso, lo suficiente como para poder pasar la protección que ataba a todos los seres del Caos dentro del edificio. La pesadilla había escapado y podía encontrarse en cualquier lugar del mundo.
Pero también descubrieron que lo que estaba encerrado en lo alto de la torre era el demonio Khaldarat Eibus, el moldeacarnes, al que habían decidido encadenar en vez de matarle para que no pudiera volver como hacían todos los de su corrupta raza. Era capaz de crear y moldear la carne de los seres que estuvieran a su alrededor. En uno de los cadáveres encontraron un orbe mágico que servía para activar el portal, que llevaba a lo alto de la torre de hechicería.
El grupo se concienció para ir a luchar contra él, pero necesitaban descansar antes de hacerlo.
Por supuesto, no lo consiguieron, fueron asaltados en mitad de la noche y Patrick volvió a ser herido de gravedad, al que hubo que darle la poción de sanación más poderosa que tenían para que no muriera en el acto.
Viéndose obligados a descansar más tiempo y con sus suministros al límite. El grupo se preparó para ir a luchar contra el demonio.
Prepararon sus armas con los viales de Ithilmar que les regalaron en el Valle de Tonatiuh. Lanzaron sus conjuros y sus runas y abrieron las puertas mientras Broll elevaba un rezo portando el colgante del ojo en la mano.
Según entraron el Demonio les lanzó un conjuro y sacó a dos de esas criaturas que trepaban por las paredes de su espalda.
Cadenas con inscripciones rúnicas todavía le ataban y mermaban su poder y su movimiento.
Hellga y Stroldin atacaron al gigante ojo que tenía en su estómago. Pero el daño lo sufrieron Broll y Hellga respectivamente.
Broll terminó su plegaria y forzó al demonio a retirarse y a cerrar el ojo de su estómago. También cantó a las runas de las cadenas, forzando su poder, haciendo que algunas se desintegraran, pero potenciando aquellas que todavía permanecían enteras.
El resto del grupo acabó con los seres invocados y Fennec empezó a deshacer el hechizo que les había lanzado el demonio.
El combate fue cruento, Hellga vació todos los cargadores de su ballesta, Aenath y Fennec intentaban deshacer todos los hechizos que quería lanzar el mago, Stroldin luchaba con su alabarda sagrada contra el demonio, Patrick lanzaba conjuros defensivos sobre todo el grupo y Broll continuaba rezando con el ojo en la mano y potenciando las runas.
Cuando Patrick yacía en un lado de la habitación, malherido, Stroldin sangraba profusamente, Aenath luchaba atrapado dentro del brazo del demonio, Fennec mantenía un duelo mágico con el mismo y Hellga continuaba disparando mientras cojeaba; Broll se dio cuenta de que el ataque de Stroldin iba a ser desviado como cuando entraron en la sala.
Sabiendo que esto mataría a cualquiera de sus compañeros, utilizó el poder más sagrado y secreto de su orden.
Invocó el poder primordial de las runas, sacrificando una de ellas en el olvido, para poder cerrar el ojo del demonio y salvar a sus compañeros.
El demonio furioso atacó a Broll y le lanzó contra una pared dejándole inconsciente en el momento.
Stroldin no perdió tiempo y con dos limpios movimientos de su alabarda liberó al elfo y partió por la mitad al gigantesco demonio.
Tardaron varios días en recuperarse del combate.
Pero al menos ya nada iba a explotar, aunque la ventaja que les sacaba la pesadilla aumentaba con cada día que perdían descansando.
A los tres días, prepararon todo lo que podían llevarse y subieron a Patrick en uno de los trineos.
Aenath les guió por el bosque hasta que llegaron a Wurzen .
Donde por fin consiguieron descansar en un lugar seguro.
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