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26: La ley de Talión

General Summary

Tras la gran batalla contra Archaón. Los Portadores de Talión, junto a sus tropas, emprendieron el viaje de vuelta a Langwald . Una vez allí se celebró la mayor fiesta en mucho tiempo, donde todos descansaban, festejaban y bebían. Solo querían reír, desconectar, estar con sus seres queridos y celebrar la victoria y la vida. Todos menos uno.   En la oscuridad de la noche, Fennec aguardaba en su habitación, donde Skat surgió de las sombras arrojadas por la absurdamente enorme luna maldita. Estaba el skaven más grande, más cambiado, pero ansioso. Fennec le pasó la pieza de armadura del elegido de Nurgle, y Skat cumplió la parte del trato que le correspondía. Tras la reunión Fennec se guardó la información esa noche para sí. Quería que sus compañeros disfrutasen.     A la mañana siguiente, el mago organizó una reunión con el grupo, y les contó la información del paradero de su maestro de manos de Skat. Así como las cadenas que atraían la luna peligrosamente a la tierra.     Sin esperar mucho, el grupo se preparó y se dirigió a la guarida de Lord Kavah. El ingeniero Skaven que retenía a su maestro. Tras una semana de viaje, llegaron a una antigua ciudad enana ocupada por las ratas. Y gracias a la orientación de Stroldin y Broll. Encontraron una gruta segura por la que avanzar, custodiada por espíritus de enanos forjadores, que Broll logró apaciguar para que abriesen las puertas.     Una vez en la ciudad Skaven. Fennec se escabulló hasta encontrar el laberinto, el edificio donde estaban experimentando con su maestro. La torre de control, donde vio al ingeniero, con lo que parecía una pantalla de control de la torre, y un edificio gigantesco que disparaba un haz de luz hacia la luna.     Con gran rapidez, el grupo eliminó a los skavens que guardaban la entrada de la torre de control y se colaron dentro. Cuando se encontraron frente a las puertas de la sala principal, Aenath voló por fuera del edificio y empezó un ataque contra el ingeniero, pero sus extrañas máquinas lo defendieron y le devolvió una gran descarga al elfo y activó la alarma. En ese momento el resto del grupo irrumpió en la sala.     Tras una corta y dura batalla, El ingeniero sufrió un fallo en su equipo, y estalló, ocasionando que el resto de los artilugios en la sala explotasen violentamente alcanzando a gran parte del grupo.     Patrick, hablando con el alma del difunto Lord Kavah, consiguió saber como apagar la alarma y darle las instrucciones a Hellga para poder utilizar la extraña máquina para poder encontrar al maestro de Fennec. Según obtuvieron la información el resto se dirigieron a rescatarlo. El estado en el que se encontraba preocupó a todos, y no tardaron en darle unos primeros auxilios y sus pociones de sanción más poderosas. Fennec, al ver el estado de su maestro, decidió calmar su mente, lo que resulto en que el pergamino apareciese en su mano, que tras dárselo a Aenath, se activaron apareciendo la efigie de Tonatiuh, hablando de que debían entregárselo todo al último arquitecto.     Decidieron escapar rápidamente de allí, asegurándose Hellga de que no les pudieran seguir sepultando las grutas con una explosión y regresando a Langwald .     Una vez en la ciudad todos utilizaron sus contactos para investigar quién y dónde podía estar “el último arquitecto”. Tras una gran deliberación con la, no del todo concluyente, información que tenían, decidieron dirigirse a Lustria, al territorio de Mazdamundi. Para ello cortarían el portal a Karaz a Karak y abrirían el mismo al interior de la jungla. Antes de partir se prepararon a conciencia, empleando todos sus recursos en un arma para Stroldin, un martillo de dos manos con poderosos materiales que habían recolectado de sus viajes, un recordatorio de sus tiempos como Martillador, antes de abandonarlo todo para recuperar a su amigo Randall.     Tardaron unos días en partir. Se reunieron con amigos y familiares para descansar y despedirse. Ielmae se estaba recuperando en el Valle, Makarov había desaparecido destino a Kislev, las hermanas de Sigmar custodiaban los malditos artefactos que habían ido consiguiendo y esperaban ansiosas a que terminara la construcción de su catedral. Se prepararon todo lo que pudieron, rezaron, entrenaron, estudiaron y cuando estuvo todo listo, partieron.     Una vez que cruzaron el portal, avanzaron cautelosamente hasta que los pergaminos brillaron en una dirección. Tras seguirlos, llegaron a una zona un poco más clara donde, a lo lejos, se veía un gran pilar.     Fennec de avanzadilla, se acercó, pero fue mordido en la espalda por una araña que le dejó retorciéndose de dolor en el suelo. Aenath vista la circunstancia se comunicó con el bosque y las arañas, siendo reconocido como el soñador y estas dejándole pasar.     Una vez cerca del pilar, mientras curaban a Fennec, activó los pergaminos, que hicieron refulgir en luz la torre. El sonido fue reverberando por toda la jungla. Y se hizo el silencio y la intranquilidad se extendió por el bosque. Con lo que acamparon allí, en el claro, junto al pilar.     Horas más tarde, fueron rodeados completamente por criaturas enormes parecidas a lagartos. Y Mazdamundi hizo su aparición. Examinó la torre y a los Portadores de Talión y les instó a terminar su tarea. Abriendo con la torre un portal al reino del caos.     Justo cuando se decidían a cruzarlo, oyeron sonidos de batalla provenientes de la jungla, Mazamundi les dio la espalda mientras les decía que cruzasen y se puso a canalizar toda la magia a su alrededor.     No queriendo encontrarse en mitad de un fuego cruzado con el mago más poderoso del mundo, y queriendo terminar aquello por lo que llevaban tantos años luchando, cruzaron el portal.     Todos pudieron notar la corrupción del ambiente según cruzaron el portal, que desapareció a sus espaldas. Se encontraban en una explanada y frente a ellos un puente que cruzaba sobre un extraño río que parecía hecho de almas torturadas que gritaban pidiendo ayuda y consuelo. Un escalofrío recorrió el cuerpo del grupo al pensar lo que podría ser aquello en realidad. El puente llevaba a un trono en el que se podía ver sentado un maltrecho cuerpo bicolor, la mitad izquierda albina y la mitad derecha del color del ébano. Se encontraban frente al moribundo dios del caos, Malal.     A los pies del trono se podía vislumbrar un destello azul que brillaba cuando se oían los golpes de un martillo contra un yunque. Un sonido que todos conocían y que encogió el corazón de Broll, el ritmo inconfundible de Randall, forjando sin parar durante todos estos años para mantener sellado al dios del caos.     Quisieron ir todos al altar, habían encontrado a Randal, pero faltaba Aurora. Entonces oyeron las carcajadas de un Gran Demonio, apareció aleteando mientras los señalaba. Un devorador de almas al que le faltaban los ojos. El demonio que causó la ruina del grupo original de los Portadores de Talión .       Broll golpeó el suelo con su estandarte y el poder de las runas les envolvió a todos. Hellga no se hizo esperar y con su fusil bendito por Sigmar y las runas, cargado con una de las balas celestes disparó a la criatura en mitad del pecho. El demonio dejó de reírse y fue a atacar a la ingeniera, pero Stroldin detuvo el envite con su recién forjado martillo. Patrick invocó el poder de su magia para atar con las cadenas de la muerte sus brazos y piernas. Aenath invocó el poder de la magia a través de su espada y con un solo movimiento aparecieron varios cortes profundos en el demonio mientras Fennec aparecía de las sombras para golpear con su florete de hielo los huecos en la armadura del ser.     El ser era más poderoso por estar en los reinos del caos, su territorio. Pero los Portadores de Talión venían preparados. Habían derramado incontables litros de sangre, habían llorado, reído, gritado, discutido y perdonado. El grupo estaba unido en su objetivo y no iban a perder ahora. Este era su momento. Salvarían a sus amigos, detendrían el fin de los tiempos.     El demonio estaba causando grandes daños a todos los que estaban cerca y prácticamente tiró a Stroldin del puente mientras Aenath y Broll intentaban detener su avance. La criatura utilizaba todos sus poderes, su enorme mandoble y su látigo de fuego. Fennec se vio obligado a dejar de atacar para usar su magia para teletransportar a todo el mundo y evitar que se vieran golpeados por los mortales ataques del devorador de almas.     Brollactivó la runa que había aprendido del hacha maldita en la catedral del Sello y las armas de todos empezaron a refulgir con el poder purificador de las runas. Hellga seguía disparando sin parar, disparaba a los brazos cuando el demonio iba a atacar, a las piernas cuando iba a avanzar. El demonio, frustrado con los daños sufridos por el fusil bendito se alzó en el aire para embestir a Patrick y Hellga que se encontraban juntos en la explanada por la que entraron. Patrick consiguió mermar su velocidad atándole con su magia pero aun así cargó contra Hellga que salió malherida disparada hacia atrás. Stroldin persiguió al demonio y activó los poderes de su martillo para asestarle el mayor golpe que le habían dado en la espalda. Llamando la atención del demonio para que dejara en paz a sus amigos.     Hellga, viéndose gravemente en peligro y desesperada, cogió el arma que habían encontrado en las ruinas debajo de Karaz-a-Karak, la DoomRaker. Conocía el peligro de utilizar este arma, pero habían llegado hasta ese punto y no iban a perder ahora. No contra el demonio que le había quitado a dos grandes amigos. Vengaría a Randall y Aurora.     Aun tirada en el suelo y sin poder levantarse, activó el arma. Los dos cañones de luz atravesaron la espalda, abriendo graves heridas en el demonio. Hellga volvió a disparar. El brazo de la espada del demonio salió volando. Hellga empezó a reírse desquiciadamente y volvió a disparar. Gran parte del torso del demonio desapareció, pasando el disparo peligrosamente cerca de Stroldin. Patrick intentó calmar a Hellga, pero esta se giró y le fulminó con otro disparo, haciendo que cayera al suelo, aparentemente muerto. Hellga continuó disparando al demonio mientras sus compañeros se veían obligados a esquivar los disparos. Ella reía y disparaba, cada vez sus ojos se volvían más oscuros y siniestros. No podía dejar de disparar, el arma había tomado control total de su cuerpo. Disparaba y disparaba sin control.     Hasta que el arma se volvió contra ella y la envolvió en llamas.     Stroldin corrió hacia ella para ayudarla, apagar el fuego y darle alguna poción que le ayudara a recuperarse.     Pero era demasiado tarde. Hellga había muerto.     Mientras Stroldin gritaba el nombre de su compañera y amiga, Aenath trataba a Patrick. Había sobrevivido de milagro y utilizó su magia para devolverle la consciencia.   El cuerpo del demonio tomo de nuevo forma, esta vez envuelta en llamas. Llamas que todos conocían...     Patrick se levantó muy mal herido. Y vio al demonio, vio las llamas y sintió a Aurora. El demonio se dirigía al grupo, dándole la espalda. Y Patrick no iba a desaprovechar la oportunidad. Las marcas de espadas de su bastón se iluminaron. Canalizo toda la magia de muerte, consumiendo parte de su propia existencia. Aurora iba a descansar, aunque fuese lo último que haría.     El hechizo golpeó al ser de llamas, y no pudo resistirse. Su alma fue rasgada ante las palabras y energía mágica de Patrick, y separó el alma de aurora de la del demonio. Convirtiendo su cuerpo en piedra. Y derrotándolo al fin.     En mitad de ese silencio, el golpe de un yunque volvió a sonar. Broll, corrió al pie del trono. Tenía que encontrar a su hermano, siguió el destello y el rítmico sonido del martillo contra el yunque. Fennec le acompañó, pues estaban en los reinos del caos y no era buena idea que nadie fuera solo.   Broll encontró al espíritu de su hermano, forjando. Con una sonrisa cariñosa y triste extendió su mano pidiéndole algo en silencio. Broll no dudó y le puso en las manos el martillo de sus Padres. En cuanto el puño de Broll rodeó el mango del martillo, las runas de sus padres empezaron a emitir un brillo cegador. Cargadas de más poder del que nunca habían tenido ayudaron a Randall a seguir forjando     Randall terminó de forjar, las runas del martillo habían desaparecido y habían sido sustituidas por la runa magistral de Randall. La runa de los portales. Le puso una mano en el hombro a su hermano y le devolvió el martillo. Con una sonrisa triste y un asentimiento de cabeza, le señaló a un portal que había aparecido cerca de ellos. Llevaba a los desiertos del caos.     Fennec quiso acercarse a Randall, despedirse de su amigo, del que tantas veces le había cuidado y atendido sus heridas. Pero cuando se acercó al trono, su mochila estalló. El bolsillo en el que había guardado el dedo de Skat, bendito con el poder de la rata cornuda, estaba invocando una marea de ratas infinita. Se había olvidado del regalo y ahora las ratas terminaban de consumir el moribundo cadáver de Malal y ahora un nuevo dios se estaba formando en el trono.     Stroldin, que acunaba a su difunta amiga vio todo lo que había ocurrido con el demonio y Aurora. Se acordó del regalo que le habían hecho las hermanas de Sigmar a Hellga y rebuscó en su mochila para encontrar el cofre sagrado. Lo abrió y una luz surgió del mismo haciendo que se manifestara el alma de Aurora que envuelta en energía y fuego, creó una barrera para defender al grupo de las ratas que se acercaban.     Randall les gritaba a todos que corrieran, que tenían que salir de ahí. Pero Patrick miró a Aurora a los ojos. Sin decir una palabra a nadie se introdujo en las llamas que consumían sus ropajes pero dejaban intacta su ropa. Se acercó a su amiga de la infancia, a su compañera de tantos años, juntos habían pasado por los mejores y peores momentos de su vida. Nadie podía entenderlo mejor que ella, y nadie podía entender mejor a Aurora que Patrick. Después de demasiados años separados, abrazó el cuerpo hecho de puro fuego de su amiga. Las llamas los envolvieron a ambos y desaparecieron. Quedando solo el fuego que mantenía a raya a las ratas.     Stroldin cogió a Hellga mientras Aenath cogía su mochila y sus cosas y los Cuatro Portadores de Talión que quedaban, cruzaron el portal.     Se encontraban en mitad de los desiertos del Caos. El sitio más corrupto que existía en la tierra. No los habían visto, pero desde lo alto de la loma en la que se encontraban podían ver una marea interminable de demonios. Algunos de ellos tenían el tamaño de montañas y todos avanzaban hacia el Sur.     Los tres miraron confundidos a Broll, por qué los habría mandado Randall aquí. Broll portaba en una mano el Martillo forjado por sus padres y mejorado con la Runa Magistral de su hermano en una mano y el estandarte de Valaya en la otra, era ahora la representación del poderío de los enanos.     Sin poder avanzar a ningún sitio sin que fueran descubiertos y aniquilados, Broll elevó un rezo a sus ancestros y golpeó el suelo en la misma loma en la que se encontraban.     Golpeó una vez. Al invocar el poder de Smednir una honda expansiva se extendió por todos los desiertos del Caos, haciendo que se retorcieran de dolor los demonios más grandes y poderosos.   Golpeó una segunda vez. El nombre de Morgrim sonó como un cañonazo y estos mismos demonios desaparecieron, pero llamaron la atención del resto de ellos. Los otros tres Portadores de Talión ya habían visto este ritual y no les gustaba a donde estaba llevando. Pero los demonios se acercaban.   Golpeó una tercera vez. El martillazo bendito por Grungni abrió grietas en la tierra evitando que pudieran rodearlos y que pudieran defenderse hasta que terminara el ritual.   Golpeó una cuarta vez. Thugni volvió a sonar como una gigantesca cristalera se oyó por todos los desiertos del caos, haciendo que muchos de los demonios, que les atacaban mientras se defendían desesperadamente, se deshicieran en el mismo aire.     Golpeó una quinta vez. El poder de Gazul envolvió el martillo y los ancestros de Stroldin y Broll aparecieron para ayudarles en la defensa final.     Golpeó una sexta vez. Muchos de los demonios soltaron sus armas y se retorcieron al oír el nombre de Grimnir.     Golpeó una séptima vez. Llorando invocó el nombre de Valaya, su patrona y la que tantas veces había protegido a sus familiares y amigos. Stroldin dejó de luchar y se giró esperando ver como se convertía en piedra el segundo de los hermanos Rocanegra. Cual fue la sorpresa de todos cuando:     Golpeó una octava vez. Llorando desconsoladamente gritó el nombre de su hermano Randall. Y una honda expansiva se extendió por todo el globo. Haces de luz aparecieron por todas partes del planeta.     El martillo se convirtió en ceniza con este último martillazo. Se deshizo en sus manos y las cenizas se las llevó el viento.     La lucha de los Portadores de Talión había llegado a su fin. No les quedaban fuerzas, estaban en mitad de territorio enemigo y estaban totalmente superados en número.     Un extraño edificio apareció encima de ellos y les lanzó un rayo de luz que los envolvió y desaparecieron.     Cuando abrieron los ojos estaban en Langwald .   Pronto descubrirían que sus acciones cambiarían el destino de muchos. Los Portales en los polos que comunicaban con los reinos demoníacos se habían cerrado, pero ahora, por todo el mundo, puertas a los reinos de la magia se habían abierto, ahora las razas mortales podían hacer más que esperar el embite del caos.   Ahora podían llevar la lucha a las mismísimas puertas de los reinos demoníacos.   Había llegado la hora de la ley de Talión.
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10 Aug 2020
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