Sesión 9 y 10: Mordisco (I y II) Report

General Summary

Tras descansar y aprovisionarse en Serdeta, y despedirse de Anata, El grupo parte en un viaje de dos semanas en el que atravesarán los bosques de la garganta y los pantanos de la comisura, al sur, en busca del asentamiento de Los dientes.   El viaje transcurre sin percances durante la mayor parte del mismo, aunque el pantano prueba ser fiel a su reputación de ser un lugar peligroso. Extrañas y peligrosas criaturas acechan entre el barro, el agua o la vegetación, hostigando o intentando dar caza a los miembros del grupo y bolsas y geisers de gas habrían supuesto una silenciosa muerte de no ser por Vivar, el perro de Karim. No obstante su empeño se ve recompensado cuando, tras emboscar a un grupo de miembros del clan de los dientes, descubren que Data ha sido "entregado a las fauces" por el sumo sacerdote, para obtener el favor de los espíritus de Las Fauces en la guerra que iniciarán por la conquista del territorio. El grupo comienza a sospechar que los pálidos que les atacaron podrían ser la mano oculta que guía a los dientes.   El grupo decide apretar la marcha. Cada día que pasa hay menos oportunidades de encontrar a Data.   Tras los terrenos pantanosos, en el lugar donde las cordilleras de las fauces se encuentran, localizan el asentamiento de los dientes. El asentamiento esta situado en una enorme herida hecha en mitad de la cordillera, como si alguien hubiese borrado un bloque de la formación montañosa, colocando en su extremo más bajo un ruinoso y tiránico muro de hormigón de varios centenares de metros, que bloquea el paso a la herida. En las grietas dicho muro, se alzan, mucho más modestas, las defensas de la entrada al asentamiento, parcheando los huecos del muro con empalizadas de madera de apenas 6 metros. Tras esta barrera, extendiéndose las tiendas y chozas de manera caótica, se encuentra el asentamiento.   En algún lugar en lo profundo, está el templo a las fauces y el sumo sacerdote, la última persona en ver a Data.   Bajan, decide infiltrarse el solo en el asentamiento. Tras una entrada exitosa, favorecida por la invernal noche y la lluvia, comienza su ascenso por el asentamiento.   Puede ver claramente como el clan se prepara para la guerra, haciendo acopio de armas y recursos y, a pesar de que no parecen tener armas tan avanzadas como la guardia de honor de Serdeta, su número es una fuerza a tener en cuenta. Mientras asciende queda claro que, cuanto más arriba y cerca del templo, mayor el estatus de los miembros del clan y, tras varias horas, llega al punto más alto, donde puede ver una construcción de los antecesores, que se yerge entre el asentamiento y una enorme grieta, de la que baja un terraplén de arena y grava, que se hunde en las profundidades de la montaña. Junto a la grieta penden jaulas para las ofrendas y plataformas para que los devotos recen a los espíritus de Las Fauces.   Tras haber realizado un mapa mental del asentamiento, recabar toda información posible y hacerse con varias pieles y vestimentas, Bajan inicia el camino de vuelta al día siguiente, esperando a la noche para volver a escurrirse entre las defensas del asentamiento hacia el exterior, donde se reúne con el grupo e informa de lo descubierto.   Tras discutirlo, el grupo decide que no queda otra opción que arriesgarse y, disfrazados con los atavíos robados por Bajan, introducirse todos en el asentamiento y el templo, en busca del sacerdote. Por desgracia para dicho plan se ven obligados a dejar atrás la mayor parte de su equipo, pues cualquier cosa que no pueda ocultarse bajo las pieles podría suponer ser descubiertos. Desplegadores, fusiles y animales quedan pues atrás, ocultos entre las formaciones rocosas y la vegetación.   Juntos comienzan el ascenso, tras colarse por el mismo montón de escombros usado por el juez las veces anteriores, siguiendo las instrucciones de Bajan. por desgracia esta vez la suerte no está de su parte, pues el cese de la lluvia empuja a los miembros del clan a celebrar en la noche en el exterior, teniendo un encontronazo con unos miembros de alta casta de los dientes, que, por poco hace que les descubran, obligándoles a dispersarse por el asentamiento momento en el que Saray se pierde entre el enjambre de chozas.   Varias horas después, el grupo, a excepción de Saray, se reúne junto al templo. La entrada está vigilada por guerreros del clan y, aunque la oscuridad no les permite verlos, saben que habrá varios fieles por la zona, por lo que deciden ir por la parte trasera y aupar a Styx a una ventana que logra abrir con facilidad, introduciéndose en la oscuridad de una habitación vacía, dispuesto a explorar los alrededores.   No obstante algo interrumpe sus planes, pues Saray, sola y desorientada, llega frente a los guardas del templo e, incapaz de imitar el dialecto y las expresiones del clan, es descubierta.   Los guerreros desenfundan sus armas y se dirigen hacia ella, pero caen muertos unos segundos después. El grupo se ha aproximado con sigilo y ha aprovechado la situación para dar cuenta de manera rápida y silenciosa de los protectores del templo, teniendo ahora acceso a la entrada principal del mismo.   La estancia principar es diáfana, con varias columnas de hormigón repartida simétricamente y una estatua, cuyas facciones y detalles e perdieron hace mucho, en su centro, con una caja vacía y velas encendidas frente a ella. En la sala, hay varias puertas y pronto encuentran al sacerdote, dormido, tras una de ellas. No tardan mucho en atarle y comenzar a interrogarle.   El sacerdote asegura que los espíritus de las fauces se comunican con él a través de un altar especial, que resulta ser un receptor de radio. Los espíritus ordenaron al sacerdote la captura de Data, el "mago del metal y el trueno" y su posterior sacrificio a las fauces, por lo que Data hace ya varios días que fue arrojado a la grieta que se extiende más allá del templo. Sin poder sacar nada más que amenazas y maldiciones, dejan al sacerdote inconsciente y se ponen a pensar cual va a ser su siguiente paso, mientras exploran el edificio.   Al comienzo encuentran solo una pistola de bengalas con algo de munición, pero cuando ya estaban a punto de rendirse y retirarse del templo Karim descubre algo raro en una de las paredes.   Tras arrancar los paneles metálicas descubren una puerta que Pixel logra abrir al encontrar un panel eléctrico oculto. Es un ascensor funcional, indica el cronista. Con tan solo un botón y una suerte de cerradura electrónica en el panel interno y, sin ninguna idea más, el grupo se introduce en la máquina y pulsa el botón.   Comienzan a descender acompañados de una extraña música.   El artilugio se para varios minutos después, dando las puertas abiertas a un enorme túnel de metal y hormigón, bloqueado por una gigantesca puerta de metal. Antes de que Pixel pueda poner un pie fuera del ascensor, Saray le detiene y lanza su cuchillo hacia el túnel.   En el silencio puede oírse un súbito sonido mecánico sobre ellos, mezclado junto al golpe del metal de la daga contra el suelo. Saray saca ligeramente la hoja de su brazalete cuchilla, tratando de ver, en el reflejo, la fuente del extraño sonido. Por desgracia no tiene tiempo de ver mucho antes de observar como la cuchilla se parte casi al instante tras oír el sonido varios disparos en rápida sucesión.   El grupo retrocede con cautela hacia el fondo del ascensor, a excepción de Styx que se echa al suelo y saca su periscopio de mano, permitiéndole observar la pesada arma dirigida por extraños brazos mecánicos que se sitúa sobre la salida del ascensor.   Tras varias pruebas y Bajan herido por varios disparos, el grupo traza un plan. Después de que Pixel desponte la puerta del ascensor, Saray y Awambe Okoro se deslizarán fuera con rapidez,, empotrando la puerta contra el arma, impidiendo que pueda apuntar hacia abajo y, en ese momento, el resto aupará al cronista para que este trate de desactivar el arma.   El plan comienza bien, pues anubiana y apocalíptica bloquean el arma con tanta fuerza que el cañón se dobla y parte de los brazos mecánicos se rompan, no obstante, esto provoca que, cuando Pixel es aupado para examinar el arma, no sea capaz de reaccionar cuando uno de los cables sueltos detona la munición del arma, generando una explosión de metralla que lanza al cronista varios metros hacia el túnel y desfigura su rostro hasta un punto irreconocible, sobreviviendo solo por la ligera protección de la máscara, ahora destruida y la rápida intervención de Karim, que sale como una flecha para atender las heridas del cronista.   Este suceso no les deja otra opción que esperar varios días a que, con los cuidados de Karim, el cronista pueda volver a moverse, eliminando cualquier opción de regresar por el ascensor, pues lo más probable es que su intrusión sea ya de dominio público. Para evitar, pues, que nadie pueda seguirles hasta abajo, bloquean el ascensor con la puerta desmontada y, una vez el cronista puede ponerse en marcha, este abre la puerta que les corta el paso y se internan en unas grutas subterráneas gobernadas por la oscuridad.   Tras varias horas de exploración llegan a la conclusión que están en el fondo de la grieta en la que Los dientes arrojan sus sacrificios, si data no sobrevivió a la caída del terraplén deberían encontrar los restos en alguna parte, no obstante lo único que encuentran es una de sus manos amputada y un rastro de sangre que se pierde en el interior de las oscuras galerías.   El grupo sigue el rastro hasta un complejo en ruinas oculto en la oscuridad, allí pierden el rastro mientras tratan de evitar la miriada de extrañas criaturas, vagamente humanoides, que deambulan por el lugar, ciegas y expulsando un extraño gas que cierra los pulmones si es inhalado,. Mientras buscan en la oscuridad evitando a dichos seres, el eco de un disparo se escucha no muy lejos del edificio en el que el grupo acaba de dar esquinazo a un nutrido grupo de las criaturas, por lo que todos se dirigen de prisa, pero sin bajar la guardia, hacia al fuente del sonido.   Cuando llegan al área de la que creen vino el disparo, otro suena y Pixel cae al suelo, mal herido e inconsciente.   Styx, asustado, trata de escalar un montículo de escombros cercano pero, tras otro disparo, cae al suelo debatiendose entre la vida y la muerte.   El resto del grupo se pone tras cobertura, sin poder hacer nada mientras sus compañeros se desangran... a excepción de Bajan, que tras localizar la dirección del disparo que abatió al cronista, comenzó a deslizarse en sigilo en su dirección.   Mientras Bajan trata de buscar al francotirador, una de los Palidos que les atacó en la torre de comunicaciones de las fauces, surge de entre las sombras, atacando a Karim y retirándose de nuevo a al oscuridad. Awambe sale de su cobertura y se lanza en su persecución.   En ese momento, Bajan localiza al pálido, armado con un rifle y apostado entre las ruinas.   Sin poder ver en la oscuridad y guiado solo por el sonido de la respiración del confiado Palido, el juez saca su pistola y dispara hacia la oscuridad. Un instante después puede oír el gemido de dolor del francotirador y como trata de huir entre los escombros. Bajan se lanza en su persecución y según le alcanza, dispara su pistola de bengalas, cegando al pálido mientras este trata de quitarse el artefacto que le permitía ver en la oscuridad.   Una sucia pelea se desata entre juez y pálido a la luz de la bengala, repartiéndose hachazos y puñaladas hasta que el pálido, malherido, tira de una anilla oculta entre sus vestiduras, inmolándose en una explosión de la que el juez logra salir solo con heridas superficiales.   Cuando Bajan regresa con el grupo, los pálidos han huido y Karim esta tratando a los heridos, por lo que el juez decide tratar de perseguir a sus enemigos, utilizando el artefacto para ver en la oscuridad que el francotirador arrojó al suelo tras ser cegado por la bengala.   El juez consigue seguir a la mujer pálida hasta una extensa construcción llena de columnas, donde, tras poner varios objetos extraños por la zona y reunirse con la otra mujer y el grandullón, desaparecen tras una puerta. Sin querer tentar a la suerte Bajan decide volver con el grupo.   Las heridas de Styx y Pixel son graves, y pasan varios días en la oscuridad, ocultándose de los monstruos que habitan el lugar y racionando la poca comida que les queda, hasta que ambos pueden ponerse en marcha y deciden seguir el rastro de los Palidos.   Pixel identifica los artilugios colocados por los Palidos como un tipo de explosivo trampa, por lo que avanzan hacia la puerta guiados por la aguda percepción de Karim, que evita todas las trampas, o casi todas, pues justo antes de llegar a la puerta, uno de los explosivos detona cuando Karim se disponía a avanzar. Por suerte solo sufre heridas superficiales por la metralla y los escombros al haberse apartado en el último segundo.   Mientras Karim trata sus heridas, el resto del grupo abre la puerta y explora su interior, parece lleva a una serie de pasillos iluminados por luces eléctricas. Una vez que el Spitaliano está listo, el grupo se adentra en los corredores y, tras varias horas, encuentran unas escaleras que desembocan en una escotilla que lleva al exterior.   Tras tantos días sin ver el sol, el grupo descansa unos minutos antes de ponerse en marcha hacia el lugar donde dejaron sus pertenencias antes de infiltrarse en el asentamiento de Los dientes, donde encuentran a los animales y el equipo intacto, decidiendo descansar durante lo que queda de día, mientras deciden como proceder y Awambe y Saray salen en busca de algo de caza para aportar a sus menguantes provisiones.   El grupo decide que a la mañana siguiente regresarán a las galerías subterráneas, pues los pálidos no parecían haber encontrado a Data, lo cual supondría que el cronista aún estaría en algún lugar del área bajo tierra.   Por desgracia, a la mañana siguiente, Pixel y Styx son asaltados por unas terribles fiebres. Teniendo que tomar una decisión, Karim aplica sus últimos antibióticos al cronista, que unos días después recupera las fuerzas para viajar. Styx, por otra parte, a pesar de superar unos días después la enfermedad, esta le ha consumido casi hasta el borde de la muerte, por lo que deciden bajarle por la escotilla y dejarle en el túnel a resguardo.   No pueden permitirse más días sin buscar a Data. Si a su regreso el apocalíptico sigue con vida, le ayudarán a regresar a territorio Serdeta.   El grupo se adentra de nuevo en la oscuridad, regresando al lugar donde escucharon el primer disparo. Con el caos de la batalla ninguno había percibido el rastro de sangre que se perdía entre las ruinas. Al final del mismo encontraron a Data.   Según Karim, el cronista había fallecido hace tan solo uno o dos días, si hubiesen llegado antes, podrían haber intentado salvarlo.   Con el amargo triunfo de haber encontrado al cronista, Pixel recupera la unidad de almacenamiento de datos que, según el log que encontraron en la torre de comunicación, contenía los datos de la autentica fuente de la seña. Sin mirar atrás, el grupo abandona a Data en la oscuridad y, tras recoger a Styx, comienzan el viaje de regreso a Redali.   Tras descansar varios días y aprovisionarse, el grupo regresa a la torre de comunicaciones en Las Fauces, donde Pixel accede a la unidad de almacenamiento. una miriada de códigos e información se despliega ante él, incluida la hubicación desde la que se originó la señal, un centro de investigación de armas biológicas pre escatón, situado más allá de la cordillera oeste de Las Fauces.   Sin perder un día más inician el viaje y, tras poco más de una semana, se encuentran ante las ruinosas puertas del complejo, decidios a llegar al fondo de los misterios que guardan Las Fauces.

Rewards Granted

-15 px

Character(s) interacted with

Primeros encuentros con los dientes

Campaign
El beso purpura
Protagonists
Report Date
27 Jul 2019
Primary Location
Las Fauces
Las Fauces:
Tierras de las fauces

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